En los últimos meses ha habido una gran cantidad de información difundida por los medios de comunicación internacionales sobre los diferentes ensayos balísticos y nucleares de la República Popular Democrática de Corea. En la mayoría de estos medios, la RPDC se presenta como un Estado belicista, y su programa nuclear como una amenaza para la […]
En los últimos meses ha habido una gran cantidad de información difundida por los medios de comunicación internacionales sobre los diferentes ensayos balísticos y nucleares de la República Popular Democrática de Corea. En la mayoría de estos medios, la RPDC se presenta como un Estado belicista, y su programa nuclear como una amenaza para la paz mundial, y organizaciones internacionales como el Consejo de Seguridad de la ONU aprueban un paquete de sanciones para intentar asfixiar a este pequeño país bajo el pretexto de que supone una amenaza.
Por supuesto la realidad es muy diferente, y la historia es mucho más complicada, y es necesario conocerla para entender el contexto actual en la Península coreana. La RPDC ha estado en permanente conflicto con Estados Unidos desde el estallido de la Guerra de Corea en junio de 1950. Hubo una tregua en el conflicto con la firma del Acuerdo de Armisticio del 27 de julio de 1953, y desde entonces la RPDC ha intentado repetidamente reemplazar este armisticio por un tratado de paz permanente, pero no ha tenido éxito en todos los casos debido a la actitud negativa de Estados Unidos, que se debe principalmente a la necesidad de Estados Unidos de defender sus intereses económicos en Corea, así como sus intereses geopolíticos en la región de Asia y el Pacífico.
A pesar de la situación de hostilidad en la Península, desde el principio la RPDC fue signataria del Tratado de No Proliferación Nuclear. La situación empeoró en los años noventa con la desintegración de la Unión Soviética y el resto de sus aliados históricos del campo socialista, cuando Estados Unidos intensificó su presión sobre el país, con el objetivo de borrarlo del mapa para saquear su recursos y someter su economía. Por último, en 2003, después de la inclusión de la RPDC en el llamado «Eje del Mal» de George W. Bush, así como la creciente amenaza de una intervención militar como la que se llevó a cabo en Irak ese mismo año, el Gobierno de la RPDC decidió retirarse del Tratado de No Proliferación, haciendo uso del Artículo 10 de este tratado, y empezó a desarrollar su propio programa nuclear con fines de disuasión.
A pesar de esto, en 2005 la RPDC ofreció detener su programa nuclear a cambio de que los EE.UU. se comprometieran a tener una política de no agresión y a aceptar la firma de la paz, siendo esta oferta rechazada por Bush. También en 2015 se ofreció nuevamente el desmantelamiento del programa nuclear y de misiles si Estados Unidos abandonaba las hostilidades y dejaba de hacer ejercicios militares agresivos en Corea del Sur, pero también fue rechazado por Obama.
Además, cabe señalar que desde el final de la guerra, la RPDC ha puesto sobre la mesa muchas propuestas para la reunificación pacífica de Corea, siendo las más famosas en 1972, 1990 y 1993. El punto principal de estas propuestas es la creación de la República Democrática Confederal de Koryo, una confederación en la que ambos Estados coreanos mantienen sus sistemas políticos y económicos, pero que permitiría la creación de un gobierno conjunto para abordar temas comunes y poner fin a toda hostilidad. Además, debe interrumpirse cualquier intervención extranjera en los asuntos internos del pueblo coreano, lo que implicaría la retirada inmediata de las tropas estadounidenses de Corea del Sur y de todas sus armas nucleares.
Obviamente todo esto fue rechazado por los Estados Unidos, y lo más cercano que se ha materializado con vistas a la reunificación fue con las Declaraciones Conjuntas de los años 2000 y 2007, firmadas por los presidentes surcoreanos Kim Dae Jung y Roh Moo Hyun, líderes progresistas y conciliadores; pero con la entrada en el gobierno de una administración pro-USA en 2008, todo el acercamiento y los progresos alcanzados fueron destruidos.
Además, es una hipocresía vergonzosa condenar la justa defensa del pueblo coreano, mientras que el país que realiza esta condena es el que ha llevado la mayor parte de las guerras agresivas desde la Segunda Guerra Mundial, así como el país que apoya a algunos de los regímenes más reaccionarios y criminales de la época, como Arabia Saudí o Israel, entre muchos otros.
Por lo tanto, mientras dure la negativa de EE.UU. a firmar la paz, así como la negativa a poner fin a los ejercicios militares agresivos en Corea del Sur, el programa de disuasión nuclear de la RPDC continuará, para que puedan defender su soberanía y su derecho a existir.
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