Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Las tropas pakistaníes se han trasladado en amplios contingentes al Sur de Waziristán, iniciando una serie de operaciones militares que seguramente se intensificarán en un esfuerzo a gran escala a fin de expulsar de esa área tribal al movimiento islamista Tehrik-e-Taliban e impedir que los insurgentes afganos la utilicen como puerto seguro para atacar a las fuerzas ocupantes estadounidenses y de la OTAN al otro lado de la frontera.
La ofensiva es una continuación de los sangrientos combates y desplazamientos masivos de civiles de finales de abril y mayo en el Valle del Swat y otros distritos de la Provincia Fronteriza del Noroeste (NWFP, por sus siglas en inglés), y de las operaciones del pasado año contra los talibanes en las zonas tribales de Bajaur y Mohmand.
Los informes de la pasada semana sugieren que el ejército pakistaní está estableciendo un cordón defensivo de varios cientos de kilómetros de longitud que se extiende por la carretera principal desde Wana, la capital del Sur de Waziristan, en el suroeste de la agencia, hasta la ciudad de Jandola, en el noreste.
Las tropas pakistaníes, con tanques y artillería, se han estado desplegando desde las bases situadas en las afueras de Jandola. Otras unidades del ejército se han movido desde Wana hacia el norte y han ocupado las tierras altas una vez superada la ciudad de Madijan. Los aviones de combate protegen las carreteras. En total, hay inmersos en la operación al menos 20.000 soldados, junto a personal paramilitar del cuerpo de fronteras y de policía.
El ejército estadounidense considera que el Sur y Norte de Waziristan son las zonas de Pakistán donde más complicado va a resultar arrancárselas a los talibanes. En el Sur de Waziristan, el dirigente del Tehrik-e-Taliban y señor de la guerra, Baitullah Mehsud, puede movilizar hasta 15.000 combatientes entre las tribus pastunes en función de las tradicionales lealtades tribales, creencias religiosas y oposición popular a la invasión estadounidense de Afganistán. El Norte de Waziristan es la base de operaciones de la red afgana Haqqani, uno de los movimientos de insurgentes más eficaces, con vínculos con los talibanes, a la hora de combatir la ocupación dirigida por EEUU.
Los aviones teledirigidos estadounidenses Predator han estado bombardeando repetidamente casas e instalaciones supuestamente ocupadas por talibanes. El pasado domingo lanzaron varios misiles contra una casa situada cerca de la ciudad de Makin, en el Sur de Waziristan. Al parecer, según se informó, murieron cinco personas vinculadas con Baitullah Mehsud. La administración Obama lleva autorizados, en lo que va de año, al menos veinte ataques con Predator dentro del territorio pakistaní, todos ellos en violación del derecho internacional. Los ataques resultaron poco eficaces para conseguir parar a los talibanes, sin embargo, sí lograron acabar con las vidas de unos 700 civiles impulsando el apoyo a los islamistas.
El enviado especial de EEUU en la zona, Richard Holbrooke, visitó Islamabad a primeros de mes para reiterar al gobierno pakistaní las exigencias de la administración Obama en cuanto al lanzamiento de una ofensiva por tierra contra los Waziristanes. Esta semana, a la vez que se comenzaban las operaciones, el Consejero para la Seguridad Nacional de Obama, James Jones, viajaba a la capital de Pakistán. El objetivo de esta visita, según la Casa blanca, es «llevar a cabo el seguimiento de la puesta en marcha de nuestra nueva estrategia global».
El propósito del ejército pakistaní parece ser que es acordonar las zonas de dominio talibán en el Sur de Waziristán, desde la NWFP hasta el este y la provincia de Balochistan en el sur, antes de lanzar un ataque importante. Las únicas rutas por donde los combatientes podrían escapar se situarían en el oeste, en la frontera con Afganistán, donde serían atacados por fuerzas estadounidenses y de la OTAN, o hacia el norte, en el Norte de Waziristán, el próximo objetivo lógico de ataque.
El otro propósito del cerco es impedir que los talibanes ataquen otras zonas de Pakistán. Desde que el gobierno envió las tropas al Valle del Swat, los combatientes han llevado a cabo, o han intentado, varios ataques mediante suicidas-bomba en Peshawar, Islamabad, Lahore y Karachi.
La pasada semana, un experto pakistaní en seguridad declaró en la revista Time: «Los talibanes intentarán paralizar el país atacando las principales ciudades y enclaves financieros». Previendo una mayor violencia mientras las tropas se trasladan al Sur de Waziristan, Naciones Unidas ha declarado que el país es «inseguro» para las familias de sus representantes y les han instado a abandonarlo.
La matanza en el Sur de Waziristan ha empezado ya. El viernes y el sábado pasado, funcionarios pakistaníes informaron que varios F-16, helicópteros de combate y artillería de tierra habían destruido un campo de entrenamiento talibán, dos seminarios y tres casas que al parecer pertenecían a los dirigentes talibanes. Proclamaron que al menos había 50 militantes talibanes muertos, aunque no hay forma de verificar la información sobre las víctimas que menciona el gobierno.
También se ha informado de diversos enfrentamientos con combatientes que intentaban bloquear la carretera que va de Wana a Jandola. Se dice que las tropas están trabajando para limpiar la autopista de escombros, minas y posibles bombas situadas a los lados. En el Norte de Waziristan, los combatientes talibanes abandonaron durante el fin de semana sus baluartes en la montaña y lanzaron ataques con cohetes sobre varias bases militares. También efectuaron una emboscada a un convoy de suministros del ejército, hiriendo a tres soldados.
Es probable que la ofensiva ocasione pérdidas sustanciales en el ejército. Sin embargo, el mayor impacto caerá sobre los civiles. La mayoría de los combatientes de Baitullah Mehsud viven con sus familias en pueblos relativamente aislados y machacados por la pobreza en regiones montañosas, ganándose a duras penas la vida mediante actividades de subsistencia pastoril y agrícola. Al igual que las fuerzas estadounidenses en Pakistán, el ejército pakistaní utiliza casi únicamente la aviación de combate para atacar localidades remotas.
Uno de los comandantes de las operaciones durante la ofensiva del Valle del Swat, el general de división Sajjad Ghani, explicó detalladamente las criminales intenciones del ejército pakistaní en los Waziristan. En una conferencia de prensa celebrada esta semana, declaró: «Con el núcleo duro [islamistas] sólo queda hacer una cosa. Tienes que matarlos. Son como perros rabiosos y ¿qué es lo que se puede hacer con un perro rabioso? Matarlo».
Según el portavoz del gobierno, 45.000 personas habían dejado ya la zona antes de que se estableciera el cerco. Esto sugiere que hay aún cerca de 400.000 civiles atrapados en lo que el ejército considera ya como una zona de fuego abierto.
La lucha prosigue aún en las zonas que fueron atacadas en anteriores ofensivas del gobierno. Durante el fin de semana se estuvieron lanzando ataques aéreos contra una supuesta base talibán en la agencia de Bajaur, donde el ejército había proclamado hace más de cinco meses que estaba ya limpia de combatientes anti-gubernamentales. Los enfrentamientos tuvieron lugar en el distrito del Alto Dir de la NWFP entre militantes talibanes y campesinos locales que se habían alistado en una lashkar, o milicia tribal, patrocinada por el gobierno.
En su conferencia de prensa, el General Ghani informó que el ejército todavía no había conseguido estabilizar el Valle del Swat y que hasta 3.000 dirigentes y militantes habían podido escapar de la ofensiva. Sugirió que es posible que se hayan dirigido a los Waziristanes o a Afganistán. Aunque no ha podido comprobarse la cifra, Ghani afirmó que en ocho semanas de combates habían muerto 1.600 combatientes y unos 100 soldados.
Los combates han forzado a desplazarse a una cantidad inmensa de civiles. El pasado año, alrededor de 500.000 personas huyeron de Bajaur y Mohmand y aún no han podido volver a sus hogares. Otros 2,5 millones de personas, sobre todo de la etnia pastún, tuvieron que escapar de Swat y otros distritos de la NWFP en los últimos meses. Se cree que el 80% encontró refugio temporal con parientes, amigos o personas desconocidas que les acogieron en sus hogares, pero sus recursos se están agotando.
Hay al menos 300.000 desplazados hacinados en insalubres ciudades de tiendas de campaña esparcidas por toda la NWFP: Cada día aumenta el número de personas que acuden a los campamentos en búsqueda de refugio, por lo que las agencias de la ayuda humanitaria y los funcionarios de Naciones Unidas están advirtiendo de la inminente aparición de epidemias tan pronto como llegue la estación de los monzones.
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