No queda nadie en la localidad de Ippi de sus 5.000 habitantes y nada de su histórica mezquita en el corazón de las zonas tribales pastunes de Pakistán, tras el bombardeo perpetrado el pasado martes por aviones del Ejército del presidente y general Pervez Musharraf. «Era el infierno. En un momento pensé que estábamos viviendo […]
No queda nadie en la localidad de Ippi de sus 5.000 habitantes y nada de su histórica mezquita en el corazón de las zonas tribales pastunes de Pakistán, tras el bombardeo perpetrado el pasado martes por aviones del Ejército del presidente y general Pervez Musharraf.
«Era el infierno. En un momento pensé que estábamos viviendo un terremoto», narra Abdul Sattar Jan, un comerciante del mercado de la villa de Ippi.
El 60% de la localidad de 5.000 habitantes está en ruinas, confirmó un corresponsal de France Press que pudo acceder a esta región de difícil acceso en el noroeste del país y rodeada por el Ejército paquistaní.
No queda nada de la mezquita de Fakir de Ippi, en homenaje al jefe tribal pastún que combatió a las tropas coloniales británicas antes de la Partición de 1947, y después al Ejército paquistaní, antes de morir en cama en 1960.
Fuentes oficiales cifran en 250 -200 combatientes pastunes y 50 soldados- los muertos en combates desde el domingo en esta zona de Waziristán Norte, los más sangrientos desde hace varios lustros.
Los habitantes de Ippi afirman que 50 civiles, también mujeres y niños, han muerto en los bombardeos a cargo de F-16 paquistaníes. «Mataron a inocentes y destruyeron sus casas cuando todo el mundo sabía que allí no había combatientes», se enerva Abdul Sattar Jan.
Entierro y pánico
Pese a un alto el fuego para enterrar a las víctimas, los 3.000 vecinos que asistían al sepelio huyeron ayer despavoridos por el vuelo rasante de helicópteros del Ejército paquistaní.
Entrada la tarde, no quedaba nadie en Ippi. Las calles estaban desiertas y las puertas abiertas de las casas certificaban que sus moradores huyeron despavoridos. No había rastro alguno de policías o responsables oficiales.
En la cercana localidad de Mir Ali, el Ejército paquistaní ocupaba el único hospital. Sólo para soldados heridos. Las decenas de civiles heridos en los bombardeos se hacinaban en un dispensario de la aldea de Bannu.