La crisis humanitaria en Myanmar provocada por el intento, hasta ahora fallido, de golpe de estado del General Min Aung Hlaing se agrava día a día. Para las personas fuera del país, la catástrofe humanitaria que se desarrolla en Myanmar es como la explosión de una estrella lejana. Aunque la explosión ya se ha producido, su luz y sus ondas no nos llegan todavía.
Aún no hay suficientes llamadas trágicas ni imágenes dramáticas que llamen la atención. Las personas que conocen la dinámica y profundidad de la crisis actual son conscientes de que esta situación cambiará pronto. La economía ya se ha paralizado. Millones de personas llevan meses sin ingresos y sus ya escasas reservas se están agotando. Muchas personas están atrapadas en regiones donde se han reactivado frentes, antiguos y nuevos. Decenas de miles de personas muy vulnerables, entre ellas mujeres, menores y personas ancianas están huyendo de las operaciones militares de castigo del ejército de Myanmar. La cepa india del coronavirus se está extendiendo rápidamente desde el estado Chin, en la frontera occidental del país.
Una delegación de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático o ASEAN se reunió con el General Min Aung Hlaing en Naypyitaw el 4 de junio para discutir «cuestiones humanitarias». Dado que la crisis humanitaria en Myanmar pronto se convertirá en urgente y dramática, veremos a muchos más actores internacionales apresurarse a discutir «cuestiones humanitarias». Por ello, tiene mucho sentido debatir estas cuestiones con más cuidado y atención.
La ayuda humanitaria suele ser la «vaca sagrada» que la mayoría nos resistimos a cuestionar y criticar. En un conflicto desordenado y multidimensional, y en este momento en el que nos enfrentamos a la espiral de todo el país hacia una situación de estado fallido y de «guerra» brutal hobbesiana, parece que, ante una perspectiva de sufrimiento masivo entre la población civil, el humanitarismo es la única opción posible.
Como alguien que ha estado en el extremo receptor del «esfuerzo humanitario internacional» durante la guerra en Bosnia, mi país, y que también ha recaudado fondos y proporcionado ayuda humanitaria, me atrevo a compartir algunas experiencias y a plantear algunas preguntas.
En una situación como la que tenemos ahora en Myanmar, la ayuda humanitaria tiene varios aspectos muy problemáticos y creo que es positivo ser consciente de ello. ¿Cuáles son estas dimensiones problemáticas? Permítanme abordarlas una por una, porque, como se ha dicho, son varias.
Empecemos por la reciente visita de la delegación de ASEAN, porque ilustra perfectamente cuándo y cómo la ayuda humanitaria comienza a ser un problema. Hay muchas cuestiones críticas que deben discutirse cuando se intenta facilitar un proceso internacional que aporte una solución a una crisis que es cada vez más profunda. Sin embargo, hay otras cuestiones que no se han discutido. Se da prioridad a la necesidad de responder a la crisis humanitaria y, en lugar de abordar las cuestiones críticas del Tatmadaw librando una guerra contra la nación, la violencia de Estado y la oleada sistemática de detenciones que ya se cuentan por miles, y en lugar de abrir y debatir la cuestión crítica del diálogo político entre las partes interesadas de Myanmar, parece que ASEAN ha abandonado todos los demás puntos de su «consenso de cinco puntos» y ha decidido que el único tema importante que queda por discutir es la «cuestión humanitaria».
Este es, posiblemente, el primer aspecto problemático. Cuando las «cuestiones humanitarias» sustituyen a todas las demás cuestiones como la prioridad principal, entonces el «humanitarismo» empieza a convertirse en una tapadera para la ausencia de acción en los temas que realmente importan para acabar con la violencia, el conflicto y la espiral de la crisis.
Otro problema es que el enfoque humanitario siempre difumina la cuestión de la responsabilidad. Cuando se necesita asegurar el acceso para las entregas humanitarias en tiempos de guerra y circunstancias violentas, se negocia con quien controla las armas y el territorio, sin tener en cuenta si tiene o no la razón, si es o no legítimo, si es o no un criminal de guerra. Nos guste o no, se empieza a hablar de «todas las partes del conflicto», de la «necesidad de moderación», de las «preocupaciones y prioridades humanitarias».
La crisis humanitaria a gran escala en Myanmar ha sido desencadenada y creada, y se mantiene, por la conducta agresiva, violenta, asesina y opresiva de un solo «bando», el que apoya la decisión del General Min Aung Hlaing de dar el golpe de estado y tratar de reimponer, en contra de la voluntad de la población, un gobierno militar directo, pleno e ilegítimo. Esa es la única razón y el único generador de la actual crisis en Myanmar. No ha habido dos bandos en ella, y el General Min Aung Hlaing sigue siendo, en este momento, el único obstáculo para empezar a mitigar la crisis actual.
La continuación de la crisis se alimenta de la creencia del General Min Aung Hlaing de que, en última instancia, puede ganar y consolidar el golpe, a pesar de todas sus desastrosas consecuencias, convirtiendo la crisis en una guerra multidimensional de todos contra todos. Esta creencia no es solo debida a su ambición desmedida y ávida de poder, sino, sobre todo, a la enorme desproporcionalidad de la fuerza militar que ostenta. El general es, por tanto, intransigente y no «frenará» la violencia y detenciones de sus fuerzas. Y por eso rechazará cualquier negociación que sólo pueda conducir a un acuerdo político.
Ningún nivel de esfuerzo humanitario cambiará en nada esta situación de fondo. El general puede permitir que ASEAN se centre en las «cuestiones humanitarias», mientras que él continúa su guerra contra la población con el fin de agotar y aplastar la resistencia. Al mismo tiempo, y con el apoyo entre bastidores de China y Rusia, es muy probable que no permita que las misiones humanitarias de la ONU se involucren en Myanmar para evitar con ello la introducción de cualquier influencia «occidental» a través de las agencias de la ONU. La UE, los EE.UU, Canadá y Japón serán bienvenidos para costear el esfuerzo humanitario de ASEAN pero, por lo demás, tanto el General Min Aung Hlaing como China harán lo que puedan para mantenerlos a distancia de cualquier esfuerzo de asistencia. Se permitirá que algunas ONG humanitarias internacionales actúen en el país bajo estricto control de los ministerios de la junta y de la División Especial, de manera que sirvan de escaparate a la UE y otros y generando la impresión de que «se hace todo lo posible» en las circunstancias actuales.
Este no es el tipo de humanitarismo que alivia el sufrimiento de la población civil, reduce la crisis humanitaria en Myanmar y contribuye a la solución de la crisis. Este es un humanitarismo que hace daño, porque ayuda a la junta a ganar la guerra contra la población y al general Min Aung Hlaing a consolidar una nueva dictadura militar.
Todo lo que de tiempo y legitimidad a la junta y todo lo que fortalezca la actual desproporción en las capacidades del uso de la violencia por parte de la junta, y la falta de capacidad de defenderse por parte del pueblo de Myanmar, está prolongando y profundizando la crisis en Myanmar.
El «esfuerzo de ayuda humanitaria» de ASEAN, que se negociará ineficazmente durante los próximos meses, y las conversaciones con el General Min Aung Hlaing, en el espíritu de la “unidad de ASEAN” y de su principio de «no interferencia», reforzarán la creencia de la junta de que puede ganar. De esta manera, la violencia continuará, la guerra se intensificará, la crisis se agravará y la crisis humanitaria se acrecentará.
Existe una alternativa clara para ASEAN, así como para demás actores de la comunidad internacional, que debería entrar en implementación inmediata:
- Inicio de conversaciones con representantes del Gobierno de Unidad Nacional o NUG sin más demora. Dejar claro al General Min Aung Hlaing y Tatmadaw (ejército de Myanmar) que el NUG es legítimo y un participante de pleno derecho en cualquier negociación facilitada por ASEAN sobre una solución a la crisis de Myanmar.
- Clarificación de que el NUG será invitado a cualquier otra reunión especial de ASEAN sobre Myanmar.
- Apoyo activo de ASEAN a la resolución de la ONU sobre imponer un embargo de armas, en lugar de presionar secreta y vergonzosamente contra ella entre bastidores.
- Emisión de una declaración explícita de que el intento de toma del poder por parte de los militares no tiene fundamento ni legitimidad, y que ha sumido al país en el desastre y ha creado una grave amenaza para la seguridad y la estabilidad regionales. Exigir la condición de que cualquier período de transición futuro debe estar dirigido únicamente por la población civil, con el acuerdo de todas las partes interesadas, incluido el Tatmadaw. También exigir la condición de que cualquier elección futura pueda únicamente ser gestionada y supervisada por una comisión electoral dirigida por personal civil y no por personal impuesto por la junta militar.
- La liberación inmediata e incondicional de todas las personas presas políticas detenidas o condenadas tras el golpe de estado del 1 de febrero. Si esta condición no se cumple en una fecha concreta, se debe utilizar la amenaza de suspender a Myanmar temporalmente de su membresía en ASEAN. Exigir específicamente que no se produzcan nuevas detenciones.
- El cese inmediato del uso de la violencia estatal y el fin de todas las operaciones militares. A través de las negociaciones no será difícil conseguir que las organizaciones armadas de las minorías étnicas (las EAO, por sus siglas en inglés) y las fuerzas de defensa del pueblo (las FDP) se «contengan». De todos modos, sus acciones han sido defensivas ante la provocación de detenciones, asesinatos indiscriminados, redadas y operaciones punitivas emprendidas por el ejército y la policía de Myanmar. Una vez que cese el terror de estado de la junta, todos los demás actores estarán contentos y dispuestos a «refrenar» sus acciones.
- Comienzo inmediato, sin demora, de prestación de ayuda humanitaria a las personas desplazadas internas y personas refugiadas en los territorios controlados por las EAO. Las EAO y el NUG estarán encantados de cursar invitaciones y acordar un Memorando de Entendimiento tanto con ASEAN como con la ONU. No es necesario esperar a la buena voluntad de la junta para acordar los términos del compromiso humanitario internacional en Myanmar. La junta militar no es el representante legítimo del país ni de su ciudadanía y de ninguna manera se debe permitir que sea ella quien decida las condiciones bajo las cuales debe fluir la ayuda humanitaria al país. Una vez que sea evidente para la junta que la ayuda llega a Myanmar a través de la sociedad civil local y que llega a territorios no controlados por el Tatmadaw, los representantes de la junta se apresurarán a abrir el acceso a la ayuda humanitaria al territorio controlado por el Tatmadaw. No se permitirán quedarse atrás. Una acción asertiva y confiada hará mucho más que la petición de buena voluntad y preocupación humanitaria del General Min Aung Hlaing. Él no tiene «preocupaciones humanitarias».
Este enfoque alternativo activará, mucho más rápidamente, los tan necesarios canales de ayuda humanitaria a la población y, al mismo tiempo, nos acercará a una posible reducción del conflicto que en la actualidad se intensifica. También nos ayudará a evitar la consolidación de otra prolongada dictadura militar, depredadora y altamente represiva.
Igor Blazevic es asesor principal del Centro de la Sociedad Civil de Praga. Entre 2011 y 2016 trabajó en Myanmar como profesor principal del programa de Iniciativas Educativas.
Fuente original en inglés: https://www.irrawaddy.com/opinion/guest-column/humanitarian-focus-does-harm-and-prolongs-myanmars-crisis.html