Francesc Vendrell, quien fue durante seis años enviado especial de la UE para Afganistán, afirmó este martes que una victoria militar contra los taliban no es posible. Demanda «un cambio de estrategia», en el que no descarta una «solución política». Estados Unidos reforzará sus tropas, mientras expertos hablan de una marcha talibán hacia la capital. […]
Francesc Vendrell, quien fue durante seis años enviado especial de la UE para Afganistán, afirmó este martes que una victoria militar contra los taliban no es posible. Demanda «un cambio de estrategia», en el que no descarta una «solución política». Estados Unidos reforzará sus tropas, mientras expertos hablan de una marcha talibán hacia la capital.
«No hay una solución militar en Afganistán. Hay que encontrar una solución política», dijo Vendrell en una conferencia de prensa en Bruselas con motivo de su salida del cargo, que ocurrió el 31 de agosto. «Tenemos que revisar nuestra estrategia…. Hace falta una solución política y tenemos que trabajar con los afganos acerca de en qué consistiría esa solución», subrayó.
El diplomático español repasó la actuación internacional en el país asiático tras la caída de los talibán y concluyó que «la situación no es buena» a consecuencia de que entre 2002-2004 «no se hizo casi nada» para impedir la resurgencia de los talibán.
Recalcó especialmente que «la situación ha empeorado» en el este de Afganistán en los últimos años, debido al uso de santuarios en las zonas montañosas fronterizas del territorio de Pakistán, cuyo gobierno «parece haber perdido el control» en esas regiones.
«No se puede derrotar a los talibanes puramente de forma militar», afirmó Vendrell, quien recalcó que la decisión de dialogar con ellos corresponde únicamente al Gobierno del presidente Hamid Karzai, aunque reconoció que «no va ser fácil», entre otras cosas porque no tienen un mando único sino un liderazgo «amorfo».
El diplomático afirmó que el pueblo afgano recibió «con los brazos abiertos» la intervención internacional, pero que ésta falló al permitir que los «señores de la guerra» mantuvieran sus milicias armadas. Ello fomentó la corrupción, el mal gobierno, la impunidad y la desilusión, añadió.
Vendrell reconoció que las víctimas civiles de las acciones militares de la OTAN o Estados Unidos «nos hacen un daño enorme» en la mentalidad de la población civil afgana, por lo que también se mostró a favor de regular legalmente los centros de detención que las tropas extranjeras tienen en suelo afgano.
Los aliados se hunden en Afganistán
Como señala el artículo «Estados Unidos y sus aliados se hunden cada vez más en el cenagal afgano», publicado por Rebelión el pasado 20 de agosto, la resistencia afgana multiplica sus ataques en Afganistán, pese a la presencia de 70.000 soldados extranjeros.
El artículo menciona opiniones de expertos que alertan de que, tras haber retomado el control del Sur del país, los talibán protagonizan ahora una «marcha hacia la capital».
El Ejército francés envió el pasado mes de abril refuerzos al este de Afganistán, donde los talibán están cada vez más presentes, sin olvidar a las milicias del señor de la guerra Gulbuddin Hekmatyar, líder de la mayor formación política afgana, el Hizb-i-Islam, muy fuerte en la parte oriental del país.
La resistencia afgana atacó el 19 de agosto a un convoy francés a menos de una hora de la capital, Kabul, crecientemente amenazada por la resistencia afgana. Diez soldados franceses murieron y 21 resultaron heridos tras caer en una emboscada protagonizada por un centenar de talibán contra una patrulla de reconocimiento. Hasta ahora catorce soldados franceses habían muerto en el peligroso avispero afgano.
Sólo este año la OTAN y el Ejército estadounidense implicado en la operación «Libertad Duradera» han registrado 176 bajas mortales, lo que ha convertido a Afganistán en el escenario más peligroso de la «guerra al terror» lanzada por el presidente George W. Bush.
«Marcha hacia la capital»
El Gobierno títere afgano trata de implicar una y otra vez al Gobierno paquistaní, en un intento de ocultar o justificar lo evidente. Y es que la presencia inédita de talibanes en este distrito próximo a la capital multiplica el temor a que la resistencia complete su plan de cercar Kabul multiplicando los ataques a sus alrededores. Un grupo de estudios independiente, Senlis, asegura que los talibán han multiplicado sus acciones en las provincias de Wardak y Logar, al oeste y al sur del país, en el marco de una «marcha hacia la capital». Más de la mitad de la provincia de Wardak está bajo control talibán.
«Si analizas lo que pasó en la guerra contra los soviéticos, Kabul fue cercada por los mujahidines y asistimos a la repetición de la historia», asegura Harun Mir, del Centro de Estudios Políticos para Afganistán. «La estrategia de cerco a la capital viene de lejos pero ahora el Gobierno es ya incapaz de impedirla. Asistimos además a crecientes ataques contra los convoyes logísticos entre Kabul y Jalalabad (este), añade este experto, que certifica la alianza entre los talibán y las fuerzas antiocupación de Hekmatyar.
Habibullah Rafi, historiador afgano, explica el retorno de los talibán hacia Kabul, capital que arrebataron a la Alianza del Norte en 1996, por los «errores» de la campaña «Libertad Duradera». «Cuando los americanos acabaron con su régimen (2001), los talibán se disgregaron. Pero tras los bombardeos que han castigado a la población civil, los talibán han vuelto con el apoyo de la población que, cuando no les ayuda directamente, cierra los ojos», añade.
Las ceremonias de la «Fiesta de la Independencia» de Afganistán se vieron reducidas al mínimo en la capital, vigilada por 7.000 policías desplegados en sus calles, mientras el Ejército estadounidense alertaba de «amenazas serias».
La OTAN tiene en Afganistán unos 52.700 soldados, mientras que Estados Unidos mantiene una fuerza independiente dedicada a la lucha contra los talibán, en lo que denomina «Operación Libertad Duradera». Reino Unido tiene 8.000 soldados desplegados en Afganistán, como parte de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) de la OTAN, que también integran más de 3.000 franceses, más de 3.000 alemanes, 2.500 canadienses, más de 2.000 italianos, más de 1.200 polacos, 900 australianos, 726 españoles y más de 200 checos.
Estas tropas están respaldadas por más de 50.000 policías y soldados afganos, que llevan la peor parte de los ataques de la resistencia.
La Casa Blanca anunció este martes el envío de refuerzos adicionales a los 33.000 soldados estadounidenses en Afganistán, ante el empeoramiento de la situación.