Traducido del ruso por Arturo Marián Llanos
En más de una ocasión he dicho que después de la derrota de la URSS, Rusia se había convertido en el Estado imperialista de «Tercer orden». Ya lo era con los zares, por lo que Lenin dijo que Rusia era «el eslabón más débil dentro de la cadena de la explotación imperialista». Eso quiere decir que su clase dirigente (la así llamada «élite») parasita sobre su población y la renta natural del territorio «nacional» que ocupa. Después de llevar a cabo el «termidor» contrarrevolucionario Stalin aumentó el estatus del imperio soviético hasta el nivel de «Segundo orden»- la nomenklatura comenzó a parasitar (y no económica, sino políticamente, lo que era mucho más fuerte) sobre el movimiento contestatario mundial y más tarde sobre el campo socialista y los países satélites del Tercer mundo. Derrotada en la guerra fría Rusia ocupó dentro de la Pax Americana el estatus algo superior al de los antiguos países de «Tercer orden» Japón y Alemania, que fueron derrotados en una guerra caliente y convertidos en desprovistos de soberanía territorios administrativos (países objetos). Rusia obtuvo el estatus (muy relativo) de «socio menor», por supuesto totalmente controlado – ¡el famoso «permanecer de rodillas»! (propaganda putinista afirmaba que en 1991 con Yeltsin Rusia fue puesta de rodillas por los Estados Unidos, pero que con Putin a partir de los 2000 comenzó a levantarse – N. del T.). Pero lo específico de las potencias de «Tercer orden» es que su «élite» no puede dejar de esforzarse por ascender al nivel de las potencias de «Segundo orden». Y este nivel permite parasitar aunque sea sobre una parte del espacio internacional, es el nivel de Francia y Gran Bretaña, así como de la antigua URSS.
El Orden Mundial (¡no confundirlo con el Sistema!) no puede permitir que los parásitos de formato nacional aspiren al estatus imperialista supranacional. No era para eso para lo que rebajaban la URSS del «Segundo orden» al «Tercero». No obstante Kremlin debía hacer el intento: históricamente estaba escrito. No tuvo suficientes fuerzas, y no podía tenerlas: ¡al igual que hace cien años la burguesía compradora ha pretendido jugar en la liga que no le corresponde!
Después de la anexión de Crimea Rusia ha perdido el estatus de «socio menor» que, pese a su carácter ficticio la élite lumpen rusa valoraba muchísimo dentro de su esquizofrenia tan específica. Las sanciones y el aislamiento diplomático lenta, pero sistemáticamente convierten a la «3ª Roma» frustrada (cuando Crimea metafóricamente sustituye a Constantinopla y los estrechos) en el país-objeto.
La clase dirigente rusa está dispuesta a ponerse de nuevo urgentemente de rodillas, sin anunciarlo dentro del país, pero de eso ya nada. Los Estados Unidos no están dispuestos a retroceder sin más. Antes Kremlin derrotado, desideologizado, prooccidental, (el socio menor) era necesario para que los descontentos de este mundo lo tuvieran claro: no hay nada que hacer ¡no existe alternativa! En primer lugar, para los Estados Unidos, lo debía de tener claro Europa… Pero ahora sucede al revés: «el chinche que ha rugido» le hace falta a los Estados Unidos para reunir bajo su bandera a todas la fuerzas antiestadounidenses. A Rusia, que ha dejado de ser el socio para convertirse en el simple ejecutor de trabajos sucios al servicio del padrino, la están preparando para el papel del Pope Gapón que se pondrá a la cabeza del movimiento contestatario mundial para llevarlo a ninguna parte. (El Pope Gapón fue un famoso agente-provocador cuya actuación fue clave en la primera revolución rusa de 1905 – N. del T.).
Para muchos observadores dentro de Rusia queda cada vez más claro que el «levantarse de estar de rodillas» tras el «Discurso de Munich» no fue más que el hábil engaño del ciudadano patriota. El estado real de las cosas comenzó a destaparse con los escándalos de corrupción dentro de la industria de defensa. El fracaso de la construcción del cosmódromo «Vostochni» («Oriental»), los misiles disparados en las maniobras que vergonzosamente no levantaron el vuelo y muchas otras cosas no son más que la punta del iceberg. Fueron sacados a los paraísos fiscales miles de millones de rublos del presupuesto invertidos en defensa. Surge la pregunta de cómo es posible que rublos de los presupuestos destinados a la industria de defensa se conviertan en el cash en dólares y acaben por reposar en los paraísos fiscales totalmente controlados por los servicios secretos estadounidenses. Cuando cualquier transacción en dólares es de inmediato conocida por la ANS y el Wall Street. Los Estados Unidos se presentan como los luchadores contra la corrupción mundial. Cómo es posible que los corruptos en el seno de la industria de defensa rusa convierten lo robado en dólares a la vista del tío Sam. Solo cabe una respuesta y no les va a gustar a los patriotas: hoy en día el Complejo Militar Industrial está controlado por las correspondientes estructuras estadounidenses igual de cerca que en los tiempos de Boris Yeltsin.
Escondiéndose detrás de la retórica antioccidental Rusia está dispuesta a ejecutar cualquier orden de los Estados Unidos. Y ya podemos contemplar cómo la aviación rusa se traslada a la base aérea cerca de Damasco para intervenir en el curso de la guerra civil en Siria. Los Estados Unidos lo han comentado por boca de uno de los altos funcionario del Pentágono: «contamos con que Rusia vaya aumentando su esfuerzo bélico contra el Estado Islámico». En otras palabras, con el fondo del aislamiento estratégico y la pérdida del estatus anterior aunque no fuese muy alto, debido a la anexión de Crimea, Washington arrastra a Rusia al nuevo frente. Si hace 10 años Rusia ayudó a la OTAN contra el movimiento de liberación nacional de Afganistán cuando ofreció la base de Uliánovsk, ahora el ejército ruso está dispuesto a sustituir directamente a los estadounidenses derrotados en Iraq y Afganistán. Otro testimonio de hasta qué punto ha bajado el estatus político del país.
Los Estados Unidos están detrás del proyecto del cerco, aislamiento y partición de Turquía. Naturalmente los estadounidenses no pueden aparecer como los autores del proyecto porque nominalmente Turquía es un aliado, miembro de la OTAN. Pero de hecho Turquía se ha convertido en el principal desafío a los intereses estadounidenses en Asia anterior. Hoy ha surgido un fenómeno específico que podríamos llamar el «neocalifato híbrido». Está formado por Turquía como tal, el Estado Islámico y Jabhat an Nusra con grupos afines. Turquía justamente se ha convertido en la intermediaria entre las dos principales fuerzas rivales de los mojahed. Como resultado en el gigantesco territorio de Turquía, Iraq y Siria surge una zona que el Sistema no controla. Podemos ver cómo contra este «neocalifato» se está organizando una coalición de países que para el observador de a pie parecían enemigos: Rusia, Irán, Arabia Saudita e «Israel». Su objetivo principal consiste en la neutralización del Estado Islámico y la liquidación del régimen de Erdogán, y en perspectiva probablemente la partición de Turquía que hace casi cien años no logró perpetrar la Entente.
A estas alturas hay que ser realmente tonto para no darse cuenta de que desde el inicio el principal recurso de apoyo a Asad fueron los Estados Unidos. Pero como es lógico, Obama no podía defender su régimen sin más. Entonces se tendría que quitar la máscara para declarar abiertamente su posición hostil frente a los mil y medio millones de musulmanes que ven en el derrocamiento de los alavitas un imperativo religioso.
El Occidente no está tan loco como para desear que se vaya el régimen de la minoría antiislámica de Damasco – la capital del primer Califato en la historia del Islam. El control sobre Damasco en manos de sectarios y ateos es igual de importante para Occidente que en control sionista sobre Jerusalén. La perfección del juego diplomático de la Casa Blanca consiste en que envía a Rusia y a Irán en defensa de Asad, ambos posicionados como enemigos de Washington. Obama se limitaba mientras tanto a soltar las frases comunes como «Asad debe marchare». Hay multitud de ejemplos (incluyendo el famoso incidente del uso de armas químicas) para demostrar que los Estados Unidos han hecho lo posible por conservar en el poder a este régimen odioso para los musulmanes. Hoy de hecho han dejado de fingir oponerse a Damasco oficial y no ocultan que Federación Rusa cumple en Siria sus órdenes con la esperanza de recibir una palmadita de aprobación en el hombro.
Por supuesto que los Estados Unidos solo se alegrarían si las unidades rusas sufrieran una derrota a manos de los combatientes del Estado Islámico porque no sienten ningún cariño hacia su así llamado ex-«socio». Más aún, si este «socio» se ve envuelto en una gran guerra con el mundo musulmán (ya que al día de hoy el Estado Islámico sin exagerar representa a todo el mundo islámico), los estadounidenses estarán encantados. Sin embargo su objetivo inmediato consiste en provocar el colapso de Turquía y crear el Estado unitario kurdo (por supuesto no reconocido, al estilo de Osetia del Sur y Abjasia) que sería capaz de mantener la guerra permanente contra el Islam, de defender a «Israel» y también de quitarle a China su querido «Nuevo Camino de la Seda» – la salida de las mercancías chinas al mercado europeo.
Lo que hoy ya es evidente para algunos observadores dentro de Rusia -el carácter simulado de la nueva Guerra Fría y de la presunta desobediencia de Rusia frente a Occidente- mañana quedará claro para todos. El recurso del éxtasis patriótico provocado por la anexión de Crimea se fundirá como hielo en primavera.
Fuente: http://interunion.info/index.php?id=el-estado-de-las-cosas-para-septiembre-del-2015