La situación política en Kazajistán se desestabilizó como consecuencia del estallido de protestas por el alza del precio del gas licuado, utilizado para abastecer a gran parte de los vehículos; sin embargo, pese a que poco después el gobierno eliminó la medida, las manifestaciones se extendieron por todo el país, causando decenas de muertos y centenares de heridos, la mayoría de ellos, agentes de seguridad.
Kasim-Zhomart Tokáev, presidente kazajo, afirmó que en los disturbios se ve la mano de “profesionales de la subversión ideológica, capaces de manipular los ánimos y hábiles en el manejo de las noticias falsas y la desinformación”, que los insurrectos tenían planes precisos para atacar con un alto nivel de organización y ferocidad las instalaciones militares, administrativas y sociales de Kazajistán, lo que evidencia que hubo un plan de acción cuidadosamente pensado.
Sostuvo que “la democracia no equivale a la permisividad total y, menos aún, a la incitación a las acciones ilegales”, y rechazó la propuesta de Occidente, que le insta a negociar con el otro bando para resolver el problema. “¡Menuda estupidez! ¿Qué tontería? Las autoridades kazajas se enfrentan a criminales armados y entrenados, tanto locales como extranjeros. A ellos hay que aniquilar”. También prometió continuar con las reformas políticas, levantar el estado de emergencia en las regiones donde la situación se estabilice y solicitó apoyo de los miembros de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, OTSC, que aglutina a Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Rusia y Tayikistán. El 6 de enero, la OTSC envió el primer contingente de paz; estas fuerzas permanecerán en Kazajistán por un período de tiempo limitado, cuyo plazo depende de la estabilidad de la situación.
Según estipula el Acuerdo Sobre la Seguridad Colectiva de la OTSC, si un miembro de esa organización solicita apoyo en caso de afrontar una agresión que amenace su estabilidad, seguridad y soberanía, los demás integrantes del Tratado brindarán la ayuda necesaria, incluida la de índole militar, con el propósito de ejercer el derecho a la defensa colectiva, de acuerdo con el artículo 51 del Estatuto de la ONU.
La Cancillería rusa apoyó las medidas adoptadas ante “la brusca degradación de la situación política interna y el aumento de la violencia”, que es el intento de socavar por la fuerza la seguridad e integridad del país centroasiático, con el empleo de grupos armados, que son entrenados y organizados desde el exterior.
Por su parte, el Presidente Xi Jinping aseguró que China está dispuesta a “hacer todo lo posible para brindar el apoyo necesario. Que Pekín se opone firmemente a las fuerzas externas que crean deliberadamente disturbios en Kazajistán e instigan una ‘revolución de color’. Independientemente de los riesgos y desafíos que afronta, el pueblo chino siempre estará con el pueblo kazajo y está dispuesto a proporcionar a Kazajistán la ayuda que necesite para superar el difícil momento que atraviesa”.
La clave para medio entender lo que está pasando la da el siguiente resumen: A fines de 1979, la URSS envió un contingente militar de apoyo, por pedido del Gobierno Revolucionario Afgano, que era atacado por los moudjahidines, a los que Estados Unidos y Arabia Saudita, por medio de Pakistán, armaron e instruyeron para que lucharan contra la revolución. El Estado Islámico, EI, es el resultado de la evolución natural de los moudjahidines. En 1989, el Ejército Soviético abandonó Afganistán y esa región quedó sumida en el desorden más absoluto.
Al Qaeda, grupo terrorista fundado en 1988 por Osama bin Laden, fue llamado por el Presidente Reagan “combatientes por la libertad, por ser el equivalente moral de los padres fundadores de Estados Unidos”. Al Qaeda fue usada por la CIA contra la URSS en Afganistán; durante la Guerra Civil de Yugoslavia luchó, junto a los terroristas del Ejército de Liberación de Kosovo, para separar a Kosovo de Serbia; también combatió en Chechenia contra Rusia y en Xinjiang contra China. No es un problema que a EEUU se le fue de las manos, es un tumor maligno generado en el caldo de cultivo de los grupos extremistas.
En 1996, luego de ganar la guerra civil, los Talibán, fundados sobre la base de los moudjahidines, gobernaron Afganistán. Después del atentado del 9/11 de 2001, el gobierno de George Bush y la OTAN emprendieron contra Afganistán la operación “Libertad Duradera”; los Talibán fueron derrocados durante esa invasión.
El 2003, George Bush, en común acuerdo con Tony Blair y José María Aznar, invadieron Iraq; Saddam Husseim, su mandatario, fue capturado, juzgado y colgado. Después de su ejecución, Paul Bremer, Gobernador estadounidense de Iraq, reestructuró toda la organización política y militar de ese país. Como consecuencia, se formó el Estado Islámico del Levante, EIL, o también Dáesh, que promueve una doctrina radical del Islam suní, practica la violencia brutal contra las demás religiones y lo que llama falsos musulmanes. El Dáesh ocupó gran parte del territorio iraquí y de la vecina Siria.
El 2014, EEUU y la OTAN invadieron a Libia, país que tenía uno de los mejores programas sociales del mundo. Los rebeldes libios, apoyados por ellos y aliados del Dáesh, eran moudjahidines, veteranos de la guerra contra la URSS en Afganistán. Luego del linchamiento de Gadafi, se fortificó el terrorismo, el narcotráfico y el flujo de migrantes ilegales a Europa. Desde Libia, el Dáesh partió para conquistar Siria; allí violaron mujeres, profanaron iglesias, decapitaron a un obispo cristiano e hicieron un llamado a la yihad mundial. ¿Qué hicieron EEUU y la OTAN? Seguir apoyando al Dáesh con el argumento de que combatía a “la dictadura de al Assad”.
Rusia, por pedido del gobierno sirio, participó desde diciembre de 2015 en la Guerra Civil Siria. ¿Por qué el Presidente Putin ayudó a Siria? Pues, porque comprendió que lo ocurrido en Yugoslavia, Afganistán, Irak y Libia, e iba a ocurrir en Siria, era el preámbulo de lo que debía ocurrir en Rusia. El 6 de diciembre de 2017, Moscú anunció la derrota en Siria de los terroristas del Dáesh; tres días después, el gobierno iraquí, también declaró haberlos derrotado en su territorio.
A partir de agosto de 2021, los Táliban controlan todo Afganistán y EEUU abandonó vergonzosamente ese país. Luego de veinte años de guerra, y después de gastar 300 millones de dólares diarios, EEUU retornó al punto de partida, sin derrotar el terrorismo ni aprender absolutamente nada.
La situación que EEUU dejó en Afganistán es pésima. Durante su ocupación se creó el Estado Islámico de Afganistán, o ISK, dedicado a la prostitución, al tráfico de órganos y al comercio de opio, cuyas ganancias superan los 2.000 millones de dólares por año. Según agencias de inteligencia de EEUU, el autor del ataque terrorista al aeropuerto de Kabul del 26 de agosto de 2021 fue la Provincia del Estado Islámico de Khorasán, o EI-K, el sector más extremista y sanguinario del ISK. Los Talibán son sus principales enemigos y es muy probable que se intensifique la lucha armada entre ellos. El General Mark Milley, jefe de Estado Mayor Conjunto de Estado Unidos, estima que es probable que se desarrollen las condiciones para una guerra civil; duda que los Talibán puedan establecer un gobierno sostenible y advirtió que el vacío de poder podría generar el fortalecimiento de los grupos terroristas.
El Presidente Putin planteó en la cumbre de la OTSC que hoy como nunca se requiere de la más estrecha coordinación y la cohesión de sus miembros, para facilitar por todos los medios el inicio de un proceso de paz inclusivo en Afganistán y, al mismo tiempo, hacer todo para neutralizar las amenazas del terrorismo, el narcotráfico y el extremismo religioso, que emanan de ese país.
Por eso, se puede pensar que la rápida toma de Kabul por los Talibán y el abandono de 80.000 millones de dólares en armamento es parte de un plan para avivar la guerra civil entre los Talibán y el EI-K. Según Thierry Meyssan, Washington ha utilizado bien sus cartas y ha logrado clavar una espina en el pie a los rusos y los chinos.
Posiblemente, el actual problema de Kazajistán es la propagación del incendio afgano y se da porque el EI-K intenta expandir su dominio a los países musulmanes de la ex Unión Soviética, Rusia y China; por algo, el Presidente Putin advirtió: “Existe el peligro de que los terroristas, varios grupos que han encontrado refugio en Afganistán, utilicen el caos que nuestros colegas occidentales han dejado en ese país, e intenten iniciar una escalada directa en los estados vecinos”. Él es ducho en la política mundial y ya antes, desde la ONU, preguntó a los políticos de Occidente: “¿Es que ustedes no se han dado cuenta de las barrabasadas que cometieron?”
Finalmente, asombra la destreza de EEUU para moverse en medio del caos que fomenta por doquier, pues es el responsable oculto de lo que pasa. Su objetivo, Rusia y China. Eso explica la rapidez con que Moscú y sus aliados actuaron en Kazajistán, saben muy bien de qué se trata. Cierto, aunque sólo se ve la punta del ovillo.
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