El comandante Henry Ruiz, «Modesto», fue uno de los principales dirigentes de la revolución sandinista. Hoy se encuentra entre quienes impulsan una propuesta alternativa, de ruptura con la política de pactos entre la cúpula actual del FSLN y el «somocismo» de Arnoldo Alemán. Con otros históricos de la revolución, como Víctor Tirado, Luis Carrión, Víctor Hugo Tinoco y Mario Valle, organizaron con miles de militantes sandinistas los actos masivos de Jinotepe (30 de enero) y Masaya (13 de marzo). El apoyo a Herty Lewites, como candidato presidencial del sandinismo en oposición a la nueva postulación de Daniel Ortega, es una de las propuestas que levanta esta corriente crítica. Lo que transcribimos a continuación, es una charla mantenida por «Modesto» con la revista Envío, donde explica los orígenes «del proyecto» o «la idea» iniciada en mayo 2004, y realiza un balance de la política del «danielismo» y sus acuerdos con la derecha nicaraguense. (Redacción Envío)
Y yo le creí. Cuando poco después se hizo público el proyecto de Ley de Propiedad acordado entre Daniel Ortega y Arnoldo Alemán dejé el FSLN. Me resultaba inexplicable que la dirigencia sandinista se hubiera entendido con el gobierno de Alemán en un tema tan crucial. El pacto de ahora y el pacto de 1999 tuvieron su primera concreción en aquella Ley de la Propiedad de 1997, que le dio el tiro de gracia a la reforma agraria, en esa Ley, que ya sabemos fue lo primero que Daniel Ortega le planteó a Alemán nada más llegar al poder. Sus contenidos tienen mucho que ver con el actual enredo de problemas de propiedad que existen hoy en el país.
La Ley de Propiedad fue la gota que rebalsó mi vaso. Me retiré del FSLN por esta política de alianzas en el momento en que comenzaba a expresarse. Era ya una política que comenzaba a afectar el Estado de derecho en Nicaragua y sus efectos previsibles no estaban de acuerdo con la esencia del FSLN. Consideré inútiles mis esfuerzos al interior del partido. Desde el primer momento, me opuse a esa Ley. Y a los acuerdos que contenía. Creo, sin faltar a la modestia, que tenía razón. Decían que eran acuerdos «para defender la revolución». ¿Cuál revolución? Denuncié entonces que lo que el FSLN estaba haciendo era iniciar una cadena de pactos y que esos pactos iban a perjudicar a la nación. Pasados los juncos y las zarzamoras, como diría el poeta, después de la Ley de Propiedad llegamos al primer pacto, el de 1999. Hace poco, el magistrado liberal y antes diputado, Iván Escobar Fornos, explicaba en una entrevista que cuando Alemán llegó al gobierno, el FSLN tenía a las masas en las calles, tenía un pueblo sandinista que poseía un músculo de organización muy poderoso, capaz de impedirle a Alemán gobernar como Alemán quería gobernar. Y explicaba que inmovilizar ese músculo fue la razón política por la cual los liberales avanzaron en la idea de llegar a un acuerdo político con el FSLN. Yo he escuchado a voceros que están cerca de la cúpula -como le decimos nosotros- del FSLN que es así exactamente: que el pacto de 1999 inmovilizó, paralizó, el movimiento popular. Y yo no concibo un partido revolucionario sin ese músculo, tanto en el poder como fuera del poder.
Hoy vemos cómo nadie acude a las convocatorias que se hacen a los movimientos populares para luchar por causas populares. Y dejan de acudir no porque las masas hayan perdido el interés en sus asuntos, sino porque han perdido la confianza en una fuerza política que les responda y les represente. Todos los movimientos populares reclamando intereses populares que se dieron en tiempo de Alemán terminaron siempre en una negociación entre el gobierno de Alemán y el FSLN cuyos resultados eran contrarios a los intereses por los que la gente luchaba. Eso, repetido una y otra vez, fue construyendo un escenario político desmovilizador, de continuos arreglos y pactos, que se expresan hoy fundamentalmente en las resoluciones de la administración de justicia. Hoy, todos los tribunales de justicia en Nicaragua están administrados o por un liberal o por un sandinista. Mejor: o por un liberal o por un danielista, para que no confundamos el sebo con la manteca. Y esto ha convertido a la justicia en una mercancía. En una mercancía que la compra el que más plata tiene. Hoy hay muchos abogados en el país que si no están con Alemán o con Ortega no resuelven nada y están perdiendo clientela.
No importa que sean los más calificados de todo el país. Nadie los busca. Porque en los «casos grandes», lo que hay que hacer es ir a las oficinas de Lenín Cerna a preguntarle «cuánto vale» ese caso. Y si el abogado y su cliente pagan lo que vale, saben que el procedimiento en los tribunales será expedito y que la sentencia será favorable. Si no, no hay nada. Todo mundo en Nicaragua sabe esto.
Los avances en la transformación del Estado iniciados en tiempos de doña Violeta eran necesarios. Durante el gobierno sandinista, teníamos un Estado que priorizaba la guerra que teníamos que enfrentar. Entre el Ejército y el Ministerio del Interior teníamos más de cien mil hombres y mujeres, que eran empleados públicos y que estaban sostenidos prácticamente por la cooperación internacional y no por lo que generaba la economía nacional.
Después, con el pacto, para administrar los intereses de estos dos grupos. Y para asegurar esto aumentaron los altos cargos: los nueve magistrados de la Corte Suprema de Justicia se convirtieron en dieciséis. Antes eran nueve camionetotas y nueve altos salarios, ahora serían dieciséis camionetotas y dieciséis altos salarios. Igual en la Contraloría: antes un Contralor y su vice, ahora cinco contralores… Igual en el Consejo Supremo Electoral. Todos los Poderes del Estado y todas las instituciones se transformaron en esferas de influencia de los dos grupos, donde hoy se hace únicamente lo que les ordena el «jefe». Todas las instituciones se han convertido en una especie de quijada trituradora donde quienes adversan a estos dos «jefes» son aplastados.
Personalmente, tengo la idea de que si dos personas que son capitalistas se roban entre ellos, eso es asunto de ellos y ahí están los tribunales para dirimir quién le robó a quién. Pero lo que no acepto es que el dinero del Estado de Nicaragua, originado en el pago de impuestos del pueblo de Nicaragua, se lo robe nadie. Eso sí no lo admito, eso es un robo a la colectividad. Y lo que están haciendo estos dos tiranos en Nicaragua no es ya sólo repartirse los cargos, sino robarse el dinero del pueblo a través de las sentencias de los tribunales que ellos controlan. Un caso clamoroso es, por ejemplo, el de AGROINSA, donde le han quitado recursos a la institución pública de seguros y han acreditado unos ocho millones de dólares más a la enorme deuda interna que ya tenemos, millones que serán repartidos finalmente entre ellos mismos. Este tipo de delincuencia es el que existe hoy en Nicaragua, derivado de esta tiranía, en la que participa el FSLN, cuya cúpula se llena la boca hablando a favor de los pobres a la par que le está robando a los pobres.
Después del primer pacto y hasta hoy, esta situación ha ido agudizándose. ¿Qué hacer? En Carazo, en mayo de 2004, un grupo de amigos, no políticos sino ciudadanos preocupados, me llamaron para decirme que había que buscar qué hacer. En aquel momento ese «qué hacer» era para ellos lo que yo les dijera que había que hacer. Pero, por principio, yo rechazo esto. Hablamos.
Les pregunté si pretendían un proyecto político o si sólo querían participar en las elecciones municipales que se iban a celebrar en el mes de noviembre. Me dijeron que querían un proyecto político. Les dije que para lograrlo lo primero era tener una plataforma de ideas comunes. Les dije también que, aunque «para eso, yo ya estoy viejo», coincidía con ellos en que algo había que hacer ante una situación política tan peligrosa.
Yo andaba con las mismas inquietudes en mi cabeza. Mi tesis en aquel momento era que en el país había dictadura en ciernes, una tiranía en ciernes, sostenida por dos columnas a las que se amarraban las ataduras que nos atrapaban a todos los ciudadanos. Esas dos columnas eran Daniel Ortega y la cúpula del Frente Sandinista y Arnoldo Alemán, que aún estando en El Chile tenía todo el poder en el PLC. Ambos han secuestrado la soberanía popular. ¿No los hemos escuchado una y otra vez decir que por haber ganado sus listas de diputados el 90% de los votos representan ellos el 90% de la voluntad popular y eso significa hacer lo que ellos quieran con la Constitución y con las leyes? ¿Y no hemos escuchado a Daniel Ortega hablar contra las organizaciones de la sociedad civil cuando se expresan reclamando algo y las descalifica diciéndoles: «¿y quién los eligió a ustedes?»
Ésas eran mis inquietudes. Cuando nos volvimos a reunir por tercera vez, les dije a mis amigos mi idea: «Vean, para hacer política se necesitan herramientas, no sólo sirven las ideas. Se necesitan vehículos comunicadores. Y en el caso de Nicaragua, necesitamos alcanzar el poder para desde el poder transformar la cosa pública. El gobierno de Bolaños se ha caracterizado por ser inoperante y la incapacidad pública está a la vista. Pero en medio de este universo de incapacidades, yo veo a alguien que está haciendo las cosas bien, que ha ido acumulando nombre, y que además es sandinista». Y les hablé de Herty Lewites. Todos aceptaron que la gente hablaba bien de Herty. Hablaban bien de él no sólo en Carazo, su tierra, sino en Managua, en Matagalpa, hablaban bien de él los campesinos del Norte y la gente de la Costa.
A todos «les caía bien». «Este Herty -les dije- tiene que tener alguna razón para caerle bien a la gente». Tratamos de ahondar en por qué Herty estaba siendo un polo de atracción popular, que además pegaba con las capas medias y a quien la empresa privada grande no le tenía miedo. Pensamos entonces que había que aprovechar esta oportunidad para hacer algo. Y decidimos que debíamos hacerlo pronto.
Con el concepto de «soberanía popular» que hoy maneja el grupo danielista del FSLN y el grupo de Alemán en el PLC estamos viendo a diario expresiones tiránicas de nuevo tipo. Entre ellos dos han agarrado las leyes y han organizado sus ejércitos, sus soldados-diputados para que las ejecuten. Y así han acabado con el Estado de derecho. Después de todo lo que han hecho con Herty a partir de enero, ya estoy convencido de que mi idea de una dictadura en ciernes, de una tiranía en ciernes, se queda corta.
Después que me sentenciaron por segunda vez, junto a los compañeros de la FACS, un compañero del FSLN me dijo: «Es para asustarte por andar moviendo la candidatura de un personaje». Yo le respondí que «el personaje» era Herty Lewites y que no me asustaban porque a mis años ya el miedo me había desaparecido. Puede ser que porque las glándulas suprarrenales ya no me generan suficiente adrenalina, pero el caso es que no me asustan. Y creo que lo que estoy haciendo es correcto.
Después de dar estos primeros pasos con mis amigos fue cuando ya comencé a decirle a Herty Lewites que por qué no se aventaba como pre-candidato del FSLN para Presidente de la República. Herty tenía ya esa idea. Al principio, era en él una idea folklórica. Yo se la planteaba en serio.
Al principio, él no me decía nada. Le gustaba la idea, pero no me decía que sí. Esperando su respuesta, yo seguí trabajando. Comenzamos a recorrer lugares buscando a sandinistas descontentos, compañeros y compañeras, por allá y por acá. Y así fuimos pegando gentes y pegando ideas. No encontrábamos mayores fisuras entre nosotros. En octubre, ya Herty me dijo que aceptaba. Entonces le dije: «Si aceptás, no lo digás públicamente hasta no salir de la administración de la alcaldía». Porque si lo decía, le iban a levantar huelgas, conatos de huelgas, denuncias, reclamos… Íbamos a enfrentarnos al sacrosanto derecho de Daniel Ortega a ser él el único candidato del FSLN. «Me voy a hacer el chancho», me dijo Herty. «No, hombre, mejor hagámonos el zorro cola pelada. Vamos a simular que no sabemos nada. Si a vos te preguntan y te garrotean, no digás nada». Y así lo hicimos.
Seguimos avanzando. Cuando le preguntamos a Herty cómo se iba a presentar, su idea era reunir en Jinotepe a unos 250 compañeros y compañeras del FSLN y que ellos le propusieran su pre-candidatura. Lo de Jinotepe era simbólico: es su pueblo, el alcalde volvía a su tierra triunfante, con los logros de la alcaldía. Yo, que era el que estaba instigando todo esto, me preguntaba cómo reunir a esos 250 militantes. Porque hasta entonces con los que nos reuníamos eran sandinistas dispersos, que ya no militaban, que no estaban metidos en política, que estaban satanizados por la cúpula… A finales de octubre, se incorporó a nuestro trabajo un conservador amigo de Herty y amigo mío.
Le pareció que si se reunían sólo sandinistas y sólo 250 personas aquello iba a sentirse muy débil. Sugirió sumar a no sandinistas y a más gente. Y planteó una movilización con 5 mil personas, como un movimiento popular que lanzara la pre-candidatura de Herty. En el camino, la idea fue agarrando fuerza y nos planteamos reunir a 10 mil personas. Y eso fue Jinotepe en enero 2005. Así comenzó este juego.
El deseo que hemos encontrado en la gente, en toda la gente con la que hemos hablado, es el deseo de un cambio. Hemos encontrado un reclamo y una esperanza. Reclamamos el derecho de escoger, desde las bases sandinistas, al candidato presidencial del FSLN. Y tenemos una esperanza: esperamos ganar. Queremos ganar las próximas elecciones.
En la historia de Nicaragua, la historia del Partido Conservador demuestra que una fuerza política con gran presencia en el país puede extinguirse totalmente si sus políticas equivocadas la van retirando del ejercicio real del poder. Las glorias con las que los conservadores siguen aún caminando son las de hace más de un siglo, las del período de los Treinta Años. Es un partido en extinción. Eso le puede pasar al FSLN. El Frente Sandinista tiene 15 años fuera del ejercicio del poder y con la candidatura de Daniel Ortega en las elecciones de 2006 cumpliría 21 años. Daniel Ortega ha demostrado ser, después de Arnoldo Alemán, el político más rechazado en Nicaragua. Jinotepe el 30 de enero se explica principalmente por la aspiración que tienen los sandinistas de alcanzar el poder y por el rechazo que genera Daniel Ortega como candidato. La suma de estos dos elementos alimenta esta expresión popular. Masaya el 13 de marzo fue ya un paso más, un paso adelante: una calidad política que intuíamos, pero que no pensábamos aparecería tan pronto.
Lo que está en juego hoy en Nicaragua es si habrá suficiente fuerza democrática en el país que se oponga a la tiranía en marcha y logre detenerla. Nuestra lucha es por democratizar el país. En este «proyecto» -llamémosle así a esta «idea»- iniciado en mayo 2004, estamos integrados en el equipo central y en torno a Herty, Víctor Tirado, Luis Carrión, Víctor Hugo Tinoco, Mario Valle y yo. Estamos organizados en una estructura todavía muy nueva y muy frágil, aunque prácticamente presente ya en todo el país.
Un gran vacío es que aún no tenemos programa. En eso no nos diferenciamos mucho de los liberales ¡ni tampoco del Frente! Lo que el FSLN tiene es sólo una plataforma electoral que asoma en cada nueva elección, pero el FSLN no tiene programa. El FSLN sólo tiene estatutos que establecen normas para el militante. Vamos a construir un programa. Queremos hacer algo así como un «decálogo». Queremos sintetizar diez grandes ideas que sean realizables, que permitan construir un buen gobierno y que tengan en cuenta los límites que nos impone el mundo de hoy y que no podemos desconocer. Queremos dar con diez ideas que nos permitan hacer un gobierno efectivo. Que la población diga: no se han resuelto todas las cosas, pero ya nos dijeron que no se iban a resolver y no nos han engañado. Queremos que sea un buen gobierno, y que por serlo, tenga el crédito para ser reelegido en el año 2012.
No que sean reelectas las personas que lo compongan, sino reelecta la plataforma de gobierno. Si logramos cinco años de buen gobierno podemos lograr diez años. Y creemos que en diez años sí podremos haber construido un arco temporal en el que ya se puedan ver algunas de las transformaciones que andamos buscando.
Es urgente tener un programa. Para elaborarlo, estamos pidiendo la colaboración de intelectuales y profesionales nicaragüenses, conocedores de la realidad nacional y bien posicionados ideológicamente, que además de escribir bien tienen la capacidad de sintetizar. Porque no tenemos mucho tiempo y porque somos pocos. Les hemos dado el perfil de nuestras ideas para poder trabajar ese «decálogo», que nos servirá no para imponerlo sino para llevar la discusión a la base de la sociedad. Queremos establecer un nuevo estilo de hacer política en Nicaragua. Creo que Herty se pinta para eso, porque a él le gusta andar abajo, él vuela siempre para abajo. Y creo que hacer lo que ha hecho, tirarse como se ha tirado y tener el éxito que ha tenido, demuestra que es así.
Ésas son suertes para cuadros políticos más que para cuadros administrativos, como él ha sido siempre. Pero él lo ha logrado.
Yo siempre le digo a Herty: «No perdás el estándar de tu presentación, no te hagás radical de izquierda, ¡que aquí los radicales de izquierda somos nosotros! Siendo como sos, te quieren todos». Porque, por más ideología de izquierdas que tengamos en la cabeza, por más revolucionarios que seamos, no están los tiempos para todas las transformaciones profundas que pensamos y que necesitamos. Aquí lo que tenemos que tener es una predisposición doctrinaria e ideológica para favorecer a las grandes mayorías, pero sabiendo hacerlo para no tener que pagar costos innecesarios.
Naturalmente, descartamos la idea de que para acabar con esta dictadura haya que regresar a la violencia. Me he reunido con jóvenes en las universidades que me han planteado que «esto sólo se resuelve con tiros». Yo les he dado cincuenta razones para que entiendan que no.
No podemos permitir que la intolerancia que aquejó como enfermedad terminal al somocismo afecte a esta democracia naciente, cuando existen hoy en la población de Nicaragua condiciones para preservarla, para mejorarla y para hacerla avanzar. No podemos permitir siquiera el surgimiento de la idea de que debe volver la lucha armada. Nuestro proyecto busca la democratización nacional, pero la vamos a buscar en paz. No queremos confrontación. Y no porque tengamos miedo, sino porque los saldos históricos de la violencia siempre han estado en contra del pueblo y los que han perdido siempre son los pobres.
El pacto está anclado en la Constitución. Para sacar al pacto de ahí es necesario corregir las leyes reformadas por el pacto, las instituciones transformadas por el pacto. La única forma de que esta tiranía no siga actuando es romper la correlación de fuerzas que han organizado en la Asamblea Nacional. Ése es un paso estratégico. A lo menos a lo que aspiramos es a una proporción importante de diputados en la Asamblea Nacional para impedir que el pactismo continúe expresándose.
¿Nos dejarán pasar? Por lo que estamos viendo, por lo que hemos visto, podemos afirmar que no nos van a dejar pasar. A quienes estamos con Herty nos llaman «los ex» y nos acusan. A mí me acusan de haber dejado solo a Daniel. A Luis Carrión, de haberse ido a estudiar a Harvard, lo que califican como un crimen abominable. De Víctor Tirado no dicen mucho, consideran que ha estado mosqueando por los gremios… No han dicho nada de Mario Valle, que conoce perfectamente las estructuras del FSLN en Managua y que se ha traído a mucha gente. Hemos encontrado en todo el país que esas estructuras no son, como se dice, super-duras, super-rígidas, intocables e impenetrables. Todas son penetrables y algunas se desprenden. Infiltración por parte de ellos va a haber.
Nosotros no hacemos nada que no sea transparente, todo lo que hacemos lo decimos abiertamente. Porque si hay alguien infiltrado y tomando nota para ir a informarles, queremos que tome las notas correctamente y sin hacer interpretaciones. No estamos haciendo nada oculto, nada clandestino.
A Herty lo expulsaron del FSLN aplicándole «baja deshonrosa», un código castrense que aplicábamos en la guerrilla, la peor baja que puede tener un soldado en un ejército y que es penada con las máximas penas. Primero dijeron que Herty era un Judas y después le dieron de baja deshonrosa. Un mensaje claro: te vamos a liquidar. Yo lo advertí públicamente, pero no por miedo sino para que la gente sepa qué armas utilizan y para que vean cuál es la «democracia» de ellos. Porque si no nos toleran a nosotros, ¿a quién van a tolerar?
Después de la inhibición y la expulsión por baja deshonrosa, lo que va a venir es el juicio en los tribunales y el apresamiento, basándose en la acusación que por responsabilidad administrativa la Contraloría va a impulsar. Nosotros vamos a ir hasta el final. Una clave será la desobediencia civil. Y si nos echan presos, convertiremos esa prisión en una bandera de lucha nacional. El miedo no nos va a detener. Ése es el gran reto que tendrá que enfrentar, en primer lugar, la militancia sandinista. La no militancia sandinista, toda esa gente que está en la frontera entre lo nuevo y lo viejo, y que está buscando referencias nacionales, también tendrá que enfrentar este desafío.
Es un objetivo central de nuestro movimiento poder participar en las elecciones. Por eso, si no nos dan paso, y si, como esperamos, el Consejo Supremo Electoral -que está organizado para interpretar la Ley Electoral a favor de los intereses de Alemán y del danielismo- decide ilegalizar a los partidos con casilla en la boleta electoral que pudieran acogernos, esperamos que para entonces el movimiento popular esté más organizado y más nervioso. Y se rebele.
También está apareciendo en este nuevo escenario la embajada de Estados Unidos con sus maniobras. Cada vez más los escuchamos decir que están preocupados por una posible victoria electoral de Daniel Ortega, cuando saben, como sabemos, que Daniel Ortega no tiene la menor posibilidad de una victoria electoral. Esto quiere decir que han comenzado a darle una lectura correcta a nuestro movimiento: aunque éste fuera un «sandinismo light», no lo van admitir, sólo por el hecho de ser sandinismo. Creo que ellos prefieren cualquier fórmula que no brinde respuestas a los problemas del país con tal de evitar que el sandinismo regrese al poder. Y han comenzado con el uyuyuy por Daniel Ortega. Han comenzado las maniobras americanas, las maniobras de la gran derecha, porque este movimiento no es un juego de la derecha, este movimiento tiene un corazón de izquierda, un corazón rojo y negro.
¿Por qué tenemos tanto respaldo del diario «La Prensa», del Canal 2, de tantos medios? Porque son empresas que se ven amenazadas. Han crecido mucho en estos años porque están vendiendo lo que antes se conservaban como «secretos de Estado».
Si desaparecía un cohete Sam-7, ¿quién lo sabía? Si se vendía una propiedad no correctamente adquirida, ¿quién lo sabía? Ahora todo se sabe: quién roba, quién mata, quién hace lo que sea… Estas empresas han crecido al calor de la libertad de expresión. Ellos temen ser restringidos, se ven amenazados, ven amenazado su negocio. Y los ciudadanos tienen derecho, y por eso pagan impuestos, a conocer todo lo que sucede. En nosotros, los medios ven a gente respetuosa de la libertad de expresión. Yo soy de la idea que si un político no quiere que los medios hablen mal de él, debe evitar hacer lo que es incorrecto. ¿No quiere verse exhibido en los medios? Pues pórtese bien. ¿No quiere que le digan ladrón? Pues no robe. Las primeras normas de conducta de quien quiere ser «héroe» es hacer coincidir su vida con los principios. Lo que no es permisible es que robe o haga cualquier cosa y después espere buena imagen en los medios. ¿Se imaginó alguien alguna vez ver a Tomás Borge calificado por los medios como ha sido calificado? Ni yo, que fui su amigo cercano.
Un gobierno de Herty Lewites sería un gobierno de todos, un gobierno nacional. No sería un gobierno del FSLN. Tendría su esencia en el sandinismo, pero no sería el gobierno del FSLN. Porque el voto del FSLN no es suficiente para ganar, y porque aunque fuera suficiente, hay que responderle desde el gobierno a todos los ciudadanos del país, porque todos pagan impuestos, aun los más pobres. Hasta los limosneros y los niños de la calle pagan impuestos en Nicaragua por la regresiva estructura impositiva que hoy tenemos. Y una de nuestras propuestas será precisamente cambiar esa estructura para que los que más tienen paguen más, y no como ahora, que pagan menos. Creemos que es una transformación que podemos llevar a cabo, y que vamos a llevar a cabo. Pero si todos pagan impuestos, todos tienen el mismo derecho a ser gobernados con justicia, con equidad y con moderación política.
Lo que ha perdido el danielismo es la ética. Y como reacción, todos los sandinistas han quedado afectados. Tenemos que empezar a diferenciar lo que fueron leyes justas para beneficiar a los más pobres de lo que han sido robos, engaños, estafas… Tenemos que aceptar que, lamentablemente, la riqueza personal y el modo de vida se han convertido en la esencia del hacer político de la gente de la cúpula del FSLN. Si buscamos una explicación razonable, desde el punto de vista de la ética, de la alianza del FSLN con un ladrón como Arnoldo Alemán, ¿la encontraríamos? Esa alianza falta a todo lo que ha sido referencia ética
y moral en la formación revolucionaria sandinista. Considerar que Alemán es la principal fuerza aliada, y más todavía, que sin Alemán no se puede mover la política nacional, resolver los asuntos nacionales en la casa-prisión de Alemán, es algo demasiado grosero. Y ese descaro es contaminante. Al momento de la derrota electoral, se dijo que el FSLN se reservaría propiedades, de las que expropiamos con un sentido social, para organizar empresas del partido.
Yo estuve de acuerdo con esa medida. Pero esas empresas no son del partido, son personales. Son empresas personales que pagan un tributo al partido. Eso va contra la ética por la que luchamos. No es eso lo que nos enseñaron, no es eso por lo que tantos dieron la vida. Y esa falta de ética se ha derramado como un mal ejemplo a todo el sandinismo y a toda la sociedad.
Proponemos una ética pública. Proponemos manejar con transparencia absoluta el presupuesto nacional y llevar a los tribunales a quien se robe un centavo del presupuesto. Y eso lo podemos hacer, lo podemos lograr. La apropiación privada que más lesiona la conciencia
y la ética es la que se hace de los bienes públicos. Los grandes empresarios privados estarán más dispuestos a pagar más impuestos -como deben empezar a hacerlo- si saben que lo que pagan, que es un bien público, no pasa a los bolsillos privados de los políticos. Todo mundo quiere, también ellos, que lo que paga en impuestos se vea en obras públicas.
Yo veo a Herty haciendo un gobierno eficiente y transparente, sobrio y honrado. Y creo que eso él lo puede lograr. Existen las condiciones para impulsar una corriente ética en el ejercicio de la cosa pública. Y lo vamos a hacer. El FSLN regido por la cúpula danielista no puede tener un programa con ética porque de tenerlo se afectarían los intereses de sus dirigentes.
Proponemos un gobierno nacional. Esto implica alianzas con los sectores y los profesionales del país que estén dispuestos al servicio público. Queremos descartar esa maña de los funcionarios del gobierno de doña Violeta o del gobierno de Alemán o del gobierno de Bolaños que se la pasan diciendo que tienen super-salarios en el gobierno porque en la empresa privada les pagarían más. ¿Cuál empresa privada les pagaría lo que hoy ganan? Queremos que quien entre al gobierno sea para servir a la población, no para ganar un gran salario. Hemos venido hablando ya con alguna gente que nos asegura que esto es posible.
Preguntan por la salud de Herty Lewites. Está muy bien, este proyecto le ha dado un gran vigor. Preguntan también si tendrá el coraje de llegar al final. Lo va a tener. Lo ha demostrado. Doy crédito también que es un hombre tolerante. No esperen de él grandes elucubraciones filosóficas, pero sepan que es capaz de enfrentar los grandes problemas sociales de este país con respuestas factibles. Es una de las características que más aprecio en él.
Para este movimiento buscamos gente emblemática por su honradez, para que la gente copie que esto se trata también de un movimiento de refundación del sandinismo. Si me preguntaran sobre la meta final de este movimiento, diría que estamos encontrando -aún no buscándola- la posibilidad de una refundación del sandinismo. Del sandinismo de Sandino, del de Carlos Fonseca, del sandinismo de tanta gente que cree en la soberanía nacional y en la justicia social. Eso es lo que estamos encontrando como meta final.