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El movimiento FNB, un paradigma para el cambio

Fuentes: Rebelión

El reino de Buthán o de las Tierras Altas es un pequeñísimo país ubicado en el sur de Asia, en el tramo oriental de la cordillera del Himalaya entre la India y China, cuyo nombre parece significar «la tierra del dragón de los truenos» Su extensión es de 47 mil km2 y su población no […]

El reino de Buthán o de las Tierras Altas es un pequeñísimo país ubicado en el sur de Asia, en el tramo oriental de la cordillera del Himalaya entre la India y China, cuyo nombre parece significar «la tierra del dragón de los truenos» Su extensión es de 47 mil km2 y su población no llega a los 800 mil habitantes. Los valores de su cultura, inspirados en la filosofía budista, pueden resumirse en cuatro objetivos; buen gobierno, felicidad, igualdad de género y preservación del medio ambiente, no puede sorprender entonces que haya sido la cuna de un nuevo paradigma para el cambio el FNB (Felicidad Nacional Bruta) propuesto para reemplazar el tradicional PNB (Producto Nacional Bruto) universalizado por el capitalismo.

EN 2007 se realizó en Tailandia la tercera Conferencia sobre el FNB (Felicidad Nacional Bruta, GNH por sus siglas en inglés) en colaboración con el Centro de Estudios sobre Bután y una red de asociaciones internacionales. La primera y la segunda conferencia se habian realizado respectivamente en Thimphu (Buthán) y en Nova Scotia (Canadá). Estas dos conferencias fueron precedidas por una reunión de la región del Mekong, integrada por China, Tibet, Burma, Tailandia, Laos, Cambodia y Vietnam, realizada en 2006.

En la Conferencia del año 2007, surgieron una serie de iniciativas, tendientes a conformar el movimiento FNB, sobre la base de las crecientes críticas sobre la representatividad del PNB como indicador del «desarrollo económico» y del «progreso».

El objetivo de tales iniciativas ha sido mejorar la calidad de vida de las poblaciones de la región sobre la base de investigaciones que conduzcan a la formulación de un programa de largo plazo a partir de un primer proyecto piloto síntesis de las acciones propuestas por numerosos movimientos sociales. Este programa estaría dirigido a promover cambios, apoyar las investigaciones y elaborar recomendaciones desde la perspectiva del Movimiento de la Felicidad Nacional Bruta. Entre sus fines específicos se proponía proporcionar una plataforma para el cambio y todo lo relacionado con una «redefinición de la idea de progreso». Formular políticas y recomendaciones para el desarrollo, especialmente orientadas al bienestar general y a la priorización de la «Calidad de vida» o «Calidad social» e identificar áreas en las cuales desarrollar estas transformaciones a partir de la educación.

Para lograr estos fines se concluyó que es necesario establecer un diálogo permanente y fecundo entre los gobiernos y la sociedad civil (incluyendo organizaciones civiles, ONGs, y líderes juveniles y espirituales), además del sector económico, las universidades y los medios.

Algunos fundamentos

La noción de felicidad se ha desarrollado en las sociedades occidentales sobre la base de la adquisición de cosas, objetos, bienes, en Tailandia en cambio la idea de felicidad se basa en la inexistencia de preocupaciones y de problemas. Sin embargo también en occidente pareciera estar creciendo la sensación de que el dinero no hace la felicidad y aunque las sociedades siguen siendo más materialistas que las orientales, tampoco dejan de compartir con aquellas que el sentido de la felicidad también exige la posibilidad de poder superar los obstáculos a nivel personal y la necesidad de que el bien común se haga extensivo a las mayorías.

El caso de Minamata en Japón fue analizado en una de las conferencias realizadas debido a que en esa ciudad su población sufrió una enfermedad colectiva derivada de la industrialización, lo que planteó la necesidad de una transformación radical impulsada por el movimiento social, que pese a las grandes dificultades que debieron enfrentar alcanzó el éxito. Otro de los participantes puso el acento en el hecho de vivir en un mundo en el que el conocimiento es privado debido a los derechos de propiedad generadora de desigualdades consagradas por el libre mercado y que es necesario luchar por:

  • La instalación de un Estado de bienestar que vele por el ciudadano desde su nacimiento hasta su muerte a través de la educación, la salud, el confort y el empleo.
  • La implantación de impuestos progresivos a los mayores ingresos, a la herencia, a la propiedad para poner sostener el sistema de bienestar.
  • El derecho a participar en política y en la defensa de los derechos civiles. Una democracia no consiste solo en votar periódicamente sino en la participación popular. El pueblo tiene que tener derecho a administrar sus recursos naturales, a la formulación de políticas que beneficien a las mayorías, servicios públicos, medios, a integrar sindicatos y a ejercer la desobediencia civil.

Es necesario crear oportunidades que permitan superar las crisis, encarando políticas integrales que no fragmenten la realidad en sectores inconexos – negocios, política, sociedad civil – porque todo está relacionado. El sector político debe incluir a la gente en el manejo de los recursos y en su equitativa distribución en la sociedad. Los países escandinavos son un buen ejemplo de cómo la democracia no se ha dejado oscurecer por el capitalismo, un capitalismo que en el resto del mundo ha convencido a los pueblos de que consumir hace la felicidad y que nos está conduciendo a un irreversible final, mientras que en aquellos países, especialmente en Finlandia, existe un envidiable nivel de bienestar sin haber conculcado la libertad económica llevándole en tal sentido décadas de ventaja al resto del mundo.

En el mundo capitalista el PNB se usa para medir el crecimiento económico y los políticos suelen enarbolarlo como bandera de éxito, especialmente antes de las elecciones, pero no mide los efectos de la contaminación, el agotamiento de los recursos, las enfermedades endémicas, la desigual distribución de la riqueza… El FNB es un indicador mucho más completo y realista que puede usarse para exigir a los políticos que se ocupen más de la calidad de vida de todo el pueblo y no solo de los datos económicos. Si los seres humanos quisiéramos seguir con nuestros actuales hábitos consumistas, harían falta entre 2 o 3 planetas más para mantener nuestro super consumo puesto que al ritmo actual no son pocos los que predicen que si no revertimos esta tendencia será el final del que vivimos.

La idea del FNB nació en ese pequeño reino en el que la mayor parte de sus habitantes son pobres pero en el que sin embargo se están instrumentando cambios más importantes en materia de políticas económicas, sociales y ambientales, que los de los países que se rigen por el PNB. El FNB es un índice que debiera adoptarse internacionalmente con el objeto de medir los estándares y las expectativas de vida y el bienestar y usarse como pié de imprenta ecológico. Son los gobiernos los que pueden ejercer el poder de cambiar pero serán seguramente los últimos en hacerlo. Decía Mahatma Gandhi tenemos la mirada puesta en la producción masiva y creando mayor producción a través de las masas. El gobierno debe crear condiciones para el arraigo, para que todos tengan mayores posibilidades de trabajar, para incentivar las pequeñas iniciativas, para mantener o recuperar la dignidad humana. Pero para adoptar este paradigma de cambio se necesita una visión de mediano y largo plazo que a ningún político interesa, de modo que no habrá que esperar mucho de ellos y solo será posible si son los movimientos sociales los que lo adopten y lo impulsen.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.