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Entrevista a Robert Kurz en Fortaleza (Brasil)

El Parlamento dejó de responder a las cuestiones sociales

Fuentes: Contracorriente

«Me considero una persona que hace análisis críticos sin tomar en consideración las necesidades de la política, de los movimientos y de la moral. Son análisis críticos independientes. Se trata de analizar el mundo tal como es verdaderamente». La afirmación es del escritor y pensador de la Crítica Radical, Robert Kurz, de 60 años, una […]

«Me considero una persona que hace análisis críticos sin tomar en consideración las necesidades de la política, de los movimientos y de la moral. Son análisis críticos independientes. Se trata de analizar el mundo tal como es verdaderamente». La afirmación es del escritor y pensador de la Crítica Radical, Robert Kurz, de 60 años, una teoría que redescubre el marxismo y busca ofrecer respuestas a indagaciones actuales, como el trabajo, el dinero, la mercancía, el mercado, el Estado, la política y los partidos políticos. A priori, la Crítica Radical se coloca en contra los modelos políticos tradicionales, dispuesta a defender la abolición de los parlamentos. Kurz estudió Filosofía, Historia y Pedagogía. Vive en Nurenberg como escritor y periodista. Es cofundador y redactor de la revista teórica Exit -Kritik und Krise der Warengesellschaft (Exit – Crítica y Crisis de la Sociedad de la Mercancía). El área de sus trabajos abarca la teoría de la crisis y de la modernización, el análisis crítico del sistema mundial capitalista, la crítica al Iluminismo y la relación entre cultura y economía. Publica regularmente ensayos en periódicos y revistas en Alemania, Austria, Suiza y Brasil. Es autor de los libros El Colapso de la Modernización (1991), también editado en Brasil así como El Retorno del Potemkin (1994) y Los Últimos Combates, (1998). Publicó más recientemente Schwarzbuch Kapitalismus (El Libro Negro del Capitalismo) en 1999 y Weltordnungskrieg (La Guerra de Ordenamiento Mundial) y Die Antideutsche Ideologie (La Ideología Antialemana) en 2003, no editados en portugués ni en castellano. Estuvo en Fortaleza, Brasil junto con otros teóricos de la Crítica Radical, como Roswitha Scholz y Anselm Jappe. Pronunció una conferencia sobre el tema «Crítica radical, crisis y emancipación», durante la 6ª Bienal del Libro, que tuvo lugar en el Centro de Convenciones Edson Queiroz, a finales del mes pasado.

Marcus Peixoto editor del reportaje


¿En qué consiste la teoría de la Crítica Radical? ¿Ese nuevo concepto llevaría a no creer en el parlamento?

Robert Kurz – Pienso que el problema es la crisis de la política, de las instituciones, no solo de los partidos políticos, sino también de los propios gobiernos, que perdieron en el proceso de la globalización la capacidad de regular la sociedad. Quiero decir, la antigua relación entre economía y política ya no existe. Con ello, también las relaciones sociales pasaron a actuar directamente en el mercado mundial y el mercado mundial está directamente incrustado en los polos de la sociedad e incluso, en sus microestructuras. Por esa razón, digo que los movimientos sociales que quieran obtener resultados no pueden ya escoger el antiguo camino de la política tradicional. Todos los parlamentos, todos los gobiernos, son instituciones nacionalmente limitadas.

– En ausencia de un parlamento, ¿qué lo sustituiría? ¿La transición hacia otro sistema sería pacífica, traumática o sería una insurrección radical?

Robert Kurz – Pienso que no podemos prever esto. Sería mejor que la transición se produjese de forma pacífica. Pero debemos pensar: ¿cuál es la presión ejercida por el mercado mundial y lo que sucede si las personas son separadas de sus condiciones de vida? Los parlamentos tradicionales no están en condiciones de dar una respuesta a esta realidad. La política, incluso la de izquierda, acaba hoy en mera gestión de la crisis. Y la gestión de la crisis significa un número creciente de personas que son excluidas del sistema. La exclusión no es un proceso limitado al Brasil. En realidad, se inició ya en la misma Europa, en el centro del capitalismo, afectando a una parte cada vez mayor de la población.

– ¿La abolición del parlamento no llevaría solo a cambiar la forma de actuar de esa institución?

Robert Kurz – Pienso que el problema está menos en la forma de la institución, y más en la instancia a la que se refiere la propia institución. Lo que deberíamos hacer es crear una nueva institución, en la que la separación tradicional entre política y economía fuese superada. En otras palabras, deberíamos encontrar instituciones sociales que formulasen directamente la pregunta sobre lo que deberíamos hacer con los recursos existentes para que sean utilizados de forma racional. La política y sus parlamentos, gobiernos y partidos solamente pueden reaccionar, no pueden actuar, reaccionar como lo hacen ante una catástrofe de la naturaleza.

– ¿Ese concepto partiría de un marxismo genuino, de una ideología más actual, inclusive para la realidad brasileña?

Robert Kurz- La crítica social del marxismo tradicional quedó encadenada la época antigua. Por esta razón, el marxismo tradicional tampoco está preparado para enfrentarse a la globalización. El marxismo tradicional incluso opera con categorías antiguas y está estabilizado en la política tradicional, en la regulación política de la economía de mercado, por medio de partidos y eso ya no funciona.

-¿Cómo se manifiesta en Brasil la adhesión a ese movimiento?

Robert Kurz- Pienso que ese nuevo movimiento aún no existe. Existen ya movimientos sociales contra la globalización, como la Conferencia de Porto Alegre, que es internacional. Creo que es positivo que ese movimiento exista, pero se encuentra en una situación paradójica. Se compone de muchos movimientos nacionales que se entrelazan, sin embargo los objetivos políticos son aún los antiguos. Se desea que en el marco de la globalización haya una regularización. Luego lo que esos movimientos pretenden es repetir antiguas recetas de la regulación keynesiana, para regular los mercados financieros, pero esa política de matriz de Keynes está amarrada aún al marco del estado-nación. Esas iniciativas sociales de crítica a la globalización capitalista no encontraron una nueva respuesta. Están organizadas en sistemas transnacionales, pero sus correctivos están formulados a la manera y con un lenguaje antiguos.

– ¿Cómo se coloca ese movimiento contra la creciente hegemonía norteamericana, tanto en el plano económico como en el militar?

Robert Kurz – Creo que no es del todo correcto partir de una hegemonía absoluta de los Estados Unidos. Pienso que esa es solo una impresión superficial. Creo que los Estados Unidos perdieron ya el control, incluso el militar. Los Estados Unidos consiguen vencer cualquier ejército regular. Pero las sociedades en crisis ya no se pueden controlar. Entonces el problema es el siguiente: van a aparecer más sociedades en crisis y eso va a exceder la fuerza de los EUA para poderlo controlar todo.

– ¿Esa situación de descontrol llevaría al aumento del terrorismo, o de una forma menos trágica, al aumento de la guerra de guerrillas?

Robert Kurz- Ya no existe ningún lado favorable – y digo esto incluso como algo que no es positivo desde el punto de vista de la emancipación social. Existen guerrillas, nuevas formas de guerra de guerrillas, pero esos movimientos ya no tienen futuro, ya no tienen perspectiva. Se trata, por ejemplo, de ideas religiosas, defendidas por fanáticos, que ellas mismas dan cuerpo a fuerzas representativas de la barbarie. La antigua guerrilla estaba interesada en dirigir la construcción de una nueva reformulación de la nación. Quería asumir el poder en el Estado para promover después el desarrollo social y económico en el ámbito del mercado mundial, de la industrialización y así seguido. Este era el objetivo de las guerrillas antiguas. Las nuevas guerrillas son ya un producto de la desintegración de la crisis, como en Irak, por ejemplo. Algunas personas piensan que en esos conflictos, los Estados Unidos estarían defendiendo la civilización contra la barbarie. Pero es lo contrario, pues la máquina militar de los Estados Unidos es también un vector en la promoción de la barbarie. En este momento podemos ver en Irak que son solo fuerzas de la barbarie se están enfrentando por todas partes.

– ¿Cómo valora usted el referéndum al presidente de Venezuela, Hugo Chávez? ¿Qué significa eso para los movimientos sociales de América Latina?

Robert Kurz- No me arriesgo a hacer una valoración clara sobre el resultado del referéndum, pues no conozco suficientemente las relaciones de Venezuela. Yo me he dedicado sobretodo al mercado mundial y a los problemas de la crítica social, con vistas al sistema productor de la economía y marcador de la modernización. El mismo Chávez es un político muy populista, no dispone de una alternativa social. En ningún momento ha defendido intereses de las capas inferiores de Venezuela contra el intento de los EUA y de las oligarquías tradicionales venezolanas, que quieren entregar el país, sin la menor piedad, al mercado mundial. Ahora, todo eso depende de las ganancias producidas por la exportación del petróleo. Esa estructura económica no es sostenible a largo plazo. Sería más importante desarrollar una nueva estructura de reproducción social que no se asentase solo en los ingresos del petróleo y creara una redistribución de la renta de los negocios provenientes del petróleo.

– ¿Qué avances y retrocesos ve en el gobierno del presidente Lula?

Robert Kurz- El gobierno de Lula parece ser una gran decepción para muchas personas en Brasil. Yo no conozco la situación por dentro, pero lo vi allí. En muchas discusiones en Sao Paulo y en otras grandes ciudades, como Porto Alegre y Río de Janeiro, la opinión predominante fue que Lula es una enorme decepción. La figura del presidente Lula está evidenciando también el problema de la parálisis política. Aunque Lula quisiese originalmente hacer otra cosa, solo podía hacer lo que está haciendo ahora. ¿Por qué? Los gobiernos, la política, los partidos políticos están todos ligados, vinculados al mercado mundial globalizante y a las estructuras financieras internacionales. Lo que el gobierno brasileño podría hacer, en el plano interno, sería promover finalmente una reforma agraria radical, pero, incluso en ese campo, hasta ahora no sucedió nada. En este caso, no sucedió mucho más de lo ocurrido en los gobiernos anteriores. En otras palabras, una real transformación, y ahí refuerzo mis afirmaciones iniciales también en la estructura agraria, solamente puede partir de movimientos sociales nuevos, que no se dejen seducir por las instituciones políticas tradicionales. Ya que cualquier entrada en la estructura política es sinónimo de dependencia de las estructuras del poder vigente y de las estructuras financieras globales existentes.

– La Crítica Radical produjo una escisión con el grupo Krisis. ¿Cómo sucedió?

Robert Kurz- Lo más importante en esa escisión fue la discusión del papel de la relación entre los géneros, quiero decir entre hombre y mujer. Porque ese tema tiene una importancia muy grande, a pequeña escala en el mundo entero. La estructura tradicional de dominación masculina se está desintegrando e incluso en grupos de Crítica Radical, como el que nosotros queremos representar, existe una especie de lucha de la preservación de la identidad masculina. La lucha en cuestión fue la siguiente: ¿qué papel desempeña la teoría de la relación entre los géneros? ¿Cuál es el papel de la mujer en la sociedad y las actividades desempeñadas por las mujeres? Pienso que no es por casualidad ver nuevamente, en las mismas favelas, que son las activistas, las mujeres, quienes se colocan al frente del combate siempre casi en un 90%. Pero hay también una identidad por parte de los hombres, y el fenómeno similar se puede verificar en los grupos de Crítica Radical. El hecho de que aparezca una mujer con la pretensión de innovar en el terreno de la teoría es sentido por algunos hombres como si un caballo, de repente, comenzase a hablar. Ese fue un punto importante del papel de la mujer en el comité de redacción de nuestra revista [Exit] , con el estatus de la teoría de las relaciones entre los géneros. Si este problema se coloca en un plano secundario en la jerarquía, se convertirá en un problema central, tan importante como otros, como la crítica a la mercancía, al dinero y al trabajo. Hubo ahí un conflicto y yo me coloqué al lado de las mujeres y del lado de la teoría de las relaciones de género.

19 de Septiembre del 2004. Fortaleza, Ceará
http://diariodonordeste.globo.com