a Iglesia católica institucional de Estados Unidos es hoy una fuerza más conservadora y más solidaria con el proyecto de George W. Bush y el movimiento político conservador estadunidense gracias al papa Juan Pablo II quien, según algunos funcionarios de este país, dio su bendición a la escalada del enfrentamiento nuclear promovido por Ronald Reagan […]
a Iglesia católica institucional de Estados Unidos es hoy una fuerza más conservadora y más solidaria con el proyecto de George W. Bush y el movimiento político conservador estadunidense gracias al papa Juan Pablo II quien, según algunos funcionarios de este país, dio su bendición a la escalada del enfrentamiento nuclear promovido por Ronald Reagan contra el bloque socialista a finales de la guerra fría.
En este país fundado por protestantes, con una cultura oficial protestante, los católicos son la comunidad religiosa más grande, con unos 65 millones de estadunidenses -23 por ciento de la población- identificándose como católicos, y sus filas han crecido en gran medida por el flujo de inmigrantes. Pero la Iglesia católica estadunidense está en crisis y dividida, en parte por la influencia de Juan Pablo II.
La muerte de Kaol Wojtyla dominó las noticias aquí, igual que en otras partes del mundo, y su legado en Estados Unidos es más político que espiritual. La frase célebre del Papa, «la cultura de la vida», ha sido apropiada por el presidente George W. Bush y otros líderes políticos conservadores en el caso más reciente de Terri Schiavo, así como las palabras en código para la oposición al derecho al aborto y los matrimonios gay, entre otras cosas. De hecho, los conservadores han logrado emplear la ideología conservadora del Papa para ampliar sus bases de apoyo entre los católicos, sector que históricamente se inclinaba hacia los demócratas.
El voto católico
Vale recordar que Bush y su equipo luego de llegar a la Casa Blanca reunieron a un grupo de asesores católicos como parte de su estrategia para buscar formas de captar sectores tradicionalmente demócratas donde se pudiera.
De hecho, en esta última contienda electoral presidencial, Bush logró obtener más apoyo católico que su contrincante, el senador John Kerry (católico), en gran medida al apelar a la posición del Papa en contra del derecho al aborto. Varios obispos conservadores promovieron el voto contra Kerry precisamente por este asunto. Así, la corriente conservadora dentro de la Iglesia católica estadunidense ha logrado imponer los llamados temas de la «cultura de la vida» sobre los asuntos más tradicionales de apoyo a los pobres y marginados en el discurso político, beneficiando así a los republicanos sobre los demócratas.
Por supuesto, aquí como en otras partes del mundo, hay un intenso debate dentro de la propia Iglesia católica entre posiciones liberales y hasta radicales frente a las conservadoras y hasta de ultra derecha -y esto tiene una larga historia. En Estados Unidos ha habido líderes católicos que apoyaron al fascismo, así como grandes figuras radicales progresistas como Dorothy Day y el movimiento de los Trabajadores Católicos (de donde son, por ejemplo, los famosos hermanos Berrigan) como los Maryknoll, y más, varios de ellos directamente influidos por el movimiento de la Teología de la Liberación que nació en América Latina.
Pero la llegada de Juan Pablo II al Vaticano fortaleció el ala conservadora, y no sólo sobre los temas de vida social, sino en la coyuntura de la etapa final de la guerra fría, donde el anticomunismo del Papa fue parte de la ofensiva final de Estados Unidos para derrumbar a los estados del bloque socialista.
Según Jim Nicholson, que hasta hace poco fue el embajador de Bush ante el Vaticano, Juan Pablo II dio su bendición al esfuerzo del presidente Ronald Reagan de colocar misiles nucleares a lo largo de Europa apuntados a la Unión Soviética y los países del bloque socialista. «El Papa nos apoyó en la colocación de misiles cruise en Europa en ese tiempo, algo que pocos saben», comentó en un programa de Fox News, según reporto hoy el Daily News de Nueva York.
Además, según Nicholson, Reagan envió varias veces a un general estadunidense que hablaba polaco para informarle al Papa sobre lo que estaba sucediendo «militarmente», mostrándole imágenes tomadas por satélite de los misiles soviéticos en Europa. Todo esto cuando no sólo los gobiernos europeos occidentales se oponían a la proliferación de los misiles estadunidenses en su territorio, sino que la propia Conferencia de Obispos de Estados Unidos se había proclamado en contra de este esfuerzo en los 80.
El Daily News también reporta que el analista militar John Pike, de Globalsecuirty.org comentó que el Papa y la CIA trabajaban muy de cerca en el esfuerzo para derrocar el régimen comunista en Polonia.
Sin embargo, a pesar del apoyo papal a la política estadunidense y sus proclamas bienvenidas por el sector conservador dentro de Estados Unidos, el catolicismo estadunidense sufrió varios reveses y escándalos durante el régimen de Juan Pablo II. No sólo hay una crisis en la falta de sacerdotes católicos aquí, donde en la última década el número cayó a 24 mil, sino que los escándalos de abuso sexual de menores por curas católicos hicieron temblar los cimientos de esta institución.
Según el New York Times, desde que Juan Pablo II asumió el cargo en 1978, el número de monjas se redujo 48 por ciento, el de hermanos por 37 por ciento, el de sacerdotes 26 por ciento, las diócesis sin padre han aumentado de tres en 1978 a 157 actualmente. Además, el porcentaje de fieles que acude a misa una o más veces por semana bajó en el mismo periodo de menos de 50 por ciento, a apenas 27 por ciento hoy día.
A la vez, movimientos conservadores dentro de la iglesia, como el Opus Dei, gozaron durante el régimen de este Papa en Estados Unidos, ampliando su número e influencia, junto con otras agrupaciones católicas estadunidenses ferozmente opuestas al aborto y los derechos gay.
Marcha atrás a esfuerzos reformadores
La imposición de ortodoxia desde Roma anuló varios intentos de reformar la Iglesia católica estadunidense, incluyendo la expulsión de sus puestos de varias figuras importantes aquí, como por ejemplo la del teólogo y reverendo Charles Curran, de la Universidad Católica, por atreverse a criticar la postura de la Iglesia en el uso de anticonceptivos.
Sin embargo, muchos aquí señalan que también revivió el entusiasmo y energía de la Iglesia católica en este país, con sus siete viajes a Estados Unidos donde presidió ceremonias en estadios y sedes famosas como el Madison Square Garden, y al inicio de su gestión fue colocado en la portada de la revista Time con el título de «Juan Pablo Superestrella».
Además, la hermana Helen Prejean, famosa por ser la monja cuya historia de Dead man walking fue hecha película, escribió hoy en un artículo para el New York Times, que un legado del Papa en Estados Unidos será su papel en concretar la oposición de la Iglesia católica a la pena de muerte.
Otros recuerdan -aunque Bush no lo mencione- que el Papa le expresó al presidente su oposición a la invasión de Irak.
Pero a pesar de estas contribuciones a fuerzas consideradas progresistas, en Estados Unidos las fuerzas conservadoras -los que emplearon la llamada «cultura de la vida» del Papa para oponerse a los derechos de la mujer, el uso de contraceptivos no sólo para evitar el embarazo sino el contagio del sida, los derechos de los gay, y los que fueron inspirados por la Teología de la Liberación, entre otros- son las que recordarán con más agradecimiento al Papa. De hecho, George W. Bush encabezará la delegación estadunidense que se presentará en los ritos fúnebres del Papa esta semana.