[Este artículo de análisis fue escrito poco antes de que cientos de ocupantes abandonaran el Parlamento el jueves 10 de abril. Sobre la ocupación, ver Movilizaciones y ocupación del Parlamento.] El jueves, el movimiento contra el tratado de comercio de servicios de Taiwán desalojará la sede del parlamento poniendo fin a la ocupación. Algunos de […]
[Este artículo de análisis fue escrito poco antes de que cientos de ocupantes abandonaran el Parlamento el jueves 10 de abril. Sobre la ocupación, ver Movilizaciones y ocupación del Parlamento.]
El jueves, el movimiento contra el tratado de comercio de servicios de Taiwán desalojará la sede del parlamento poniendo fin a la ocupación. Algunos de sus componentes consideran que el movimiento no ha logrado sus objetivos y no quieren retirarse. Desde fuera es difícil para nosotros juzgar. Sin embargo, pese a que los objetivos del movimiento ya eran de por sí muy elementales, con la ventaja de que esto permitió reunir un movimiento masivo alrededor de un denominador común, mientras el gobierno de Wang Jin-pyng estuviera dispuesto a hacer mínimas concesiones no les habría resultado difícil poner fin a la ocupación. No obstante, el movimiento no deja de tener un significado histórico. Aunque sus objetivos no fueran muy ambiciosos, utilizó métodos radicales de desobediencia civil ocupando el edificio del parlamento durante 22 días, una acción que no se ve muchas veces en el mundo.
Una reforma completa de abajo arriba es mejor que a la inversa
La historia ha demostrado siempre que las reformas de arriba abajo, aunque fueran importantes, solo comportan un progreso social limitado, pues la elite dominante que aplica unilateralmente la reforma también puede dejarla de lado unilateralmente. En cambio, si la reforma es de abajo arriba, aunque solo comporte una pequeña mejora, supone un avance mucho más significativo. Esto se aplica también al movimiento contra el tratado de comercio de servicios en Taiwán.
Los objetivos del movimiento en su conjunto no eran muy ambiciosos, pero cada uno de los participantes tenía sus propios planes. Para la derecha, el movimiento solo se oponía a Ma Ying-jeou, no al tratado de comercio de servicios, y desde luego que no al libre comercio. En cambio, desde la izquierda, hace algunos días 17 sindicatos emitieron una declaración conjunta en la que se oponen al libre comercio. La declaración señala que los acuerdos de libre comercio ayudan al gran capital a explotar a los pequeños empresarios y a los trabajadores y que por eso sus firmantes se oponen al tratado de comercio de servicios. Entre otras cosas, dice que «en los últimos años, el movimiento obrero de Taiwán también ha protestado contra la OMC, contra las importaciones de carne de cerdo y de vaca de EE UU, contra la zona económica libre y otras medidas de liberalización… El tratado de comercio de servicios otorga al capital chino una ventaja competitiva para poner pie en Taiwán. Cuando se produzca un exceso de oferta de nuevo capital en el mercado de servicios, se producirá una nueva rebaja de precios por parte de los proveedores que traten de sobrevivir en la batalla a vida o muerte, y de nuevo serán los trabajadores los que tengan que sacrificarse en el altar de la competencia«.
El no al tratado de libre comercio no quiere decir no al comercio
Algunos sindicatos han adoptado la posición del Kuomintang (KMT) y apoyado activamente el tratado de comercio de servicios, con argumentos que ni siquiera vale la pena rebatir. Asimismo hay quienes se refieren al apoyo de Marx al libre comercio en el siglo XIX y utilizan una retórica «izquierdista» para defender el tratado. Esto sí conviene examinarlo de cerca. ¿Son realmente lo mismo el llamado libre comercio de la época de Marx y el libre comercio actual? El llamado «libre comercio» de David Ricardo no incluía más que el comercio de mercancías y excluía básicamente los flujos internacionales de capital. El libre comercio actual, sin embargo, abarca ambas categorías, con lo que las empresas multinacionales obtienen acceso a cada país, y además se interpreta que el sector servicios incluye muchos servicios sociales públicos y abre las puertas a su privatización. Esto ha dado pie a la llamada «carrera hacia abajo», en la que los distintos países, para atraer capital, compiten entre sí recortando los derechos laborales y rebajando el nivel de protección de los recursos naturales. Esto explica por qué en los últimos 20 años, cada vez que los países han firmado tratados de libre comercio, los movimientos sociales se han opuesto a ellos, pese a no oponerse, digan lo que digan algunos críticos, al comercio como tal, pues no hacen falta esos tratados para que se mantenga el comercio mundial.
La mayoría de los sindicatos, no obstante, no comparten en estos momentos la postura (esbozada más arriba) que mantiene la minoría. La mayoría de movimientos participan bien por simple conciencia democrática o protesta contra las políticas del KMT, bien por la simple voluntad de defender su base de sustento al negarse a caer en manos del gran capital, bien por un sentimiento de temor y resistencia a que las empresas chinas se hagan con el mercado de Taiwán y a que China lleve adelante sus planes de unificación unilateral con respecto a Taiwán. En muchos casos se da una combinación de estos tres motivos. En cuanto a la posición de mezquino odio nacionalista (hacia los chinos), su impacto ha sido limitado, a pesar de que el lema «Ma Ying-jeou es una bestia china» haya adquirido cierto protagonismo.
Las diversas tendencias siguen fermentando
Puesto que han sido numerosas las personas normales y corrientes y las organizaciones sociales que han participado, cada una con sus propias ideas, en el movimiento, se puede decir que este ha ido más allá de sus objetivos iniciales. Además, Wang Dan, el líder estudiantil del movimiento democrático de 1989 en China, que trabaja de profesor en Taiwán desde hace muchos años, ha hecho un comentario importante que conviene recoger. Ha dicho que la política nunca ha visto normalmente a tantos estudiantes activamente implicados en el movimiento y en toda clase de debates. Si esto se combina con los cientos de miles de personas normales que han participado, ¿qué significado tiene? Demuestra que se ha politizado una nueva generación. Imaginemos que una mayoría de participantes adoptaran la postura progresista de los 17 sindicatos. Esto no solo supondría un duro revés para el intento de China de influir en la economía taiwanesa y en su política mediante acuerdos comerciales, sino también para el intento del gobierno de EE UU de atraer a Taiwán a la Asociación Transpacífica. De ahí que EE UU se haya apresurado a advertir a la población taiwanesa de que no se oponga por principio a los acuerdos de libre comercio, y que Wang Jin-pyng haya hecho concesiones a fin de desviar el movimiento hacia un procedimiento legislativo en espera de que decaiga.
Por mucho que en estos momentos el movimiento se encuentre en horas bajas, por lo menos ha dado una señal de advertencia a los capitalistas compinchados de uno y otro lado. No es un asunto baladí. Quienes tienen una visión negativa del movimiento no pueden ver el bosque por culpa de los árboles. El movimiento ha visto surgir varias corrientes subterráneas después de tres semanas de confrontación y debates multitudinarios en las calles. No es imposible que esto siga evolucionando en el futuro y comporte un cambio importante en el paisaje político de Taiwán.
Fuente original: http://www.worldlabour.org/eng/node/669
Traducción: VIENTO SUR