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El Vaticano y China firman un acuerdo sobre el nombramiento de obispos

Fuentes: Agencias

El Vaticano y China, dos Estados sin relaciones diplomáticas desde 1951, han firmado un acuerdo provisional sobre el nombramiento de obispos, principal motivo de conflicto entre ambas partes. China estableció relaciones diplomáticas con el Vaticano en 1942 pero se anularon tras la victoria comunista en la guerra civil que acabó en 1950. En 1951 la […]

El Vaticano y China, dos Estados sin relaciones diplomáticas desde 1951, han firmado un acuerdo provisional sobre el nombramiento de obispos, principal motivo de conflicto entre ambas partes.

China estableció relaciones diplomáticas con el Vaticano en 1942 pero se anularon tras la victoria comunista en la guerra civil que acabó en 1950.

En 1951 la Santa Sede y la República Popular de China rompieron relaciones bilaterales, después de que el papa Pío XII excomulgara a dos obispos chinos nombrados por el régimen del presidente Mao.

Las autoridades chinas respondieron con la expulsión del nuncio apostólico, el arzobispo Antonio Riberi, y establecieron la oficial Iglesia Patriótica Católica bajo la dirección el Partido Comunista, que desde entonces vive en paralelo con otra organización católica, «clandestina», en comunión con Roma y perseguida por Pekín.

Asimismo, en 1951 la nunciatura apostólica se instaló en Taiwán, donde permanece desde entonces, pero desde que en 1971 la ONU reconoció al Gobierno de Pekín como legítimo representante de China, la Santa Sede no nombra nuncios en Taipei, sino encargados de negocios.

Para el restablecimiento de relaciones, el Gobierno de Pekín mantiene dos condiciones: que el Vaticano rompa lazos con Taiwán, en consonancia con la política de una sola China, y que la Santa Sede «no interfiera en los asuntos religiosos de China».

El principal motivo de desacuerdo ha sido hasta ahora la designación de obispos. Pekín no permite la última palabra a Roma en este asunto, que considera una «injerencia», y la Santa Sede no admite otros prelados que no sean los designados por el papa.

No obstante, a lo largo de los años ha habido intentos de acercamiento entre ambas partes, y algunos nombramientos de obispos chinos realizados por Pekín, contaron con el visto bueno aunque no oficial de Roma, pero otros, fueron rechazados por la Santa Sede, como el del obispo de Harbin (noreste) en 2012, que quedó automáticamente excomulgado.

Con avances y retrocesos se celebran desde hace años las negociaciones para un acercamiento bilateral.

La iniciativa más directa y abierta fue la del papa Benedicto XVI, cuando en 2007 emitió una carta dirigida a los católicos chinos, en la que reafirmaba «su amor y cercanía» al tiempo que exigía a las autoridades libertad religiosa.

En 2008, Ratzinger creó una comisión específica y confirmó la voluntad del Vaticano de tener «un diálogo respetuoso y constructivo con las autoridades civiles» del país.

En la misma línea trabaja el papa Francisco para quien el acercamiento al país asiático es una prioridad.

«Si me invitan, iría mañana a China»,  dijo el papa en 2014 en el viaje de regreso de Corea del Sur.

Ningún pontífice ha viajado a China. Por primera vez y durante el regreso de Francisco de Seúl, las autoridades chinas concedieron a un vuelo papal el permiso para sobrevolar su territorio y hubo intercambio de telegramas.

No sucedió lo mismo en la ruta aérea de una visita similar realizada en 1989 por Juan Pablo II, que hubo de modificar porque Pekín no la aceptó.

Solo Pablo VI estuvo unas horas en Hong Kong en 1970, pero entonces era colonia británica.

En China existen entre 8 y 12 millones de católicos, según datos del Vaticano, divididos entre los pertenecientes a la iglesia oficial o «patriótica» y la clandestina o en comunión con Roma.