Lo que está sucediendo en Ucrania no puede ser analizado solamente con la importante categoría de Imperialismo aportada al marxismo revolucionario por Lenin hace 105 años.
El controvertido escritor fascista italiano Curzio Malaparte, escribió un sentido relato literario de sus experiencias en 1941 como corresponsal de la II guerra Mundial del ejercito italiano, estrecho aliado del ejército alemán, en la región que hoy es el Estado de Moldavia, con el nombre de “El Volga nace en Europa”, que fue publicado en Milán, dos años después, luego de haber burlado la hoguera ordenada por las autoridades nazi-fascistas gobernantes todavía en Italia. El libro también fue vetado en la España franquista entusiasta promotora de sus otros libros de guerra, debiendo ser publicado por primera vez en castellano en México, en 1955, con una excelente traducción anónima, donde en un largo prólogo de postguerra, en 1951, trata de seguir sosteniendo la idea de que la Rusia bolchevique era parte de Europa:
… Entre los muchos prejuicios burgueses sobre la Rusia comunista, el más ostentado es aquel que considera el bolchevismo como un fenómeno típicamente asiático. Esta explicación de la revolución bolchevique y de sus problemas, es muy fácil y cómoda porque se puede acoger sin peligro. El título de este libro “El Volga nace en Europa” (el título original que la censura fascista prohibió era otro como lo explicaré más adelante) quiere ser precisamente un reclamo a ese mezquino prejuicio. Ya en 1930 escribía yo que el rostro del bolchevismo no es como se cree un rostro de lineamientos asiáticos. Es un rostro de lineamientos europeos. La verdad es que el bolchevismo es un fenómeno típicamente europeo…esa verdad era recordada en 1941 cuando muchos se abandonaban a la fácil presunción de que la guerra alemana contra Rusia soviética era simplemente una guerra de Europa contra Asia. En 1941 la Europa Alemana combatía contra pueblos europeos, contra ideologías europeas, ya sea que combatiese contra Inglaterra y Estados Unidos, o que combatiese contra la Rusia soviética. Un día, escribía yo entonces, cuando el fragor de las armas se haya aplacado y se pueda juzgar serenamente, se verá que esta guerra contra la rusia soviética no está considerada como una lucha contra las hordas mongólicas de un nuevo Gengis Khan, sino como una de esas guerras sociales que siempre preceden y preparan un nuevo asentamiento político y social de los pueblos…. (subrayados por Malaparte) Págs IV y V. Prólogo, edición citada México. DF.1955.
Este es un pequeño, pero lúcido antecedente a considerar, ahora (80 años después) en la tercera década del Siglo XXI, en medio de una gran crisis capitalista más profunda que la de 1930, cuando en Ucrania somos testigos de otra ruptura violenta y extremadamente destructiva entre Europa “occidental” y Rusia “euroasiática”, y cuando, incluso desde la Izquierda “exquisita” europea ya bastante domesticada, se intenta reeditar el argumento denunciado por el mismísimo escritor fascista italiano.
La Rusia postsoviética que emergió después de la derrota y destrucción interna de la Unión Soviética para conformar un Estado capitalista integrado al sistema capitalista mundial, aquella que Alexander Dugin, el influyente politólogo nacionalista (me reafirmo: todo nacionalismo es burgués) denunció que Occidente quería convertir a su patria en un “país débil, obediente, dependiente y subordinado”. La misma que al decir de Carlos Taibo, el analista especializado en la relación Rusia-Ucrania, hizo el tránsito escarmentador en varias etapas, de una sumisión abyecta, humillante y casi masoquista al Occidente no sólo Europeo sino Noratlántico, hasta a un rechazo violento de venganza y separación definitiva, de búsqueda de un refugio para sus exportaciones en el continente asiático y de ruptura con todas las reglas preexistentes, forzando la aparición un nuevo marco de legalidad y legitimidad internacional como también (muy probable) una reconfiguración en su interior.
Lo cual ya no es posible explicar solamente con categorías de la Geo-estrategia (política de dominación de pueblos +geografía), ni de la Geo- economía (potencia económica + poderío militar), ni de la ciencia política en sentido estricto. Hay algo más en el fondo de este gran reto importante, el primero de consecuencias graves que sufre el actual Sistema Global del Imperialismo neoliberal, que desafía nuestra sorpresa.
Lo que está sucediendo en Ucrania no puede ser analizado solamente con la importante categoría de Imperialismo aportada al marxismo revolucionario por Lenin hace 105 años. Ha corrido mucha agua bajo los puentes.
El sistema capitalista mundial como Marx lo previó científicamente, aceleró su desarrollo vertiginoso hasta llegar a la completa Globalización neoliberal actual, comandado por lo que el científico social egipcio Samir Amin caracterizó en detalle, a mediados de la década de los 90 del siglo pasado, como la Troika del Imperialismo con sus diferentes subsistemas que lo conforman y con sus propias contradicciones; formada por EEUU como Hegemón global, más Europa con sus ampliaciones, y el Japón. Hay quienes NO reconocen esta categoría, lo cual no altera la realidad.
Echando mano a esta categoría, actualmente se podría hablar de: 1- Un macrosistema formado por las potencias imperialistas en rivalidad o pugna. En este caso, un ejemplo es la antigua idea Británica surgida después de la segunda guerra mundial de desindustrializar y convertir a Alemania en un país agrícola, que no pudo ser llevada a cabo por la oposición estadounidense y su plan Marshal; idea apoyada muy fuertemente en la actualidad por las potente multinacionales petroleras de EEUU y que ha regresado con el Brexit y con la pretensión de fracturar el eje Franco-Alemán con sus aliados cercanos, para impedir que Alemania siga beneficiando el acelerado desarrollo de sus Fuerzas Productivas, su técnica y tecnología de gran potencia (como hasta ahora lo ha venido haciendo) con el petróleo y el gas y las materias primas procedente de Rusia.
2-De un Mesosistema formado por potencias de mediano tamaño y mediana economía (que algunos analistas denominan sub imperialismos, que sirven los contradictorios intereses Macro (ejemplos: Turquía, Israel, Brasil, Pakistán, etc) y 3- Un Microsistema formado por lo demás: una mayoría de naciones, países y pueblos explotados oprimidos y subdesarrollados que paradójicamente han dejado de llamarse “periferia capitalista”, en contradicción general con el “centro” explotador y opresor que ha dejado de llamarse centro.
El punto de discusión es que la Rusia actual, catalogada como una potencia de mediano desarrollo capitalista con un importante desarrollo industrial militar y atómico, que si bien trató de formar parte del Macrosistema sin lograrlo y, aprovechando la crisis de Hegemonía como de civilización que lo corroe, así como el ascenso vertiginoso de la República Popular de China como potencia económico industrial y militar de primer orden, que proclama a través del Partido Comunista gobernante el Multilateralismo Democrático como forma de regir el nuevo orden Internacional; ha resuelto, como digo, desafiar completamente el Macrosistema, considerando su existencia futura amenazada como Estado plurinacional y como nación histórica. Pero no por esto se le puede llamar subimperialista, menos aún como imperialista, puesto que la Rusia actual no ha llegado a convertirse en el enemigo principal de los pueblos del Mundo, como si lo es y lo ha sido históricamente y hasta hoy, la Troika descrita por Amin. Al contrario, son muchos los pueblos oprimidos y bloqueados por esa Troika, que proclaman abiertamente su beneficiosa relación mutua con Rusia. En Nuestramérica están los testimonios de la heroica Cuba, de Venezuela, de Nicaragua, y Bolivia entre los más destacados.
En sentido riguroso, la llamada guerra en Ucrania no puede ser definida como una guerra de liberación del pueblo ucraniano invadido por una potencia extranjera, como sí lo fueron la guerra de Vietnam, de Kosovo, Afganistán, de Irak, de Siria, etc; puesto que hay multitud de ciudadanos ucranianos de habla ucraniana y de habla rusa, ambos habitantes de las Repúblicas Populares del Donbass, que a pesar de la total desinformación que sobre este asunto se ha hecho, luchan militarmente como Milicias Populares desde 2014 por su independencia del gobierno de Kiev, el que fuera tomado ilegalmente luego del golpe de Estado de Maidán propiciado por los batallones de Neonazis organizados y financiados por los servicios secretos de Occidente. Y, actualmente, hecho desconocido extrañamente por los analistas de izquierda, luchan hombro a hombro con los soldados rusos por limpiar sus territorios de mercenarios occidentales y batallones neonazis.
La guerra híbrida o de última generación que se está desarrollando en territorio ucraniano, dado su ensañamiento e intensidad, puede ser más bien catalogada como una guerra civil cualquiera, en la cual los países que intervienen directa, o indirectamente (a través de mercenarios y ayudas clandestinas de armas) buscan ganar sus intereses, y como toda guerra civil al finalizar, va a generar muchos cambios en el orden internacional: Económicos (ruptura de los lazos comerciales Ruso-Occidentales. Migraciones masivas y flujos incontrolables de la mercancía fuerza de trabajo, en abierta contradicción a los flujos de capital restringidos por la ruptura y el aparecimiento de 2 sistemas financieros planetarios SWIFT). Así como cambios políticos, culturales del Macrosistema con la realidad euroasiática. Posiblemente también, cambios de fronteras y reacomodos en Europa.
Una de las consecuencias políticas más importantes en los países del Macrosistema, será su deriva actual hacia el Nacionalismo de derecha y de centro izquierda o “progresismo verde” (reitero, con Hobsbawm, que el nacionalismo es creación de la burguesía en su ascenso histórico y que por definición, no hay ni puede haber un nacionalismo proletario). Sus avances post-ucranianos inmediatos ya se ven con el regreso de Trump en EEUU y el fortalecimiento del Brexit en el eje anglosajón. En Hungría, Francia, España, Suecia, etc, es decir Europa en general y hasta en el Japón; tendencia nacionalista que sin duda repercutirá en los otros subsistemas, como por ejemplo la profundización de la pugna nacional Indo-Pakistaní, de Brasil con sus vecinos, de Colombia contrainsurgente contra Venezuela y Nicaragua, y posiblemente también endurecerá el nacionalismo en la madre patria Rusa.
Así las cosas y sin que se me pueda llamar maoísta, más que la cita del poeta de la acción Mao Zedong, cuando para tranquilizar a sus camaradas descamisados en las cuevas de Yenan en plena guerra de liberación sarcásticamente les dijo: “camaradas; reina un gran caos bajo los cielos. La situación es excelente” (1), tal vez sea más pertinente o apropiado recordar aquella frase suya que escuché por primera vez en la Universidad Nacional hace 54 años siendo un primíparo y que tanto me ha seguido ayudando sobre todo en el ejercicio médico: “Buscar la verdad (si es que existe) a partir de los hechos”. La recomiendo.
Nota:
(1) https://rebelion.org/oriente-y-occidente-el-modo-de-produccion-asiatico-y-el-fantasma-de-eurasia/
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