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El zapatismo y Vía Campesina

Fuentes: La Jornada

Hay redes sociales alternativas que se tejen en silencio, con discreción. La trama (los hilos colocados verticalmente en un telar) y la urdimbre (conjunto de hilos dispuestos verticalmente) de la resistencia al neoliberalismo se cruzan con tenacidad y paciencia. La convergencia entre el zapatismo y Vía Campesina es una de esas redes. La reciente participación […]

Hay redes sociales alternativas que se tejen en silencio, con discreción. La trama (los hilos colocados verticalmente en un telar) y la urdimbre (conjunto de hilos dispuestos verticalmente) de la resistencia al neoliberalismo se cruzan con tenacidad y paciencia. La convergencia entre el zapatismo y Vía Campesina es una de esas redes.

La reciente participación de representantes de varias organizaciones integrantes de Vía Campesina en la mesa «Frente al despojo capitalista, defendamos la tierra y el territorio», organizada por la otra campaña y el Encuentro de los pueblos zapatistas con los pueblos del mundo, es apenas el último tramo de este tejido.

Se trata de una etapa inaugurada públicamente en marzo de este año, durante el inicio de las actividades de la segunda etapa de la otra campaña en San Cristóbal de las Casas, cuando Joao Pedro Stedile, dirigente del Movimiento de los Sin Tierra de Brasil, y Rafael Alegría, de la Campaña por la Reforma Agraria de Vía Campesina, enviaron mensajes videograbados al EZLN.

La historia, sin embargo, viene de atrás. En septiembre de 2003, en plena reunión de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Cancún, México, un grupo de agricultores coreanos, parte de Vía Campesina, cortó un trozo del grueso mecate que había tejido para derribar las rejas que separaban a los policías de los manifestantes que buscaban descarrilar el encuentro. Metieron la cuerda junto a una carta en un sobre de papel manila y escribieron el nombre del destinatario de su presente: subcomandante insurgente Marcos. Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Apenas un par de días antes, los zapatistas habían enviado a Vía Campesina unos mensajes grabados en video, de apoyo y solidaridad con su causa. Los saludos fueron recibidos con regocijo por los delegados del agrupamiento campesino internacional.

Los guiños mutuos tenían historia. En junio de 1999, en el centro de Seúl, la capital de Corea del Sur, integrantes de varias organizaciones, entre las que se encontraba la Liga de los Campesinos Coreanos, protestaron en contra de los organismos financieros multilaterales, realizando un performance. En él, se realizó una conversación imaginaria entre George Soros y Marcos, en la cual el líder rebelde le puso una revolcada retórica al maestro de la especulación.

Recientemente, en el marco de los trabajos del Foro Social Mundial, efectuado en Nairobi, Kenia, Vía Campesina lanzó a la palestra el capítulo africano de la Campaña Global por la Reforma Agraria. Allí, Diamantino Nhampossa, de Mozambique, representante de la UNAC (União Nacional de Camponeses) señaló: «Hace 500 años, el colonialismo tomó nuestras tierras. Desde la década de los 80, nuestras tierras están siendo tomadas por el Banco Mundial. En la actualidad, lo único que nos queda es movilizarnos y organizar campañas como ésta, para motivar a la gente a luchar por sus derechos». En la clausura del acto, un grupo de campesinos y campesinas de Africa recibieron semillas autóctonas de maíz maya, enviadas por los zapatistas mexicanos.

La convergencia entre Vía Campesina y el zapatismo tiene como telón de fondo el regreso de la reforma agraria en Asia, Africa y America Latina, o, más adecuadamente, de la intensificación de la resistencia campesina (e indígena) contra el despojo de sus tierras, territorios y recursos naturales.

Este moderno proceso de expoliación y resistencia tiene un trasfondo: la disputa entre dos modelos agrícolas distintos. De un lado, la agricultura industrial de monocultivo, de vocación exportadora, basada en el uso intensivo de agroquímicos y maquinaria, controlada por los grandes consorcios trasnacionales, sin campesinos. Del otro, la agricultura campesina diversificada, productora de alimentos sanos, rica en uso de mano de obra, defensora de la sustentabilidad y los recursos naturales.

Ambos modelos disputan tierra, agua y semillas. Para el primero, la tierra es una mercancía más que tiene que ser concentrada para alcanzar economías de escala, y que no necesariamente debe cuidarse, puesto que en muchas ocasiones es rentada. Para el segundo, en cambio, la tierra es el elemento vital para su trabajo y para los pueblos indígenas es la madre, la Pacha Mama, y no una mercancía para hacer negocio.

El cultivo de caña de azúcar, granos y palma en grandes desiertos verdes para fabricar etanol, hoy en boga, agravara aún más los problemas de sobrevivencia de la producción campesina y estimulará la concentración de la tierra.

Salvo en Venezuela y Bolivia, donde caminan con mucha dificultad reformas agrarias que siguen una vía distinta de las reformas agrarias de mercado impulsadas por el Banco Mundial, el asunto parece no preocuparle a los estados. Han pasado 28 años desde que, en 1979, se realizó la primera conferencia internacional sobre la reforma agraria. Hace 16 meses, la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) efectuó la segunda conferencia internacional sobre este asunto en Porto Alegre, Brasil. Sin embargo, a la reunión sólo enviaron delegaciones 80 de los 188 países invitados, y no participó en ella ningún jefe de Estado.

La convergencia entre Vía Campesina y el EZLN marcha al margen de las organizaciones rurales mexicanas que participan en la red internacional. En México son integrantes de la Vía: la UNORCA, ANEC, CIOAC, CODUC, CNPA, CCC y el Frente Democrático Campesino de Chihuahua. El zapatismo ha tenido fuertes conflictos con varias de ellas en Chiapas. A pesar de ello, integrantes de Vía Campesina de países como India, Corea del Sur, Tailandia o Brasil se encuentran en México para dialogar con los alzados y analizar qué pueden hacer en común y hacia dónde pueden marchar juntos. No hay, entre las organizaciones rurales del país, ninguna que pueda disputar el prestigio y la autoridad que los rebeldes mexicanos tienen entre los campesinos en lucha de todo el mundo.