La Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN) hizo este domingo un emotivo alegato contra los arsenales atómicos al recibir el Nobel de la Paz y, con el drama de Hiroshima de fondo, urgió a las grandes potencias a unirse al tratado de prohibición consensuado en la ONU. Esta organización que agrupa a 468 […]
La Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN) hizo este domingo un emotivo alegato contra los arsenales atómicos al recibir el Nobel de la Paz y, con el drama de Hiroshima de fondo, urgió a las grandes potencias a unirse al tratado de prohibición consensuado en la ONU. Esta organización que agrupa a 468 entidades y ONGs en 101 países estuvo representada por su directora ejecutiva, Beatrice Fihn, y la activista y superviviente de la bomba atómica lanzada en 1945 por Estados Unidos sobre Hiroshima (Japón) Setsuko Thurlow, que recogieron juntas el premio y pronunciaron un discurso a medias.
«Representamos la única elección racional, representamos a los que rehúsan aceptar las armas nucleares como un elemento del mundo, unir sus destinos a las líneas de un código de lanzamiento. La nuestra es la única realidad posible, la alternativa es impensable», dijo Fihn al recibir el premio en Oslo.
Fihn rechazó el efecto disuasorio de las potencias nucleares y sostuvo que su utilidad «real» es «provocar miedo y negar la libertad, atrayendo a más países a la carrera nuclear».
Frente a la «aceptación ciega» llamó a reclamar «la libertad de no vivir nuestras vidas como rehenes de una aniquilación inminente» y sostuvo que la ICAN es «la voz de la humanidad».
El alegato estuvo dirigido a que las potencias nucleares -entre ellas Estados Unidos, Reino Unido y Francia, que no enviaron a embajadores a la ceremonia en señal de protesta- acaben con la «amenaza» que suponen sus arsenales atómicos para la Humanidad y se unan al Tratado de Prohibición de Armas Nucleares, que 122 países aprobaron el pasado julio en la ONU.
«La historia de las armas nucleares tendrá un final, de nosotros depende cuál será. ¿Será su fin o el nuestro? Una de esas cosas pasará», afirmó Fihn, quien definió el tratado como «una luz en un tiempo oscuro».
Tras la parte más política y activista del discurso, fue el turno del dramático relato de Setsuko Thurlow, sobreviviente de la bomba atómica lanzada en 1945 por Estados Unidos a la japonesa Hiroshima, que definió las armas nucleares como «el mal máximo» y pidió poner fin de una «locura» intolerable.
«Quiero hacerles sentir la presencia de quienes murieron en Hiroshima y Nagasaki, quiero hacerles sentir una gran nube de un cuarto de millón de almas. Cada persona tenía un nombre, cada persona era amada por alguien. Asegurémonos de que sus muertes no fueron en vano», dijo Thurlow.
La japonesa de 85 años recordó el día del bombardeo, la sensación de «flotar» en el aire, el colapso de su escuela, los gritos de sus compañeros y su sobrino Eiji, de 4 años, convertido en «un trozo fundido de carne» que siguió pidiendo agua hasta morir.
«Mientras salía arrastrándome, las ruinas ardían. La mayoría de mis compañeros murieron quemados vivos. Vi a mi alrededor una devastación total, inimaginable», contó, en declaraciones citadas por la agencia de noticias EFE.
La imagen de ese día en su memoria fue contundente. Había «procesiones de figuras fantasmagóricas que se arrastraban. Gente herida grotescamente sangraba, quemada, ennegrecida, hinchada. Les faltaban partes del cuerpo, la carne y la piel colgaba de sus huesos, algunos tenían las órbitas de los ojos en las manos; otros, los estómagos abiertos y los intestinos colgando», recordó.
Y sostuvo que hay que desmontar el «mito» que las de Hiroshima y Nagasaki fueron «bombas buenas» que acabaron con una «guerra justa», sino que fueron parte de la «desastrosa» carrera armamentista nuclear.
Por su parte, la jurado del Nobel, Berit Reiss-Andersen, reconoció que el mensaje de ICAN es «que el mundo nunca será seguro mientras tengamos armas nucleares».
La firma del Tratado de Prohibición de Armas Nucleares fue el mayor logro de ICAN, que le permitió adjudicarse el galardón anunciado el 6 de octubre último.
El texto prohíbe la producción, posesión, utilización y el almacenamiento de armas nucleares, pese a la resistencia de las potencias nucleares y sus aliados.
«Este tratado tiene poderosos adversarios pero es más importante que nunca», dijo Reiss-Andersen y agregó que la ICAN «sirve a los intereses de la humanidad», informó la agencia de noticias DPA.
El premio, que se entrega en el aniversario de la muerte del creador de los galardones, Alfred Nobel, está dotado con nueve millones de coronas suecas, unos 1,05 millones de dólares.