Este 26 de enero (26-E) se celebró en distintos lugares del planeta una jornada de acción internacional contra la globalización neoliberal. Una iniciativa que respondía al llamado del Foro Social Mundial para realizar en 2008, no un foro social al uso, sino una jornada de acción descentralizada. En varios lugares del el Estado español, movimientos […]
Este 26 de enero (26-E) se celebró en distintos lugares del planeta una jornada de acción internacional contra la globalización neoliberal. Una iniciativa que respondía al llamado del Foro Social Mundial para realizar en 2008, no un foro social al uso, sino una jornada de acción descentralizada. En varios lugares del el Estado español, movimientos sociales de distinta índole se sumaron a esta propuesta. Pero a escala estatal, ¿qué ha significado este día de acción global? ¿A quiénes ha movilizado? ¿Qué ha aportado y qué poso puede dejar para el futuro?
En primer lugar, es necesario señalar que la dinámica organizativa de las iniciativas con motivo del 26-E ha sido muy dispar y sin ninguna articulación a nivel estatal, pero globalmente el balance de la jornada es positivo, más de lo que podía preverse. En algunos lugares el proceso preparatorio de cara al 26-E se ha prolongado durante más de medio año, como ha sido el caso de la organización del Foro Social Catalán, mientras que en otros sitios, la mayoría, el proceso preparatorio empezó mucho más tarde. Lo mismo ha sucedido en relación a las confluencias generadas. Mientras en algunos sitios la dinámica ha arrastrado y ha implicado a buena parte del tejido social local, nacional o regional, en otros la participación real de las organizaciones ha sido más limitada. Otro aspecto a tener en cuenta ha sido el tipo de actividades organizadas. En algunos lugares como en Madrid y Barcelona se han realizado un amplio abanico de acciones en el transcurso de varios días, como seminarios, manifestaciones, etc., mientras que en otros lugares las actividades han sido más bien simbólicas.
Lo conseguido
Esta disparidad de situaciones responde a varias causas, como por ejemplo la trayectoria previa local, nacional o regional en el impulso de marcos de trabajo amplios y unitarios; el cómo se ha producido o quién ha lanzado la propuesta de movilización en motivo del 26-E; o simplemente la coyuntura social y política en cada lugar y el estado de los movimientos sociales.
Lo que sin lugar a dudas ha conseguido el 26-E, allí donde se ha celebrado, ha sido reactivar espacios de trabajo más o menos unitarios, fomentar debates y discusiones entre distintos colectivos, instar a la movilización pública y en la calle, vincularse simbólicamente a una jornada internacional y obtener, con mayor o menor medida, un cierto eco mediático. De las distintas iniciativas realizadas el 26-E en el Estado español, cabe destacar el Foro Social Catalán y el Foro Social Mundial 2008 en Madrid, al ser aquellas que han movilizado a un mayor número de colectivos, han realizado más actividades y han tenido un mayor impacto tanto a nivel interno como externo.
El Foro Social Catalán empezó a fraguarse en junio de 2007 y llegó a sumar más de 200 colectivos de un amplio abanico sectorial y político (que abarcaba a casi todas las organizaciones relevantes, menos los sindicatos mayoritarios y la izquierda parlamentaria). El discurso y la práctica del Foro Social Catalán respondieron a una dinámica de trabajo horizontal, asamblearia y autogestionaria, y tuvieron un perfil militante y radical, siendo a la vez un altavoz de las resistencias y las luchas sociales como quedó patente en las más de 90 actividades realizadas y en la manifestación final, entre los días 25 y 27 de enero. Pero el Foro Social Catalán consiguió algo que hacía mucho tiempo no se veía: por un lado aglutinar a una amplia diversidad de colectivos en una iniciativa común y por el otro trascender al núcleo militante y organizador del evento. Así, se llegó a sumar a más de 5.000 participantes en los actos (seminarios, talleres, actividades culturales…) realizados en el edificio histórico de la Universidad de Barcelona y a más de 4.000 en la manifestación del día 27.
El Foro Social Mundial 2008 en Madrid, a pesar de haberse preparado con menos tiempo y con una menor dinámica unitaria previa, también ha sido un éxito que sobrepasa las expectativas iniciales, con casi 2.000 asistentes, y puede marcar un punto de inflexión en la dinámica de los movimientos sociales madrileños. En otros lugares del Estado español, también se han llevado a cabo actividades y se han constituido espacios que han sumado a un número considerablemente amplio de organizaciones como el Foro Social Gallego, encuentros de movimientos sociales en Asturias, actividades en Sevilla, Las Palmas de Gran Canaria, etc., aunque su resultado final e impacto ha sido variable, tanto en términos de capacidad para aglutinar sectores diversos como de visibilidad externa.
Reflujo
El 26-E llegó en un contexto de reflujo y fragmentación de las luchas después del período de auge del movimiento ‘antiglobalización’ y ‘antiguerra’ y de las grandes protestas contra las políticas del Partido Popular de principios del año 2000 hasta 2004. Ha habido algunas excepciones, como las campañas en favor de una vivienda digna y contra la especulación en el territorio, iniciativas dinámicas y enraizadas en lo local que sí han tenido un cierto eco social. Al mismo tiempo, es importante señalar que, a pesar de la dispersión de las resistencias y de la pérdida de su carácter de masas, en los últimos años se ha producido, ‘por debajo’ y a pequeña escala, un gran número de iniciativas sociales significativas, que pueden ser la base para un impulso posterior.
Los buenos resultados de las diferentes iniciativas del 26-E testimonian la necesidad y la voluntad por parte de las organizaciones y movimientos sociales de encontrarse y discutir, en un período de reflujo y de resistencia fragmentada. Ahora está por ver qué quedará de este 26-E y la continuidad que podrá darse a los espacios de trabajo surgidos a raíz de esta dinámica de movilización global como pueden ser la Asamblea de Movimientos Sociales del Foro Social Catalán o del Foro Social Mundial en Madrid, por poner dos ejemplos concretos. El reto es que puedan servir como marcos de formación de solidaridades y de articulación y confluencia de las luchas sociales, aunque muchas veces sean débiles o sólo de tipo simbólico.
Lo que sí podemos afirmar desde ya es que este 26-E ha servido, por lo menos en algunos lugares, para reactivar espacios de discusión, de intercambio y de debate entre varios movimientos y organizaciones sociales, a la vez que ha significado un cierto espaldarazo a la movilización unitaria, aunque en algunos sitios las actividades realizadas hayan sido de poco alcance. Los eventos han contribuido a acumular fuerzas a favorecer la articulación de las resistencias al neoliberalismo, y constituyen un paso más en el objetivo de ir iniciando una nueva fase de ascenso de la contestación social.
* Josep María Antentas y Esther Vivas. Coautores de «El futuro del Foro Social Mundial», Barcelona, Icaria, 2008