Traducido para Rebelión por Gorka Larrabeiti
Hace unos días en Lashkargah reinaba una calma irreal, insólita. Los lugareños decían que era la quietud que precede a la tormenta, y llevaban razón. Los talibanes, que tienen rodeada la capital de Helmand desde hace meses, están tan cerca que sus comunicaciones de radio interfieren con las de la ciudad. En la provincia son tan fuertes que han obligado a la compañía telefónica afgana, Roshan, a apagar los repetidores desde las seis de la tarde hasta el amanecer para evitar que les localicen los mandos de la OTAN, y así poder operar sin peligro. Son tan poderosos que han convencido a la población local para que no retiren los carnets electorales para la votación de agosto, so pena de degollarlos. Los pocos que saben que en agosto se vota han optado decididamente por la abstención.
Por lo demás, a nadie le interesa la política por estos lares: Kabul está lejos, y aquí, en Helmand, arrecia la guerra. De vez en cuando se concede un día de tregua, para luego volver a empezar peor que antes. La única señal de que algo iba a ocurrir fue que días atrás las tropas de ocupación lanzaron desde aviones muchísimas octavillas para informar a la población de la ofensiva inminente. Después de las octavillas, llegó el «Golpe de Espada» -así se llama la ofensiva de EEUU- que se abatió sobre Helmand con una fuerza que nadie podía prever.
Todo está listo para recibir a civiles heridos en el hospital de Emergency de Lashkargah. El martes por la noche llegó el primero: murió antes de que lo ingresaran. La previsión del personal es que llegarán pocos heridos. La gente del lugar dice que los marines han cerrado a cal y canto toda el área de las operaciones y que, por tanto, será difícil que las víctimas de la ofensiva consigan llegar hasta las ciudades más importantes.
Rahirmullah Yusufzai es un renombrado periodista pakisaní, uno de los mayores expertos mundiales de Afganistán y terrorismo islámico. Lleva cubriendo el conflicto afgano desde la guerra contra los soviéticos. Se hizo famoso por ser el último periodista que entrevistó a Osama Ben Laden antes del 11 de setiembre de 2001. «El Consejero para la Seguridad nacional de Obama, James Jones, sólo ayer dijo que la guerra no puede ser la solución del problema afgano», dice Yusufzai. «Acto seguido lanzaron una ofensiva militar sin precedentes. A mi entender, Obama quiere cambiar de estrategia efectivamente, para luego empezar a dialogar con los talibanes, pero desde una posición de fuerza y no de debilidad. Además, esta operación en Helmand hay que leerla relacionándola con las próximas elecciones de agosto: los talibanes controlan toda la provincia de Helmand excepto la capital Lashkargah, de modo que hoy por hoy sería imposible celebrar elecciones en dicha región, cosa que constituiría un daño de imagen tanto para el gobierno afgano como para las fuerzas de los Estados Unidos y la OTAN».
Sin embargo, esta no es la primera gran ofensiva a la que se enfrentan los talibanes, y a diferencia de los Estados Mayores de EEUU, los afganos están acostumbrados a resistir con las armas desde hace unos treinta años. «En cuanto empezaron las maniobras militares de los marines en Helmand, el portavoz talibán, Quari Yussuf Ahmadi, declaró que no están asustados en absoluto por las proporciones de esta ofensiva», confirma Yusufzai. «Los Estados Unidos tienen prisa para hacerse de nuevo con el control de Helmand antes de las elecciones, mientras que los talibanes están listos para combatir hasta la liberación de su país. Así pues, no entablarán batalla frontal con los marines, sino que se retirarán, les darán tiempo para que ocupen los distritos contendidos, y luego empezaran a atacarlos conforme a las técnicas de guerrilla más clásicas: emboscadas, atentados, etcétera. Hace tiempo un comandante talibán me dijo: ‘Los estadounidenses tienen reloj; nosotros tenemos tiempo'».
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