Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Aunque la gran historia de 2012 en el sudoeste de Asia es el psicodrama, cada vez más letal, entre EE.UU. e Irán, no hay una historia mayor en el sudeste asiático en el Año del Dragón que la apertura controlada de Myanmar.
Todos y sus vecinos, Oriente y Occidente, se han desplazado a Myanmar desde la visita de la secretaria de Estado Hillary Clinton en noviembre pasado. Es prácticamente imposible estos días reservar un vuelo o una habitación en un hotel.
Como Ashgabat en Turkmenistán y Astana en Kazajstán hace algunos años, la nueva capital Naypyidaw («la morada de los reyes») -construida de la nada con riqueza del gas natural a mitad de camino entre Rangún y Mandalay – surge como una nueva tierra prometida.
Al mismo tiempo, la Unión Europea (UE) ha cancelado la prohibición de viajes de altos funcionarios de Myanmar. La delegación de Myanmar estuvo prácticamente asediada en el reciente Foro Económico Mundial de Davos. Imaginad a filas de directores ejecutivos europeos a los que se hacía agua la boca mientras escuchaban al ministro adjunto de Transporte Ferroviario U Lwin diciendo: «Como Noruega y Suecia, tenemos acceso a dos mares y potencial pesquero».
Y hablamos de mucho pescado que freír: los mandarines globales del turbo-capitalismo en crisis se deshacen ante todo ese oro, gas, petróleo, madera de teca, jade, uranio, carbón, zinc, cobre, piedras preciosas, mucho potencial hidroeléctrico y -crucialmente- mano de obra barata, todo fácil de conseguir.
Tal vez no sea exactamente una carta de recomendación -considerando el ignominioso historial pasado- pero a pesar de todo el FMI, después de un viaje de una quincena, declaró que Myanmar es la «próxima frontera económica en Asia».
Y esto incluso antes de que EE.UU. y la UE cancelen todas sus sanciones, supuestamente dentro de los próximos meses, suponiendo que las elecciones parciales del 1 de abril -donde la estrella del espectáculo será La Dama, la icónica Aung San Suu Kyi- y su Liga Nacional por la Democracia (LND, por sus siglas en inglés), sean realmente libres y justas.
A largo plazo, Myanmar también tendrá que ser compatible con el libro de reglas de la Comunidad Económica de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), que entrará en pleno efecto en 2015. Myanmar se hará cargo de la presidencia de ASEAN en 2014.
Sin embargo, a pesar de todo el barullo por las «reformas económicas» del presidente Thein Sein y de la acostumbrada sospechosa retórica acompañante de «mercados inexplotados» y de «amplio interés de inversionistas extranjeros», se sigue tratando de una dictadora militar de línea ultra-dura.
Thein Sein, un antiguo primer ministro, es un ex general y miembro de la junta. Llegó a ser presidente hace menos de un año, después de elecciones falsas en noviembre de 2010 de las cuales fue excluida Suu Kyi.
¿Qué ofrece Myanmar a EE.UU.?
Siempre es esencial recordar que la elección general de 1990 fue ganada abrumadoramente por la NLD. La junta la ignoró a Suu Kyi y la mantuvo en arresto domiciliario al menos 14 de los últimos 20 años. No existen garantías de que la junta no decida volver a arrestar a Suu Kyi cuando nadie esté mirando.
La carrera increíble
Lo que es seguro es que el (remix de) The road to Mandalay (La sangre manda) será largo. Myanmar necesita urgentemente capital extranjero.
Comienza con una nueva ley de inversiones, pregonada por funcionarios de Myanmar como «la más atractiva en la región», que incluye una exención de impuestos durante ocho años si los proyectos son lucrativos para el país. La ley podría aprobarse a finales de este mes.
Luego viene la hercúlea tarea de reacondicionar completamente un sistema legal sumamente corrupto e incompetente, y de tratar por lo menos de contener la corrupción en todas las áreas de actividad. Según el Índice de Percepciones de Corrupción de Transparency International, Myanmar es solo menos corrupto que Corea del Norte y Somalia.
La infraestructura esta arruinada, desde la impredecible electricidad a las carreteras, ferrocarriles y puertos que se desmoronan. Myanmar no llegará a ninguna parte sin inversiones masivas en la infraestructura de transporte y energía.
En esta carrera contra el tiempo, Asia está por delante de Occidente. Thein Sein acaba de volver de Singapur, la máxima historia de éxito en el Este de Asia. La Ciudad León asesorará a Myanmar no solo en la reforma legal, bancaria y financiera sino también en comercio, turismo y planificación urbana.
Japón, por su parte, quiere un acuerdo bilateral de inversión lo más pronto posible. Y el primer ministro tailandés Yingluck Shinawatra también se reunió con Suu Kyi en diciembre. Los tailandeses se enorgullecen de ser ya uno de los principales socios comerciales de Myanmar, y quieren presentarse como líderes en la inversión y el centro clave para el comercio regional que involucra a Myanmar.
Y luego están los dos hipopótamos en el estanque dorado: China e India.
Viene «Ductistán»
Occidente considera a Myanmar usualmente como la encrucijada estratégica entre los miembros del BRICS China e India, y entre ellos y el resto del Sudeste Asiático. Para el grupo paranoico/conspirativo, es sobre todo un puente terrestre para que China domine el Océano Índico.
En lo que respecta al Pentágono, Myanmar es absolutamente esencial en la estrategia, recientemente anunciada por el presidente Obama, de «pivotar» de Medio Oriente al Este de Asia.
Por su parte, los artificiosos dirigentes de Myanmar comienzan ahora a destacar la máxima del anciano estadista de Singapur, Lee Kuan Yew, de que EE.UU. «debe ser un contrapeso» para China en el Sudeste Asiático. Es poco probable que Myanmar se convierta en una provincia china.
El escenario del Ductistán es fascinante. Ya se está construyendo un puente en Kyaukpyu, en el Estado Arakan, en la costa oeste de Myanmar, cerca de Bangladesh. Es el sitio de los inmensos yacimientos de gas de Shwe. El puerto se conectará mediante un conducto dual de petróleo y gas a Yunnan, la inmensa provincia del sudoeste de China.
Para China este nodo del Ductistán no podría ser más estratégico, porque soslaya un cuello de botella crucialmente problemático para Pekín: el Estrecho de Malaca. Y la mejor ruta al corazón de China desde el Océano Índico es vía Myanmar, no la vía de Pakistán o Bangladesh.
Pero como ha observado Zha Daojiong, profesor de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad de Pekín, no existe ninguna conspiración. En realidad, la primera alternativa de Myanmar para la entrega de petróleo y gas era India. Solo después de que India diera largas al asunto, «y el consorcio internacional de los explotadores de yacimientos de gas (que no incluye a los chinos) estaba perdiendo la paciencia, Myanmar se volvió a China como un punto de venta».
No hay manera de que Myanmar no sea central en la vasta y compleja estrategia energética de China. El gas de Yunnan ciertamente procederá de Myanmar. Pero el petróleo tendrá que llegar de Medio Oriente (sobre todo de Arabia Saudí y de Irán, los principales proveedores de China) y África (Angola y Sudán). Para que todas estas redes funcionen sin problemas, China necesita un Myanmar estable, relativamente próspero.
Y luego existe el puerto todavía mayor de Dawei, en la costa meridional. Este apunta a Tailandia, el resto del Sudeste Asiático y el sur de China. Para Pekín, es también una alternativa clave al Estrecho de Malaca; tendrá una Zona Económica Especial (SEZ) al estilo chino y un parque industrial desarrollado por una cooperación italiana-tailandesa. Otra SEZ establecida cerca de Rangún también beneficiará a China más Japón, Corea y Tailandia.
La Dama y los vagabundos
La junta militar, que se conocía por el acrónimo orwelliano SLORC (Consejo Estatal de Restauración de la Ley y el Orden) rebautizó al país como Myanmar en 1989. Myanmar es el término bamar del valle central del país. Sobra decir que las tribus étnicas de los montes del país -Karen, Shan, Kachin y otras- nunca estarán de acuerdo y se opusieron implacablemente. En la práctica, la junta, ahora «reformada», ha tratado a la absoluta mayoría de sus ciudadanos -incluso a los bamares- de un modo absolutamente espantoso.
A pesar de toda la palabrería oficial de un actual «proceso de paz», el concepto de sociedad civil en Myanmar sigue siendo virtualmente inexistente. Por lo tanto, ahora todo depende de la elección del 1 de abril y de cómo Suu Kyi y su partido puedan unir no solo a Myanma sino también a las tribus de los montes hacia un verdadero contrato social.
Es la esperanza compartida por todos los que han sido profundamente atraídos por la terrible belleza (recuerda a Yeats) del país y la gracia de su pueblo (incluido el autor; que al respecto, recomienda el libro de su amigo Peter Popham The Lady and the Peacock: The Life of Aung San Suu Kyi.)
Sin embargo, Myanmar es inmensamente más complejo que un simple guión de la bella (La Dama) y la bestia (la junta). Será necesario el activismo político de millones de personas para terminar con lo que ha sido una guerra civil de facto librada durante las últimas seis décadas; sobre todo una guerra de los militares de Myanmar contra la abrumadora mayoría de su propio pueblo.
Pepe Escobar es el corresponsal itinerante de Asia Times. Su último libro es Obama Does Globalistan (Nimble Books, 2009).
Una versión de este artículo apareció primero en TomDispatch.
Fuente: http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2012/02/201223141639797384.html
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