Mike Furlong, un alto funcionario del Pentágono, está acusado de dirigir una red privada de inteligencia para guiar ataques aéreos y asesinatos ordenados por Estados Unidos en Afganistán y Pakistán. El contrato fue posible gracias a la experiencia que Furlong obtuvo en una década haciendo propaganda para los militares en Bosnia-Herzegovina, Kosovo e Iraq. Oficialmente, […]
Mike Furlong, un alto funcionario del Pentágono, está acusado de dirigir una red privada de inteligencia para guiar ataques aéreos y asesinatos ordenados por Estados Unidos en Afganistán y Pakistán.
El contrato fue posible gracias a la experiencia que Furlong obtuvo en una década haciendo propaganda para los militares en Bosnia-Herzegovina, Kosovo e Iraq.
Oficialmente, Furlong trabajó en comunicaciones estratégicas para el general David Petraeus, jefe del Comando Central de Estados Unidos.
Pero, en realidad, dirigía el proyecto «Capstone», contratando a ex miembros de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y de las Fuerzas Especiales para recolectar inteligencia sobre «presuntos rebeldes y campamentos de insurgentes» que entregaba a altos funcionarios del Pentágono (Departamento de Defensa) y de la CIA con el fin de ejecutar «posibles acciones letales en Afganistán y Pakistán».
Furlong se valió de la Joint Improvised Explosive Device Defeat Organisation, un cuerpo de investigaciones del Pentágono para reducir la amenaza de explosivos en las carreteras, para obtener 24,6 millones de dólares a través de dos oscuras oficinas de contrataciones: el Grupo de Compromiso Cultural del Comando Central de Operaciones Especiales en el sureño estado de Florida, y la Oficina del Programa de Tecnología Contra el Narcoterrorismo en Dahlgren, en la oriental Virginia.
Con ese dinero contrató a la empresa International Media Ventures (IMV) e intentó subcontratar a otros individuos y empresas para operaciones de vigilancia en Asia meridional.
Una de las compañías que intentó subcontratar es AfPax Insider, un servicio de suscripciones de noticias dirigido por Robert Young Pelton, autor del libro «The World’s Most Dangerous Places» (Los lugares más peligrosos del mundo), y por Eason Jordan, ex jefe de noticias de la cadena CNN.
Cuando supo qué era lo que Furlong quería, Pelton optó por salir del programa, a fines de 2009, según dijo a IPS.
«Sospechamos de qué se trataba y protestamos. Nuestra postura ética nos costó millones», dijo. Pelton dijo a Furlong que los ataques con aviones no tripulados eran incompatibles con la «estrategia contrainsurgente vigente».
Para cuando Pelton comentó a IPS sus preocupaciones, Furlong ya había empleado a IMV en operaciones clandestinas.
En una nota que el diario The New York Times publicó el lunes 15, firmada por Mark Mazzetti y Dexter Filkins, se expuso la operación secreta de Furlong, luego de que la CIA presentó una denuncia formal ante el inspector general del Pentágono.
Según el diario, Furlong alardeaba ante algunos oficiales militares asegurando que «gracias a sus esfuerzos se pudo identificar y matar a un grupo de supuestos militantes que trasladaban misiles en mulas a través de la frontera» de Pakistán y Afganistán.
El principal de IMV es Dick Pack, quien dirigió operaciones especiales para una empresa que suministró 300 analistas de inteligencia para que actuaran como interrogadores del Pentágono en Iraq gracias a un contrato de 426,5 millones de dólares firmado en 2005.
Otra empresa subcontratada por Furlong fue American International Security Corporation (AISC), dirigida por Mike Taylor, un ex «boina verde» que luego se convirtió en investigador privado y fue acusado en 1995 de complicidad en tráfico de drogas.
La AISC empleó a Duane «Dewey» Clarridge, un ex alto oficial de la CIA que estuvo implicado en varios escándalos, como el esquema Irán-Contras, concebido para financiar a la derechista «contra» que, desde 1981 hasta 1990 combatió al gobierno sandinista de Nicaragua, con fondos obtenidos por la venta de armas de la CIA a Irán.
Clarridge tiene una larga y estrecha relación con Robert Gates, el actual secretario de Defensa. «Si tienes un trabajo duro, peligroso y crítico para la seguridad nacional, tu hombre es Dewey», afirma Gates en una cita de un libro escrito por Joseph E. Persico. «Pero asegúrate de conseguirle un buen abogado. Dewey no es fácil de controlar».
Furlong empezó la operación Capstone en 2008, cuando fue contratado como «planificador estratégico y consejero de integración tecnológica» en el comando de operaciones conjuntas de información bélica en la base área de Lackland, en el sureño estado de Texas.
Casi en forma simultánea, Pelton y Jordan habían arreglado un encuentro con el general David McKiernan, el oficial estadounidense de más alto rango en Afganistán, para ofrecerle un servicio de recolección de información sobre ese país y Afganistán. El Pentágono decidió considerar la oferta y les presentó a Furlong.
Este armó entonces un contrato con IMV para juntar al menos a seis empresas no relacionadas entre sí para respaldar esta propuesta, incluyendo a AfPax Insider. Todavía no se sabe si Furlong tenía autorización superior para efectuar espionaje que sirviera a ataques no tripulados, además de dedicarse a la recolección de información inocua e incluso a la propaganda.
Para algunos oficiales, su trabajo era bueno. En un informe de agosto de 2009, el general Stanley McChrystal, entonces comandante estadounidense en suelo afgano, sostuvo que «los contratos de Capstone… deben apoyarse pues mejoraran de manera significativa… las acciones de monitoreo y evaluación».
Pero Furlong parece que exageraba un poco sobre sus logros y llamaba a Taylor y Clarridge sus «Jason Bournes», el asesino personificado por Matt Damon en las películas de la «Supremacía Bourne».
También fanfarroneaba sobre presuntos logros que eran fracasos para otros. Por ejemplo, le dijo a Pelton que él había ayudado a liberar al periodista del New York Times, David Rohde –secuestrado durante siete meses por la milicia extremista Talibán–, enviando a un médico que drogó a los captores.
Según Pelton, este tipo de comentarios lo hicieron sospechar.
Pero la situación se agravó porque el periódico en efecto había contratado a Mike Taylor y a Duane «Dewey» Clarridge para que buscaran al reportero Rohde. El New York Times reconoció a IPS ese arreglo, pero insistió en que no tuvo ningún trato con Furlong.
En un comunicado emitido por The New York Times y dirigido a IPS, un miembro de su personal que pidió no revelar su identidad dijo que «el diario, Rohde y su familia no tuvieron contacto con Furlong. No habían oído hablar de él antes de que (los periodistas) Dexter Filkins y Mark Mazzetti empezaran a trabajar en su reportaje. Como Rohde afirmó, nadie lo ayudó a escapar».
Una fuente del Pentágono dijo poco después al diario The Washington Post que «no resulta evidente quién autorizó» la operación, pero su «potencial para el desastre» es obvio.
Ahora, el Pentágono asevera que Furlong está bajo investigación penal por sus actividades, luego de que el jefe de la CIA en Kabul envió un cable quejándose de sus operaciones encubiertas, lo mismo que hicieron sus propios jefes en el comando de operaciones conjuntas de información bélica.
Pratap Chatterjee es el jefe de edición de CorpWatch (http://www.corpwatch.org).
Primero de dos artículos producidos en colaboración con CorpWatch.