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Estados Unidos y la amenaza china

Fuentes: Observatorio de la política china

Estados Unidos se siente amenazado por el emerger de China. Este emerger se expresa a través de estrategias convergentes tales como el “Sueño Chino de Rejuvenecimiento Nacional” o “Hecho en China 2025”. La primera de dichas estrategias persigue una China prospera y poderosa, la expansión de la huella geopolítica del país y un cambio en su geografía estratégica.

La segunda, persigue transformar a la nación en el líder mundial en ciencia, tecnología e innovación. Al final de todo este proceso se encuentra una fecha clave: 2049. Ese año marcará el primer centenario de la fundación de la República Popular China y, en tanto tal, representa el momento en el cual el país deberá haber alcanzado la cúspide de la jerarquía mundial.

Si bien el desafío a su primacía constituye a razón de base de la reacción estadounidense y del surgimiento de una nueva Guerra Fría, es en el campo de la geopolítica donde la situación se torna más sensible. ¿En donde reside la amenaza geopolítica que China le plantea a Estados Unidos? Esta se sustenta en tres marcos perceptivos de la psiquis china y en tres escenarios geográficos de proyección.

Los marcos perceptivos serían los siguientes. Primero, China tiene una fijación con su pasado, lo que implica que mira al futuro con los lentes de su pasado glorioso. En tal sentido, moverse hacia adelante no significa otra cosa que moverse hacia atrás. Segundo, China mantiene una carga de resentimiento por las humillaciones sufridas en su momento de mayor debilidad. Ello alimenta un poderoso nacionalismo y un sentimiento de acreencia histórica aún impago. Tercero, el país tiene una óptica revisionista del orden internacional y, en particular, del status quo regional. Ello no sólo deriva de su aversión hacia un sistema que cobro forma cuando China era débil sino que contraviene su visión jerárquica del mundo. Como resultado de las tres consideraciones anteriores, el reemerger de China está llamado a sacudir las visiones geopolíticas convencionales y, por extensión, un orden dentro del cual Estados Unidos detenta el liderazgo.

Los escenarios geográficos referidos serían el Mar del Sur de China, las llamadas Primera y Segunda Cadena de Islas y los mares del mundo. Vayamos por orden. Primero, China reclama el 90% del Mar del Sur de China y de los recursos energéticos y pesqueros que el mismo contiene. Apelando a derechos históricos que argumenta mantener desde tiempos inmemoriales, China ha trazado sobre el mapa de dicho mar una línea de nueve guiones que abarca la casi totalidad del mismo. Ello no sólo le plantea diferendos con varios países de la región, sino que contraviene la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Más aún, desconoce la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia que ha dictaminado parcialmente sobre el tema.

Para darle dientes a su posición, China se ha abocado a la construcción de numerosas islas artificiales en el Mar del Sur de China. Tales islas han sido transformadas en fortalezas militares equipadas con radares avanzados, sofisticadas baterías de misiles y, en varios casos, modernos aviones de combate. Todo ello ha sido complementado por la construcción de una poderosa armada desplegada en la zona.

Segundo, China aspira a controlar las llamadas Primera y Segunda Cadena de Islas. Estas representan los dos mayores archipiélagos que separan a la costa continental del Este de Asia del Océano Pacífico. El deseo de Pekín sería cerrar este espacio a la presencia de la Armada de los Estados Unidos. La Segunda Cadena de Islas representaría una aspiración a más largo plazo y, en última instancia, cobraría forma por vía de una división del Océano Pacífico en espacios de control compartido entre China y Estados Unidos. A no dudarlo, dentro de la primera Cadena de Islas se da la presencia de diversos cuellos de botella susceptibles de bloquear el acceso de China hacia el Océano abierto. Sin embargo, cualquier búsqueda de seguridad absoluta por parte de China en relación a estos espacios, se traduciría en inseguridad absoluta para otros países de la región, tales como Japón o Filipinas.

Tercero, China se encuentra en proceso de desarrollar y desplegar una Armada de Aguas Azules, susceptible de disputar el monopolio del que disfruta Estados Unidos en los océanos del mundo. La aspiración de transformar a China en una gran potencia marítima conduce, a la vez, a la necesidad de asegurarse bases navales en diversos puntos del mundo. Comenzando por una primera base en Djibouti, en el llamado Cuerno de África, China se plantea expandirse hacia otros lugares. Se argumenta que la construcción de diversas infraestructuras portuarias en el Océano Índico tendrían como expectativa final su reconversión en bases navales chinas.

Los marcos perceptivos arraigados en la psiquis nacional de China convergen con las aspiraciones de proyección de ese país sobre un conjunto de espacios geográficos diversos. Ello se traduce en un reto geopolítico mayúsculo para el liderazgo que detenta Estados Unidos.

Alfredo Toro Hardy es escritor y diplomático venezolano

Fuente: https://politica-china.org/areas/politica-exterior/estados-unidos-y-la-amenaza-china