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Estonia pretende prohibir los símbolos soviéticos

Fuentes: Sovietskaya Rossia

Traducido del ruso para Rebelión por Josafat S. Comín

Bofetada a los libertadores

El jueves 30 de noviembre, el gobierno de Estonia presentó en el parlamento un proyecto de ley que prevé la responsabilidad penal por el uso de los símbolos (banderas, escudos, insignias) de «regímenes de ocupación» (Alemania nazi y URSS). La violación de la ley acarrearía una multa de 50 mil coronas (4200 $) o una condena de 3 años de cárcel.

A los supervivientes de las «SS», que ondean públicamente sus banderas, nadie les va a perseguir. Mientras, la bandera del país que venció en la Segunda guerra mundial, está a partir de ahora prohibida en Estonia. Los veteranos de guerra soviéticos no podrán en público lucir sus medallas. Tampoco podrá sonar el himno ruso en Estonia, puesto que la melodía es la misma que la del himno de la URSS.

El Ministerio de Exteriores ruso ha reaccionado sorprendentemente rápido y de forma decidida: «El gobierno de Estonia persiste en su sacrílega intentona de reescribir la historia, y equiparar los crímenes nazis con la hazaña del pueblo soviético, y su decisivo aporte en la liberación de Europa del fascismo, -declaró el representante del Ministerio de Exteriores de la Federación Rusa, M. Kamynin- Observamos con perplejidad, como la parte estonia en los últimos tiempos, persiste en su actitud, contraria a toda lógica, de avanzar en sus provocaciones, para complicar seriamente nuestras relaciones».

La pena es, sin embargo, que estas declaraciones de condena en Moscú, no vayan acompañadas de hechos concretos. Como de costumbre, el «partido del poder» se esconde entre los arbustos. El 15 de noviembre se debatía en la Duma el proyecto de declaración sobre «las manifestaciones neonazis y revanchistas en Estonia». El debate surgía a raíz del conflicto entorno al monumento a los soldados soviéticos en el centro de Tallin. Los proyectos de ley del primer ministro estonio Andrus Ansip «sobre la prohibición» de los monumentos y el desmantelamiento y traslado de los cementerios militares, se conocen popularmente como las leyes de la retirada del «soldado de bronce». Esos proyectos de ley incluyen todos los monumentos erigidos a nuestros soldados y todos los enterramientos militares, que podrían ser liquidados sin excepción.

«Rusia Unida» siguió el camino de costumbre: expresó su lamento dirigido a los países europeos, reclamando de sus parlamentos, así como de la PACE, la OSCE, la OTAN y demás enemigos de Rusia, una valoración expresa de la tolerancia y la vanagloria del fascismo en Estonia. La Duma hizo un llamado al gobierno y al presidente para que «adopten todas las medidas». La propia Duma declaró, que construiría sus relaciones con el parlamento de Estonia, dependiendo de su conducta futura.

Huelga decir, que ninguno de aquellos, a los que apelaba «Rusia Unida» se ha dado por aludido.

Ya estaban advertidos. En su intervención en dicha sesión parlamentaria, el diputado del PCFR Yuri Kvitsinsky, declaró que las leyes serían sin duda aprobadas. No cabe esperar variación alguna en la postura de los estonios.

Estas leyes son más ruines, si pensamos que en todos los países de Europa Oriental y Occidental, nuestros memoriales son preservados, vigilados y cuidados. Mientras los estonios se atreven a proponer su desmantelamiento.

No podemos seguir esperando. Mientras ellos mantengan su actitud, nosotros debemos actuar. Y habría que empezar, cuando menos por congelar las relaciones con el parlamento estonio. Eso será para ellos la primera señal. Si no atienden a razones, se debería prohibir la entrada a Rusia de representantes oficiales de Estonia, relacionados con la aprobación y cumplimiento de esa ley. Eso es lo que hacen la UE y los EE.UU. con los que actúan contrariamente a sus intereses.

No podemos seguir intentando convencerles para que entren en razón. Es una situación extraña: son ellos los que nos están dando todo el tiempo pisotones, y nosotros los que les explicamos que eso no está bien. Serían ellos los que debieran explicarnos que no está bien, que les pisemos; sería la situación natural.

El diputado del PCFR, S. Reshulsky, añadió: «nuestra propuesta es clara y concisa: paralizar nuestra relación con el parlamento estonio, mientras no sea resuelto este problema».

Y esta fue la respuesta de la diputada S. Smirnova de «Rusia Unida»:»nuestra postura sigue siendo la misma: hay que actuar gradualmente: podemos sin duda adoptar medidas enérgicas -prohibir la entrada, cesar la relación entre parlamentos, ¿Y luego qué? Si es lo que han decidido, es lo que harán. Démosles la oportunidad… Debemos hacerles ver que estamos preocupados por esta situación. Si acaban aprobando esas leyes entonces adoptaremos medidas drásticas. Pero pienso que el diálogo entre parlamentos debe existir».

Han pasado dos semanas. ¿Quién tenía razón? ¿Dónde están las «medidas drásticas»? No las hay ni las habrá. La postura del «partido del poder» viene determinada por su incapacidad manifiesta de actuar contra sus aliados de clase en Estonia, y por el hecho de que el gobierno (a pesar de los juramentos patrióticos, tan de moda en nuestros días) experimenta el mismo desprecio hacia nuestro pasado, que la élite de Estonia. Baste con recordar la supresión del aniversario de la Revolución de Octubre (7 de noviembre) como fiesta nacional.

Moscú tienes las palancas para hacer recapacitar a los mandatarios estonios. Me estoy refiriendo ante todo al posible desvío del oleoducto, de Estonia a los puertos de la región de Leningrado (construidos precisamente con ese fin).

El presupuesto estonio engorda sus arcas con el transito de nuestro petróleo. Desviar la ruta, afectaría sin embargo a los intereses de los barones petroleros en Rusia. Por eso «Rusia Unida» como representante político de la oligarquía tiene que hacer requiebros sobre este asunto: «Démosles una oportunidad…una señal»

En efecto, la señal fue recibida por el gobierno estonio el 15 de noviembre: se resume en que el gobierno ruso no adoptará ninguna medida seria en la defensa del prestigio de Rusia.

En Tallin hace tiempo que no se toman en serio las grandilocuentes declaraciones del Ministerio de Exteriores de Rusia.