El G7, grupo conformado por Alemania, Canadá, EEUU, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y la UE, emitió, al terminar la Cumbre de Hiroshima, una declaración contra el desarrollo económico de China, que le ilusionó de ser el conductor de la historia moderna, pero le convirtió en la mayor amenaza para la paz mundial, pues, en los problemas de Xinjiang, Tíbet y Taiwán, así como el mar de China Oriental y el mar de China Meridional, defiende los intereses de EEUU, incluida la acusación a China de que de manera unilateral intenta cambiar el statu quo de Taiwán.
También sus miembros la tildaron de ser la peor amenaza para la seguridad y la prosperidad globales y aprovecharon la reunión para discutir sobre cómo abordar colectivamente la coerción económica y el expansionismo militar chino, el mayor desafío para la seguridad y la prosperidad mundiales, por ser China cada vez más autoritaria en el interior y asertiva en el exterior.
Al no existir una amenaza real de Pekín, con esta retórica agresiva pretenden justificar la política de confrontación de Occidente hacia China. Tal vez, la razón que les impele a desvariar es que terminó la época cuando los miembros del G7 producían en conjunto, en el 2000, alrededor del 44% del PIB mundial y en la actualidad el PIB común de sus miembros es el 30% y solo disminuye.
En realidad, a nombre de la seguridad colectiva mundial, Estados Unidos maneja los asuntos políticos mediante alianzas estratégicas y usa la retórica de la amenaza china para someter a sus intereses hegemónicos a sus aliados del G7, para que no inviertan en China ni contribuyan a su desarrollo tecnológico, y emplea la globalización económica para evitar la creación de un mundo multipolar.
Hua Chunying, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, declaró que calificar a China de “la mayor amenaza para la seguridad y la prosperidad mundial” no engaña a nadie ni le lava el cerebro al mundo real y recalcó que actualmente China es el motor número uno de la economía mundial, pues contribuye al crecimiento económico del planeta más que todos los miembros del G7 juntos y es uno de los principales socios comerciales de más de 140 países. Y hace la pregunta: “¿Si China es una amenaza, qué son algunos miembros del G7 que libran guerras contra Estados soberanos, obligan a otros países a romper las cadenas de suministro, derrocan gobiernos legítimos y se retiran de tratados multilaterales?” Afirmó además que “las cifras preliminares muestran que entre el final de la Segunda Guerra Mundial y el 2001 hubo 248 conflictos armados en 153 regiones del mundo, de los cuales 201 fueron iniciados por Estados Unidos”.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de China instó al G7 a abandonar el camino de la confrontación y, en su lugar, le recomendó volver al “camino correcto de la cooperación. El G7 habla de avanzar hacia un mundo pacífico, estable y próspero, pero lo que hace es entorpecer la paz internacional, dañar la estabilidad regional y suprimir el desarrollo de otros países, acciones que no tienen credibilidad internacional”. Pero todo apunta a que la guerra fría que EEUU declaró a China se va a enfriar más todavía y se encamina hacia un enfrentamiento a nivel mundial.
Previamente, el Ministerio de Relaciones de China publicó un informe titulado “La hegemonía estadounidense y sus peligros”. El documento señala que Estados Unidos, al convertirse en el país más poderoso del mundo después de las guerras mundiales y la Guerra Fría, ha intentado configurar el sistema político mundial de acuerdo a sus propios valores y, en nombre de la promoción de la democracia y los derechos humanos, ha intervenido en los asuntos internos de otros estados, ha promovido la subversión, la infiltración y ha hecho deliberadamente las guerras. También, expone los riesgos que suponen para el mundo los abusos de Washington en los ámbitos político, militar, económico, financiero, tecnológico y cultural.
Según el documento, Washington utiliza su hegemonía financiera como un arma geopolítica para reprimir a los competidores económicos e interferir en el normal desarrollo de los negocios internacionales. Las estadísticas muestran que las sanciones ilegales estadounidenses contra entidades extranjeras se han incrementado en un 933% desde 2000 hasta 2021. Solo la Administración del Presidente Trump impuso más de 3.900 sanciones, lo que supone tres sanciones por día. En general, EEUU ha impuesto sanciones económicas a más de cuarenta países, entre ellos Cuba, China, Rusia, Corea del Norte, Irán y Venezuela, lo que afecta a la mitad de la población mundial.
El documento concluye: “Estados Unidos debe llevar a cabo una seria reevaluación de valores. Debe analizar críticamente lo que ha hecho, despojarse de su arrogancia y sus prejuicios y abandonar sus prácticas hegemónicas, prepotentes e intimidatorias”.
Wang Yiwei, director del Centro de Estudios de la Unión Europea y vicepresidente de la Academia del Pensamiento de Xi Jinping sobre el Socialismo con Características Chinas, sostiene: “EEUU está utilizando la teoría de la amenaza china como pretexto para desplegar armas nucleares en torno a las fronteras de China, al tiempo que afirma que las actividades de armamento nuclear de Pekín son supuestamente poco transparentes”, y según Alexéi Máslov, director del Instituto Asia-África de la Universidad Estatal de Moscú: “Cuando Biden, Sunak y los líderes del G7 dicen que no buscan la retirada de China, están diciendo que Pekín debe jugar según las reglas establecidas por la coalición occidental, por el mundo de Occidente. Y entonces no habrá desconexión. Se trata de un pensamiento poscolonial cuando parece que China se comporta supuestamente de forma diferente al mundo civilizado. Se trata de imponer a Pekín algún tipo de matriz de desarrollo, luego de lo cual se hablará con normalidad. Ambos pensadores consideran que la reacción de China a la cumbre del G7 ha sido dura y, al mismo tiempo, previsible, es que no acepta ni, mucho menos, se somete a las reglas que le dicta el bloque cerrado y estrecho, creado para defender los intereses de EEUU y sus aliados. Concluyen que si el objetivo del G7 fue profundizar la confrontación con China, lo ha conseguido.
El Presidente Putin sostuvo que el actual entorno internacional se caracteriza por una creciente inestabilidad, lo que se debe al deseo de los estados y alianzas individuales de preservar, mantener su dominio e imponer sus normas, ignorando por completo la soberanía, los intereses nacionales y las tradiciones de otros estados, lo que se acompaña de una injerencia sin contemplación en los asuntos internos de otros países y los intentos de aprovecharse unilateralmente de las crisis energética y alimentaria instigadas por varios países occidentales. Además señaló que la alternativa es consolidar la estabilidad mundial, mediante el establecimiento de un sistema de seguridad único e indivisible, lo que requiere del trabajo conjunto y meticuloso sobre los principios de respeto mutuo, asociación y confianza de todos los países.
El Presidente Putin no está solo, Suleyman Soylu, ministro de Interiores de Turquía, declaró que EEUU había librado una guerra en Siria, había convertido Afganistán en un campo de opio y en una fábrica de heroína, había sumido a Pakistán en la confusión y había dejado a Libia sumida en incesantes disturbios civiles. “Hace todo lo posible por robar y esclavizar a la población de cualquier país con recursos subterráneos”.
Resumiendo, Mauro Vieira, canciller de Brasil, dijo que el mundo se está alejando del G7, lo que abre la puerta para que puedan prosperar tanto el G20 como los BRICS. “Hoy es imposible hablar de cualquier cooperación o negociación internacional que no tome en cuenta a los BRICS y G20”.
Los BRICS podrían convertirse en el centro de un nuevo orden mundial más justo y equitativo, que dé estabilidad a las cadenas globales de producción y apoye los propósitos de los países del tercer mundo, como India, que hoy encabeza el G20.
Lo real del caso es que si bien es cierto que el G7 es aún poderoso, también es cierto que su participación en la producción mundial ha caído del 44% en el 2000 al 30% en el 2023 y también es cierto que en ese período China incrementó su participación del 7% al 19% y se ha convertido en la primera potencia económica del mundo.
Por otra parte, según el South China Morning Post, el yuan se convirtió en la moneda más utilizada para las transacciones transfronterizas en China, superando por primera vez al dólar. Esto, sumado al peso que tienen los BRICS, dificulta el acercamiento del G7 a naciones como Vietnam, Australia y Corea del Sur. “Los BRICS parecen estar en camino de convertirse en una agrupación mundial relevante. Claramente, lo que une a sus miembros es el deseo de no depender de los caprichos de EEUU y sus aliados cercanos, que han dominado el mundo durante los últimos dos siglos. ¿Cuánto tiempo, después de todo, puede el G7, continuar haciéndolo con el 10% de la población mundial?”, se pregunta el diario. La respuesta debe darla el lector de estas líneas.
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