Los países insulares de Pacífico sur están rodeados por el más grande de los océanos, pero varios problemas como la falta de agua dulce, de infraestructura adecuada y los efectos del cambio climático, dejan a las poblaciones locales sin suficiente agua para cubrir sus necesidades básicas. Laisene Nafatali vive en la aldea de Lotofaga, ubicada […]
Los países insulares de Pacífico sur están rodeados por el más grande de los océanos, pero varios problemas como la falta de agua dulce, de infraestructura adecuada y los efectos del cambio climático, dejan a las poblaciones locales sin suficiente agua para cubrir sus necesidades básicas.
Laisene Nafatali vive en la aldea de Lotofaga, ubicada en la costa sur de Upolu, la isla principal de Samoa, ubicada al noreste de Fiyi.
Como muchos de los 5.000 habitantes de esta isla, Nafatali depende del agua de lluvia y de la superficial para los quehaceres domésticos. Pero sin una fuente cercana para conseguirla, como un arroyo o cascada, y sin tanque para almacenar la de lluvia, le cuesta cubrir sus necesidades de saneamiento, cocina y bebida.
«Solo tenemos un balde (de poco menos de cuatro litros); si llueve toda la semana, la mayoría se pierde», dijo Nafatali a IPS. Además explicó que muchas personas no pueden recoger suficiente cantidad en recipientes tan pequeños.
«Tenemos un balde para guardar agua para el inodoro, pero no alcanza para toda la familia», remarcó.
El agua, el saneamiento y la gestión de los residuos son fundamentales para logar un desarrollo sostenible, y por eso concentran la atención de la Tercera Conferencia Internacional de Pequeños Estados Insulares en Desarrollo, que secelebra en Apia, la capital de Samoa, desde el lunes 1 al jueves 4.
La estación húmeda terminó en marzo, y ahora, en la estación seca, llueve solo entre dos y cuatro veces al mes.
«Si no llueve en toda la semana, pagamos un camión. Ponemos todos nuestros recipientes en él y vamos hasta donde hay familias con cañería y les pedimos un poco. Pero eso solo dura unos dos o tres días, luego tenemos que volver», relató.
Para lavar, Nafatali y los seis integrantes de su familia van a la playa, unos 30 minutos andando; cuando la marea es baja, cavan un pozo en la arena hasta encontrar agua.
La mayoría de los pobladores de Lotofaga son agricultores de subsistencia y no pueden ahorrar para comprarse un tanque de agua, que cuesta unos 2.700 tala (alrededor de 1.158 dólares). El poco dinero que tienen lo gastan en transporte para buscar suministros varios.
«En vez de ahorrar para sus hijos, para su educación, alimentación y vestimenta, gastan el dinero en agua», se lamentó Nafatali.
Almacenar la mayor cantidad posible de agua de lluvia es vital para garantizar la seguridad hídrica de largo plazo, donde 65 por ciento del suministro procede de aguas superficiales y 35 por ciento subterránea.
La Autoridad de Agua de Samoa, cuyos servicios llegan a 85 por ciento de la población, ofrece plantas de tratamiento para las fuentes existentes en las zonas rurales. Alrededor de 18 por ciento de la población rural, más de 32.000 personas en 54 aldeas, participan en programas hídricos independientes, que pertenecen y se administran a escala local.
Sulutumu Sasa Milo, presidente de la Asociación Independiente de Programas de Agua, señaló que si bien la infraestructura tiene unos 40 o 50 años y necesita mejoras, la iniciativa es vital para el sostén de muchas comunidades rurales.
La infraestructura de abastecimiento por gravedad incluye cañerías que llevan el agua desde la fuente, como un río o un arroyo, hacia las aldeas con tanques para almacenarla. Cada hogar se encarga luego de su propia conexión.
Un funcionario de la división de recursos hídricos del Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales en Apia, la capital de Samoa, dijo a IPS que el país recibe una buena cantidad de lluvias, unos 8.400 milímetros cúbicos al año.
El problema son las pequeñas y empinadas cuencas que tienen una limitada capacidad de captación, así como las presiones sobre los recursos hídricos por el creciente desarrollo y los cambios observados en los últimos cinco años en la estación húmeda.
Esta solía comenzar en octubre y extenderse unos seis meses, pero ahora tiende a comenzar antes y durar la mitad del tiempo, unos tres meses.
«La diferencia es que las lluvias se concentran en un periodo más corto y es más difícil de capturarla. En 2011, cayó 80 por ciento del promedio anual de precipitaciones en tres meses y la mayoría se perdió por la escorrentía», explicó el funcionario.
En Upolu está la capital y viven 70 por ciento de los 190.370 habitantes, lo que genera una enorme demanda de agua debido a la expansión del desarrollo urbano, las plantas hidroeléctricas, la agricultura y el turismo.
Un informe del Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales del año pasado remarcó el tema de los bosques en las cuencas, que ayudan a proteger la cantidad y la calidad del agua dulce, pero cuyos árboles fueron talados para hacer lugar a la agricultura y al desarrollo comercial y residencial de la isla.
Además, el impacto de desastres como el terremoto y el tsunami de 2009 y el ciclón Evan de 2012, degradaron las áreas de captación de agua y la infraestructura hídrica.
Con las sequías de 2011 y 2012, muchas aldeas, y en especial las de la costa sur de Upolu, quedaron sin agua porque se secaron los arroyos y las áreas de captación.
La seguridad hídrica varía entre las islas del océano Pacífico. Kiribati y Tuvalu no tienen cantidades significativas de agua dulce, en cambio Papúa Nueva Guinea recibe unos 801.000 milímetros cúbicos al año y en Samoa unos 1.328 milímetros cúbicos.
Los desafíos en materia de gestión en la región son la contaminación hídrica y conseguir los recursos económicos, técnicos y humanos para realizar grandes proyectos de infraestructura y extender el suministro a zonas alejadas y dispersas.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) señala que los recursos hídricos en Upolu están bajo estrés ecológico porque se pierde alrededor de 85 por ciento de la vegetación y por la contaminación que genera la basura.
Samoa está bien encaminada para cumplir tres de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio, pero es fundamental aumentar la capacidad de almacenamiento de agua y gestionar los riesgos ambientales para mejorar el acceso al agua potable, que, según se estima, llega a 40 por ciento de la población.
Seis de los 14 estados insulares del Foro de las Islas del Pacífico -Islas Cook, Fiyi, Niue, Palau, Tonga y Vanuatu- avanzan hacia el mejoramiento del acceso al agua potable y el saneamiento, considerados esenciales para obtener mejores resultados en materia de salud pública y desarrollo sostenible.
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2014/09/falta-agua-potable-en-el-sur-del-vasto-oceano-pacifico/
Editado por Kanya D’Almeida / Traducido por Verónica Firme