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Gaspar Ilom vuelve a morir

Fuentes: La Jornada

Rodrigo es el David de Miguel Angel, solía decir con amor y admiración Luis Cardoza y Aragón en un aforismo tan cargado de significados que inspiró una de los últimas y más extensas obras del corpus cardoziano: Miguel Angel Asturias: Casi novela (ediciones Era, México), centrada en la novela Hombres de maíz y su personaje, […]

Rodrigo es el David de Miguel Angel, solía decir con amor y admiración Luis Cardoza y Aragón en un aforismo tan cargado de significados que inspiró una de los últimas y más extensas obras del corpus cardoziano: Miguel Angel Asturias: Casi novela (ediciones Era, México), centrada en la novela Hombres de maíz y su personaje, Gaspar Ilom.

El rigor de Cardoza con Asturias resulta ilimitado, casi cruel. Había rivalidad, pero sobre todo desacuerdos esenciales. Sí, también respeto, reconocimiento incluso, pero no los suficientes para impedirle volverse mentor y aliado de Rodrigo Asturias, enfrentado con su célebre padre y el mundo que representaba.

Desde 1962, Rodrigo se involucró de por vida con la revolución guatemalteca. Eran los tiempos de la sangrienta dictadura del general Miguel Ydígoras. Metido en verdaderos problemas, el muchacho fue capturado ese mismo año junto con otros compañeros de aventura guerrillera. Estos fueron torturados y ejecutados, pero el joven Asturias salvó el pellejo gracias a su padre, «amigo» del tirano, y se exilió en México, donde se unió a la resistencia que radicaba en nuestro país desde 1954. De manera especial se encontró con el poeta Luis Cardoza y Aragón, no sólo el mayor escritor de Guatemala, sino también figura emblemática de la resistencia contra las sucesivas disctaduras que siguieron al golpe militar de la CIA y la United Fruit Company contra el gobierno de Jacobo Arbenz. Otro gran libro de Cardoza, Guatemala. Las líneas de su mano, da cuenta de los ámbitos en que se precipitó la tragedia de ese país vecino y hermano nuestro.

De manera elíptica, disgresiva y lírica, el ensayo de Cardoza sobre Hombres de maíz alude al drama del hijo enfrentado con su padre, a tal grado que, en cier- to modo, adoptaría a Luis Cardoza como segundo padre (o éste lo acogió como el hijo que no tuvo), lo cual agudizó la rivalidad y los celos que mediaban entre los dos autores mayores de Guatemala.

Para 1971, cuando Rodrigo retorna a su país y funda la Organización del Pueblo en Armas (ORPA), su padre ya es una de las estrellas de la por entonces muy de moda «literatura latinoamericana». El autor de El señor presidente era visto como precursor del dichoso boom. Cabe decir, en descargo de Miguel Angel Asturias, que se preocupaba literaria y humanísticamente por los pueblos mayas de su país, si bien desde el fatalismo que caracterizó al indigenismo de su época. Fue antimperialista, exiliado a ratos. Pero tibio, criollo, oportunista. Famoso.

Con malicia sobrecogedora, Rodrigo adopta como nom de guerre el del máximo héroe en la obra de su padre: Gaspar Ilom, líder maya de la rebelión que relata Asturias en Hombres de maíz, su mejor novela. Que el guerrillero se apropiara de ese nombre significó un homenaje y una bofetada filial.

Lo que siguió es la historia de otros 25 años (de 36 que fueron) de una guerra civil que nadie ganó, pero que perdieron los indios. Las organizaciones guerrilleras se vieron atrapadas en una espiral de kaibiles, paramilitares, guerra sucia, aldeas arrasadas y éxodo masivo que los arrojó a la violencia incontrolable, madre de todos los errores. La heroica lucha del pueblo guatemalteco también carga su fardo (tan leninista y en ocasiones estalinista, tan latinoamericano) de ejecuciones, purgas, secuestros, sacrificios mortales de la población civil.

En medio de todo eso, ORPA y el comandante Gaspar Ilom se portaron mejor que nadie, no se corrompieron, y transmitieron su legitimidad a la URNG (Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca) entre 1982 y 1996. Al llegar la paz por agotamiento de las partes, Rodrigo Asturias renace a la vida legal, no se rinde ni se vende, se mantiene como líder de la izquierda y llega a ser candidato presidencial en 2003 sin ceder en sus posiciones ni el sentido de su lucha.

Por su parte, Miguel Angel Asturias sería premio Nobel, embajador en Francia de los generales dictadores y gran caimán del boom. Traducido a decenas de lenguas, moriría en olor de santidad literaria.

Desde su casa en el barrio de San Francisco, en Coyoacán, Luis Cardoza y Aragón se la pasó poniendo los puntos y las comas, y también nombrado los sujetos y adjetivos de la resistencia. Medio en broma y medio en serio, sus amigos lo consideraban el «presidente» del exilio guatemalteco. A diferencia de los dos Asturias, y habiendo vivido muchos más años que ellos, Cardoza nunca regresó a su tierra.

Rodrigo, hijo de Miguel Angel y de Luis, murió este 15 de junio. No queda sino esperar que alguien que los haya conocido nos cuente esta historia extraordinaria de parricidio sublimado y revolución que ni Freud ni Marx se hubieran atrevido a soñar. Casi novela.