América Latina está efectuando un importante giro a la izquierda. A la victoria de Tabaré Vázquez en Uruguay y el triunfo de Chávez en las elecciones departamentales en Venezuela, se suman los éxitos anteriores de Lula en Brasil, Kirchner en Argentina y Torrijos en Panamá. El vuelco en Uruguay era de esperar en un país […]
América Latina está efectuando un importante giro a la izquierda. A la victoria de Tabaré Vázquez en Uruguay y el triunfo de Chávez en las elecciones departamentales en Venezuela, se suman los éxitos anteriores de Lula en Brasil, Kirchner en Argentina y Torrijos en Panamá.
El vuelco en Uruguay era de esperar en un país que cuenta con una cifra oficial de desempleo de un 14%, que en la realidad asciende a cerca de un 40%. Mal gobernado por un menguado descendiente de la estirpe infame de los Batlle, un polichinela acomodaticio dependiente de los gringos, Uruguay no estaba en condiciones de soportar más.
«La Suiza de América», «como el Uruguay no hay», la «única oficina convertida en república», eran algunos de los sobrenombres jocosos, lisonjeros o irónicos que durante años recibió aquél país. En la actualidad sus tres millones y medio de habitantes han sufrido innumerables quiebras bancarias, retirada masiva de inversiones y una deuda pública que asciende al 110 % del producto interno bruto.
La fundación del Frente Amplio, en 1971, pretendió poner un freno al reparto alternativo del poder que efectuaban blancos y colorados. Desde el golpe de estado de Bordaberry, en 1973, fue de mal en peor. El gobierno golpista asimiló alborozado las tesis del neoliberalismo empobrecedor. Sanguinetti pretendió una reforma imposible y Lacalle continuó la fiesta de las privatizaciones, para regalo de los ávidos tiburones del capital privado.
El triunfo del frente amplio concede una oportunidad a la coalición de socialistas, comunistas, democristianos liberales, socialdemócratas y ex guerrilleros tupamaros. En el recuerdo de todos: el general Liber Seregni que alzó la frente en los momentos más sombríos y le concedió un espacio a la esperanza.
En Venezuela la maniobra de la burguesía ha fracasado. Sus trampas electoreras, sus boletas falseadas, las firmas de fallecidos y las planillas imaginarias, toda esa papelería quimérica, esa estratagema grosera para deponer al Presidente legítimo de los venezolanos ha demostrado ser inútil. El pueblo se ha lanzado masivamente a las urnas para respaldar la constitución. Las elecciones municipales y regionales permitieron ayer una aplastante victoria del chavismo que gana 20 de las 22 gobernaciones
También se obtuvo la alcaldía mayor de Caracas con el triunfo del indispensable Juan Barreto. Hasta ahora la oposición controlaba ocho gobernaciones. En el estado de Miranda terminó el señorío de Enrique Mendoza, líder de la alianza opositora, la llamada Coordinadora Democrática, que se verá privado ahora de su principal base de poder, donde cometió iniquidades; será sustituido por el ex vicepresidente y ministro Diosdado Cabello.
¿Qué quiere decir este deslizamiento hacia la izquierda? La irritación del pueblo motivó los motines y saqueos a supermercados en Buenos Aires, Rosario, Córdoba y Mendoza con el grito de «¡queremos comer!» Por primera vez los niños registraban los botes de basura para poder paliar el hambre. Los argentinos se debatían entre el estrés, la depresión y el pánico. El que otrora fuese uno de los países más ricos del mundo, exportador de carne y trigo, se vio desvalido, mísero y arruinado, en espera de la misericordia del Fondo Monetario Internacional o del Banco Mundial, conducido a esta infortunada situación por haber seguido las recetas del neoliberalismo aplicadas por el bribón Carlos Menem.
Con Lula llegó al poder el primer presidente de extracción legítimamente obrera de Latinoamérica, un hombre de abajo, un hijo de la calle, un sencillo tornero metalúrgico. El Brasil que heredó Lula no es un oasis. Con sus 175 millones de habitantes es la décima potencia industrial del mundo y el quinto país en extensión territorial. Tiene 32 millones de sus habitantes en condiciones de extrema pobreza y se calcula que unos ocho millones de niños viven en la mayor pobreza, a la intemperie.
Kirchner en Argentina se niega a pagar la deuda externa al costo de la miseria de su pueblo, Lula busca paliar el hambre de los brasileños, Chávez está echando las bases de una sociedad más justa. A ellos se les une Tabaré Vázquez. Crece la autonomía y el pensamiento propio en nuestras naciones; se ha formado una opinión pública adversa al imperialismo. Los pueblos de América han dicho basta y han echado a andar.