En el actual modelo productivo y de consumo los recursos naturales se degradan y se acaban. Construir otro modelo que no agreda al medio ambiente ni a la gente implica utilizar los recursos no con la lógica de la ganancia sino para desarrollar la vida de todos los seres humanos.
Damián Ferrari: ¿Qué efectos produce el modelo productivo dominante en el uso de los recursos naturales?
Juan Vitta: La utilización de los recursos naturales, tal como se está llevando adelante en esta forma de capitalismo, tenemos que modificarla, hay que empezar a encontrar otra lógica. La lógica del capitalismo es utilizar los recursos, sean naturales o humanos, para maximizar sus ganancias; nosotros pretendemos encontrar una lógica que utilice los recursos naturales y humanos para maximizar la felicidad de la gente. Lo cual no quiere decir plantarnos en una posición «verde» o anti- productivista. La cuestión es diseñar un uso de los recursos naturales que no agreda al medio ni a la gente, a la que trabaja en relación a esos recursos ni a la que luego los va a utilizar. El punto es cómo no derrochamos, cómo usamos los recursos disponibles para sostener y posibilitar el mayor desarrollo de nuestra vida, y no en función de consumir cada vez más y luego tirar. Obviamente ésta es una tarea larga, porque tiene que ver con pautas culturales muy arraigadas. En todos nosotros está esto de «usar y tirar», entre otras cosas porque cada seis meses hay un modelo nuevo en cualquier cosa. Necesitamos construir una forma nueva de relación con los recursos que respete, por ejemplo, lo que pregonan los pueblos originarios desde hace más de 500 años en América, de que somos parte de un todo y si nos comemos las montañas y los ríos y el aire nosotros tampoco vamos a estar, o no van a estar nuestros hijos o nuestros nietos. El tema es que cada vez está más cerca -y no de los que van a ser nuestros nietos sino de nuestros hijos y de nosotros mismos- que el agua se acaba, el aire se acaba, la tierra se acaba. La pelea por construir un nuevo modelo no es sólo por una visión romántica de la naturaleza y el mundo, ni es sólo por querer plantear una alternativa al capitalismo tal cual lo conocemos, sino que hoy por hoy es una urgencia de vida. No podemos enterrar más lo que no es necesario, no podemos perder recursos para apropiarnos de algunos gramos de otro. Se muele una tonelada de piedra para sacar cinco gramos de oro en cualquiera de los emprendimientos mineros que hay en la Argentina; una tonelada de montaña, de modificación del paisaje, de los cursos de agua, de contaminación, para sacar cinco gramos de oro. Estas son cuestiones que tenemos que empezar a ver.
D. F.: ¿Cuál sería la alternativa?
J. V.: Tiene que haber un modelo productivo que de la misma manera que no se coma al hombre no se coma los recursos naturales que son vitales para la existencia de la vida del hombre. Al mismo tiempo ese modelo nuevo tiene que basarse en que el uso de los recursos produzca mayor bienestar a las comunidades de donde salen esos recursos. Hay inmensas producciones de diamantes en África pero la gente en África no lleva colgando diamantes de sus orejas; hay empresas en toda la cordillera argentina sacando oro, plata, cobre y otros minerales valiosos y mucha de nuestra gente está sin luz. Tenemos que ver cómo extraer esos recursos y cómo la riqueza que producen se distribuye entre los que somos propietarios de esos recursos. En la Argentina la inmensa mayoría no participamos de la divisas que dan la soja, el oro, ni el petróleo. Esta discusión tiene que entrar en la elaboración de un modelo productivo alternativo.
D. F .: En el conflicto de Gualeguaychú a veces aparecen enfrentados los ambientalistas y los trabajadores, ¿hay una contradicción entre cuidado del medio ambiente y sostenimiento de las fuentes de trabajo?
J. V.: Desde la CTA y el SUTEBA estamos trabajando en repensar y evitar esta falsa contradicción. En primer lugar tenemos que tener presente que hay otros lugares con decenas de pasteras adentro de la Argentina, porque si no el problema puede verse como una contradicción entre las que están adentro y las que están afuera. Además, el compañero que trabaja en una pastera y que tiene un salario a partir de esa empresa hoy contaminante, vive a cinco cuadras, o a diez; su hijo también se está contaminando para que él pueda tener trabajo. La contradicción no es de una vereda o de la otra, porque los ambientalistas en algo trabajan, también usan papel. Creemos que hay formas de que usemos papel en las escuelas sin destruir el río Uruguay, ni ningún otro río. Hoy hay tecnología para producir, en la escala que necesita una población de 7 mil millones de habitantes del planeta, sin matar a los 7 mil millones; el tema es que cuesta un poco más y reduce las ganancias de los empresarios. Por el otro lado está el tema de que enterramos diariamente miles de toneladas de papel que ya se descartó, cuando sería mucho más barato en energía, en árboles y en agua producir papel a partir del que tiramos y no con celulosa virgen.
D. F.: Esta forma de uso de los recursos no sería por una necesidad del hombre sino por una necesidad del sistema productivo.
J. V.: Efectivamente, en cualquier rama de la producción que pensemos los recursos están utilizados para seguir moviendo recursos, no para sostener la vida de los hombres. El boom sojero no es para darle de comer a los 7 mil millones de habitantes del planeta, es soja forrajera para darle de comer a chanchos que hagan rico jamón para la mesa de un par de ricos del planeta, mientras tanto el resto ni soja ni jamón. Pero además, con cada kilo de granos de soja que se exporta, dentro de esas semillas van 2300 litros de agua; el agua es algo que se acaba y se la llevan para afuera. Hoy vamos a producir maíz para darle de comer a los autos y a la gente que subsiste comiendo maíz le va a salir el triple. Que la gente se vaya a morir más fácilmente de hambre no importa mientras el uso de los recursos siga sosteniendo el movimiento del capitalismo.
D. F.: ¿Cómo se construye otro modelo distinto a éste?
J. V.: No hay forma de que haya un cambio cultural en el consumo, ni un modelo productivo distinto, ni otra forma de distribución de la riqueza, sin que asumamos la construcción de un poder tal que eso, todo junto, en algún momento y lugar histórico determinado, comience a funcionar. Será un proceso largo, con avances y retrocesos, porque estamos disputando poder contra lo más concentrado del capitalismo mundial. Los recursos se acaban. Este modelo es insostenible si lo pensamos para 7 mil millones; pero si sólo se van a beneficiar cien millones en el mundo quizá se sostiene unos centenares de años más. Si cada vez se concentra más en menos gente la posibilidad de consumo, es decir si son menos pero tienen la facultad para pagar muchísimo más caro, esto hace que el modelo se siga sosteniendo. Este modelo capitalista se hace sostenible en la medida que cada vez achica más las invitaciones a la mesa de los que comen. Por eso ésta es una disputa que no es ambientalista, ni verde, ni ecologista, es una disputa de poder. Una disputa por construir un modelo que sea viable, sostenible e inclusivo de la mayoría. Si los recursos que hay sólo se los quedan unos pocos, nos morimos todos. Si repensamos el modelo productivo y de consumo y construimos el poder necesario para que sea de esa manera y no de la que quieren unos pocos, hay vida para todos, en todo el planeta y por muchísimos años más.