El primer ministro Junichiro Koizumi volvió a detonar la controversia al conmemorar la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) en el santuario de Yasukuni, donde se rinden honores a militares acusados de crímenes de guerra en China y Corea del Sur. Koizumi aseguró luego que su visita al santuario en Tokio, la […]
El primer ministro Junichiro Koizumi volvió a detonar la controversia al conmemorar la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) en el santuario de Yasukuni, donde se rinden honores a militares acusados de crímenes de guerra en China y Corea del Sur.
Koizumi aseguró luego que su visita al santuario en Tokio, la primera realizada en su carácter de primer ministro, tuvo el objetivo de honrar a los difuntos y reafirmar el pacifismo de Japón, derrotado hace 61 años por los Aliados encabezado por Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética.
Catorce altos militares declarados criminales de guerra por un tribunal aliado son venerados en el santuario junto a otros 2,5 millones de fallecidos en combate.
«Ya se perdieron las esperanzas, incluso en China y en Corea del Sur, de que Koizumi deje de concurrir a Yasukuni», dijo a IPS el profesor Phil Deans, de la Universidad Temple de Tokio.
«La insistencia del primer ministro simboliza un nuevo Japón, más confiado y alejado de su vieja política de posguerra, basada en la diplomacia pacifista», sostuvo Deans.
El escenario en Yasukuni está diseñado para inflamar el orgullo nacional. Ahí fue donde juraban lealtad al emperador y al ejército imperial los soldados que se dirigían a varios frentes de combate abiertos por Japón en la región de Asia-Pacífico.
Los seguidores de Koizumi, muchos de ellos veteranos de uniforme, se apostaron en los senderos delineados con cerezos y linternas de piedra. Algunos llevaban la bandera del Sol Naciente, el emblema de Japón antes de 1945, que despierta amargos recuerdos en la población de otros países asiáticos devastados por el imperialismo japonés.
«Koizumi debió venir antes», dijo Mattaidi Katoh, un veterano de 94 años que peleó en China
Otro seguidor mucho más joven, Yoshiyuki Oishi, un bancario de 35 años, consideró que Japón ya había pedido suficientes disculpas y que ya era hora de que un líder presentara sus respetos a los soldados que pelearon en Asia para «proteger al país de la invasión estadounidense».
Oishi visita el santuario todos los años desde 2001 para honrar a su abuelo, quien peleó en China y fue tomado prisionero por el ejército soviético, que lo recluyó en Siberia.
Tales comentarios enfurecen a la población y los gobiernos de China y Corea del Sur. Esas actitudes de los japoneses de a pie se interpreta en esos países como evidencia de la intención de borrar, sin arrepentimientos ni disculpas, un pasado de crueldad.
«Japón debe revisar su historia honestamente y ganarse la confianza de sus vecinos si pretende desempeñar un papel responsable y contribuir con la paz y la prosperidad en la región», advirtió en una declaración el Ministerio de Relaciones Exteriores de Corea del Sur.
Expertos consideran que la declaración de Corea del Sur toca un punto delicado: la brecha que la percepción del pasado se ahonda entre Japón de sus vecinos de Asia-Pacífico.
«Koizumi, quien no vivió las privaciones de los tiempos de guerra, representa el sentir de los japoneses de su generación», dijo Koichi Nakano, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Sophia
«A diferencia de los viejos políticos conservadores que se pusieron del lado de Estados Unidos y apoyaron una constitución pacifista, el primer ministro representa a quienes consideran que Japón ya se disculpó con creces por su política colonial y brindó suficientes compensaciones a las víctimas, por lo que llegó el momento de seguir adelante», explicó.
En esta ocasión, Koizumi no tuvo argumentos como para declarar «personal» su visita a Yasukuni, y la hizo en carácter de jefe de gobierno.
El primer ministro suele desestimar el descontento de sus vecinos con sus visitas al santuario aludiendo a «interferencias» y «falta de comprensión», lo cual se vincula con su aspiración de fundar un nuevo Japón, más confiado, con mayor peso internacional.
Desde su consagración como primer ministro en 2001, Koizumi visita todos los años el santuario. Eso origina invariablemente protestas de sus vecinos. Pero ésta es la primera vez que concurre en carácter de primer ministro y en el aniversario de la rendición, lo cual le suma simbolismo al acontecimiento.
El profesor Anno Tadashi, de la Universidad de Sophia, quien se describe a sí mismo como «nacionalista progresista» y es seguidor de Koizumi, defiende al primer ministro con el argumento de que Yasukuni no se «puede racionalizar totalmente» y forma parte de la «mitología».
En un contexto más amplio, la visita pretende redefinir una identidad nacional propia, que incluya el pacto de seguridad que tiene con Estados Unidos, señaló
Pero otros analistas consideran que esa postura complica la armonía regional en perjuicio de este país.
China ya expresó su rotunda oposición a la posibilidad de que Japón se convierta en un miembro permanente del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, dada la falta de arrepentimiento por las atrocidades cometidas en la Segunda Guerra Mundial.
Con el fin del mandato de Koizumi el mes que viene, la clave para salir o profundizar la crisis la tiene el actual jefe de gabinete, Shinzo Abe, quien probablemente le suceda.
Abe, un joven conservador que no anunció si visitará Yasukuni en caso de ser elegido primer ministro, pidió este martes «comprensión» a China y Corea del Sur.
En cambio, otros candidatos optaron por distanciarse del santuario.
El ministro de Relaciones Exteriores, Taro Aso, señaló que le gustaría ver a Yasukuni convertido en un monumento laico, mientras que el ministro de Finanzas, Sadakazu Tanigaki, prometió no visitar el sitio si resultaba elegido primer ministro.
La opinión pública parece dividida respecto del rol que debe cumplir el santuario.
Una encuesta publicada la semana pasada por el diario Yomiuri Shimbun, reveló que 50 por ciento de los entrevistados se oponen a que el futuro primer ministro visite Yasukuni. Apenas 40 por ciento estuvieron a favor.
Yasukuni es considerado como un punto de concentración para quienes se oponen a la presencia continua de las bases militares estadounidenses en Japón.
«No queremos que haya más bases de Estados Unidos en Japón por los problemas que causan a la población local», enfatizó Oishi. «Necesitamos empezar de nuevo, con un líder que logre transformar a Japón en un país con un ejército capaz de defenderlo de China y Corea del Norte.»
Sitio de Yasukuni, en japonés e inglés (http://www.yasukuni.or.jp/english/)