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Huelga de silencio: la callada muestra de poder de la ciudadanía en Myanmar

Fuentes: The Irrawaddy
Traducido para Rebelión por Cristina Alonso

No hay nada ni nadie con el poder suficiente para silenciar a toda una nación. O eso creíamos. En una verdadera muestra del poder del pueblo, la ciudadanía de Myanmar ha demostrado que sí tiene la capacidad.

Desde primeras horas de la mañana de hoy, 10 de diciembre de 2021, tanto en las ciudades grandes de Rangún y Mandalay como en los pequeños pueblos y aldeas de las zonas más remotas, el país entero se ha transformado en una nación «fantasma».

El viernes es, normalmente, uno de los días de la semana más ajetreados para las empresas, oficinas públicas y bancos.

Pero hoy no ha sido un viernes cualquiera. Myanmar, con su población de 55 millones de habitantes, ha permanecido hoy en una especie de «hibernación» política. Estar en sus casas casi toda la jornada ha sido realmente, para la ciudadanía, una decisión política. Su único objetivo: demostrar su rechazo al gobierno militar.

Ha sido en verdad asombroso ser testigo de la unidad y fuerza de las gentes de Myanmar en la lucha contra la dictadura militar y contra la imposición, durante los últimos diez meses, de las inhumanas medidas de represión ejecutadas por las fuerzas del general golpista, Min Aung Hlaing.

Desde el golpe de estado del 1 de febrero, la ciudadanía ha demostrado su valor y creatividad en innumerables actos de resistencia contra el despiadado régimen. La gente ha utilizado el poder del silencio, el poder del ruido (golpeando ollas y sartenes), el poder de las protestas callejeras, el poder de los movimientos de masas, el poder de la desobediencia civil y el poder de la lucha de guerrillas. Unos meses antes del golpe, ya se había demostrado el poder del voto, cuando la ciudadanía tuvo la última oportunidad de votar en las elecciones generales de noviembre de 2020.

Su único motivo para ejercer estos poderes es el rechazo al régimen militar, con el objetivo de poner fin al papel de los militares en la política birmana, poder que se ha arraigado durante las últimas cinco décadas. El pueblo continuará mostrando su rechazo mientras los militares sigan ejerciendo control ilegítimo de un poder que desafía la voluntad ciudadana.

Todos los métodos de resistencia mencionados han sido utilizados por personas de distintas generaciones y profesiones.

Los generales gobernantes utilizan poderes muy diferentes: el poder de robar los votos de la ciudadanía, el poder de matar a personas desarmadas, el poder de embestir, con camiones del ejército, a gente manifestándose pacíficamente, el poder de arrestar a personas de forma arbitraria, el poder que nace de la mentira, el poder de la desvergüenza, el poder de hacer la vista gorda a todas las verdades, el poder de la astucia, el poder de desafiar la voluntad del pueblo. En esencia, el poder del mal.

Como jefe militar y líder golpista, Min Aung Hlaing es el máximo responsable de todos estos poderes oscuros y de todas las crueldades llevadas a cabo. Él es el epítome del mal en sus múltiples formas. Se manifiesta en su régimen, allí donde sus fuerzas ejercen el poder para gobernar el país.

Pero el poder transmitido en la «huelga silenciosa» de hoy debe haber provocado escalofríos en Min Aung Hlaing y sus generales, a pesar de tanta crueldad.

Esta es una batalla sin cuartel entre el poder de la gente y el poder del demonio. En otras palabras, entre el bien y el mal.

Veremos qué poder tiene más fuerza al final.

Naing Khit es comentarista de asuntos políticos

Fuente original en inglés: https://www.irrawaddy.com/opinion/commentary/silent-strike-a-quiet-display-of-power-from-myanmars-people.html