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Indonesia está lejos de cerrar la brecha entre ricos y pobres

Fuentes: IPS

Todas las tardes, Wahyu instala su carrito junto a una transitada calle en el centro de esta capital indonesia para venderles bollos dulces a los transeúntes. En un buen mes, este vendedor ambulante puede ganar el equivalente a unos 62 dólares. Del otro lado de la calle donde Wahyu vende sus dulces se encuentra uno […]

Todas las tardes, Wahyu instala su carrito junto a una transitada calle en el centro de esta capital indonesia para venderles bollos dulces a los transeúntes. En un buen mes, este vendedor ambulante puede ganar el equivalente a unos 62 dólares.

Del otro lado de la calle donde Wahyu vende sus dulces se encuentra uno de los numerosos centros comerciales que abundan en Yakarta y que venden productos de marcas de gran lujo, como Louis Vuitton, Chanel y Gucci.

A pesar de la cercanía, es improbable que Wahyu llegue a poner un pie dentro del centro comercial, ni que hablar de comprar algo.

La brecha entre ricos y pobres en Indonesia, donde viven 253 millones de personas, se profundizó en los últimos años. La Agencia Central de Estadísticas señaló que en el país el índice Gini, que mide el nivel de equidad en la distribución de la riqueza en una escala de 0 a 1, empeoró de 0,36 en 2012 a 0,41 en 2014.

Algunos están haciendo fortunas en este país del sudeste asiático, el cuarto más poblado del mundo, pero millones viven en la indigencia.

Se calcula que 28 millones de personas viven por debajo del umbral de la pobreza, y que la mitad de los hogares se encuentran en el entorno o por debajo del mismo, fijado en 24,4 dólares por mes, según el Banco Mundial.

Cuando el presidente Joko Widodo asumió la jefatura del gobierno en octubre se comprometió a minimizar la desigualdad de ingresos.

Al mismo tiempo, el presidente, conocido como Jokowi, enfatizó que buscará impulsar la inversión, lo que hizo temer a algunos sindicatos por las consecuencias que una inversión extranjera sin controles pueda tener sobre la mano de obra vulnerable.

«Estamos de acuerdo con el plan del gobierno para invitar a los inversores, ya que necesitamos la inversión para el crecimiento económico del país. Lo apoyamos», expresó Said Iqbal, presidente de la Confederación Sindical de Indonesia (KSPI).

«Pero también hace falta que el gobierno adopte un enfoque de bienestar para asegurarse de que nuestros trabajadores de bajos ingresos estén protegidos», puntualizó en diálogo con IPS.

El salario mínimo promedio equivale a 115 dólares, según datos de la Agencia Central de Estadísticas.

Cada provincia o distrito fija su propio salario mínimo, según la cantidad necesaria para que los trabajadores tengan un nivel de vida digno. Ese monto asciende a 206 dólares al mes en Yakarta, una cifra que no refleja el costo creciente de las necesidades básicas, según los sindicatos.

«Tailandia tiene un salario mínimo equivalente a 3,2 millones de rupias (244 dólares), Filipinas… a 3,6 millones de rupias (274 dólares) y Malasia a más de tres millones de rupias (228 dólares)», explicó Iqbal, quien se manifestó el primero de mayo, junto a miles de trabajadores en Yakarta, para exigir sueldos más altos.

«Nosotros nos reunimos con Jokowi y apoyamos su visión. Pero no hemos visto acción alguna. Necesitamos que ponga políticas en práctica. Hace falta que suban los salarios para reflejar el aumento del precio del petróleo y los bienes de consumo», sostuvo.

Como señaló un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en enero de este año, 33,6 por ciento de la mano de obra de tiempo completo recibe un salario bajo en Indonesia.

Los sueldos bajos en algunas economías emergentes pueden indicar que la fuerza laboral está por ascender a un nivel de ingresos más elevado, pero «para muchos trabajadores indonesios el empleo mal remunerado tiende a ser la norma, más que un trampolín», concluyó la OIT.

El informe también encontró que 45,9 por ciento de los asalariados recibían «sueldos por debajo del salario mínimo permitido por la ley en agosto de 2014».

Sharan Burrow, secretaria general de la Confederación Sindical Internacional (CSI), dijo a IPS que Indonesia no hace lo suficiente para remediar la desigualdad del país o su creciente economía informal, dos cosas que, a su entender, generan riesgos económicos y sociales.

«Los sindicatos aquí luchan desde hace muchos años contra la cultura de los salarios bajos… todavía no es un salario con el que la gente pueda vivir dignamente», manifestó Burrow, quien se encontraba en Yakarta para la conmemoración del Primero de Mayo.

«Del mismo modo, la protección social todavía no es lo suficientemente profunda y no es universal», añadió.

Según el Banco Mundial, el crecimiento del empleo fue más lento que el demográfico, mientras que «los servicios públicos siguen siendo insuficientes para niveles de ingresos medios».

Los indicadores sanitarios y de infraestructura también son mediocres, y el país está lejos de cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), el plan de reducción de la pobreza adoptado por la Organización de las Naciones Unidas que vencerá a fines de este año.

Por ejemplo, en Indonesia hay tasas de 25 muertes de menores de un año y de 190 muertes maternas por cada 100.000 nacidos vivos, según datos del Banco Mundial.

Mientras tanto, solo 68 por ciento de la población tiene acceso a instalaciones mejoradas de saneamiento, muy por debajo de la meta de 86 por ciento que fijaban los ODM.

Cerca de 153,2 millones de personas, o 62 por ciento de la población, viven en zonas rurales sin fácil acceso a las instituciones médicas, educativas o financieras. Los expertos recomiendan que el país diseñe políticas urgentes que permitan una distribución más equitativa de la riqueza entre su gente.

Algunos analistas dicen que los salarios bajos actúan como un imán para la inversión, pero otros discrepan con esa opinión.

«La comunidad empresarial es consciente de que los sueldos bajos ya no son tan atractivos», según Keith Loveard, analista de riesgo de la empresa consultora Concord Consulting. La creciente inequidad de la última década hizo que el 50 por ciento más pobre de la población avanzara muy poco, aseguró.

El gobierno podría remediar la situación al deshacer las trabas burocráticas en diversos sectores.

«Los costos logísticos de Indonesia representan más de una cuarta parte de los costos de producción, y la única forma en que las empresas pueden lidiar con eso es exprimiendo a los trabajadores. Así que, siendo realistas, hasta que se reduzcan los costos logísticos con una mejor infraestructura y se minimice la burocracia, es muy difícil hacer negocios en áreas como la manufactura, que crean muchos empleos», observó.

Organizaciones como el Banco Mundial, que calculan que Indonesia tiene una de las tasas de crecimiento más rápido de la desigualdad de ingresos en la región del sudeste asiático, advierten que a menos que se apliquen programas de protección social para los más pobres y se invierta en infraestructura para mejorar su capacidad productiva , el país perderá cohesión social y política en los años venideros.

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2015/05/indonesia-esta-lejos-de-cerrar-la-brecha-entre-ricos-y-pobres/

Editado por Kanya D’Almeida / Traducido por Álvaro Queiruga