El acoso a Irán se inició hace algunos años, orquestado por Washington y Tel Aviv. Se ha agregado la Unión Europea. Aunque la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) ha expresado en documentos oficiales que Irán -Estado signatario del Tratado de No Proliferación (TNP)- respeta los términos de dicho tratado, la campaña de desinformación trata […]
El acoso a Irán se inició hace algunos años, orquestado por Washington y Tel Aviv. Se ha agregado la Unión Europea. Aunque la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) ha expresado en documentos oficiales que Irán -Estado signatario del Tratado de No Proliferación (TNP)- respeta los términos de dicho tratado, la campaña de desinformación trata de trastocar los roles y presentar al agredido -Irán- como el agresor.
De los países dotados de armas atómicas, uno ya las utilizó en el pasado contra la población civil japonesa, en Hiroshima y Nagasaki. Otro como Israel, ni siquiera se ha dignado firmar el TNP y dispone de armamento atómico. Están también aquellos que se premunieron de estas armas en el curso de los años 50 y 60 -Rusia, Gran Bretaña, Francia, China- además de India y Paquistán, que desde hace algunos años han ingresado a este selecto grupo. Sabido es que Nueva Delhi contó con ayuda técnológica norteamericana para llevar a cabo su proyecto nuclear.
Esta campaña internacional busca «ablandar» a la opinión pública, preparándola para la «ineluctabilidad» de un ataque preventivo contra Teherán, sometido a chantajes y presiones y que fue incluido por George W. Bush en el eje del mal. A esta campaña han adherido complacientes algunos gobiernos europeos.
El profesor y diplomático Seyed Mohammad Tabatabaei, de la Universidad de Teherán, es autor de un artículo sobre la política nuclear iraní que echa por tierra muchos asertos a priori y prejuicios. En París accedió a responde las preguntas de Punto Final. Antes de iniciar la conversación, Seyed Mohammad expresó su pesar y solidaridad «por la tragedia que ha sufrido el pueblo chileno el 27 de febrero. Nuestro gobierno ha enviado sus condolencias a Santiago. Irán también ha sufrido en varias oportunidades los embates de la naturaleza. En el año 2003 un terremoto dio muerte a 28 mil personas«.
¿Por qué Irán prosigue un programa de enriquecimiento de uranio y quiere tener la tecnología nuclear necesaria para ello?
«Porque sabemos que dentro de algunas décadas estaremos confrontados a un problema energético. Las energías fósiles -petróleo y gas- se acabarán, y tenemos que buscar fuentes de energía alternativas. La energía nuclear es una, pero no la única. Están también la energía eólica, hidráulica, geotérmica y solar. Consideramos -como muchos países que nos lo reprochan, Francia por ejemplo, que cubre el 80 por ciento de sus necesidades de energía gracias a la energía nuclear- como una alternativa la utilización de la energía proveniente de la fisión del átomo. La energía nuclear es casi inextinguible y no produce emanaciones, tipo efecto invernadero».
Pero su mal manejo puede producir efectos desastrosos, como los accidentes en algunas centrales nucleares.
«Aunque no consideramos la energía nuclear como la única solución, creemos que ante la crisis energética que se avecina no podremos solucionar nuestros problemas energéticos sin darnos los medios de producir energía proveniente de la fisión o fusión nuclear. Se trata de desarrollar la tecnología nuclear civil, no sólo permitida sino que alentada por la Agencia Internacional de Energía Nuclear. El artículo 4º del TNP recomienda su utilización. La Academia Francesa de Medicina declaró en 1999 que la energía nuclear era una de las fuentes de energía que tenían menos impacto sobre la salud o el medioambiente. Por cierto, el ‘riesgo o el impacto cero’ no existe en materia de producción de energía».
La energía nuclear en el mundo
Según la AIEA, más de treinta países han desarrollado esta fuente de energía, y en la actualidad existen 440 reactores nucleares que producen el 20 por ciento de la electricidad mundial. En EE.UU. el 20 por ciento de su electricidad proviene de la energía nuclear. Al igual que las potencias mundiales, Irán querría garantizar su desarrollo económico e industrial, imposible sin disponer de la energía adecuada. Y la demanda interna de energía ha aumentado en el curso de los últimos años de 8 a 10 por ciento. El consumo de energía eléctrica en Irán es de 38.000 megawatts por año, cuya fuente es el petróleo en un 94 por ciento. Se prevé que en los próximos años dicho consumo pase a 80.000 megawatts por año, que no puede ser asegurado con los recursos naturales con que cuenta el país. Es entonces una necesidad vital contar con la energía nuclear para satisfacer las necesidades crecientes que se avizoran.
De los 4 millones de barriles de petróleo producidos por día, 2,6 son exportados. El consumo interno no cesa de crecer y representa el 40% de la producción, lo que disminuye el ingreso por concepto de exportación. «Si el consumo interno sigue aumentando, ¡dentro de diez años tendremos que importar petróleo!», afirma Seyed Mohammad. Lo mismo ocurre con el gas. Ello explica la necesidad de Irán de producir energía mediante reactores nucleares y disminuir el consumo de energía proveniente del petróleo y del gas.
El programa nuclear iraní existe desde hace 50 años. En la época del sha Reza Pahlevi, contó con la ayuda de EE.UU. y la Universidad de Teherán compró un pequeño reactor de 5 MW. «Desde 1974 -explica Seyed Mohammad- la actividad de investigación conoció un gran auge. Pero para hacer funcionar un reactor se necesita combustible. Nos dirigimos a países africanos como Nigeria y Gabón, pero éstos, presionados por Francia, no quisieron suministrarnos uranio. Francia quería mantener el control exclusivo sobre el uranio».
Junto a otros países europeos (España, Italia, Bélgica), creó una empresa -Eurodif- para el enriquecimiento del uranio 235. En 1974 el sha de Irán visitó Francia y concluyó un acuerdo por 5 mil millones de dólares para que le fuera suministrado uranio enriquecido. Además, compró cinco reactores de 1.000 MW e Irán decidió participar en el capital de Eurodif. Los reactores fueron comprados a la empresa francesa Framatome y a la alemana KraftWerm Union (KWU). Dichos reactores deberían haber comenzado a funcionar en 1981. El programa nuclear iraní del sha Reza Pahlevi contemplaba la instalación y funcionamiento de 21 reactores nucleares.
¿El triunfo de la revolución islámica, en 1979, hizo cambiar de actitud a los principales socios de Irán en el campo nuclear?
«En primer lugar, hay que señalar que al interior de la revolución surgieron voces que denunciaban el costo de dicho programa y veían en él un símbolo de dependencia del extranjero. Pero desde 1982 el gobierno decidió continuar la construcción de la central de Busher. La empresa KWU, de Siemens, rehusó participar pretextando la prohibición del gobierno de Alemania. Igual cosa han hecho los otros países bajo presión de Washington. Por esta razón nos dirigimos a Rusia y China. Firmamos un contrato con la empresa rusa Atomostroiexport y obtuvimos combustible en 2008».
Si los rusos le suministraron uranio enriquecido a Irán, ¿por qué Irán quiere producirlo?
«Porque si está controlado por otro país, existe, en primer lugar, el asunto del precio excesivo o de un retraso o ruptura del suministro, y la dependencia frente a un proveedor extranjero. Necesitamos disponer soberanamente del ciclo de combustible enriquecido. Participamos durante los años 80 en el CAS (Comité de Seguro y Aprovisionamiento), por la aplicación del artículo 4º del TNP ; es decir, en la ayuda para la utilización de la energía nuclear con fines pacíficos. Luego en Ginebra, en 1987, lo hicimos bajo la égida de la ONU.
Tenemos un pequeño reactor en la Universidad de Teherán desde los años 60, pero desde 1979 EE.UU. ha impedido que nos llegue el combustible, a pesar de que ya lo hemos pagado. El contrato con Eurodif nos habría permitido recibir 300 toneladas de uranio enriquecido a 3 por ciento. Para la fabricación de una bomba atómica el uranio debe ser enriquecido a 80 o a 90 por ciento. Pero incluso a 3 por ciento nunca nos fue suministrado. Tenemos entonces que apoyarnos en nuestra propia capacidad para enriquecerlo, lo que hacemos desde 2001 en la central de Natanz, respetando las leyes internacionales, el estatuto de la AIEA, el TNP y el Protocolo Adicional».
Irán defiende sus derechos
¿Qué opción ha adoptado Irán para hacer valer sus derechos?
«Siempre hemos adoptado la vía de la cooperación y la paz. Es decir, la diplomacia. Sabemos que existe también la vía estratégica, es decir el conflicto y la guerra. Irán utiliza únicamente la vía diplomática.
Estados Unidos e Israel han lanzado una campaña colosal diciendo que Irán desvia su producción hacia objetivos militares. Es como prohibir a alguien conducir un automóvil porque podría transformarse algún día en… ¡conductor de tanques! Hasta el año 2008 nos plegamos a todas las demandas de la AIEA, a pesar del riesgo considerable para nuestra seguridad nacional. Hasta ese año, se realizaron más de 2.400 personas/horas de inspección en 145 puntos escogidos por los inspectores de la AIEA. Eran inspecciones intempestivas y con instalación de cámaras conectadas directamente con la sede de la AIEA en Viena.
La Asamblea iraní debe ratificar el Protocolo Adicional, aunque la mitad de los miembros del TNP no lo ha hecho. De 139 Estados, 117 no lo han aplicado. ¿Qué vamos a hacer? Desde 2003 entablamos conversaciones con París, Berlín y Londres. Firmamos el acuerdo de Saadabad (Teherán) y el de París, en noviembre de 2004. Aceptamos congelar voluntariamente el enriquecimiento de uranio. Los europeos debían proporcionarnos apoyo político y tecnológico, en contrapartida. Pero no fue así».
¿En ese momento se produjo la transfe-rencia del caso iraní al Consejo de Seguridad de la ONU?
» Sí, a ctúan de manera concertada. Los estadounidenses según la doctrina del containment (contención) y los europeos según la doctrina del engagement (compromiso). Persiguen impedir que Irán acceda a la tecnología nuclear. En realidad, se trata de ‘contener a Irán por medio de compromisos’. Comprendimos que tanto los europeos como EE.UU. e Israel querían lo mismo. Decidimos entonces reiniciar el enriquecimiento de uranio a inicios de 2006, bajo control de la AIEA, luego de veinte meses de voluntaria suspensión. Pretextando el reinicio del enriquecimiento de uranio, acusaron a Irán ante el Consejo de Seguridad. Pero a pesar de las presiones de EE.UU., la UE e Israel, la AIEA presidida por Mohammed al Baradei señaló que ‘no se ha constatado ninguna desviación de las actividades iraníes hacia la fabricación de la bomba’. Incluso la AIEA ha criticado a Washington por las presiones que ejerce».
En EE.UU. han surgido voces que discrepan de la línea oficial…
«En 2006, la Comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes emitió un informe acusando a Irán de enriquecer uranio con fines militares. La AIEA contestó que estaba enriquecido sólo al 3,6%. Francia también se unió a los inquisidores en 2007. Baradei respondió: ‘Quiero sacar de la cabeza de la gente que Irán significa una amenaza y que debemos plantearnos el problema de bombardearlo o dejar que fabrique la bomba. No estamos ante dicha situación. Los detractores del programa iraní deberían abstenerse de exagerar o deformar la realidad’. Y el informe de la Inteligencia Nacional, que agrupa a dieciséis agencias de inteligencia norteamericanas, refuta la idea de amenaza iraní. Hemos continuado defendiéndonos por la vía diplomática. La energía nuclear es nuestro derecho inalienable. Hemos propuesto aplicar el Protocolo Adicional si el Consejo de Seguridad desiste de ocuparse de este asunto y lo repone en manos de la AIEA. No queremos negociar fuera del marco de la AIEA».
No a las armas atómicas
Irán afirma que no quiere ni necesita armas atómicas. La estrategia nuclear de las grandes potencias -Estados Unidos y Rusia- reposa sobre la idea de disuasión, es decir la idea que un ataque nuclear tendría obligatoriamente una respuesta al menos equivalente. Después de los acuerdos Salt, entre Washington y Moscú, apareció el concepto de «suficiencia nuclear razonable» y los acuerdos Start, obligaron a las grandes potencias a la disminución de sus arsenales atómicos. Seyed Mohammad explica que la eventual posesión de mediocres bombas por parte de Irán, no ofrecería a su país ninguna posibilidad de disuasión atómica ni frente a EE.UU., ni frente a Israel. «Sería estúpido que Irán pensara en un segundo ataque para disuadir un primer ataque de sus enemigos. Por el contrario, la posesión del arma nuclear lo pondría en una situación de inseguridad manifiesta. Por ello abogamos en las instancias internacionales por un Medio Oriente sin armas de destrucción masiva, comprendidas las armas atómicas».
Más adelante Seyed Mohammad explica: «Por otra parte el Islam nos prohibe tener armas de destrucción masiva. No buscamos dotarnos de ella, nos lo impide el Islam».
La energía nuclear civil aparece como un recurso y un derecho no negociable para Irán y una campaña de demonización trata de presentarla como una amenaza para la paz. «La campaña de EE.UU. y del Estado sionista fracasará. La AIEA debe apoyar a los países en desarrollo que quieran dotarse de energía nuclear. Nuestros esfuerzos siempre han sido apoyados por los 117 países del Movimiento de los No Alineados».
(Publicado en «Punto Final», edición Nº 706, 2 de abril, 2010)