I. El ya largo conflicto que mantiene Irán con las grandes potencias, autodenominadas «comunidad internacional», acerca del desarrollo por aquél de su industria nuclear, tuvo una nueva expresión con las sanciones aprobadas el 9 de junio por el Consejo de Seguridad, más severas que las anteriores, con el voto favorable de 12 Estados, entre ellos […]
I. El ya largo conflicto que mantiene Irán con las grandes potencias, autodenominadas «comunidad internacional», acerca del desarrollo por aquél de su industria nuclear, tuvo una nueva expresión con las sanciones aprobadas el 9 de junio por el Consejo de Seguridad, más severas que las anteriores, con el voto favorable de 12 Estados, entre ellos los cinco miembros permanentes, el voto en contra de Brasil y de Turquía y la abstención del Líbano.
Nos interesa destacar el párrafo 37 de dicha resolución: Afirma que examinará las acciones del Irán a la luz del informe mencionado en el párrafo 36, que deberá presentarse en un plazo de 90 días, y que: a) suspenderá la aplicación de las medidas siempre que el Irán suspenda todas las actividades relacionadas con el enriquecimiento y el reprocesamiento, incluidas las de investigación y desarrollo…
Es decir que el Consejo de Seguridad -dictadura mundial de las grandes potencias y violador sistemático del derecho internacional (ver Argenpress del 11/6/2010)- pretende que Irán suspenda toda actividad en el dominio nuclear. Contra lo que establece expresamente el artículo IV del Tratado de No Proliferación Nuclear:
Nada de lo dispuesto en este Tratado se interpretará en el sentido de afectar el derecho inalienable de todas las Partes en el Tratado de desarrollar la investigación, la producción y la utilización de la energía nuclear con fines pacíficos sin discriminación y de conformidad con los artículos I y II de este Tratado.
Esta nueva tanda de sanciones contra Irán es, entre otras cosas, la respuesta de las grandes potencias al acuerdo alcanzado días antes entre Brasil y Turquía por un lado e Irán por el otro.
En la declaración de Teherán, firmada el 17 de mayo con Brasil y Turquía, Irán aceptó canjear en territorio turco 1200 kilos de uranio débilmente enriquecido a cambio de 120 kilos de combustible enriquecido al 20% para alimentar su reactor de investigaciones médicas.
Fue un paso importante para desactivar el conflicto, fundado en la acusación de que Irán enriquece uranio a un nivel suficiente como para fabricar la bomba atómica.
Las primeras reacciones fueron favorables a la iniciativa que tomaron, con independencia de las grandes potencias, Brasil y Turquía. Incluso un portavoz de Catherine Ashton, jefa de la diplomacia de la Unión Europea, declaró que dicho acuerdo » puede constituir un paso en la buena dirección » si se confirman todos los detalles, » aunque no responde a todas las inquietudes». También voceros de la República China (que luego votó las sanciones) declararon que el acuerdo tripartito podía evitar nuevas sanciones contra Irán.
Pero en seguida se puso en marcha la aplanadora mediático-política y de presiones sobre otros Estados de Big Brother (USA) y los medios anunciaron que «las grandes potencias recibieron con gran escepticismo la iniciativa entre los tres países, por estimar que las autoridades iraníes sólo buscaban ganar tiempo».
Todavía el 7 de junio, en su discurso inaugural ante la Junta de Gobernadores de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), el Director General de la misma, señor Yukiya Amano, recordó a las grandes potencias que esperaba una respuesta acerca del acuerdo entre Brasil, Turquía e Irán.
La respuesta, dos días después, consistió en que el Consejo de Seguridad votó el proyecto de nuevas sanciones contra Irán presentado por Estados Unidos.
II. La alimentación en combustible de las centrales nucleares requiere la realización del llamado ciclo del combustible, una de cuyas etapas es el enriquecimiento del uranio. Muchos países poseedores de centrales nucleares no proceden al enriquecimiento, sino que compran el uranio enriquecido en el extranjero a un reducido número de países que lo producen: EEUU, Francia, Rusia, Reino Unido, Japón y Holanda. Ello tiene un costo elevado y crea una dependencia en materia energética.
El combustible nuclear sirve para otros usos: en investigación científica, como energía propulsora, en aplicaciones terapéuticas de sus derivados, y por cierto, para la fabricación de armas nucleares, aunque para esto último se requiere un uranio mucho más enriquecido.
Por ejemplo Brasil, que posee la sexta reserva de uranio en el mundo, cuenta para la generación de energía eléctrica con dos centrales nucleares pero debe enviar el uranio al exterior para su enriquecimiento, a fin de que sirva como combustible en dichas centrales.
Pero Brasil ha desarrollado una tecnología propia para enriquecer el uranio y ha decidido utilizarla, sin necesidad de recurrir a empresas extranjeras, a fin de evitarse el consiguiente gasto y adquirir autonomía en ese terreno.
La AIEA, organismo intergubernamental encargado, entre otras cosas, de las inspecciones de las instalaciones nucleares para asegurar su utilización con fines pacíficos, autorizó a Brasil en noviembre de 2004 a realizar estas actividades, es decir las mismas que pretende efectuar Irán. Pese a que Brasil, aduciendo que quería preservar el secreto de su propia tecnología de enriquecimiento del uranio, puso obstáculos para la inspección (durante la inspección cubrieron con lonas las centrifugadoras).
III. El Tratado de No Proliferación Nuclear, del que Irán es parte y que se sostiene que lo está violando, tiene por objetivo evitar la proliferación de las armas nucleares y la tecnología armamentística, (es decir impedir que otros Estados, además de los que ya las tienen, dispongan de armas nucleares) fomentar la cooperación en el uso pacífico de la energía nuclear y promover la meta de conseguir el desarme nuclear (que incluye a los Estados que ya tienen armas nucleares) , así como el desarme general y completo.
Abierto a la firma en 1968, el Tratado entró en vigor en 1970. Un total de 189 Estados se han sumado al Tratado, incluidos los cinco Estados que poseen oficialmente armas nucleares: China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia.
A fin de promover la meta de la no proliferación y como medida para fomentar la confianza entre los Estados partes, el Artículo III del Tratado de No Proliferación establece que los Estados celebrarán Acuerdos de Salvaguarda con la AIEA, destinados a facilitar las tareas de los inspectores de la Agencia. Unos 165 Estados han celebrado dichos Acuerdos.
El Tratado se propone fomentar la cooperación en la esfera de la tecnología nuclear pacífica, así como la igualdad de acceso a esta tecnología para todos los Estados partes, al tiempo que las salvaguardias evitan la desviación de material fisionable hacia usos armamentísticos.
De modo que el objetivo del Tratado es que los Estados que tienen armas nucleares comiencen un proceso de destrucción de dichas armas hasta su total eliminación (artículo VI del Tratado), impedir que otros Estados comiencen a fabricarlas, a cuyo fin los países que disponen de instalaciones nucleares deben someterlas al control periódico de la AIEA, todo ello en la perspectiva de un desarme general y completo.
En 1997, a instancias de Estados Unidos, se aprobó en la AIEA el Protocolo Adicional de los Acuerdos de Salvaguardas. El Protocolo -firmado hasta ahora por 107 países, de los cuales 73 lo han ratificado- permite a los técnicos del AIEA visitar sin aviso previo cualquier instalación nuclear de un país adherido.
Estados Unidos y Rusia no han ratificado el Protocolo y los 25 países de la Unión Europea (UE) lo hicieron en abril de 2004. Irán, por su parte, adhirió al Protocolo en diciembre de 2003.
Brasil y Argentina no lo han firmado, mientras que otros países de la región americana, como México o Colombia, adhirieron a él pero no lo han ratificado. Brasil estimó en su momento que dicho Protocolo Adicional era humillante y lesivo de la soberanía nacional.
IV. Pero poco o nada se ha avanzado en la consecusión de los objetivos proclamados hace 40 años en el Tratado de No Proliferación.
Se calcula que actualmente Estados Unidos posee 6000 misiles nucleares, Rusia 5000, China 400, Francia 350 y Gran Bretaña 200.
Si de amenaza nuclear se trata y más que de amenaza, de catástrofes producidas con armas nucleares, son precisamente los cinco miembros del «club nuclear» oficial sus únicos autores. Estados Unidos es el único país que ha utilizado la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945 y los cinco con sus ensayos nucleares contaminaron a propios y extraños en Estados Unidos, en las islas del Pacífico, en los desiertos de Australia poblados por aborígenes, etc.
Estados Unidos continúa con sus programas de armas nucleares, incluso armas tácticas, y ha manifestado su intención de utilizarlas de manera preventiva.
En la Cumbre de Moscú, celebrada el 24 de mayo de 2002, Estados Unidos y Rusia firmaron el Tratado sobre la reducción de las armas estratégicas ofensivas, en el que cada una de las partes acordó limitar, antes del 31 de diciembre de 2012, la cifra total de sus cabezas nucleares estratégicas desplegadas a un número de entre 1.700 y 2.200. Es decir que 42 años después de la entrada en vigor del Tratado de No Proliferación y Desarme Nuclear, Estados Unidos y Rusia continuarán poseyendo armas nucleares suficientes como para hacer saltar todo el planeta.
Fuera del club nuclear oficial, se estima que India, Pakistán e Israel, que nunca firmaron el Tratado de No Proliferación, poseen 70, 45 y entre 100 y 300 armas nucleares, respectivamente. No existe la misma certidumbre respecto de Corea del Norte, que se retiró del Tratado en 2003.
V. En el marco de los objetivos del Tratado de No Proliferación se han celebrado varios acuerdos regionales de proscripción de las armas nucleares:
Tratado de Tlatelolco para la proscripción de las armas nucleares en América Latina y el Caribe (1967); Tratado de Rarotonga sobre la zona desnuclearizada del Pacífico Sur (1985); Tratado de Bangkok sobre creación de zona libre de armas nucleares en el Asia sudoriental (1995) y Tratado de Pelindaba sobre la creación de una zona libre de armas nucleares en Africa (1996).
La excepción es Cercano Oriente, pese a que la seguridad y la estabilidad de esa región requieren la total eliminación de armas nucleares y otras armas de destrucción masiva.
Existe hace años una Iniciativa Arabe en favor de la creación de una Zona Libre de Armas de Destrucción Masiva en el Medio Oriente y en mayo de este año la Conferencia de los países miembros del Tratado de No Proliferación aprobó por consenso de sus 189 miembros la realización de una conferencia en 2012 para la elaboración de un tratado de desnuclearización para Cercano Oriente e invitó a Israel a abrir sus instalaciones nucleares a los inspectores de la AIEA. Invitación esta última que desaprobó el Presidente Barak Obama.
Pero la posibilidad de que se concrete dicho tratado regional es muy incierta, porque la regla no escrita impuesta de hecho por los Estados Unidos y sus aliados más cercanos es mantener el statu quo que consiste en que Israel posea bombas atómicas y que sus vecinos no pueden siquiera desarrollar una tecnología nuclear.
Las razones para bloquear iniciativas, como las de Brasil y Turquía, para una salida negociada y aumentar la presión sobre Irán (con el deplorable consenso de China y Rusia que han llevado a extremos inaceptables e inexplicables su pragmatismo político de no confrontación con Estados Unidos) son básicamente tres:
1) Irán, según el Gobierno de los Estados Unidos, forma parte del «eje del mal» y no puede ser objeto del mismo trato que los «países amigos» que enriquecen uranio (con todo derecho) o que poseen bombas atómicas , como Israel, esto último en total contradicción con el objetivo fijado de eliminación de todas las armas nucleares a escala planetaria;
2) El complejo militar-industrial-financiero que gobierna a los Estados Unidos ha realizado excelentes negocios con las guerras del Golfo, de Yugoslavia, de Afganistán y de Irak (cuatro guerras en catorce años). Para mantener su alta cuota de beneficios y contrarrestar los efectos de la crisis actual, necesita programar nuevas guerras o, por lo menos, mantener viva una aguda tensión internacional. Irán, junto con «la amenaza global del terrorismo» es el pretexto empleado para mantener el presupuesto militar estadounidense a niveles astronómicos sin precedentes.
3) Por último y no menos importante, Israel desempeña el papel de gendarme de Estados Unidos en la región y para ello y bajo la alta protección de este último, actúa con total desprecio de los derechos humanos de sus vecinos, del derecho internacional en general y puede llegar a encender la chispa de una grave e incontrolable conflagración regional que puede convertirse en mundial.
Aunque Irán ejerce el derecho legítimo de desarrollar su tecnología nuclear y declara reiteradamente que no tiene el propósito de fabricar armas nucleares, se puede admitir por hipótesis que llegue un día en que Irán, ante la reiterada negativa a desnuclearizar la región, comprendido Israel, anuncie al mundo que tiene la bomba atómica.
En ese caso estaría estableciendo el equilibrio del terror atómico en la región como hizo la Unión Soviética a escala planetaria en 1949, cuando anunció que se había terminado el monopolio estadounidense del arma nuclear, pues ella también tenía la bomba atómica.
Tal anuncio de Irán quizás forzaría a Estados Unidos y a Israel a aceptar la desnuclearización de Cercano Oriente y a abrir perspectivas de paz en la región.