Traducido para Rebelión por Juan Vivanco
El peligro que representa Irán para Estados Unidos no son sus proyectos nucleares, las armas de destrucción masiva ni su respaldo a las «organizaciones terroristas», como pretende el gobierno estadounidense. No, el verdadero peligro es su intento de alterar el sistema económico mundial utilizando el petroeuro en lugar del petrodólar. En los círculos norteamericanos este cambio se considera una auténtica declaración de guerra económica que reduciría los beneficios de las empresas del país y podría provocar un colapso económico.
En junio de 2004 Irán manifestó su intención de crear un centro de cambio petrolero internacional (una bolsa) basado en el euro. La iniciativa fue bien acogida por muchos países, tanto productores como consumidores. Según las declaraciones iraníes, la bolsa podría empezar a funcionar a primeros de 2006. Naturalmente esta bolsa competiría con la bolsa petrolera de Londres (International Petroleum Exchange, IPE) y la de Nueva York (New York Mercantile Exchange, NYMEX), ambas bajo control estadounidense.
Hoy en día los países consumidores no tienen elección y deben usar el dólar como moneda de compra del crudo, dado que es la única divisa aceptada en el sector. Por consiguiente, los bancos centrales se ven obligados a mantener sus reservas comprando dólares, lo que fortalece la economía estadounidense. Si Irán, seguido de otros países productores, estuviera dispuesto a aceptar el euro en lugar del dólar, la economía estadounidense tendría que enfrentarse a una verdadera crisis. Un episodio de esta crisis podría producirse a finales de 2005 y comienzos de 2006, cuando los compradores de crudo puedan elegir entre pagar 57 dólares por barril en Londres (IPE) o Nueva York (NYMEX), o bien 37 euros en la bolsa iraní. Si esto sucede se reduciría el volumen de negocio de las dos bolsas occidentales basadas en el dólar (IPE y NYMEX).
Algunos países han tratado de estudiar los efectos del paso de un dólar cada vez más débil a un euro cada vez más fuerte. La debilidad del dólar se debe a que la economía estadounidense ha reducido su base productiva y ha desplazado sus fábricas al extranjero, a excepción de las industrias de armamento, situando gran parte de su producción en terceros países. La economía estadounidense interior se sustenta en el sector servicios y los grandes gastos acarreados por las guerras que ha emprendido. Los inversores extranjeros han empezado a retirar sus capitales, con lo que el dólar se ha debilitado aún más.
Un simple observador de los mercados de divisas puede percatarse de que la devaluación del dólar comenzó en noviembre de 2002 y el poder de compra del euro ha aumentado hasta situarse en 1,34 dólares. Con respecto al yen japonés, el dólar ha pasado de 104,45 a 103,90. La libra inglesa ha subido un poco: de 1,9122 a 1,9272.
Los datos económicos de este mes (marzo) revelan una rápida caída de la economía estadounidense y un aumento constante del déficit, que a finales de 2004 ascendía a 665.900 millones de dólares. Lo peor aún está por llegar. Esta situación preocupa a los banqueros internacionales, que han reiterado sus advertencias al gobierno de Bush.
La guerra económica de Irán se parece a la de Sadam Hussein, que en 2000 había convertido todas sus reservas en euros y había empezado a cobrar el petróleo en euros. Los economistas de la época se burlaron de Sadam, porque con esta jugada tuvo pérdidas cuantiosas. Pero los mismos economistas se quedaron con un palmo de narices cuando Sadam pudo recuperar todas las pérdidas en menos de un año merced a la revaluación del euro. El gobierno estadounidense era consciente del riesgo cuando los bancos centrales de otros países empezaron a diversificar sus reservas de dólares con euros y a crear un fondo para la compra de petróleo con la misma divisa (bancos centrales de Rusia y de China en 2003). Para evitar un colapso económico, Bush se apresuró a invadir y destruir Irak con falsos pretextos, para dar un escarmiento a otros países tentados de abandonar el dólar y tratar de influir en las decisiones de la OPEP tras hacerse con el control del segundo país productor. La venta del petróleo iraquí vuelve a hacerse en petrodólares.
Para poder utilizar el euro como moneda de cambio de los productos petroleros sólo hay un problema técnico, que es la falta de un patrón de cotización de los precios en euros, de una «referencia» del petróleo como las que utilizan los industriales del sector. Las tres referencias que se usan ahora están en dólares, y son el crudo West Texas Intermediate (WTI), el crudo Norway Brent y el crudo UAE Dubai. Pero esto no ha impedido que Irán venga reclamando el pago en euros de sus ventas de petróleo a Europa y Asia desde la primavera de 2003.
La determinación iraní de utilizar el petroeuro es tentadora para otros países, como Rusia y los países suramericanos, así como para Arabia Saudí, dado el reciente deterioro de las relaciones entre los saudíes y EEEUU. Al mismo tiempo, esta decisión ha provocado una política estadounidense cada vez más agresiva, que recurre a las mismas excusas esgrimidas contra Irak: armas de destrucción masiva en forma de investigaciones nucleares, ayuda a la organización «terrorista» Hizbulá y amenazas contra la paz en Oriente Próximo.
El problema que se plantea es: ¿cómo va a reaccionar Estados Unidos? ¿Va a invadir Irán, como hizo con Irak? Pero su ejército está empantanado en este último país. La comunidad internacional, a excepción de Gran Bretaña e Italia, le rehúsa la ayuda militar. De modo que un ataque militar a Irán parece muy poco probable. Irán no es Irak, tiene un ejército mucho más poderoso. Dispone de misiles antibuque con base en la isla Abu Musa que controla el estrecho de Ormuz, a la entrada al golfo Pérsico. Puede cerrar fácilmente el estrecho e interrumpir un tráfico naval petrolero que abastece el mundo entero, provocando así una crisis petrolera mundial. El precio del petróleo podría llegar fácilmente a los 100 dólares por barril. Estados Unidos no puede derrocar el régimen de Teherán provocando el caos como hizo en 1953 con Musaddaq, porque los iraníes ya conocen la jugada. Además, lo que ellos llaman «nuestra bomba» se ha convertido en un motivo de orgullo patriótico.
Estados Unidos ha tenido que recurrir a su bastardo militar, Israel, e incitarle a que ataque las plantas nucleares de Irán como ya hiciera con Irak. Según ciertas filtraciones, los israelíes estarían entrenándose para bombardear los reactores nucleares en un ataque previsto para el próximo mes de junio. Israel tiene miedo de la bomba iraní. Una bomba atómica «islámica» es una amenaza muy seria para la hegemonía militar israelí en Oriente Próximo. Su existencia podría arrancar concesiones a Israel y desatar una carrera de armamentos que absorbería todos los gastos israelíes de defensa. No sólo eso, pues la presencia de la bomba podría obligar a EEUU a entablar negociaciones con Irán, que limitarían aún más las ambiciones expansionistas de Israel.
Irán ha hecho grandes esfuerzos y ha invertido demasiados recursos para hacerse con la tecnología nuclear, y no está dispuesto a renunciar a ella, como se desprende también de su retórica política. A diferencia de Irak, Irán no dejaría sin respuesta un ataque de Israel a sus instalaciones nucleares. Seguramente reaccionaría de un modo agresivo, desestabilizando toda la región, incluidos Israel, Irak y Afganistán.
Elias Akleh es un escritor nacido en la localidad palestina de Beit-Yala y residente en Estados Unidos.