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[Irán] Entrevista con Leila Hosseinzadeh, activista estudiantil y expresa política

«La cuestión de los derechos humanos en Irán y Oriente Medio no es relevante para las superpotencias»

Fuentes: Rebelión
Traducción al español para Rebelión por Shekoufeh Mohammadi

Leila Hosseinzadeh es estudiante de maestría en antropología. Ha trabajado principalmente en la universidad, como activista del movimiento estudiantil, y es conocida como una de las mujeres luchadoras y resistentes de Irán.

Junto con un grupo de activistas estudiantiles, fue testigo del fracaso del Movimiento Verde en la universidad a finales de la década de 2000 y experimentó el subsiguiente clima asfixiante de la sociedad. Todos eran políticamente de izquierda y, por lo general, hijos de la clase trabajadora.

La siguiente entrevista con Leila Hosseinzadeh fue realizada pocos días después de su puesta en libertad condicional, bajo la amenaza constante de las fuerzas gubernamentales. Con ella pretendemos presentar otra parte de los movimientos sociales en Irán, en palabras de los propios activistas.

Pregunta: ¿Cómo y por qué empezaste tu actividad política?

Leila: Durante mi etapa estudiantil en la escuela formé parte de los consejos estudiantiles y de la Asamblea Estudiantil Nacional, que era considerada un subconjunto de las instituciones gubernamentales, pero a la vez creaba un espacio para el trabajo colectivo y seguimiento de las inquietudes estudiantiles. En 2009, cuando comenzaron las protestas callejeras, desarrollé empatía hacia la gente que protestaba; tenía 18 años y entré a la universidad ese mismo año. Estar lejos del pequeño pueblo donde vivía me permitió participar en las protestas callejeras. Ésta fue mi primera experiencia de protesta contra la totalidad del sistema establecido. Mi actividad estudiantil continuó aún después de la represión del Movimiento Verde, hasta 2013 cuando era estudiante de ingeniería eléctrica. Desde 2011, con la dominación del ambiente de represión en las universidades, nuestra actividad se limitó a editar una publicación de protesta. Desde 2014, cuando ingresé nuevamente a la Universidad de Teherán para estudiar antropología, con algunos otros estudiantes, poco a poco nos fuimos reuniendo y organizando en los dormitorios y en el campus. En aquel momento, no sabíamos que estas simples conexiones basadas en puntos en común traerían un nuevo orden al movimiento estudiantil de la década de 2010. No esperábamos que se convirtiera en un discurso que influyera en el horizonte político de Irán, al menos en el ámbito universitario. Desde el establecimiento de la primera universidad en Irán, el movimiento estudiantil ha liderado, a menudo, la confrontación con la tiranía gobernante en diferentes períodos. La característica del movimiento estudiantil en Irán es su periodicidad, es decir, un período de crecimiento y prosperidad y un período de opresión y represión. Tras un período asfixiante en las universidades, nosotros nos disponíamos a hacer florecer nuestras nuevas ideas.

Nuestra base de clase nos dio la conciencia de que la desregulación de los precios para el uso de los servicios universitarios y el encarecimiento de la educación pueden complicar objetivamente nuestras vidas y ponernos bajo presión; esto significaba que, por el bien de nuestras propias vidas, teníamos que oponer una resistencia concreta a la comercialización de la educación y defendernos. Adoptamos un enfoque de izquierda en el sentido más amplio. Por lo tanto, también analizamos las presiones a las que nos enfrentábamos en el contexto de las políticas macroeconómicas de la clase dominante y no como las políticas de un gobierno concreto o de una mala gestión. Dentro de la universidad, comprendimos que el Movimiento Verde había fracasado, y eso fue en un momento en que la exigencia de la abolición del arresto domiciliario de los líderes del Movimiento Verde se consideraba un eslogan radical. Teníamos claro que el Movimiento Verde se había desintegrado en el gobierno de los “moderados” en coalición con Hassan Rohani, y además veíamos el reformismo, con desilusión y desprecio, como un proyecto engañoso que continuaba las mismas políticas que amenazaban nuestra existencia de clase.

Estas bases comunes dieron forma al movimiento gremial estudiantil y determinaron sus límites y posibilidades. El énfasis en mantener nuestra independencia de las instituciones de poder hizo que fuéramos más allá de las Asociaciones Islámicas (vinculadas a la fracción reformista) y del Basidj Estudiantil (vinculado a los Pasdarán[1]), y recurrir a los Consejos Gremiales que nos permitían ser independientes. Aunque los Consejos nos daban menos posibilidades institucionales en comparación con otras asociaciones, su relación directa con nuestros problemas concretos, que eran el principal motor de nuestras actividades, hizo que nuestro poder en las universidades no se volviera identitario y abstracto.

Aunque al principio esta forma de organización limitaba estructuralmente nuestra capacidad de acción política, la creación de vínculos aumentó dicha capacidad: poco a poco, los Consejos Gremiales de diferentes universidades se fueron vinculando y, finalmente, se anunció la existencia de una estructura denominada “Unión Nacional de Consejos Gremiales Estudiantiles”. A pesar de la actividad de los Consejos Gremiales en cada universidad, esta estructura organizativa no tenía estatutos ni licencia del Ministerio de Ciencia; pero al mismo tiempo tampoco era ilegal, porque no era más que una asociación de organismos legales, aunque la capacidad que se creó superaba la suma de la capacidad de cada uno los Consejos Gremiales por separado.

Pregunta: ¿Cuál fue la reacción de los grupos y los medios de comunicación ante su actividad?

Leila: Como éramos independientes e inicialmente estábamos aislados de las facciones gobernantes y de todos los espectros políticos activos en la política iraní, los medios de comunicación boicotearon fuertemente las noticias sobre nuestras actividades porque cada uno de ellos estaba vinculado a una parte de las facciones de poder. Por este motivo, los estudiantes crearon un canal de Telegram dentro de la Unión Nacional de Consejos Gremiales Estudiantiles. Más tarde, esta tribuna se convirtió en la fuente oficial y de primera mano de muchas noticias estudiantiles y los principales medios de comunicación tuvieron que remitirse a ella.

Nuestra capacidad de actuación aumentó, pero seguían existiendo limitaciones institucionales. Sin una plena consciencia de ello, habíamos formado, paralelamente a las capacidades institucionales, un ala del movimiento dentro de las corrientes gremiales estudiantiles, un ala que seguía adelante con manifestaciones, concentraciones, ocupaciones y huelgas, independientemente de las instituciones, las normas y las leyes, e incluso obligaba a los Consejos Gremiales a adherirse a las reivindicaciones de los estudiantes.

Pregunta: ¿Cuándo y en torno a cuáles demandas organizaron su primera actividad pública?

Leila: Recuerdo bien el primer mitin que organizamos con motivo del Día de los Estudiantes[2] en la Universidad de Teherán. Las dos grandes salas del anfiteatro de la universidad pertenecían a dos grandes organizaciones estudiantiles, la Asociación Islámica y el Basij Estudiantil. Una estaba decorada con telas verdes y la otra llena de símbolos gubernamentales. Gritamos los primeros eslóganes desde el centro del recinto el campus, con la esperanza de reunir a unas 100 personas para protestar contra la monetización de los autobuses universitarios. Coreamos nuestras consignas, no esperábamos gran cosa, sólo pensábamos: debemos oponernos aquí y ahora, aunque no seamos relevantes y no tengamos base. Caminamos y gritamos consignas. De repente miramos desde la primera fila hacia atrás y vimos que había una multitud de unas mil personas coreando: “Comercios bancarios nos quitaron nuestro transporte” y “La lógica del capitalismo: la explotación, el paro”.

Todavía puedo sentir la pasión de aquel momento. Los medios de comunicación boicotearon la noticia de esta concentración, pero con ésta y otras acciones posteriores impedimos la monetización de los servicios de transporte universitario. En los años siguientes, las concentraciones se celebraron en varias universidades y se coordinaron entre sí, y en ellas se leyeron las declaraciones de los Consejos Gremiales.

Pregunta: ¿Cómo salieron sus actividades del entorno universitario?

Leila: Mientras establecíamos contactos dentro de las universidades, nos dimos cuenta de que nuestros con-destinos no estaban sólo en las universidades; al exigir el derecho a la educación gratuita, ya éramos aliados del movimiento sindical de los profesores; al estar en contra de la privatización, éramos aliados del movimiento obrero. Cuando en la universidad se coreaba el eslogan: “¡Estudiantes, profesores, trabajadores, ¡unión! ¡unión!”, no sólo tenía una base teórica o ideológica. Poníamos en práctica una defensa común y una resistencia concreta. Cuando el gobierno puso en marcha el Plan de Prácticas para Titulados y el Plan de Adquisición de Servicios Docentes a mediados de la década de 2010, esta alianza se hizo más concreta.

Con este plan, el gobierno utilizó a los egresados de la universidad de tal manera que desestabilizó la situación laboral y salarial de los trabajadores. Ahora los estudiantes, los profesores y los trabajadores estábamos en la misma situación y, en consecuencia, nos mantuvimos unidos. Estudiantes, trabajadores, profesores, periodistas, intelectuales y pensionistas formamos la campaña contra la explotación laboral. Una campaña que no sólo presionó al gobierno por el Plan de Prácticas, sino que llegó a conseguir que uno de los diputados mencionara las implicaciones de seguridad del Plan de Prácticas en el proceso de destitución contra el entonces ministro de trabajo, Rabiei. A pesar del precio que tuvieron que pagar los fundadores de esta campaña, el Plan de Prácticas acabó cancelándose.

Pero esta campaña y esta unión tuvieron mayores repercusiones. La participación conjunta en tres concentraciones callejeras de protesta por la excarcelación de un trabajador sindical, Reza Shahabi, fue sólo uno de los efectos de esta campaña. Uno de los últimos mensajes publicados en el grupo de Telegram de la campaña fue al mediodía del 30 de diciembre de 2017:

“Reunámonos bajo la entrada de la Universidad de Teherán”. Pocos minutos después, el lugar se convirtió en el único punto de reunión en solidaridad con el levantamiento popular de diciembre de 2017- enero de 2018. Allí se gritaron por primera vez dos consignas básicas: “Reformistas, fundamentalistas, se acabó” y “No queremos un rey, no queremos un mulá, queremos el establecimiento de consejos”.

El primero se convirtió en el lema principal del levantamiento. Estas palabras reflejaban muy fielmente la realidad de la situación en la que nos encontrábamos. Muy pronto, los principales medios de comunicación, tanto del gobierno como de la oposición, se dedicaron a analizar la cuestión de si realmente “se había acabado”. Pero esta pregunta provenía de no ver la situación social de Irán, porque el “se acabó” no era una predicción de futuro, sino una descripción del estado actual de la política iraní. Este eslogan fue gritado desde los corazones de aquella fuerza que había intentado durante años mostrar la unión de todas las fracciones estatales por la economía política y demostrar que el dualismo entre el campo reformista y el conservador era sólo una relación ilusoria. Fueron los jóvenes estudiantes quienes, a principios de la década de 2010, especialmente con la inauguración del gobierno de Rohani, junto con muchas otras personas, llegaron a la comprensión global de que estos gabinetes eran todos lo mismo.

Después de los días del levantamiento de enero de 2018, algunos en las redes sociales atribuyeron este eslogan a una persona, Leila Hosseinzadeh. Esto es erróneo. Este eslogan surgió del corazón de una fuerza colectiva y fue el resultado de años de lucha y esfuerzo colectivos. Aunque este lema hubiera salido de mi boca por primera vez, yo no fui la inventora, y el desarrollo y despliegue de esta idea tampoco dependió de ningún individuo.

En cuanto al segundo eslogan, no caló. En 2018, este eslogan fue completamente boicoteado por los principales medios de comunicación, pero las fuerzas populares que apoyan esta idea llevan años practicando este eslogan de diferentes maneras, gritándolo cada vez que se presenta la oportunidad. Como antes, los partidarios de la idea de “el poder en manos del pueblo” junto con los propios oprimidos, allí donde pueden crean sus órganos de poder en forma de consejos: en Guilán, Azerbaiyán, Kurdistán, Sahara turcomano, fábricas, universidades, etc.

Pregunta: Dada la elevada proporción de mujeres estudiantes, ¿cómo ves el papel de las mujeres en este movimiento?

Leila: A medida que el movimiento estudiantil progresó y creció, pudo comprender mejor más objetivamente que compartía su destino con otros grupos oprimidos a través de una clara línea de clase. Desde el principio, las mujeres desempeñaron un papel activo en la formación de este movimiento y lucharon por la abolición de la opresión de género y por las demandas gremiales de género. El resultado de esta lucha fue que las reivindicaciones de género se enfatizaron y la opresión de género se presentó por separado y con fuerza en todas las declaraciones globales del movimiento de defensa estudiantil. Eslóganes como “Dormitorio de chicas: ¡prisión!” fueron algunas de las consignas planteadas, junto con otras, en las primeras concentraciones del movimiento. La resistencia de las mujeres en el corazón del movimiento gremial estudiantil a veces obtenía éxitos, por ejemplo, las residentes de los dormitorios prácticamente eludieron y finalmente abolieron los horarios legales de entrada y salida de los dormitorios femeninos de la Universidad de Teherán con acciones colectivas de protesta en 2018-2019.

En mayo de 2018, el movimiento gremial estudiantil organizó una concentración de 2000 estudiantes en respuesta al establecimiento de una policía de la moralidad en el campus de la Universidad de Teherán, cuyo lema principal era “¡Pan, trabajo, libertad! ¡vestimenta voluntaria!”. El movimiento gremial estudiantil avanzó con la comprensión de su destino común con los grupos oprimidos y la necesidad de su unión. En el Día del Estudiante de 2017, en una acción de protesta titulada “Somos la voz de la historia”, estudiantes, trabajadores, profesores, mujeres y desplazados (por la escasez de agua) hablaron de su opresión y de su resistencia y, finalmente, gritaron juntos: “Somos la voz de la historia”, es decir, somos los que hacemos avanzar la historia. En la acción de la protesta en la Universidad Allamé y en la Universidad de Teherán en 2019, se les unieron personas afectadas por la opresión nacionalista y religiosa, así como migrantes. Yo misma fui interrogada durante mi detención en 2018, para que revelara quién había escrito el texto de la performance de protesta del Día del Estudiante.

Pregunta: ¿Por qué te detuvieron?

Leila: Mi detención en enero de 2018 fue en reacción a mi participación en la concentración del 30 de diciembre en la puerta de entrada de la Universidad de Teherán en relación con el levantamiento popular; y además de mí, unos 50 estudiantes más fueron detenidos. Fui interrogado por todo mi historial de actividades hasta diciembre de 2017, y finalmente el tribunal me condenó a 6 años de prisión. El pliego de cargos contra mí afirmaba que soy socialista, participé en mítines del movimiento gremial estudiantil, participé en mítines por la liberación del trabajador encarcelado Reza Shahabi, participé en la formación de una campaña contra la explotación laboral y participé en el mitin relacionado con el levantamiento de diciembre 2017-enero 2018. Estos fueron los puntos de los que se me acusó como delitos.

Con las detenciones masivas tras el levantamiento 2017-2018, el movimiento gremial estudiantil se vio sometido a una fuerte presión. Sólo en una universidad, los estudiantes fueron condenados a más de 100 años de prisión. En aquel momento pensamos que del movimiento gremial estudiantil ya no quedaría nada. Algunos nos criticaron y dijeron que un movimiento social organizado no debería haberse gastado en una revuelta callejera. Pero yo y un grupo de personas con la misma actitud, pensamos que el trabajo estaba hecho y aun considerando los largos años de nuestras penas de prisión, nos dijimos que había merecido la pena. Habíamos cumplido con nuestro deber histórico de ser estudiantes y habíamos estado al lado de las masas oprimidas. Algunos de nosotros no estábamos preparados para pagar ese alto precio, la represión era dura. Sin embargo, pensábamos que habíamos cumplido con nuestro deber. Ni siquiera pensábamos que la universidad pudiera levantarse y resistir después de esta represión, pero sucedió. De marzo de 2018 a mayo de 2018, más de 40 universidades y facultades organizaron potentes concentraciones y protestas para protestar por las duras condenas de prisión impuestas a activistas estudiantiles.

En la Universidad Amirkabir se produjeron refriegas con los del Basidj. Se empezaron a realizar concentraciones en universidades que antes no habían participado activamente en el movimiento gremial estudiantil, algunos de cuyos nombres nunca habíamos escuchado. En la Facultad de Ciencias Sociales de Teherán, los estudiantes anularon los exámenes y organizaron una concentración, no niego que nos sorprendió mucho y que todavía siento un nudo de pasión en la garganta cuando recuerdo aquellos días. En el movimiento gremial estudiantil, habíamos empezado con las manos vacías y habíamos frenado el aumento de los gastos sociales durante dos años, habíamos detenido la privatización de las residencias universitarias, habíamos aumentado ligeramente el número de años gratuitos de educación gracias a nuestra resistencia, pero siempre nos habíamos sentido solos en el fondo de nuestras mentes, sobre todo porque todos estos avances se habían conseguido no sólo bajo la represión, sino también bajo el peor de los estigmas. Ahora nos encontrábamos con el maravilloso hecho de que no estábamos solos. Contrariamente a lo que muchos de nosotros pensábamos, la universidad no estaba acabada, estaba luchando y su resistencia estaba dando sus frutos.

El representante del ministro de ciencia y muchas personas de diferentes instituciones prometieron resolver el problema y archivar los expedientes. Las sentencias de los estudiantes fueron anuladas y muchas condenas no pudieron ejecutarse. Mi pena de prisión se redujo a dos años y medio. La universidad había resistido a la represión y debíamos la anulación de las condenas a la lucha de nuestros compañeros.

El movimiento gremial estudiantil avanzó hasta finales de 2020 en ausencia de muchos de los que lo habíamos iniciado, y sólo con el cierre de las universidades, por temas de seguridad, desde finales de 2020 hasta mayo de 2022 pudieron frenar el avance del movimiento estudiantil. Contra la resistencia de la universidad, se impuso el cierre de la universidad. Pero ni siquiera el cierre de la universidad funcionó al final, y con la reapertura de las universidades en mayo de 2022, los estudiantes reanudaron sus actividades e hicieron una resistencia única y activa en el Levantamiento de Jina.

Pregunta: ¿Te volvieron a detener?

Leila: Fui detenida de nuevo en el verano de 2019, esta vez por los Guardias Revolucionarios, me preguntaron sobre las protestas y huelgas de los trabajadores de Haft-tapeh en noviembre de 2018; en aquel momento se celebraron una serie de mítines en diferentes universidades en apoyo a Haft-tapeh y el lema principal era “Somos los hijos de los trabajadores, estamos con ellos”. Me interrogaron sobre grupos y medios de comunicación marxistas y finalmente me condenaron a 5 años de prisión. Los cargos eran: celebrar una concentración en apoyo al estudiante derviche[3] encarcelado Mohammad Sharifi Moghadam. Esta dura condena resultó absurda para todos, porque sólo habíamos celebrado una fiesta de cumpleaños para nuestro amigo encarcelado frente a la Universidad Tecnológica Sharif. El tribunal convirtió esto en una condena de prisión. Sin embargo, en respuesta a la sentencia de 5 años de prisión, escribí en mi Twitter que con gusto aceptaría tal castigo por los grupos oprimidos en Irán, porque estos grupos han sido destruidos durante años, toda su vida, por la represión fascista.

De todos modos, con este nuevo expediente, me enviaron a prisión y ejecutaron la pena de prisión relacionada con la detención de 2018. En prisión, me diagnosticaron una enfermedad autoinmune incurable, dos meses después de que aparecieran los síntomas, me dieron un permiso por razones médicas. Mis ojos estaban afectados por la enfermedad y me amenazaba la ceguera. Los médicos forenses certificaron que no estaba en condiciones de ser encarcelada y se decidió mi puesta en libertad.

En noviembre de 2021, cuando estaba de viaje de vacaciones, fui detenida de nuevo por el servicio de inteligencia en Shiraz. En la prisión preventiva del servicio de inteligencia de Shiraz sufrí graves abusos físicos. Los interrogadores ejercieron mucha presión física y mental. Me habían detenido sin cargos y planeaban iniciar un proceso contra mí a través del contenido de mi teléfono y de una confesión. Me resistí en ambos casos. No pudieron descifrar la contraseña del teléfono y les dije: “Ante ustedes ni siquiera confesaré que respiro”.

Tras un mes de presión mental y física, cuando mi enfermedad había vuelto a estallar, me pusieron en libertad bajo una fianza elevada, por la presión de la opinión pública. Dos meses después de mi puesta en libertad, me enteré de que tenía una nueva enfermedad autoinmune. Su presión continuó, abrieron un caso contra mi hermano y lo citaron, y acosaron a mi padre una y otra vez. En agosto de 2022, me detuvieron por la fuerza delante de mi casa en Teherán.

Esta vez, en la entrada de la Prisión de Inteligencia de Teherán, me negué incluso a revelar mis datos personales, me negué a que me interrogaran y me mantuvieron ilegalmente en prisión preventiva durante cinco meses. Dijeron que yo había intentado publicar una declaración con un grupo de presos políticos. Me presentaron el texto de la declaración, constaba de 5 puntos y en él se especificaban los principios de lucha y de gobierno alternativo. Les dije que si se había publicado un texto y mi nombre figuraba en él, entonces habláramos, porque no sabía de qué estaban hablando.

Al cabo de casi un mes me llevaron a la prisión de Adel Abad, en Shiraz; de hecho, me habían aplicado una especie de exilio no oficial porque Shiraz no era mi lugar de residencia ni mi hogar y no tenía nada que ver con las acusaciones de mi nuevo expediente. En realidad, me enviaron al exilio e intentaron torturarme y privarme de mis derechos en la medida de lo posible. Desde mi detención, me prohibieron tener contactos durante un mes y, cuando por fin me permitieron llamar, me quitaron el derecho a contactar con mi abogado. Me retiraron el tratamiento médico y me obligaron a acudir a un médico engañoso, y esto me obligó a hacer huelga de medicación. Anteriormente, había hecho huelga de hambre debido a la imposición de severas restricciones, pero la puse fin cuando se levantaron algunas de ellas.

Esta vez, con la carta de mis antiguas compañeras del ala femenina de la prisión de Evín, la firma de una petición por parte de estudiantes y profesores, la celebración de concentraciones de protesta en mi facultad y protestas públicas en Twitter, el gobierno me puso finalmente en libertad tras cinco meses de detención temporal ilegal.

Estuve en la cárcel al principio y en pleno apogeo de un levantamiento revolucionario, el Levantamiento de Jina. En solidaridad con el levantamiento, me resistí al velo forzado en la cárcel. Ya no era una activista estudiantil. Como una gota en el océano del pueblo iraní que protestaba, firmé una declaración expresando mi apoyo al levantamiento. Aunque desde la cárcel sentía que los muros eran más altos de lo habitual, escribí a los manifestantes: “¡Los muros pueden separar nuestras manos, pero nunca nuestros corazones!”.

El fiscal de Shiraz le dijo a mi padre que no me liberarían hasta que amainaran las protestas, y no lo hicieron. Finalmente, de noche y a golpes, sin tener la oportunidad de despedirme de mis compañeros de la prisión de Adel Abad, me trasladaron a Teherán y a la prisión de Evín, de donde me soltaron al cabo de unos días. El servicio de inteligencia me citó de nuevo esta semana (del 3 al 11 de marzo de 2023), dije que una citación telefónica era ilegal. Dijeron que vendrían y me llevarían, aún no está claro cuándo cumplirán su amenaza.

Cuando estuve detenido temporalmente en la prisión de Adel Abad, me dieron un aviso de ejecución de la condena de 5 años. Me consideraron ausente y fugitiva porque no me presenté a la detención y ahora han emitido una orden para confiscar mis bienes. Esto es tan ridículo e ilógico que ni siquiera piensas que van en serio. Es decir, ahora tengo que explicarles que no vine a la cárcel a cumplir la condena de cinco años porque estaba encarcelada en otra prisión por otro caso y no podía ir de prisión en prisión.

Pregunta: ¿Significa esto que no hay leyes que regulen la detención y el interrogatorio de presos políticos?

Leila: El servicio secreto, el servicio secreto de la GRRI[4] y, en relación con la ciudad de Teherán, el cuartel general de Tharullá de la GRRI y también otros órganos, detienen e interrogan a las personas. En el verano de 2019, de hecho, fui arrestada por la sede de Tharullá y detenida en su centro de detención no oficial en el este de Teherán. La policía de seguridad, la protección de la información de FARAJA,[5] la protección de la información judicial y, en algunos casos, la policía de las FATA,[6] también participan en detenciones e interrogatorios.

Si hay una resistencia feroz, puede haber transparencia, de lo contrario no la hay. El centro de detención no divulga información sobre sí mismo ni sobre el lugar de detención, y los detenidos tienen que averiguar por la arquitectura del lugar de detención o por otros detenidos si se encuentran en la prisión de los servicios de inteligencia o del GRRI o en otro lugar.

Pregunta: ¿Cómo te trataron las fuerzas gubernamentales a ti y a otros detenidos en el momento de la detención y en las prisiones?

Leila: La forma en que te tratan depende totalmente de la fuerza política a la que perteneces, del lugar en que estás detenido y de la cobertura mediática que recibe tu detención. Aparte de eso, también depende del tiempo de detención. Todos estos parámetros determinan el nivel de violencia y presión. Además, depende de qué presos políticos estemos hablando y dónde. La situación fuera de Teherán es muy mala. Algunas cárceles son mucho peores que otras. En Teherán, las condiciones de detención de los presos políticos son mejores que en otras ciudades, pero las condiciones no son las mismas para todos, y el hecho de que las condiciones sean mejores no significa que sean buenas. En los últimos años mataron a Bektash Abtin y Behnam Mahjoubi en la prisión de Evín al negarles atención médica y darles medicación equivocada, y esto en la prisión de Evín, que tiene las mejores instalaciones entre las cárceles iraníes.

Pregunta: ¿Marcan las fuerzas del régimen alguna diferencia en el trato a los presos políticos y a los presos que no han sido acusados de ninguna actividad política?

Leila: Sí. Aparte de los detenidos en protestas masivas, en las que las fuerzas de seguridad no escatiman en el uso de la fuerza, en otros casos el uso sistemático de la fuerza por parte de la policía contra presos no políticos, especialmente en casos de asesinato y delitos de drogas, es mucho mayor que en el caso de los presos políticos. Los presos políticos de pueblos marginados, como kurdos, árabes y baluches, deberían quedar exentos de esto, así como algunos otros presos políticos que se enfrentan a cargos muy graves. Tenemos presos políticos acusados de asesinato o sabotaje cuyo nivel de tortura no tiene parangón. O presos acusados de pertenencia a organizaciones políticas que suelen sufrir periodos muy largos de incomunicación y presión. Incluso en casos de detención como los de activistas medioambientales, que se vieron atrapados en el fuego cruzado de dos agencias de inteligencia, el nivel de presión y la duración de la detención en el centro de detención de seguridad fueron muy muy elevados.

Sin embargo, los detenidos por cargos no políticos experimentan un mayor nivel de violencia sistemática que los que somos detenidos como activistas civiles y con cobertura mediática, especialmente cuando no hay protestas callejeras.

Pregunta: ¿Existe alguna diferencia en la represión hacia los presos hombres, mujeres y transexuales?

Laila: La experiencia de los últimos años demuestra que la presión de los interrogatorios sobre las mujeres detenidas ha aumentado notoriamente. En las recientes revueltas, muchas mujeres fueron incluso objeto de acoso y agresiones sexuales. Aparte de esto, muchas mujeres han sufrido abusos verbales o han sido sometidas a fuertes presiones por cuestiones relacionadas con su vida privada. Desconozco las condiciones de los presos transexuales, pero lógicamente estarán sometidos a mayores niveles de violencia. El problema no es que los hombres no estén sometidos a violencia y presión, de hecho, los hombres son más a menudo golpeados y agredidos físicamente, pero la humillación, la presión y el trato a las mujeres se ha vuelto mucho mayor que antes. El interrogador de la GRRI me dijo en 2018: “¿Por qué es tan difícil interrogaros a las mujeres? Con los hombres, el proceso de interrogatorio es mucho más fácil”. Creo que tal declaración es una confesión sobre la fuerte resistencia de las mujeres a las fuerzas represivas. Es obvio que un sistema de pies a la cabeza patriarcal hará cualquier cosa para quebrar esta resistencia.

Pregunta: ¿Tenían contacto los presos políticos con los que no estaban acusados de actividad política? ¿Se influían mutuamente? ¿Y existe una ley para separar los delitos?

Leila: Depende de en qué prisión se encuentre y de si hay presos políticos en esa prisión o no. En las prisiones donde hay una sección política, se intenta minimizar al máximo las interacciones entre presos políticos y no políticos. Hay una ley de segregación por delitos que se aplica estrictamente en algunas prisiones, pero siempre que haya oportunidad de contacto, si es un contacto sano, seguro que habrá efectos mutuos duraderos. Por esto, los funcionarios de las prisiones intentan hacer quedar mal a los presos políticos frente a los no políticos. Por un lado, al conceder algunos pocos privilegios a los presos políticos, intentan controlar su espíritu de protesta; por otro lado, al conceder estos privilegios, fingen desigualdad ante los presos no políticos. Basándose en esta desigualdad, intentan presentar a los presos políticos como quienes se consideran mejores y no saben nada del dolor de los presos no políticos. Este es un mecanismo general, también utilizan mecanismos más específicos. Por ejemplo, cuando quisieron enviarme a la celda común de presos por delitos de drogas, advirtieron a los presos a través del representante de la sala que yo tenía problemas psicóticos y estaba loca. Por lo tanto, debían evitarme. Pasó el tiempo y los demás presos se enteraron por sus familiares de que yo no estaba loca, lo que les convenció de que podían ser amigos míos.

Pregunta: ¿Escriben los supervivientes de torturas testimonios de las acciones del régimen?

Leila: Algunos escriben y, sin embargo, muchos de los que sufrieron torturas y presiones no cuentan nada por la presión de la policía. Por otro lado, creo que es importante cómo se narran las experiencias de presión y tortura. Durante muchos años, en la narrativa sobre la tortura, denunciar al Estado ha sido predominante. Por supuesto, en toda narrativa, los torturadores deben ser expuestos, pero si el discurso dominante en la narrativa es sólo esta denuncia, otros aspectos de la narrativa se descuidan o pierden importancia con el tiempo. Un torturado detenido se convierte en una mera “víctima” y la continuación de este enfoque conduce a la pérdida del significado político revolucionario de la denuncia cuando ésta alcanza sus límites, cuando se da una situación como la actual, en que el Estado ya no se preocupa por mantener su legitimidad.

En tal situación, tal vez más importante que documentar para el futuro, es centralmente cambiar el enfoque de la narrativa: narrar la tortura y la presión para valorar e idear las posibilidades y formas de resistencia.

Necesitamos encontrarnos no con la narrativa de las víctimas de la tortura, sino con la narrativa de los que luchan y han sido sometidos a la presión, la tortura y los malos tratos, y han resistido a pesar de los sufrimientos más intensos, para que podamos fortalecer en nosotros mismos el coraje y la voluntad necesarios para eliminar la tortura y la opresión. El hecho es que ahora estamos avanzando hacia este enfoque en la narrativa. Cuando me encuentro la imagen de mujeres que han perdido un ojo por culpa de una bala, pero que publican una foto sonrientes y escriben debajo: “ha merecido la pena”, veo que no estamos tratando sólo con la tragedia de la opresión, no estamos tratando sólo con la víctima, estamos tratando con la escalada de ira ante el crimen y el fortalecimiento de nuestra esperanza y valentía. Somos capaces de avergonzar a los torturadores a la vez que nos sentimos capacitados para destruirlos.

Afortunadamente, el número de estas personas luchadoras aumenta día a día, especialmente entre las mujeres, muchas mujeres que ríen en medio de la tragedia, mujeres que, nada más salir de la cárcel, a pesar haber sufrido enormemente, gritan “mujer, vida, libertad” ante la puerta de la prisión. Mujeres que muestran las marcas de la tortura y los abusos en sus cuerpos sin dejar de bailar y seguir adelante. Hoy seguimos necesitando escuchar el relato de la menor presión hasta la tortura más severa, especialmente para practicar las formas de resistirla, para que nuestra rabia contra la estructura y el reino de la tortura y la muerte aumente. Necesitamos compartir nuestro dolor y el sufrimiento que los opresores nos han impuesto para avanzar, para seguir adelante y para ser más valientes, no por el deseo de venganza o el miedo al monstruo torturador. Necesitamos hablar sobre la tortura y los abusos para que entendamos el sistema de tortura como algo que no es invencible y puede ser derrotado.

Pregunta: ¿Puede hablarnos de la solidaridad y la resistencia de los presos políticos, ya sea en prisión o tras su liberación?

Lila: Creo que una de las razones de la liberación de activistas políticos durante una amnistía general es que, desgraciadamente, el aparato de seguridad se da cuenta de sus potenciales y posibilidades más y antes que los propios activistas. El proceso que tuvo lugar desde principios de este año, en el que la mayoría de los activistas políticos fueron encarcelados de diferentes maneras incluso antes de que comenzara el levantamiento de Jina, creó potenciales en prisión. Con el tiempo, estos potenciales se hicieron más visibles. Recientemente, hemos visto cómo los presos se enviaban mensajes colectivos de solidaridad y se reunían desde distintos espectros políticos para defenderse mutuamente. Estas expresiones de solidaridad entre diferentes prisiones podrían y deberían, en mi opinión, adquirir un nivel mayor y más radical. Era posible que la solidaridad se convirtiera gradualmente, y a medida que avanzaban las conversaciones en las prisiones, en la tematización de puntos estratégicos. Creo que el gobierno reconoció este peligro antes que los propios presos políticos y accedió a su liberación.

Pero, lógicamente, quienes han vivido juntos bajo las peores presiones y sufrimientos no deben abandonarse tras la libertad. Por esta razón, la prisión, con todos sus sufrimientos, aporta cercanía y simpatía entre las personas y crea nuevos lazos, es decir, crea nuevas posibilidades incluso al privar de la libertad. Tenga en cuenta que la atmósfera de la prisión política es diferente en distintos períodos. Por ejemplo, en un momento, los islamistas en las prisiones políticas de Irán no se sentaban junto a los marxistas y no comían su comida para no volverse “impuros”. O después de la represión del Movimiento Verde a principios de la década de 2010, los presos reformistas tenían “comodidades” especiales en comparación con otros presos de diferentes espectros. Hablo aquí de la cárcel después de 2018, donde hay menos diferenciación en las “facilidades” para diferentes espectros de presos políticos, y hay más posibilidad de diálogo igualitario, aunque todavía hay desigualdades hacia los diferentes presos dentro de las cárceles. Para ser sincera, incluso cuando estoy libre, no puedo evitar preocuparme por Niloufar Bayani o Mahwash Sabet. Muchos de nosotros seguimos siendo amigos después de la prisión y hablamos de la acción política. Estas cosas tan sencillas encierran posibilidades, por eso el aparato de seguridad se apresura a intervenir y detener a activistas por los más simples actos de solidaridad. Posibilidades que muchos de nosotros no podemos ver. Mis palabras no significan que todo el mundo debe unirse. Definitivamente no es posible unirse con el enemigo de clase, pero estoy hablando de la posibilidad de ver y considerar otras fuerzas o de crear nuevo activismo o diálogo entre fuerzas que no están unidas, pero que pueden apoyarse mutuamente en algunas áreas. Esta es la posibilidad que la prisión crea dentro y fuera de sí misma para la solidaridad de diferentes activistas: sí, todo da lugar a su propio opuesto.

Pregunta: ¿Cómo cree que afecta el patrocinio de parlamentarios y estadistas occidentales a la situación de los presos en el reciente levantamiento y a la abolición de la pena de muerte?

Leila: En mi caso no accedí a la discusión sobre el apadrinamiento porque no hay peligro inmediato para mi vida, al mismo tiempo alguien del parlamento alemán quiso amablemente apadrinarme, pero para mí la pregunta sobre la relación entre estos representantes y el gobierno alemán que vende instrumentos de represión al gobierno iraní queda sin respuesta. Sobre todo, porque era un miembro del SPD. No conozco la política interna alemana actual, pero un joven estudiante en Irán nunca olvida que la revolución alemana de 1919 fue reprimida por el gobierno socialdemócrata y que, bajo el gobierno del SPD, los extremistas alemanes asesinaron a Luxemburg y Liebknecht. Este fue un momento histórico importante para el destino del socialismo en el mundo. He preguntado a personas informadas y me han dicho que la socialdemocracia alemana hoy no es más crítica ni más de izquierdas que entonces. Para mí, ésta sigue siendo la razón de mi rechazo al patrocinio. Insisto en que no estoy en condiciones de analizar políticamente los efectos positivos o negativos del apadrinamiento en la suerte de los presos. En los casos en que la vida corre peligro, hay que utilizar las posibilidades existentes.

Pregunta: ¿Cómo ha afectado la privatización de los servicios en las cárceles las condiciones de las prisiones?

Leila: Los productos de menor calidad se venden al precio más alto en la prisión y no hay más remedio que comprar, los presos deben sobrevivir. En muchas prisiones, las raciones secas de los reclusos se han reducido al mínimo posible; Por ejemplo, mientras se encuentran en la prisión de Evín, los reclusos reciben artículos de higiene como jabón de mano y líquido desinfectante, así como, frijoles, carne, pollo, toallas sanitarias y algunos otros artículos como raciones secas de la prisión de forma gratuita, y cada recluso cuando ingresa a la prisión, recibe sábanas, toallas, cepillos de dientes, pasta dental, jabón, champú y algunos alimentos de ración seca. En la prisión de Adel Abad, la mayoría de estos artículos debe ser adquirida por el preso. A su llegada, el recluso se ve privado de gel de baño, cepillo de dientes y pasta de dientes y debe esperar hasta que se le emita una tarjeta de débito y pueda satisfacer sus necesidades básicas mediante el pago. No sólo se les venden a los presos los artículos que cubren sus necesidades más básicas, sino que el Estado gana dinero por cualquier vía absurda; por ejemplo, cuando emiten una tarjeta telefónica a un preso, deducen cinco mil tomanes como costo de emisión de la tarjeta en la primera recarga de la misma; calcule cuánto beneficio trae este monto para el bolsillo de la prisión cuando lo cobran a decenas de miles de presos. Para activar la tarjeta de débito en la prisión de Adel Abad (la tarjeta de débito de los propios presos, que era traída de fuera), le descontaban tres mil tomanes a cada preso sin ningún motivo. Los presos sin ingresos se ganaban la vida tejiendo, y les vendían el hilo a un precio muy alto. Los presos eran obligados a trabajar durante horas en el taller de la prisión en la máquina de coser o en la tejedora de alfombras para recibir una llamada telefónica, o sea, para que ellos mismos (los presos) pudieran hacer llamadas por su propia cuenta. No sé cuánto cuesta llamar desde dentro de la prisión en comparación con fuera, pero debe haber sido más caro.

Lo que se daba a las presas como raciones secas en la prisión de mujeres de Evín no estaba disponible en Adel Abad y probablemente en muchas otras prisiones, y la persona tenía que comprarlo ella misma. Curiosamente, a pesar de los precios altos y la mala calidad de los productos, todavía había escasez y muchos artículos necesarios para la vida diaria en la prisión no estaban en la tienda durante mucho tiempo.

Pregunta: El régimen ha liberado recientemente a algunos presos políticos, ¿cuál es el objetivo del régimen y cuál es la reacción de la población en este caso?

Leila: He explicado en las secciones anteriores dos de las razones de la liberación de los presos que se me ocurrían. Otra razón que se me ocurre es que el gobierno lleva mucho tiempo intentando llegar a un acuerdo con Occidente, una razón para liberar a este número de presos puede ser una demostración de que domina la situación… es decir, el Estado iraní quiso demostrar a Occidente que es capaz de gestionar protestas de esta envergadura y duración. No creo que la razón de estas liberaciones haya sido la presión de las organizaciones de derechos humanos o del Comité de la Verdad de la ONU. Creo firmemente que la cuestión de los derechos humanos en Irán y Oriente Medio no es relevante para las superpotencias. Nuestra situación en Irán es tan relevante para para el mundo como lo fue para el Occidente el uso de bombas de racimo y gas cloro en Siria. Siento decirlo, pero los pueblos de Oriente Medio y del Sur Global no tenemos a nadie más que a nosotros mismos. Incluso parece que la comprensión de la izquierda europea y estadounidense de nuestra situación en Irán está a veces distorsionada y a menudo no entienden la tragedia que estamos viviendo. Piensan que sus propios Estados son el centro del capitalismo y que cualquier Estado que tenga un conflicto político con ellos pertenece al eje de la resistencia. No sé cómo gritar delante de ellos que estamos muriendo bajo una de las peores formas de capitalismo y que toda nuestra vida está llena de miseria; una catástrofe resultante de nuestra posición en el orden global del capital, de nuestra dependencia y del gobierno nacional cuasi-fascista que ha entregado más de la mitad del país para facilitar la mayor creación de valor posible.

Pregunta: ¿Cómo es la situación sanitaria y médica en las cárceles?

Leila: En la cárcel hay dos principios generales respecto al malestar y la enfermedad de los presos: es normal o es falso. Estos dos principios funcionan incluso si el médico que tienes delante en la cárcel es uno de los más honorables, como fue el caso del médico del pabellón de mujeres de Evín. El ingreso en un hospital, los análisis clínicos para diagnóstico, etc., a veces tardan meses. Vuelvo a insistir en que las dos muertes de presos políticos conocidos en Evín, la mejor cárcel de Irán en cuanto a instalaciones médicas, se debieron a la falta de atención médica oportuna y son una muestra suficiente de la situación médica en las cárceles iraníes. En la actualidad, sé de al menos tres presos políticos que se encuentran en prisión con graves problemas de salud: Fatemeh Mothni, Hamed Qara-Oghlani y Zeinab Jalalian.

Pregunta: En el reciente levantamiento de masas en Irán, nos hemos enfrentado a un gran número de detenciones y torturas. En esta situación, ¿han cambiado las condiciones de detención de los presos políticos?

Leila: Las condiciones se han vuelto más difíciles tanto para el gobierno como para los presos. El gobierno lucha cada día más contra la crisis presupuestaria, y satisfacer el hambre insaciable de la mafia económica y militar consume una parte cada vez mayor del presupuesto. Las protestas se extienden cada vez más y la infraestructura de represión en muchas ciudades no es suficiente. Esto hace que las condiciones sean aún más inhumanas para los detenidos. La densidad de población aumenta, los espacios de detención son pequeños y utilizan lugares inadecuados para retener a los detenidos, sufren escasez de alimentos, etc. Ésta fue una de las razones de la liberación de los presos, sobre todo porque creo que el gobierno veía venir nuevas protestas y se enfrentaría a una grave crisis con este número de presos. Además, retener a los manifestantes en esas condiciones conlleva el riesgo de que se produzcan motines dentro de la prisión.

Pregunta: ¿Qué te animaba y te daba fuerzas para resistir en la cárcel?

Leila: Muchas cosas te hacen seguir adelante. En 2019, cuando estaba en la cárcel para cumplir mi condena, sucedía que en mi mente iba paso a paso hasta el final lógico de todas las cosas. A menudo me hacía las siguientes preguntas: ¿Hasta dónde quiero llegar y con qué fin? Buscaba en mi mente y la imagen más decisiva que respondía a mi pregunta era la de mis padres; padres que constantemente y cada vez me decían que dejara mi activismo por ellos, que parara para poder salir, eran mi principal razón para sobrevivir y continuar. Mi padre había trabajado desde que tenía seis años, había dejado la escuela por el trabajo, pero no sólo por esto, su padre le había llevado a matricularse en la escuela, el director le había exigido un dinero que su padre no le había dado, y mi padre había tenido que dejar la escuela por eso. Más tarde aprendió a leer y escribir con su capataz, y después se presentó a los exámenes de la escuela nocturna. Siempre decía que estaba dispuesto a darlo todo para que pudiéramos estudiar, y realmente lo estaba y lo sigue estando hoy que cumple ochenta y cinco años.

Mi madre, al igual que mi padre, ha trabajado toda su vida, no sólo en el hogar, sino que tejía alfombras desde niña. Anudó alfombras hasta que se le dañaron los nervios de las manos, tuvo problemas de espalda, se le debilitaron los ojos y enfermó de los pulmones. Tampoco fue a la escuela, se casó muy pronto y ha trabajado toda su vida para cambiar nuestras vidas. ¡NO! Realmente no me gusta que el mundo siga así, donde algunas personas se pierden los regalos más sencillos de la vida y de la sociedad y trabajan toda su vida. Cuando pensé en mis padres, quise luchar hasta la muerte, aunque no ganemos, me alegro de haber luchado por un mundo más justo.

En Adel Abad no había necesidad de imaginación ni de imágenes, la difícil situación de las mujeres estaba delante de mis ojos, yo estaba entre los presos por asuntos de droga, y delante de mis ojos estaba el anhelo de ir a la escuela, el desempleo, el matrimonio infantil , las penurias de la monoparentalidad… Estaba en medio del infierno contra el que luchaba. Muchas veces, sobre todo cuando me enfurecía el sufrimiento de mis hermanas encarceladas, daba las gracias en mi corazón y en voz alta al gobierno por haberme enviado aquí para ser testigo del infierno que han creado para la vida de la gente, para ser siempre consciente de contra qué estoy luchando y para entender mejor que cuando hablamos de lucha de clases, cuando hablamos de opresión de la mujer, cuando hablamos de matrimonio infantil y derecho al divorcio, ¡qué significa todo esto en términos concretos!

Vi a una mujer en Adel Abad que se había casado siendo menor de edad (como la mayoría de las mujeres detenidas en Adel Abad), su marido la había violado durante años y no se le permitía divorciarse de él. Cuando digo violación no es una metáfora, no estoy exagerando, no estoy utilizando esta palabra simbólicamente. A lo largo de los años, su marido no había tenido sexo vaginal con ella ni una sola vez, la había obligado a tener sexo anal a la fuerza. Para resumir la historia, había sido condenada a 25 años de cárcel por el delito de divorcio forzoso y sodomía. Sí, por el delito de divorcio forzoso, porque había tomado a su marido como rehén y había secuestrado a un mulá para que dictara la sentencia de divorcio. Su cómplice fue ejecutada.

Esta es una de las historias más tristes de mujeres en la prisión de Adel Abad. Díganme por qué no debemos luchar hasta la muerte. ¿Qué queremos salvo una situación más humana, salvo una situación justa en la que la estructura política y económica y el Estado no conviertan a las personas en lobos? Nuestras manos están vacías, no tenemos nada, realmente no tenemos nada excepto nuestros cuerpos cansados y sufrientes, ¿qué tenemos miedo de perder? ¿Nuestra vida? ¿Alguien está seguro de desear esta vida miserable?, no lo sé. Pero sí sé que mi rabia, mi fe y mi espíritu de lucha crecieron cuando vi a mis hermanas en Adelabad.

Muchas gracias.

Notas:

[1] El Cuerpo de los Guardianes de la Revolución Islámica, también conocido como Guardia Revolucionaria.

[2] Se trata de la conmemoración del asesinato de tres estudiantes de la Universidad de Teherán que murieron por protestar en contra de la reanudación de relaciones políticas entre Irán y Gran Bretaña, y contra la visita oficial de Richard Nixon al país, cuatro meses después del golpe de estado contra el presidente iraní Mosaddegh, ideado por las agencias de inteligencia británica y estadounidense y ejecutado en colaboración con el régimen monárquico de Mohammad Reza Pahlavi.

[3] En Irán los derviches son una de las minorías religiosas fuertemente reprimidas.

[4] Guardia Revolucionaria de la República Islámica

[5] Comandancia de Las Fuerzas y cuerpos de seguridad de la República Islámica de Irán

[6] Policía Cibernética.

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