La decimosexta cumbre del Movimiento de Países No Alineados (MPNA) celebrada en Teherán, que ha reunido a más de 120 países en desarrollo, ha servido para comprobar cómo la política internacional está llena de sorpresas y cambios profundos. Irán, supuestamente aislado y víctima de «sanciones paralizantes» dirigidas por EEUU y sus aliados, se ha marcado […]
La decimosexta cumbre del Movimiento de Países No Alineados (MPNA) celebrada en Teherán, que ha reunido a más de 120 países en desarrollo, ha servido para comprobar cómo la política internacional está llena de sorpresas y cambios profundos. Irán, supuestamente aislado y víctima de «sanciones paralizantes» dirigidas por EEUU y sus aliados, se ha marcado un tanto diplomático de gran significado. Y ha descubierto que el MPNA puede funcionar como «arma secreta» para levantar un cortafuego diplomático «contra el imperialismo americano y el sionismo».
El MPNA, por su parte, trata de reinventarse y de recuperar su influencia. Atrás queda la Conferencia de Bandung, Indonesia, en 1955, donde los líderes de los movimientos de liberación nacional y los fundadores de los nuevos estados de India, Egipto e Indonesia -Nehru, Nasser y Sukarno- apostaron por una tercera vía antiimperialista y anticolonialista frente a la OTAN y el Pacto de Varsovia. La URSS colapsó y la Guerra Fría terminó, y el MPNA se perdió en un cruce de caminos. Está por ver si renace de las cenizas de la Guerra Fría como el ave Fénix o vuelve para siempre a los libros de Historia.