La beligerancia de los generales birmanos depende en gran medida de los productos rusos, que serán cada vez más difíciles de importar.
Mientras Rusia intensifica sus bombardeos sobre Ucrania, es posible que caigan menos bombas en la virulenta guerra civil de Myanmar, que enfrenta a la junta militar golpista con los nuevos ejércitos de resistencia prodemocráticos y los grupos armados de las minorías étnicas.
Tanto Rusia como Ucrania se encuentran entre los principales proveedores de material y armamento del ejército de Myanmar, productos importados utilizados ahora con efectos letales contra combatientes antigolpistas y población civil, en un conflicto que se ha extendido por todo el país.
Sin embargo, es probable que esos flujos de armas se reduzcan a un goteo, o se detengan por completo, debido a la escalada de la guerra en Ucrania. Un efecto geopolítico que podría afectar de forma significativa el curso y potencial resultado de la guerra civil en Myanmar.
Si Rusia se impone, es probable que Moscú actúe rápidamente para desmilitarizar Ucrania, lo que significa que su lucrativa industria de exportación de armamento se detendrá en seco.
Si la invasión rusa fracasa, es probable que el gobierno democrático de Ucrania no quiera que se le considere un apoyo a la brutal dictadura en Myanmar por su venta de armas al país, especialmente después del respaldo y la compasión que ha recibido Kiev de países occidentales en recientes días.
Mientras tanto, la futura cooperación militar con Rusia se verá muy obstaculizada. Cualquier pago de armas tendría que realizarse a través de bancos rusos actualmente sancionados.
El 2 de marzo, siete grandes bancos rusos fueron excluidos del sistema de transferencia de mensajes SWIFT, con excepciones concedidas únicamente a las instituciones financieras que gestionan pagos de energía.
El 1 de marzo, 141 de los 193 miembros de las Naciones Unidas votaron a favor de una resolución de condena de la invasión rusa de Ucrania. Treinta y cinco países se abstuvieron y solo Bielorrusia, Corea del Norte, Eritrea y Siria votaron con Rusia en contra de la resolución.
Myanmar votó a favor de la resolución, pero únicamente porque su representación en la ONU sigue siendo Kyaw Moe Tun, nombrado por el gobierno de Aung San Suu Kyi antes del golpe.
La junta militar birmana, deseosa de aplacar a sus aliados y benefactores en Moscú, ha apoyado abiertamente la invasión rusa.
El 27 de febrero, el medio en idioma birmano de la junta en Myanmar, Myanmar Alin, publicó un comentario de dos páginas titulado «Lecciones de Ucrania para los que no han aprendido de la historia», firmado con el seudónimo «Myint Myat».
El artículo, publicado tres días después de la invasión rusa, calificaba al presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, de «marioneta de Occidente», mientras que se refería al dictador ruso, Vladimir Putin, como líder visionario «que había tenido la previsión de construir pacientemente la fuerza militar y económica de su país».
El comentario se publicó dos días después de que el portavoz de la junta, Zaw Min Tun, apoyara la invasión rusa en una entrevista con el servicio en lengua birmana de Voice of America, en la que dijo: «En primer lugar, Rusia ha trabajado para consolidar su soberanía, que creo que es lo correcto. En segundo lugar, muestra al mundo que Rusia es una potencia mundial».
El ejército de Putin, continuó Zaw Min Tun en una declaración oficial que también se publicó en ruso, había «llevado a cabo lo que estaba justificado para la sostenibilidad de la soberanía de su país».
Sin duda, Naypyidaw tiene motivos estratégicos para ponerse del lado de Moscú. Las importaciones de armas rusas a Myanmar se han disparado en los últimos años, en un esfuerzo por compensar la fuerte dependencia de China que tenía anteriormente el ejército birmano, también conocido como Tatmadaw. Una dependencia que muchos oficiales militares de alto rango consideraban una amenaza para la soberanía nacional.
Rusia ha suministrado al Tatmadaw cazas MiG-29, helicópteros de combate Hind Mi-35, helicópteros de transporte, aviones de ataque Yak-130 y vehículos blindados ligeros. Los cazas y los helicópteros de combate se han utilizado recientemente para bombardear zonas en las que se conoce hay presencia de combatientes de la resistencia. Sin embargo, a menudo las bombas han alcanzado objetivos civiles.
Desde principios de la década de 1990, más de 7.000 oficiales militares y científicos birmanos relacionados con el ejército han estudiado en Rusia. Se matriculan en el Instituto de Ingeniería de Blindajes de Omsk, la Academia de Ingeniería de la Fuerza Aérea de Moscú, la Academia de Mando de Nizhni Novgorod y la Academia de Mando Militar de Kazán.
Algunos incluso están sirviendo como cadetes con la fuerza aérea rusa para entrenar con el equipo fabricado en Moscú, ahora también en el arsenal de Myanmar.
Según el Instituto Internacional de la Paz de Estocolmo, Myanmar compró a Rusia material militar y equipos relacionados por valor de 809 millones de dólares estadounidenses en la década que terminó en 2019, año más reciente del que se tienen datos recopilados. La investigación muestra que el resto del gasto de 1.500 millones de dólares proviene de otras fuentes, principalmente de China.
Días antes del golpe de estado del 1 de febrero de 2021 por parte del Tatmadaw, el general y ministro de defensa ruso Sergei Shoigu realizó una visita a Myanmar para ultimar los preparativos de la entrega de equipos de radar de fabricación rusa, sistemas de misiles tierra-aire Pantsir-S1 y drones de vigilancia Orlan-10E.
La presencia de Alexander Fomin, viceministro de defensa ruso, en las celebraciones del Día de las Fuerzas Armadas de Naypyidaw del 27 de marzo del 2021, fue una muestra clara de la estrecha relación entre ambas partes. Relación que se ha fortalecido, más que debilitado, desde el golpe de estado.
En junio de 2021, el líder de la junta de Myanmar, el general Min Aung Hlaing, realizó una visita a Moscú donde recibió una cátedra honorífica en la Universidad Militar del Ministerio de Defensa ruso.
Este honor tuvo lugar cuando simultáneamente muchos países occidentales e investigadores de la ONU condenaban el rol del general en el derrocamiento de la joven democracia de Myanmar, además de su papel para perpetuar lo que muchas personas consideran un «genocidio» contra la etnia Rohingya.
Min Aung Hlaing es bienvenido en Moscú desde hace tiempo. En junio de 2013, viajó a la capital rusa invitado por Shoigu para discutir acuerdos sobre armamento y lo que entonces se denominó en los medios oficiales birmanos como «asuntos de interés mutuo.»
Durante otra visita en junio de 2016, Rusia y Myanmar firmaron un acuerdo de cooperación militar que, según la agencia de noticias rusa Tass, allanó el camino para una «cooperación multifacética» que «tendrá suficientes instrumentos para hacer todo lo posible en el fortalecimiento y la preparación para el combate de las Fuerzas Armadas de Myanmar y Rusia.»
Sin duda los suministros de armas de Ucrania a Myanmar no han sido tan sólidos como los de Rusia. De acuerdo con la Misión Internacional Independiente de Investigación de las Naciones Unidas sobre Myanmar, Ucrania ha vendido al país sudasiático, desde el 2015, vehículos blindados de transporte de personal BTR-4, tanques ligeros MMT-40 y obuses autopropulsados 2SIU.
También se ha estudiado la posibilidad de fabricación conjunta con industrias de defensa birmanas.
Los BTR-4, de producción ucraniana, fueron vistos en Rangún tanto antes como después del golpe de estado del año pasado. Los principales proveedores, según la misión de la ONU, son las empresas estatales Ukroboronprom y Ukrspecexport, los dos principales productores de armas ucranianos.
Cuando la emisora internacional alemana Deutsche Welle preguntó el 27 de agosto de 2021 a Ukroboronprom si dejaría de cooperar con el ejército birmano tras el golpe de estado que suspendió la democracia en el país, el portavoz de la empresa dijo que Ukroboronprom exportaba material bélico «de acuerdo con la legislación ucraniana y las obligaciones internacionales», y que un acuerdo firmado en 2015 para la cooperación técnico-militar seguía teniendo validez bajo la nueva junta militar en Myanmar.
Esa entrevista hizo que Justice for Myanmar, sitio web dirigido por activistas en pro de la democracia, emitiera una declaración el 8 de septiembre en la que afirmaba que «se debe sancionar inmediatamente a individuos y empresas que procuran armas al ejército de Myanmar, y se les debe negar el acceso al sistema financiero internacional y a los mercados mundiales, incluyendo Singapur, lugar donde operan algunos comerciantes de armamento».
Ese tipo de sanciones está ahora en vigor contra Rusia, lo que significa que los países que continúan realizando transacciones con Moscú corren el riesgo de enfrentarse a sanciones occidentales secundarias. Esto plantea la cuestión de si el ejército de Myanmar podrá encontrar formas de pago para mantener a todos sus cadetes matriculados en Moscú y, lo que es más importante, para adquirir las piezas de repuesto y municiones de su armamento de fabricación rusa.
Esto será crucial para el mantenimiento de los helicópteros de combate rusos que se han utilizado ampliamente en los combates contra el Ejército de Independencia Kachin, en el extremo norte del país, y contra la Unión Nacional Karen, en la frontera con Tailandia.
Los helicópteros de combate también se han utilizado para bombardear objetivos civiles en la región norteña de Sagaing y en los estados Kayah y Chin.
Putin y Min Aung Hlaing son ahora compañeros en el equipo de parias internacionales. Independientemente de lo que escriban columnistas como «Myint Myat» o afirme Zaw Min Tun como portavoz de la junta birmana, los días en que el ejército de Myanmar podía importar libremente armamento de Rusia, así como de Ucrania, son ya parte del pasado.
Fuente original en inglés: https://asiatimes.com/2022/03/russias-war-means-fewer-arms-for-myanmar/