«La guerrilla del Kurdistán tiene ojos argentinos, porque mira con los ojos del Che», dice un combatiente del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) mientras me estrecha la mano. Estamos en el cementerio Mehmet Karansugur, en las montañas de Kandil. Karansugur fue uno de los fundadores del PKK, asesinado en 1983 cuando se dirigía […]
«La guerrilla del Kurdistán tiene ojos argentinos, porque mira con los ojos del Che», dice un combatiente del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) mientras me estrecha la mano. Estamos en el cementerio Mehmet Karansugur, en las montañas de Kandil. Karansugur fue uno de los fundadores del PKK, asesinado en 1983 cuando se dirigía a una reunión con dirigentes del Partido Democrático del Kurdistán (PDK), liderado por Mesoud Barzani, actual presidente de la región autónoma del Kurdistán iraquí. La orden para matar a Karansugur, aseguran los combatientes del PKK, vino del propio PDK.
Kawa, guerrillero del PKK por veintiún años, me había explicado días atrás que al ser fundada la organización, la influencia ideológica más fuerte fue del Partido de Trabajadores de Vietnam, encabezado por Ho Chi Ming. También que la experiencia latinoamericana observada con mayor atención fue «la Revolución Cubana y la acción del Che», el comandante argentino-cubano que nació en la ciudad de Rosario con el nombre de Ernesto Guevara.
Adelante del cementerio se levanta una construcción sencilla: dos habitaciones, una cocina y una pequeña galería donde la sombra es lo más preciado frente al calor del mediodía. En el lugar unos veinte guerrilleros almuerzan y conversan. Después de los saludos reparten agua para refrescarnos.
Barzan, encargado del cuidado del cementerio, nos acompaña al lugar, ubicado al costado de una montaña de poca altura. Sobre la ladera flamean las banderas de Kurdistán y del PKK, además de las imágenes de dos comandantes muertos. Un total de 298 lápidas, se extienden con prolijidad a lo largo de 20 metros, y los nombres que se leen son de guerrilleros caídos en combate o asesinados, en la mayoría de los casos abatidos en la década del noventa por las fuerzas del PDK y de la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK), que dirige Celal Talabani, mandatario de Irak.
En el Kurdistán iraquí hay otros nueve cementerios del PKK y todos son los principales blancos de los ataques de la aviación turca o de los enfrentamientos con las fuerzas militares del PDK y UPK, aliadas a Estados Unidos y Europa. Ocho meses atrás, el cementerio Karansugur fue destruido por un bombardeo y, como siempre lo hacen, los guerrilleros lo reconstruyeron rápidamente. Con esta decisión no sólo hacen respetar la muerte de sus mártires, sino que rescatan sus ejemplos y entrega en la lucha todas las veces que sea necesario.
Volvemos a la galería y toma la palabra Zelal, combatiente que ya tiene 37 años en las filas del PKK y que vio morir a muchos de sus compañeras y compañeros. «Es más doloroso cuando nos enfrentamos entre kurdos que cuando combatimos al ejército turco», dice Zelal, cuyo nombre significa «agua pura».
En épocas pasadas, cuando el PKK iniciaba su trabajo político en Irak, mantuvo duros enfrentamientos con las fuerzas encabezadas por Barzani y Talabani. En el año 2000, la guerrilla combatió durante seis meses hasta derrotar al Ejército de Barzani y liberar una zona de las montañas de Kandil, fronteriza con Irán. Hasta hace pocos años los combates de la guerrilla contra estas fuerzas eran frecuentes, pero por estos días el PKK logró el control total de Kandil, convirtiendo a la región en la retaguardia de la organización.
«Gracias a estos mártires ahora podemos vivir tranquilos en las montañas de Kandil», comenta Zelal, los ojos claros, el cabello largo y castaño, una mueca en su boca que no se atreve a convertirse en sonrisa. Los guerrilleros escuchan sus palabras. La historia de Zelal como combatiente le da autoridad y su voz, agua pura como su nombre, nunca deja de despertar el interés de quienes la rodean.