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La insurrección mundial de la Generación Z

Fuentes: Rebelión [Foto: Protesta de la Generación Z en Indonesia con una pancarta que reza «El gobierno no es nada sin nosotros», febrero de 2025 (David Wadie Fisher-Freberg, Wikimedia Commons)]

Traducido del neerlandés por el autor

Sopla un nuevo viento de resistencia por el mundo, alimentado por la Generación Z, que se alza contra las élites y la desigualdad. Esta revuelta juvenil digital ya ha hecho caer gobiernos, pero se enfrenta al desafío de convertir protestas fugaces en un poder sostenible y organizado.

Un fantasma recorre el mundo, un espectro que ya hizo caer a varios gobiernos y que está impulsado por la Generación Z, los jóvenes nacidos entre 1997 y 2012.

La Generación Z pone a prueba a las élites en todo el mundo. En poco tiempo Bangladés, Nepal y Madagascar vieron caer a sus gobiernos, mientras que en Marruecos, Indonesia, Filipinas, Kenia y Perú siguieron creciendo las protestas juveniles masivas. Los detonantes directos difieren: censura, escasez de electricidad y agua, planes fiscales o escándalos de corrupción.

Pero bajo todas esas protestas fluye la misma fuerza: una generación joven y conectada digitalmente que exige igualdad de oportunidades y servicios básicos. Los jóvenes ya no toleran que los recursos públicos se desvíen hacia proyectos de prestigio mientras fallan las prestaciones básicas. Quieren dignidad y una perspectiva de futuro.

Las protestas suelen enfrentarse a una dura represión. Según la ONU, en Madagascar hubo al menos 22 muertos en las primeras semanas de protestas. En Indonesia voluntarios informaron de que la policía disparó en la oscuridad después de que se apagara el alumbrado público. Decenas de jóvenes fueron detenidos sin juicio. Documentos de Amnistía Internacional muestran como la acción pacífica se responde de forma rutinaria con violencia excesiva.

¿Por qué ahora?

En muchos países la edad mediana es extremadamente baja. En Madagascar, por ejemplo, la mitad de la población es menor de 19 años. Y para ese gran grupo de jóvenes, los empleos suelen ser escasos y hay pocas perspectivas de futuro.

Los jóvenes ven que élites se benefician de privilegios y megaproyectos, mientras se resquebrajan hospitales, escuelas e infraestructuras. En Marruecos los jóvenes salieron a la calle contra el deterioro de los servicios públicos mientras se gastan miles de millones en el Mundial de fútbol de 2030.

También en Asia el patrón es reconocible. En Nepal un intento de bloquear las redes sociales desembocó en una revolución de 48 horas y un gobierno interino. En Indonesia la chispa fue la indignación por los privilegios y la violencia policial. En Perú las reformas de pensiones fueron la gota que colmó el vaso en un contexto de trabajo informal y existencia insegura.

Internet como megáfono

Esta generación utiliza plataformas digitales. TikTok, Instagram, Telegram y sobre todo Discordi son la columna vertebral logística. Sirven para planificar rutas, indicar la ubicación de equipos médicos, información jurídica, verificación de hechos y retransmisiones en directo desde los barrios. Donde los gobiernos bloquean aplicaciones, los jóvenes recurren a las VPNii y canales alternativos.

La organización es deliberadamente descentralizada. No hay líderes clásicos, pero sí miles de nodos. Eso hace que el movimiento sea resiliente: si una cuenta cae, en otro lugar surgen tres nuevas. En Kenia, Nepal y Madagascar ocurrió exactamente así.

Aparece un símbolo en todas partes: la bandera pirata del cómic japonés One Piece — una calavera con sombrero de paja. Es el símbolo de los inadaptados que luchan contra una oligarquía mundial corrupta. En Indonesia, Filipinas, Nepal, Marruecos y Madagascar ondea la misma bandera, a veces en una versión local.

La bandera baja el umbral de participación, crea un lenguaje compartido y nos recuerda que la cultura es poder.

Foto: Protesta en Filipinas, septiembre de 2025 (GeniusTaker, Wikimedia Commons / CC BY-SA 4.0)

La fuerza y la trampa del enjambre

La fuerza del movimiento de la Generación Z reside en su organización horizontal. Como no tiene líderes, es difícil de quebrar. Pero precisamente eso es también su debilidad. Sin ninguna forma de representación, estructura o estrategia, el movimiento corre el riesgo de desvanecerse como un “enjambre sin colmena”, como lo llama el sociólogo italiano Paolo Gerbaudo: un colectivo que vaga de protesta en protesta, sin un anclaje duradero.

Los movimientos juveniles también pueden caer en campañas de desinformación y en manos de actores con otras agendas, desde ONG extranjeras hasta bloques de poder internos. Las revueltas estudiantiles son una plataforma ideal para las llamadas revoluciones de colores, que suelen consistir un cambio de régimen apoyado desde el exterior. Y al igual que entre nosotros, también al otro lado del planeta la extrema derecha gusta de adornarse con poses contra el establishment.

El desafío es convertir la indignación justa en poder duradero. Los jóvenes exigen cambio, pero sin organización y una visión clara, otros se pueden apropiar rápidamente de sus victorias. En Madagascar los jóvenes aplaudieron cuando cayó el régimen, pero pronto vieron que el ejército llenaba el vacío. Después de su levantamiento los jóvenes obtuvieron en Nepal menos participación de la que habían esperado.

En Egipto,la Primavera Árabe terminó en un golpe militar y en Siria degeneró en terrorismo yihadista. En Sudán la protesta callejera de un movimiento cívico idealista fue capturada por generales que luego sumieron al país en una guerra civil implacable.

Estas revueltas callejeras se ven acechadas por el peligro de que figuras carismáticas —generales o populistas— llenen el vacío con promesas rápidas y gestos simbólicos. Una cosa ss la caída de un gobierno y otra construir instituciones justas y reducir la desigualdad exige resistencia, recursos, un amplio apoyo y una organización sólida.

Los levantamientos de la Generación Z son una promesa, pero también una advertencia: sin estructuras duraderas y una visión clara, cualquier revuelta puede ser cooptada. Pero si esta joven generación logra convertir su energía en resistencia organizada y sostenible, no solo puede derribar regímenes, sino también construir una sociedad más justa.

Fuente: https://www.dewereldmorgen.be/artikel/2025/10/22/de-wereldwijde-opstand-van-gen-z

Notas:

i Y al igual que entre nosotros, vemos que también al otro lado del planeta la extrema derecha gusta de adornarse con poses

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Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.