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La intelectualidad uruguaya: el arte de mirar para el costado

Fuentes: Rebelión

He seguido con vivo interés el debate de Antonio Sastre y Pascual Serrano sobre los intelectuales. El excelente artículo de Carlo Frabetti, agrega una nueva voz – certera y clarificadora – a este contrapunto. En una de mis últimas entregas a Rebelión (Elecciones en Uruguay-Las dudas del aguafiestas), yéndome de la página dejé colgada esta […]

He seguido con vivo interés el debate de Antonio Sastre y Pascual Serrano sobre los intelectuales.

El excelente artículo de Carlo Frabetti, agrega una nueva voz – certera y clarificadora – a este contrapunto.

En una de mis últimas entregas a Rebelión (Elecciones en Uruguay-Las dudas del aguafiestas), yéndome de la página dejé colgada esta frase:«Y acá se abre otro capítulo que prometo desarrollar en futuras entregas: ¿Cuál tendría que ser el rol de los intelectuales y de los artistas uruguayos en el marco de este nuevo, confuso y ambiguo escenario que un hipotético gobierno «progre» se apresta a inaugurar? ¿Plumíferos cómplices al servicio del «stablishment», o continuadores dignos de una enraizada tradición libertaria?»

En Uruguay se hipotiza un triunfo del Encuentro Progresista-Frente Amplio-Nueva Mayoría. Esto significa que un gobierno centroizquierdista recorta su figura en el horizonte de los intelectuales uruguayos que, hasta ahora, han brillado por su ausencia.

Tal vez no sea éste último el sustantivo más adecuado. Sería más lógico hablar de silencio cómplice y condescendiente con quienes se aprestan a gobernar- presentándose como «izquierdistas»- bajo el signo de la expoliación fondomonetarista y del mantenimiento de la impunidad.

Las pocas veces en que los intelectuales han roto ese silencio, nos han contado que tienen un dolorcito llamado Cuba, adecuando así la oferta de mohines a la demanda del circo electoral. La dirigencia frenteamplista se sintió herida en su soberanía cuando Fidel les arrimó su solidaridad y la del pueblo de Cuba para las elecciones de octubre.

«Los de afuera son de palo», le respondió torpe hasta la médula el «líder socialista» Tabaré Vázquez, mientras resonaba a sus espaldas el aplausito solitario y desganado del senador «socialista» Manuel Nunez. ¡Pobre gente…!

En cambio, no dieron abasto los comunicados de prensa de la coalición centroizquierdista, en los que expresaban su enorme satisfacción por el apoyo brindado a Vázquez por los socialdemócratas alemanes (?), los socialistas españoles de Rodríguez Zapatero (a tus zapatos) y el peronista Kirchner.

«Los cantores se buscan por la tonada»

Es increíble, pero estos huracanes no despeinan a ninguno de nuestros sesudos compatriotas, que han hecho del libro o del disco militantes, una profesión no solo de fe.

¿Serán todos calvos los otrora adalides de las causas populares?

Algunos hace rato que han perdido el pelo. Otros se defienden con lo que les va quedando. Lo más triste es la calvicie que no se ve: la del corazón.

Por otra parte, es lógico que así sea. La decadencia del hombre que envejece está representada por una regresión sistemática de la intelectualidad.

Cuando nos detenemos a meditar una intención noble, automáticamente la estamos matando. El hielo invade traidoramente el corazón y la personalidad más libre se amansa y domestica.

Viviendo en Europa, no tengo la posibilidad de compartir con ellos las interminables tertulias montevideanas. A lo mejor en ellas se desahogan. De todos modos, es innegable la tendencia a recular cuando se trata de decir o escribir públicamente determinadas cosas.

Son innumerables los desplantes reaccionarios de la nueva dirigencia frenteamplista frente a problemas que exigirían como respuesta, el golpe de ala de la intelectualidad uruguaya.

Hasta ahora, ésta se ha movido en una dirección que consolida inequivocablemente una impúdica tendencia reptadora.

El silencio y la «distracción» frente a la viga en el ojo propio han ido de la mano con la premura para buscar la paja en el ojo ajeno.

«Cuba duele» es un acabado ejemplo de ello.

Quedará como lo que es: pura hojarasca.

Creo que esta actitud se puede resumir en dos hechos emblemáticos que han agitado las aguas del acontecer político nacional.

La mayoría de los intelectuales y artistas uruguayos se ha comportado en estos casos mirando siempre para el costado.

El 13 de diciembre de 2002, el diario montevideano La República titulaba:» 200 intelectuales y artistas uruguayos piden a Batlle por la nuera de Gelman. Firman la carta destacados representantes de la literatura, la música, el teatro y las letras uruguayas».

A mi me solicitó la adhesión un conocido cantautor uruguayo.

Por supuesto que respondí afirmativamente, estampando mi firma por algo que consideré intrínsecamente justo.

El líder frenteamplista Tabaré Vázquez, ha declarado que en caso de victoria electoral su gobierno mantendrá la Ley de Impunidad.

¿En dónde estaban los firmatarios de la petición anterior? ¿Quién denunció esta agachada colosal desde la izquierda frenteamplista?

Es posible que alguien lo haya hecho, pero de tan solitario pasó desapercibido. ¿Les faltó la lucidez necesaria para establecer un nexo entre el asesinato de la nuera del poeta Juan Gelman y la impunidad que por adelantado Tabaré Vázquez les asegura a sus asesinos, o les faltó otra cosa que en el Río de la Plata llamamos con el nombre de un ingrediente indispensable de la tortilla?

La seducción del poder y la certeza de que ahora sí «tienen algo que perder» – ah, Silvio Rodríguez – ¿les ha cancelado la sonrisa juvenil con un bozalito invisible y harapiento?

A algunos de ellos, el gobierno municipal comandado por un intendente inflexible y negrero con sus propios trabajadores como es el frenteamplista Mariano Arana-llamó a la policía para ahogar con el garrote una huelga municipal, incentivando a los carneros (esquiroles) de turno y a sus directores rompehuelgas- ya les ha untado la mano a través de los innumerables canales con los que cuenta quien tiene el control de la canilla.

Es la fuerza del chorro o la ausencia del mismo, la indicación de metrónomo que respetan estos nuevos intelectuales a la hora de las danzas.

La cola de paja en estos casos es imposible de ocultar.

Para compensar algo que moral y políticamente es indefendible, un semanario uruguayo que se publica en Suecia y en el que escriben algunos intelectuales y artistas, nos muestra desde sus titulares los espejitos de Tabaré Vázquez. Su frase constituye un monumento a la hipocresía:» El Encuentro Progresista-Frente Amplio no descansará hasta saber lo que pasó con cada desaparecido».

¿Y después? Si te he visto no me acuerdo…

Es obvio que en la cúpula frentista está exacerbada la curiosidad en forma inversamente proporcional al humano y legítimo deseo de justicia.

Recientemente, Tabaré Vázquez pensó que para ser más papista que el Papa, lo mejor que podía hacer era ofrecerle el Ministerio de Economía de su gobierno progresista-a cuenta de un futuro triunfo electoral, por supuesto-a Enrique Iglesias, presidente del BID.

Mientras del otro lado lo tironeaba su verdadero clan de blancos y colorados, Iglesias alcanzó a balbucearle un «no, gracias» a esta inesperada familia adoptiva que, reptando, viajó en comitiva hasta las fauces del Imperio. Allí, sin ningún pudor y en plena cuchipanda, sintieron el roce de los cinturones en los tobillos. Se quedaron «afeitados y sin visita». En una decisión caudilleja y personal, Vázquez, sin consultar a nadie, encontró en Danilo Astori -votó con la derecha y con Jorge Batlle en el referéndum de Ancap – la rueda auxiliar para el viaje que llevará a los trabajadores y al pueblo uruguayo, derechito al precipicio fondomonetarista.

Esos intelectuales tan severos con Cuba, ¿están de acuerdo con esta venta al mejor postor, de principios a los que es imposible renunciar si con ello no se renuncia también a la dignidad individual y colectiva?

¿No deberían ser las voces más lúcidas las encargadas de poner un freno al corrimiento hacia la derecha del FA, condicionando el apoyo político al mantenimiento de ciertos postulados irrenunciables?

Todo parece indicar lo contrario, lamentablemente.

Por cada bastión de dignidad, proliferan cientos de manitos fláccidas y ahuecadas que se estiran al pasaje de los futuros burócratas progresistas.

Son la otra cara de la moneda: los intelectuales a los que un largo camino de aprendizaje, ha conducido al palacio de la «sensatez».

Yo prefiero llamarlos «alcahuetes a cuenta» del futuro triunfo electoral.

La tarea de los intelectuales honestos que aceptan solamente compromisos con su propia conciencia, consistirá en desenmascarar la ambigüedad de estos nuevos impostores que se esconden detrás de su progresismo de pacotilla.

No existe nada más revolucionario que hacer algo, simplemente porque es justo.

Señalar, hostigar y acosar a este nuevo caballo de Troya enquistado en el corazón de la izquierda, es una tarea a la que ningún intelectual bien nacido puede renunciar.

Es justo y a la vez higiénico.