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Foro social mundial de Porto Alegre

La internacional de los inconformes

Fuentes: Rebelión

El Foro Social Mundial, que está celebrándose en Porto Alegre significa un paso de avance de la resistencia anti-neoliberal, una toma de conciencia frente al creciente poder de las transnacionales. La globalización ha aportado una interdependencia del capital, ahora le ha tocado el turno a la descentralización de la indocilidad.  Porto Alegre contribuye con un […]

El Foro Social Mundial, que está celebrándose en Porto Alegre significa un paso de avance de la resistencia anti-neoliberal, una toma de conciencia frente al creciente poder de las transnacionales. La globalización ha aportado una interdependencia del capital, ahora le ha tocado el turno a la descentralización de la indocilidad.  Porto Alegre contribuye con un escenario rico y heterogéneo y ha logrado una convergencia internacional de los disconformes. El bautismo de fuego se dio en Seattle en 1999, cuando cincuenta mil personas se lanzaron a la calle a protestar contra el cónclave de los financieros y fue de tal intensidad la protesta que el mundo se percató que la rebeldía llegaba a su mayoría de edad.

En América Latina las dictaduras militares de los años setenta y ochenta marcaron con el modelo neoliberal las economías del sur. El parlamento de los banqueros en Davos trataba de institucionalizar el modelo. Se imponía un alzamiento ideológico, una insurrección generalizada  para frenar el colonialismo de las corporaciones transnacionales. La creación de un estado particular sin fronteras, el deterioro de los términos de intercambio imponía la organización de la intransigencia.

La reunión de  Porto Alegre tiene por lema «Otro mundo es posible».  Allí se ha acuñado el término «altermundialización» que expresa la viabilidad de  una alternativa frente al sistema de la  «globalización». La economía de mercado se enfrenta a próximas crisis. El mundo occidental tiene al peor capitán de tiempos de borrasca que haya podido conseguirse. La incapacidad de Bush, su incultura y agresividad sitúan la máxima responsabilidad del universo empresarial en una nulidad comprobada.

El proyecto de crear un ámbito donde la abundancia permita un reparto más justo del producto social, donde la salud, la educación y la cultura sean un derecho de todos, donde pueda vivirse en paz y cada ciudadano tenga el derecho  a vivir sin obstrucciones, mantiene plena su vigencia. A ello puede llamársele socialismo o democracia, según convenga a sus adeptos, pero lo que importa no es el cartel con que se le bautice sino la esencia misma del proyecto, la perdurable utopía, las reiteradas tentativas humanas por alcanzar el bienestar social.

En la estación de esquí suiza de Davos se reúnen los oligarcas satisfechos, los pudientes saciados, los empresarios prósperos.  En Porto Alegre se aglutinan los humillados, los desamparados y míseros. El Foro Económico Mundial de Davos cuenta con  la custodia de miles de policías y soldados, expertos en armas químicas y biológicas, decenas de helicópteros vigilando las azoteas. En el Foro Social Mundial de Porto Alegre se mueve  una multitud jubilosa, calculada en más de cien mil personas, respaldando a sus representantes y las instituciones que expresan sus intereses.

A la capital de Río Grande do Sul acuden los enviados de decenas de sindicatos, organizaciones no gubernamentales, instituciones sociales y movimientos progresistas. En Davos están los partidarios de la globalización, de la exportación de capitales sin restricciones, de la desregulación y las privatizaciones. En Porto Alegre se hacen sentir los partidarios de la paz y el cese de las hegemonías, de los antirracistas y los igualitaristas, los partidarios de la verdadera democracia y quienes luchan contra el militarismo.

En Porto Alegre surge la posibilidad de que las izquierdas políticas, sociales y culturales se unan, abandonando sus facciones, en una gran fraternidad que sirva para la comunicación de experiencias y fortalezca una nueva internacional. En Porto Alegre se funden las ideas que servirán para formas múltiples y variadas de organización social. Una pluralidad sin sectarismos, una entidad planetaria que contribuya a frenar a los voraces capitanes del capital sin fronteras.  En esa unidad posible está la fuerza. En ese lenguaje común de la repulsa está el nervio, la fibra y el impulso de un mañana posible sin las miserias del presente.

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