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China

La lucha obrera de Jasic y el movimiento estudiantil

Fuentes: Chinoiresie

En julio de este año, 89 trabajadores de la empresa Jasic Technology Co. Ltd, de Shenzhen, reivindicaron el derecho a crear un sindicato de centro. En la década pasada hubo una explosión de huelgas en Shenzhen, y este conflicto fue uno de los muchos en que los trabajadores reclamaron una mejora de las condiciones de […]

En julio de este año, 89 trabajadores de la empresa Jasic Technology Co. Ltd, de Shenzhen, reivindicaron el derecho a crear un sindicato de centro. En la década pasada hubo una explosión de huelgas en Shenzhen, y este conflicto fue uno de los muchos en que los trabajadores reclamaron una mejora de las condiciones de trabajo, el pago de los salarios atrasados y de las cuotas no pagadas a la seguridad social y el establecimiento de una indemnización por despido. No obstante, el caso de Jasic es insólito en la medida en que contó con el apoyo expreso de un grupo de unos 50 estudiantes que se autoproclamaban maoístas y marxistas, junto con un pequeño grupo de otros ciudadanos. Procedentes de diversas partes de China, se organizaron en un Grupo de Apoyo a los Trabajadores de Jasic y fueron a la fábrica a manifestar su solidaridad con los trabajadores en lucha [1]

En el apogeo de la lucha de Jasic, estos simpatizantes maoístas viejos y jóvenes enarbolaron fotografías de Mao y una pancarta que decía «Seremos siempre buenos estudiantes del presidente Mao». Crearon una página web -que ya ha sido clausurada por las autoridades- titulada «Vanguardia de la época» (shidai xianfeng), en la que recabaron el apoyo a su causa «por el despertar de la clase obrera, por el bien del presidente Mao». Como muestran las imágenes que acompañan a este artículo [2], divulgaron en las redes sociales fotografías de ellos mismos posando al estilo maoísta como héroes revolucionarios, disciplinados y resueltos a luchar por su causa. Uno de ellos colgó un artículo titulado ¿Adónde ha ido Jinggangshan? Sobre la lucha de Jasic y el futuro del renacer revolucionario. Refiriéndose a la montaña en la que Mao estableció su primera base guerrillera en 1927 y a la estrategia revolucionaria maoísta de «rodear las ciudades desde el campo» (nongcun baowei chengshi), proclamó que «Jinggangshan se halla ahora mismo en Jasic y todas las zonas industriales».

Pese a que los maoístas que apoyan a los trabajadores de Jasic no preconizan un levantamiento armado, consideran que ha llegado la hora de que la izquierda en China eleve la lucha del ámbito económico al político. En el mismo instante en que se implicaron, el incidente escaló rápidamente de una iniciativa de organización de un sindicato de centro a una lucha política contra el gobierno local. La heroica lucha fue reprimida rápida y violentamente. Cuatro trabajadores fueron detenidos, acusados de desórdenes públicos y se encuentran ahora en espera de juicio. En el momento de escribir estas líneas, 28 simpatizantes se hallan bajo arresto domiciliario o desaparecidos involuntariamente. En cuanto a los estudiantes, cuando regresaron a sus universidades, fueron interrogados, expedientados, investigados, amenazados y, en algunos casos, expulsados. En los últimos tres meses, más de 20 estudiantes han sufrido malos tratos: algunos fueron apaleados, otros atacados y secuestrados por matones en el mismo campus, y otros más simplemente han desaparecido. ¿Cómo valorar este incidente sin precedentes en que estudiantes y trabajadores luchan juntos desde distintas entidades, diferentes provincias, por encima de las diferencias generacionales y de clase?

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La profesora Pun Ngai, de la Universidad de Hong Kong, ha señalado que la lucha de Jasic constituye un movimiento de «unidad de trabajadores y estudiantes» y tiene un «significado histórico». En efecto, el caso es significativo porque fue la primera vez en las últimas décadas en que los estudiantes se han manifestado tan abiertamente y de manera tan organizada en apoyo a una protesta obrera. Esto contrasta totalmente con lo que ocurrió en la plaza Tiananmen en 1989, cuando intelectuales y estudiantes se desentendieron de los trabajadores en el comienzo de las protestas. Cuando fracasó el movimiento democrático de finales de la década de 1980, la intelectualidad se dividió pronto en dos grupos principales: los liberales (ziyoupai) y la nueva izquierda (xinzuopai). Ambos grupos aceptaban la falsa dicotomía entre Estado y mercado, permaneciendo indiferentes ante las penurias de las masas trabajadoras.

En el mejor de los casos, tan solo un puñado de intelectuales de la nueva izquierda adoptó una retórica de equidad en sus escritos, contraponiendo al lema liberal de «priorizar la eficiencia» en la futura reforma la consigna de «priorizar la justicia». En cuanto a los estudiantes, estos simplemente volvieron a sus estudios. No fue hasta la huelga de los trabajadores de la sanidad de 2009 en Guangzhou que los trabajadores comenzaron a obtener el apoyo de estudiantes, que en la mayoría de los casos participaban a título individual y no como grupo coordinado. Así, el hecho de que en el incidente de Jasic más de 50 estudiantes asumieran graves riesgos al actuar en solidaridad con los trabajadores fue realmente un fenómeno nuevo.

Sin embargo, la profesora Pun da un paso más y plantea dos cuestiones sobre las que tengo mis reservas. En primer lugar, señala que el incidente destaca por tener un segundo significado histórico, pues «por primera vez los trabajadores han organizado conscientemente un sindicato». La realidad es que ha habido numerosos casos de trabajadores que fueron a la huelga para reivindicar la reelección o la creación de sindicatos de centro. Por ejemplo, ya en 2004-2005, trabajadores de la empresa japonesa Uniden, ubicada asimismo en Shenzhen, hicieron huelga cinco veces en un año. Al final consiguieron crear un sindicato, aunque este fue suprimido rápidamente. Otros ejemplos son el caso Ole Wolff en Yantai en 2006, la huelga de Contenedores de Yantai en 2007, sin olvidar la huelga de Honda en Nanhai en 2010.

En segundo lugar, la profesora afirma que «las acciones de los trabajadores de Jasic muestran asimismo que la clase trabajadora china ya se ha convertido, de sujeto puramente económico, en sujeto político con conciencia de clase». Es cierto que inicialmente la protesta era bastante prometedora. La plantilla de la fábrica abarca más de mil personas, de manera que el hecho de que 89 trabajadores firmaran la reclamación de un sindicato en el centro -de los que una veintena siguieron en lucha después de la represión- es significativo, especialmente si tenemos en cuenta la dificultad de organizar sindicatos en este contexto. No obstante, ¿se puede concluir que el trabajador medio chino se ha convertido en un «sujeto político con conciencia de clase» a la luz de las acciones de menos de 100 personas en un único centro de trabajo?

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Ahora que la represión contra los estudiantes ha despertado el interés de los medios internacionales, vale la pena examinar con más detalle los orígenes de estos grupos estudiantiles maoístas. El resurgimiento de la ideología maoísta en la generación joven se remonta al comienzo del nuevo siglo. En aquel entonces, algunos viejos maoístas del norte de China decidieron oponerse entre bastidores a la privatización de empresas de propiedad estatal (EPE). Invitaron a activistas de la emigración rural y estudiantes a asistir a sus clases y cursillos. En 2005 fundaron la Web de investigación laboral china (zhongguo gongren yanjiu wang), más tarde rebautizada con el nombre de China roja (hongse zhongguo), clausurada por las autoridades en 2010.

Estos maoístas priorizaban a los trabajadores de la EPE por encima de los emigrantes rurales porque consideraban que los primeros eran más revolucionarios y que los segundos carecían de conciencia de clase. Centraban sus actividades sobre todo en los trabajadores de las EPE en el norte, y si había ONG maoístas que trabajaban en el sur, mantenían un perfil muy bajo. La eclosión actual de una nueva generación de jóvenes estudiantes maoístas tan profundamente comprometidos con la lucha de Jasic indica que los maoístas pasan a prestar atención a los trabajadores migrantes rurales en el sur. El hecho de que en el caso de Jasic hayan decidido adoptar una táctica de resistencia activa a cara descubierta es prueba de su firme determinación y su compromiso, teniendo en cuenta el contexto sumamente represivo.

En esa misma década, China roja -junto con Utopía (wuyouzhixiang), una página web maoísta fundada en 2003 por los conocidos maoístas/nacionalistas Fan Jinggang y Han Deqiang- tenían puestas sus esperanzas en Bo Xilai para que encabezara un giro a la izquierda en el partido. Por ejemplo, Minqi Li, un académico residente en EE UU y teórico de China roja, consideraba que la de Bo era «la última facción significativa que se opone al capitalismo neoliberal» y afirmó que «al purgar a Bo Xilai del partido, la dirección del Partido Comunista Chino (PCC) puede haber perdido su última y mejor oportunidad de resolver las crecientes contradicciones económicas y sociales de una manera relativamente pacífica».

La caída de Bo en 2012 puso fin a estas expectativas, y desde entonces las dos etiquetas de maoístas de izquierda (maozuo) y maoístas de derecha (maoyou) han pasado a ser moneda corriente en los debates en línea. Esto significa que los maoístas se han dividido definitivamente en por lo menos dos bandos: los de derecha siguen abogando por el apoyo al partido, como refleja el lema «Defender el partido y salvar el Estado» (baodang jiuguo), mientras que los de izquierda, como China roja, han radicalizado sus críticas al partido, reconociendo finalmente que en China se ha producido un cambio cualitativo a favor del capitalismo. A partir del ascenso de Xi Jinping se muestran más explícitos a la hora de proclamar la resistencia desde abajo, mientras siguen tratando de ganarse a cuadros dirigentes del partido mediante la invocación de los principios socialistas consagrados en la Constitución o en la obra de Mao.

Pese a que los maoístas han acumulado mucha experiencia en el norte en defensa de los derechos de los trabajadores de las EPE, esa experiencia no es aplicable a los trabajadores de las empresas privadas del sur sin adaptarla sustancialmente. Cuando las EPE fueron privatizadas a finales de la década de 1990 y comienzos de la de 2000, los trabajadores se enfrentaron a veces directamente a funcionarios corruptos que eran los responsables del robo de la propiedad pública. Invocaron los valores revolucionarios del PCC para legitimar su resistencia política. Esto era natural y a veces incluso resultó útil.

Sin embargo, en las empresas privadas del sur, la cosa cambia. El conflicto enfrenta principalmente a la plantilla con la patronal. Además, es menos probable que los valores revolucionarios del PCC resuenen entre los trabajadores migrantes, de modo que, si la acción se convierte en resistencia política, estos se sentirán menos motivados. Por consiguiente, en el caso de Jasic, como en muchos otros, cuando la autoridad local reprimió a los trabajadores, la lucha se politizó, pero cuando se contempla la posibilidad de escalar este tipo de lucha hay que preguntarse si los trabajadores están plenamente preparados para el enfrentamiento político. La experiencia ya nos dice que en este caso concreto no lo estaban.

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En realidad, las autoridades chinas no se interesan para nada por los principios socialistas, ni por Mao o el maoísmo. Mientras Xi Jinping sigue pidiendo a la gente que aprenda del marxismo, del leninismo y del pensamiento de Mao, paradójicamente el Estado y el partido continúan reprimiendo cualquier iniciativa independiente y colectiva a favor de estudiar en serio los textos clásicos de la izquierda y redoblan sus ataques cuando dichas iniciativas aspiran a simpatizar con la gente trabajadora. La represión contra el resurgimiento del maoísmo en la población no es un fenómeno nuevo. En 2004, la policía de Zhengzhou detuvo a procesó a maoístas locales que intentaron homenajear a Mao. La represión por parte del Estado y del partido contra los trabajadores de Jasic y los estudiantes es un incidente más que nos recuerda que el PCC ha traicionado desde hace tiempo su propia doctrina fundacional y se muestra hostil a quienquiera que pretenda interpretar el maoísmo de un modo distinto de la línea oficial.

Hay muchas cosas que podemos aprender del caso de Jasic. Debería servir de catalizador para que iniciemos un debate público, pendiente desde hace tiempo, sobre la situación y la estrategia del movimiento obrero chino en el centro de una sociedad en crisis. Mientras que hasta ahora el movimiento obrero constituía una mayoría silenciosa que básicamente quedaba al margen del debate entre los liberales y la nueva izquierda, el caso Jasic nos recuerda que la situación está cambiando, que ahora hay más trabajadores que quieren que se les escuche y que cada vez urge más un debate sobre todas estas cuestiones.

Notas:

[1] Parte de este artículo apareció originalmente en chino en el Mingpao Daily el 30 de agosto de 2018. En el número de enero de 2019 de New Politics (newpol.org) aparecerá un comentario más largo del mismo autor. Toda la información reflejada en este texto proviene de Internet o de contactos personales.

[2] Véase http://www.chinoiresie.info/PDF/Made-in-China-04-2018.pdf

Fuente: http://www.chinoiresie.info/PDF/Made-in-China-04-2018.pdf.

Traducción: viento sur