La malnutrición ya afecta a 178 millones de niños en el mundo, la mayoría en Afganistán, Bangladesh, República Democrática de Congo, Etiopía, India, Kenia, Sudán y Vietnam. Bastarían 167 euros para alimentar a cada uno de ellos y garantizarle sus primeros dos años de vida. Por Alejandro Tejeda Rocha La malnutrición crónica afecta al 54% […]
La malnutrición ya afecta a 178 millones de niños en el mundo, la mayoría en Afganistán, Bangladesh, República Democrática de Congo, Etiopía, India, Kenia, Sudán y Vietnam. Bastarían 167 euros para alimentar a cada uno de ellos y garantizarle sus primeros dos años de vida. Por Alejandro Tejeda Rocha La malnutrición crónica afecta al 54% de los menores de cinco años en Afganistán, según datos de Unicef. Otro porcentaje, aún más elevado, corresponde a aquellos menores cuyo peso está por debajo del saludable para su edad.
Fadira Ayari, funcionaria de la Agencia de Naciones Unidas para la Infancia, señala que esta elevada cifra es consecuencia directa de la pobreza que vive el país del centro de Asia. También por la falta de educación y de recursos, que impiden que la situación mejore.
Esta es también la opinión del equipo médico del Hospital Indira Gandhi, situado en Kabul, capital y ciudad más grande de Afganistán. En dicho centro mueren a causa del hambre alrededor de setenta niños al año.
Para atender a estos menores se ha creado un área especial de cuidado, la Unidad de Desnutrición, que acoge a niños que llegan de todo el país. Los médicos y especialistas de Indira Gandhi también ejercen de guía y ayuda para las madres de los afectados por malnutrición y otros problemas graves, a las que enseñan a colaborar y el método para que sus hijos lleguen al peso ideal en el menor tiempo posible. Muchas de ellas viajan con toda su familia hasta este hospital hasta que sus hijos alcanzan el peso marcado por los médicos. De lo contrario, no podrán abandonar el centro.
Alrededor de una treintena de menores con problemas de desnutrición conviven en Indira Ghandi, que acoge un total de 370 pacientes. Mientras este hospital funciona como puede, el gobierno de Afganistán gastó más de trescientos millones de euros para las pasadas elecciones. Nourolhaq Yusefhazi, doctor y director del centro, señala otro dato que llama la atención. Son los elevados sueldos de los soldados internacionales enviados a Afganistán. «Con lo que cobra uno sólo de ellos, nosotros tenemos para el presupuesto de un mes», aclara.
Centros como éste intentan funcionar ajenos a toda la telaraña burocrática exterior. Nourolhaq Yusefhazi añade que el personal que trabaja con él percibe un sueldo de 10.000 afganis al mes, lo que equivale a 140 euros. El normal funcionamiento de su centro no sería posible sin la ayuda de estudiantes en prácticas y voluntarios que colaboran en esta lucha diaria.
Otra situación a la que tienen que hacer frente se produce cuando el propio Ministerio de Salud afgano obliga a mantener un número concreto de camas libres en sus instalaciones para las víctimas del terrorismo en la zona. Así sucedió durante las pasadas elecciones, en las que ganó Hamed Karzai.
Organizaciones como Save the Children publican numerosos informes al cabo del año para lograr dar más eco al problema de la malnutrición, que afecta a 178 millones de niños en el mundo. Junto con Afganistán, la mitad de los niños y niñas con problemas de malnutrición se concentran en otros siete países más. Son Bangladesh, República Democrática de Congo, Etiopía, India, Kenia, Sudán y Vietnam. La ONG señala que «con sólo 167 euros se podría alimentar de manera óptima a un menor durante sus dos primeros años de vida». Esto incluye la lactancia materna y todo lo necesario para que un niño crezca sano y fuerte. Para ello la madre también tendrá que estar sana, causa por la que muchos niños padecen problemas desde su nacimiento. De esta manera, se podría «proteger su cerebro y su organismo de daños permanentes como consecuencia del hambre».
La cantidad que se gastan los gobiernos de los países ricos para paliar la situación es «significativamente» inferior que la necesaria. «La amenaza del incremento de los precios de los alimentos, el cambio climático y la crisis económica, llevarán a elevar estas cifras. Estas muertes no son hechos aleatorios fuera de nuestro control, son el resultado de decisiones políticas tomadas por Gobiernos», afirma el director de Save the Children, Alberto Soteres. «Sabemos cómo tratar el hambre infantil y sabemos cuánto cuesta», concluye.
Se puede decir más alto pero no más claro. El problema es que los que tienen la solución en sus manos sólo oyen, pero no escuchan.
Alejandro Tejeda Rocha es periodista. Su artículo se publica por gentileza del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS).
Fuente: http://www.elcorresponsal.com/modules.php?name=News&file=article&sid=5629