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La manipulación de la lucha contra el racismo, una manera de dividir el mundo

Fuentes: Fondation Frantz Fanon

Traducción del francés para Rebelión por S. Seguí

Cinco días de una conferencia muy formal (1), en la que no se ha cuestionado la manera como determinados países la han boicoteado o han intentado hacerlo.

Cinco días que han ofrecido la oportunidad a la mayoría de países de focalizar, con ayuda de los medios de comunicación, la atención del mundo en las declaraciones del presidente de Irán, y que ha permitido a los países europeos -con Francia a la cabeza- abandonar la sala de reuniones bajo la mirada estupefacta de las ONG presentes. En efecto, nada de lo declarado por el presidente Ahmadineyad hacía referencia alguna a un cuestionamiento del exterminio judío

Nada, salvo que denunció el racismo y la xenofobia institucionalizadas del Estado de Israel en relación con el pueblo palestino. Nada que no sea rigurosamente exacto. Curiosamente, media hora después de finalizada la intervención de Ahmadineyad, el texto que se transmitió por la secretaría de la conferencia contenía algunas frases que no se habían pronunciado ni traducido. (2)

De ahí a pensar que todo estaba previsto de antemano sólo hay un paso. En efecto. Ahmadineyad se había reunido poco antes de tomar la palabra con la Alta Comisaria para los Derechos Humanos, señora Navi Pillay. En la reunión se convino que no habría ninguna declaración negacionista. En el momento de su declaración, Ahmadineyad hizo honor a su palabra.

Así pues, ¿cómo es posible que la Secretaría pudiera distribuir un texto en parte no pronunciado? ¿Qué papel ha tenido en esta obra la Conferencia y más concretamente el Alto Comisariado para los Derechos Humanos, organismo dependiente de la Asamblea General de las Naciones Unidas?

Basta con indicar que, contrariamente a las decisiones de Durban en 2001 (3), donde los estados aceptaron la celebración de un foro de las ONG en la Conferencia de Examen, en Ginebra no ha podido organizarse ningún foro. Ha sido necesaria la voluntad de algunas ONG (4) para imponer un foro de la sociedad civil que sólo ha podido celebrarse antes de la conferencia, con una duración de tres días. Dicho foro redactó una declaración final que no pudo ser transmitida a los estados por cuanto éstos rechazaron, con toda energía, la existencia misma de un foro de ONG con el pretexto de que eran estas organizaciones las que habían hecho fracasar el proceso de Durban.

Ahora bien, lo que estuvo en juego en Durban (5) fue, ni más ni menos, la manipulación del racismo con el fin de dividir el mundo. De un lado, los apoyos del Estado de Israel, entre ellos numerosos países occidentales y otros árabes y africanos; del otro lado, los que afirman que el racismo y la discriminación en todas sus formas, la xenofobia y la intolerancia que los acompaña deben combatirse en todo el mundo con el fin de alcanzar la universalidad de los derechos humanos para todas y todos.

Es sobre esta ruptura sobre la que los países occidentales y sus aliados querían reforzar la división del mundo. Pero no contaban con la voluntad de las ONG, de algunos estados y de Mary Robinson (6), gracias a la cual, y a pesar de la violencia de los países, fue posible conseguir la Declaración y el Programa de Acción de Durban (7)

Durante todo el proceso de preparación de la reciente Conferencia de Examen, los países occidentales no han cesado de propiciar su fracaso. El antisemitismo ha sido el elemento central con el que han intentado paralizar a cualquier país que tuviese la veleidad de criticar la política racista, discriminatoria y xenófoba del Estado de Israel en relación tanto con los ciudadanos palestinos asimilados en 1948 como con los palestinos de los territorios ilegalmente ocupados.

Así, con la manifestación de esta voluntad sería fácil para estos países pedir la anulación pura y simple del proceso de examen de la citada Conferencia de Durban.

Es preciso también señalar que la utilización de la referencia a Durban (8) no es inocente, y participa de la voluntad de mostrar que es a partir de este lugar, pocos días antes del 11 de septiembre (9), que se escenificó la división del mundo: de un lado, los que aseguran combatir el terrorismo; del otro, los que se asegura que lo alimentan.

Resulta curioso que los estados más poderosos utilicen el Consejo de Derechos Humanos -es decir, el organismo que pretende universalizar los derechos humanos para todos y todas, en cualquier lugar del mundo, con independencia del régimen político y la religión- para reforzar su posición dominante y excluir a todos aquellos países que no respondan a sus exigencias o que pidan que se escuchen todas las voces de las víctimas, entre otras las del pueblo palestino, sin olvidar aquellas de las que ya no se habla, como la voz del pueblo checheno, o aquellas que se niegan a escuchar, como los pueblos aborígenes y los dalits o intocables.

Con esta Conferencia de Examen se confirma que los estados más poderosos han impuesto al resto del mundo sus concepciones de la lucha contra el racismo, la discriminación y la xenofobia en el marco de un terreno en que los límites no incluyen ninguna crítica a Israel y del que se ha erradicado la difamación religiosa.

Por consiguiente, estamos muy lejos de la universalidad de los derechos -en favor de la cual se moviliza una gran parte de la sociedad civil y la pretenden reivindicar para sus pueblos la mayor parte de los estados- por cuanto los países contrarios a esta organización del mundo no consiguen hacer oír sus voces, sea por falta de voluntad política, sea por miedo a las represalias.

Es preciso constatar que se trata, en realidad, de un cuestionamiento drástico de los derechos humanos, y, en un plano más general, también del de los órganos de las Naciones Unidas creados para obtener su respeto y efectividad. Tras encuentros de este tipo, aun cuando la declaración final sea más o menos correcta y tenga al menos el mérito de afirmar el correcto fundamento de la Declaración y el Plan de Acción de Durban 2001, albergamos dudas justificadas sobre el mantenimiento de estos organismos y sobre el papel que les atribuye una gran parte de la comunidad internacional.

Así pues, tenemos un foro formal, una comunidad internacional en desacuerdo sobre la naturaleza del racismo, de la discriminación y de la xenofobia que deben denunciarse, y una sociedad civil excluida, cuya participación se ha limitado a asistir al desfile de declaraciones de algunos estados. Sólo 120 ONG han podido dirigirse a los Estados, en una sala relativamente vacía.

Este foro muestra que la división del mundo se construye basándose en principios relativos al racismo muy diferentes de un país a otro, y también mediante la manipulación realizada en detrimento de los pueblos.

Esta división del mundo, organizada a partir de la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia viene a reforzar el discurso elaborado a partir de septiembre de 2001 de lucha contra el terrorismo, con la instalación de un discurso sobre los buenos valores y las buenas prácticas de una democracia rehén de los países dominantes.

Este nuevo orden mundial ha asentado su equilibrio mediante la instalación, en estos momentos de crisis económica mundial, de un nuevo pilar que afirma sin lugar a dudas que la única salida posible a esta crisis se basa en la restauración del sistema en el estado en que se hallaba justo antes de la crisis.

Todo esto ha de ponerse en relación, evidentemente, con la nueva legitimación de la OTAN, por ejemplo con el regreso de Francia al mando integrado, pero sobre todo con su ampliación a Europa central y oriental, con el objeto de definir un «nuevo concepto estratégico» para la OTAN.

Dicho «concepto», adoptado en 1999 con ocasión de la cubre del cincuentenario, precisa en su apartado 56 su naturaleza y objetivo: » la seguridad de la alianza debe contemplarse en un contexto global (…) las fuerzas de la Alianza pueden tener que operar más allá de las fronteras de la zona de la OTAN.» Con ello se establece un cambio de marco: la misión de la OTAN, hasta aquí organismo de defensa regional, se convierte en brazo armado de la globalización.

Todo está dicho: la OTAN está en vías de convertirse -en oposición a la Organización de las Naciones Unidas- en un elemento esencial de la red de organizaciones creadas por las grandes potencias y que deciden en materia de guerra y de paz, de las opciones políticas de las económicas, del respeto o no de los derechos humanos o sindicales, o de la supervivencia del planeta.

La Alianza Atlántica, calificada de » símbolo de una identidad occidental «, constituye en el ámbito político-militar -del mismo modo que el Consejo de Seguridad de la ONU, el G8 y ahora el G20, o el grupo del Banco mundial en sus respectivos ámbitos político, económico y financiero- un directorio en el que las potencias imponen sus orientaciones hegemónicas y el mantenimiento del nuevo orden social mundial.

Por consiguiente, esta Conferencia de Examen de Durban y el modo cómo se ha desarrollado, con la marginación de la sociedad civil, lleva en sí todos los peligros para los Pueblos de las Naciones Unidas, que van a tener cada vez más dificultades para hacer valer lo que ellos mismos afirman en el Preámbulo de la Carta de las Naciones Unidas.

El Eje del Bien está dispuesto a practicar la tolerancia, pero a partir de su propia concepción etnocéntrica. Desea vivir en paz con los demás en un espíritu de buena vecindad, siempre y cuando pueda saquear y utilizar en su provecho los recursos naturales de los otros sin que éstos tengan derecho a queja.

Con esta Conferencia de Examen, el mundo en su totalidad ha perdido más de lo que cree. Estamos ante el peligro. Una manera de escapar a éste sería el regreso a los principios contenidos en la Carta de las Naciones Unidas para la preservación de la paz y la seguridad internacionales.

La aplicabilidad y la efectividad de las normas imperativas aplicables a todos y en todo lugar nos permitirían aliar, reunir y recomponer todo lo que se halla, por voluntad de los poderosos, desunido. Sólo a partir de un verdadero deseo de justicia, paz y seguridad internacional nos será dado constituirnos en pueblo y nación y mostrarnos dignamente al mundo, por cuanto solo así seremos otros tantos hombres y mujeres en pie.

(1) Conferencia de Examen de Durban, celebrada del 20 al 24 de abril en Ginebra (Suiza), con el objetivo de «evaluar el avance logrado respecto a las metas que se establecieron en la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, la cual se celebró en Durban, Sudáfrica en el año 2001». http://www.un.org/spanish/durbanreview2009/

  1. Véase http://www.un.org/spanish/durbanreview2009/

  2. Tercera Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, celebrada bajo la égida de las Naciones Unidas.

  1. Entre otras, United Against Racism , Youth United Against Racism y todas las restantes que participaron en el foro el viernes 17 de abril.

  2. Cf. Politis , 29.5.2008, Pour une nouvelle conférence de Durban.

  3. Entonces Alta Comisaria de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, y secretaria general de la Conferencia de Durban 2001.

  4. Se cita Durban como la primera conferencia mundial contra el racismo, lo que es inexacto: fue la tercera, y la recientemente finalizada en Ginebra es la cuarta.

  5. La conferencia de Durban finalizó el 9 de septiembre de 2001.