La ONU prepara una investigación para analizar los centros de detención clandestinos utilizados por la CIA en el marco de la «lucha contra el terrorismo», según ha anunciado el relator de la ONU sobre la tortura Manfred Nowark. «Hacemos un llamamiento a todos los gobiernos a cooperar, no sólo para esclarecer los hechos, sino […]
La ONU prepara una investigación para analizar los centros de detención clandestinos utilizados por la CIA en el marco de la «lucha contra el terrorismo», según ha anunciado el relator de la ONU sobre la tortura Manfred Nowark.
«Hacemos un llamamiento a todos los gobiernos a cooperar, no sólo para esclarecer los hechos, sino para que los centros secretos de detención no se utilicen en el futuro», dijo Manfred Nowak.
El propio Nowak dirigirá la investigación con su homólogo Scheinin, encargado de garantizar el respeto de los derechos humanos en el contexto de la lucha contra el terrorismo.
Nowak ha calificado la utilización de las cárceles de la CIA como «una de las prácticas más horribles» después del 11 de septiembre.
Tanto Nowak como Schenin -expertos independientes designados por el COnsejo de Derechos Humanos de la ONU- la decisión del Gobierno de Obama de cerrar la prisión de Guantánamo es positiva y esperan que «ese cambio sea real».
Los expertos de la ONU han expresado su confianza en que la práctica de transferir ilegalmente a sospechosos de terrorismo a terceros países para ser interrogados bajo tortura detendrá bajo el mandato de Obama.
A ese respecto, sostuvo que el anterior gobierno de EEUU utilizaba esas transferencias de detenidos -a través de vuelos y hacia centros de detención secretos- «en caso de que las técnicas de interrogatorio de la CIA, en lugares como Guantánamo, no tuvieran el resultado que esperaban».
En ese caso -continuó Nowak- los detenidos «eran enviados a países conocidos por sus prácticas de torturas». De igual manera, el relator sobre la Lucha Antiterrorista, Martin Scheinin, manifestó que con la nueva Administración en Washington «podemos esperar un cambio real que ponga fin a las formas más horrendas» de esa práctica de transferencias.
A ese respecto, Scheinin dijo que «en algunos países el servicio de inteligencia es un Estado dentro de otro Estado», con escaso control exterior de sus actividades.