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La OTAN, el pitbull imperial

Fuentes: Global Research

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

Uno de los engañosos lugares comunes de las versiones occidentales de la historia de la post-Segunda Guerra Mundial es que la OTAN se creó como una solución defensiva para bloquear la amenaza de un ataque de la Unión Soviética a Europa occidental. Esto es falso. Es cierto que la propaganda occidental exageró la amenaza soviética, pero muchos estadistas clave estadounidenses y europeos reconocieron que una invasión de la Unión Soviética no era una amenaza real. La Unión Soviética había sido devastada y aunque poseía un enorme ejército, estaba exhausta y necesitaba tiempo para recuperarse. Estados Unidos se encontraba en la cresta de la ola, la guerra había revitalizado su economía, no había sufrido daños a causa de la guerra y en su arsenal disponía de la bomba atómica, que había mostrado a la Unión Soviética matando a un cuarto de millón de civiles japoneses en Hiroshima y Nagasaki. En Washington se había discutido si atacar a la Unión Soviética antes de que ésta se recuperara o tuviera armas atómicas, pero se rechazó en favor de la «contención», la guerra económica y otras formas de desestabilización. Aunque el [Informe 68 del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos] NSC 68 (en sus siglas en inglés, como todas las que aparezcan en el texto), fechado en abril de 1950, menospreciaba la gran amenaza soviética, explícitamente abogaba por un programa de desestabilización para provocar un cambio de régimen en ese país, lo que finalmente se consiguió en 1991.

Así, incluso un partidario de la línea dura, John Foster Dulles, afirmaba ya en 1949 que «no conozco a ningún alto cargo responsable, militar o civil, … en este gobierno o en cualquier gobierno que crea que la Unión Soviética está planificando ahora la conquista por medio de una agresión militar abierta». Nótese, no obstante, el lenguaje de Dulles, «agresión militar abierta». La «amenaza» se refería más al posible apoyo soviético a partidos y grupos de izquierda en Europa occidental. El senador Arthur Vandenberg, un promotor fundamental de la NATO, afirmó abiertamente que la función de una OTAN militarmente reforzada tendría «fundamentalmente el propósito práctico de asegurar una defensa adecuada contra la subversión interna». Por supuesto, el mucho mayor apoyo a las fuerzas de derecha por parte de Estados Unidos no era una ayuda a la subversión interna ni una amenaza a la democracia; sólo entraba en esa categoría una posible ayuda a la izquierda(recuerden la afirmación de Adlai Stevenson a finales de los sesenta de que la resistencia dentro de Vietnam del sur por parte de fuerzas indígenas hostiles al régimen minoritario impuesto por Estados Unidos era «una agresión interna»).

Las elites europeas, excepto las de Alemania occidental, estaban más preocupadas por un renacer de Alemania y una amenaza alemana y, como a los altos cargos estadounidenses, les preocupaba más contener el poder de la izquierda en Europa que cualquier amenaza militar soviética; ¡y Estados Unidos estaba presionando a los europeos para reforzar sus fuerzas armadas y comprar armas a los fabricantes estadounidenses! Aunque había sido inflada e incluso inventada a sabiendas, la amenaza militar soviética seguía siendo muy útil para desacreditar a la izquierda vinculándola a Stalin, al bolchevismo, a una supuesta invasión soviética y a un mítico programa de conquista del mundo.

De hecho, el Pacto de Varsovia era un acuerdo mucho más «defensivo» que la OTAN; su organización siguió a la de la OTAN y claramente fue una respuesta [a ella], y fue una estructura de la parte más débil y con menos miembros de confianza. Y acabó viniéndose abajo, mientras que la OTAN fue fundamental en el proceso a largo plazo de desestabilizar y desmantelar el régimen soviético. Para empezar, el armamento y fortaleza de la OTAN formaban parte de la estrategia de Estados Unidos de forzar a la Unión Soviética a gastar sus recursos en armas en vez de mantener el bienestar, la felicidad y lealtad de su población. También fomentó la represión creando una genuina amenaza de seguridad, que, de nuevo, dañaría la lealtad popular y la reputación del Estado en el exterior. Durante todo este primer periodo los dirigentes soviéticos trataron con ahínco de negociar algún tipo de de acuerdo de paz con occidente, incluyendo el renunciar a Alemania del este, pero Estados Unidos y, por lo tanto, sus aliados-clientes europeos no aceptarían nada de ello.

Como hemos señalado, según el punto de vista los altos cargos estadounidenses (y, por tanto, de los medios de comunicación más influyentes) sólo una intervención soviética en Europa del este tras la Segunda Guerra Mundial era negativa y una amenaza de «subversión interna». Pero en un mundo no-orwelliano se hubiera reconocido que Estados Unidos superaba con mucho a la Unión Soviética en apoyar no sólo la «subversión interna», sino también al verdadero terrorismo en los años posteriores a 1945. La izquierda se había fortalecido durante la Segunda Guerra Mundial luchando realmente contra la Alemania nazi y la Italia fascista. Estados Unidos luchó por todos los medios contra los posteriores intentos de la izquierda de obtener participación y poder político, incluyendo la guerra directa en Grecia y concediendo generosos fondos a partidos y políticos anti-izquierda por toda Europa. En Grecia apoyó a la extrema derecha, incluyendo a muchos ex-colaboradores del fascismo, y consiguió llevar al poder a un inmundo régimen autoritario de derecha. Siguió apoyando a la España fascista y aceptó al fascista Portugal como miembro fundador de la OTAN, con armas de la OTAN que ayudaban a Portugal a proseguir sus guerras coloniales. Y Estados Unidos, el poder dominante en la OTAN, apoyó a políticos de derecha, a ex-nazis y ex-fascistas en todas partes del mundo al tiempo que, por supuesto, afirmaba estar a favor de la democracia y luchar contra el totalitarismo.

Quizá más interesante fue el apoyo de Estados Unidos y la OTAN a grupos paramilitares y al terrorismo. En Italia se alineó con facciones políticas estatales y de derecha, con sociedades secretas (Propaganda Due [P-2]) y con grupos paramilitares que con la cooperación de la policía seguían lo que se llamó una «estrategia de tensión» en la que se llevaron a cabo una serie de acciones terroristas de las que se culpó a la izquierda. La más famosa fue el atentado en la estación de Bolonia en agosto de 1980 que mató a 86 personas. El adiestramiento e integración en operaciones de la OTAN-CIA-policía de ex-fascistas y colaboracionistas fascistas fue extraordinario en Italia, pero común a todas partes de Europa (para la historia italiana véase Herman y Brodhead, «The Italian Context: The Fascist Tradition and the Postwar Rehabilitation of the Right», en Rise and Fall of the Bulgarian Connection [New York: Sheridan Square, 1986]. Para Alemania véase William Blum, sobre «Germany 1950s» en Killing Hope [Common Courage: 1995]).

La OTAN también estaba relacionada con la «Operación Gladio», un programa organizado por la CIA, con la colaboración de gobiernos y agencias de seguridad de la OTAN, que en muchos Estados europeos organizó a cuadros secretos y escondió armas, supuestamente preparadas para la amenaza de invasión soviética, pero en realidad preparadas para la «subversión interna» y disponibles para apoyar a los golpes de Estado de derecha. Fueron utilizadas muchas veces por grupos paramilitares de derecha para llevar a cabo operaciones terroristas (incluyendo el atentado de Bolonia y muchos incidentes terroristas ocurridos en Bélgica y Alemania).

Gladio y los planes de la OTAN también se utilizaron para luchar contra la «amenaza interna» en Grecia en 1967, concretamente, la elección democrática de un gobierno liberal. En respuesta los militares griegos pusieron en práctica un «Plan Prometeo» de la OTAN que sustituía un orden democrático por una dictadura militar torturadora. Ni la OTAN ni el gobierno de Johnson pusieron objeciones. Otras fuerzas Gladio procedentes de Italia y de otras partes fueron a Grecia a adiestrarse durante su interludio fascista, para aprender cómo ocuparse de la «subversión interna».

En resumen, desde sus inicios la OTAN demostró ser ofensiva, no defensiva, orientada, antagonista de la diplomacia y la paz, ligada a operaciones terroristas y a otras formas de intervención política que era antidemocráticas y eran amenazas reales a la democracia (y que de haberse atribuido a los soviéticos hubieran sido denunciadas como una subversión descarada).

La OTAN post-soviética

Con el final de la Unión Soviética y de aquel amenazante Pacto de Varsovia, la base teórica de la OTAN desapareció. Pero aunque esta base era un fraude, para consumo público la OTAN todavía necesitaba redefinir su razón de existir y enseguida adoptó también un papel más amplio y agresivo. Sin necesidad de apoyar a Yugoslavia tras la desaparición soviética, la OTAN pronto colaboró con sus miembros estadounidenses y alemán para emprender una guerra contra ese ex-aliado occidental y desmantelarlo, violando con ello la prohibición de la Carta de Naciones Unidas de una guerra fronteriza (esto es, agresión).

Curiosamente, en medio de los bombardeos de la OTAN sobre Yugoslavia en abril de 1999, la OTAN festejó su 50 aniversario en Washington, D.C., donde celebró sus éxitos y con una característica retórica orwelliana afirmó su lealtad al derecho internacional mientras estaba en plena violación flagrante de la Carta de Naciones Unidas. De hecho, el documento fundacional original de la OTAN de 1949 empezaba reafirmando «la fe de sus miembros en la Carta de Naciones Unidas» y en el Artículo 1 se comprometía «a resolver cualquier disputa internacional por medios pacíficos, tal como se establece en la Carta de Naciones Unidas».

La sesión de abril de 1999 produjo un documento, «Concepto Estratégico», que se planteaba un supuesto nuevo programa de la OTAN ahora que había dejado de ser verosímil su papel «defensivo mutuo» en impedir una invasión soviética («The Alliance’s Strategic Concept», Washington, D.C., 23 de abril de 1999 (http://www.nato.int/docu/pr/1999/p99-065e.htm )). La Alianza sigue insistiendo en la «seguridad», a pesar de haberse «comprometido a realizar nuevas actividades esenciales en interés de una más amplia estabilidad». Da la bienvenida a los nuevos miembros y nuevos acuerdos de «asociación», aunque nunca ha quedado claro por qué son necesarios en un mundo post-Guerra Fría con Estados Unidos y sus aliados más cercanos tan poderosos. Admite que «son muy improbables las agresiones convencionales a gran escala contra la Alianza», pero, por supuesto, nunca menciona la posibilidad de «agresiones convencionales a gran escala» POR PARTE DE miembros de la Alianza y alardea acerca de papel de la OTAN en los Balcanes como una ilustración de su «compromiso con una más amplia estabilidad». Pero esta campaña de la Alianza no sólo fue un caso de agresión legal («ilegal pero legítima» en los orwellianos términos de los apologistas clave), sino que la OTAN desempeñó un papel fundamental de desestabilización en los Balcanes al ayudar a iniciar una guerra étnica y al negarse a seguir con la opción diplomática en Kosovo para poder atacar Yugoslavia en una guerra a base de bombardeos que estaba en marcha mientras este documento se estaba haciendo público (para una discusión acerca del papel de la OTAN, véase Herman y Peterson, «The Dismantling of Yugoslavia», Monthly Review, octubre de 2007: http://monthlyreview.org/1007herman-peterson1.php).

El «Concepto Estratégico» también afirma estar a favor del control armamentístico, pero desde su mismo inicio la OTAN promovió más armamento y ha obligado a todos los nuevos miembros, como Polonia y Bulgaria a aumentar sus armas «inter-operables», es decir, conseguir más armas y comprárselas a Estados Unidos y a otros suministradores occidentales. Desde que en 1999 se elaboró este documento, el principal miembro de la OTAN, ha más que duplicado su presupuesto militar y aumentado enormemente sus ventas de armas al exterior; ha presionado aún más a favor de operaciones militares aéreas; se ha retirado del tratado ABM de 1972 , se ha negado a ratificar el Tratado para la Prohibición Total de Pruebas (Nucleares) y ha rechazado tanto el tratado de Minas de Tierra como el Acuerdo de Naciones Unidas para Frenar el Trafico Internacional de Armas Pequeñas Ilícitas. Con ayuda de la OTAN también ha generado una nueva carrera armamentística, a la que se han unido tanto muchos de los aliados de Estados Unidos como sus rivales y sus objetivos.

El documento de 1999 también señala el apoyo de la OTAN al Tratado de No-Proliferación Nuclear, pero al mismo tiempo insiste en lo importantes que son las armas nucleares para el poder de la OTAN (por consiguiente, rechaza un punto fundamental del TNPN que implica la promesa por parte de las potencias nucleares de trabajar para eliminar las armas nucleares). Lo que esto significa es que a la OTAN le entusiasma la idea de la no-proliferación aplicada úncamente a lo que son sus objetivos, como Irán. Las armas nucleares «hacen una contribución única en hacer que el riesgo de agresión a la Alianza sea incalculable e inaceptable». Pero si Irán tuviera estas armas podría hacer que fuera inaceptable «el riesgo de agresión» a la «Alianza» (con el que han amenazado el miembro de la Alianza, Estados Unidos, y su socio, Israel). Es obvio que no lo harían.

En su apartado relativo a la Seguridad, el «Concepto Estratégico» afirma que lucha por un entorno seguro «basado en el desarrollo de las instituciones y en el compromiso con una resolución pacífica de las disputas en la que ningún país sea capaz de intimidar o coaccionar a ningún otro por medio de la amenaza o el uso de la fuerza». Aquí la hipocresía es increíble. La propia esencia de la política y la práctica de la OTAN es amenazar con el uso de la fuerza y la política de seguridad nacional estadounidense sostiene ahora explícitamente que ha planificado mantener una superioridad militar e impedir que cualquier potencia rival desafíe esta superioridad para ejercer globalmente el dominio, esto es, ha planificado gobernar por medio de la intimidación.

La OTAN afirma ahora que no amenaza a nadie, en incluso en su «Concepto Estratégico» habla de posibles «operaciones» conjuntas con Rusia. De nuevo, el nivel de hipocresía es enorme. Como sabemos, Estados Unidos había prometido a Gorbachov cuando éste accedió a permitir que Alemania oriental se uniera con la occidental que la OTAN no se movería «una pulgada» más allá en el este. Clinton y la OTAN rompieron rápidamente esta promesa absorbiendo en la OTAN tanto a todos los ex-satélites soviéticos de la Europa del este como a los Estados del Báltico. Sólo unos locos y/o propagandistas que se auto-engañan no reconocerían que esto es una amenaza de seguridad contra Rusia, la única potencia en la zona que incluso teóricamente podría amenazar a los miembros de la OTAN. Pero el «Concepto Estratégico» se hace el loco y sólo se reconocen las amenazas a sus miembros.

A pesar de que la «opresión, el conflicto étnico» y la «proliferación de armas de destrucción masiva» son las supuestas preocupaciones principales de la nueva OTAN, sus relaciones con Israel son estrechas y no ha puesto (ni pondrá) impedimento de ningún tipo a la opresión y a la limpieza étnica israelíes ni a su semi-reconocido y considerable arsenal nuclear, y, por supuesto, tampoco a la guerra emprendida por Israel contra Líbano en 2006 ni a sus actuales ataques mortales contra Gaza han impedido unas cálidas relaciones, del mismo modo que el no justificado ataque británico-estadounidense a Iraq no redujo la solidaridad de los miembros de la OTAN. Si Israel es una altamente favorecido cliente de Estados Unidos, entonces por definición es libre de violar todos los altos principios mencionados en el «Concepto Estratégico». En 2008 la OTAN e Israel han firmado un pacto militar, así que quizá pronto la OTAN esté ayudando en las operaciones de «seguridad» de Israel en Gaza (de hecho, durante todo el año pasado la persona que Obama ha elegido como Consejero de Seguridad Nacional National, James Jones, ha estado pidiendo a gritos que las tropas de la OTAN ocuparan Gaza e incluso Cisjordania. James no es una voz solitaria entre la clase dirigente estadounidense).

La nueva OTAN es un pitbull imperial y estadounidense. Actualmente está ayudando a rearmar el mundo, está fomentando el crecimiento militar de los ex-satélites soviéticos de Europa del este y de los Balcanes (ahora satélites de Estados Unidos y de la OTAN), está trabajando estrechamente con Israel mientras este socio de la OTAN limpia étnicamente y desposee a sus untermenschen [«infrahumanos»*], ayudando a su amo a establecer Estados cliente en las fronteras sur de Rusia, apoyando oficialmente la instalación de misiles antibalísticos en Polonia, la República Checa, Israel, de forma amenazadora en cualquier parte y a gran distancia de Estados Unidos, y urgiendo la integración de los planes de Estados Unidos en un más amplio «escudo» de la OTAN. Esto prácticamente obliga a Rusia a tomar medidas más agresivas y a un rearme acelerado (exactamente igual que hizo la OTAN en sus primeros años).

Y, por supuesto, la OTAN apoya la ocupación estadounidense de Iraq. El secretario general de la OTAN Scheffer se jacta regularmente de que todos y cada uno de los 26 Estados de la OTAN están implicados en la Operación Libertad Iraquí, dentro de Iraq o de Kuwait. Todas y cada una de las naciones de los Balcanes, excepto Serbia, ha tenido tropas en Iraq y ahora las tiene en Afganistán. La mitad de la ex-Comunidad Soviética de Estados Independientes también ha suministrado tropas para enviar a Iraq y algunas de ellas también a Afganistán. Estos son campos de adiestramiento para domar a los nuevos «socios» e «inter-operacionalizarlos», y para desarrollar una nueva base mercenaria para las cada vez mayores operaciones «fuera de la zona» de la OTAN, mientras ésta participa más activamente en las guerras estadounidenses en Afganistán y Pakistán.

Como se ha indicado, la OTAN alardea de su papel en la guerra de los Balcanes y tanto esta guerra como las guerras en Iraq, Afganistán y Pakistán han violado la Carta de Naciones Unidas. La falta de ley está incluida en el nuevo «concepto estratégico». Extralimitándose a la inicial (y fraudulenta) «auto-defensa colectiva», los siempre en expansión poderes del OTAN se otorgan la autoridad para llevar a cabo campañas militares «fuera de la zona» o denominadas misiones «no Artículo V» más allá del territorio de la OTAN. Como indicaba el experto jurídico Bruno Simma ya en 1999, «el mensaje que estas voces transmiten a nuestro contexto es claro: si resulta que no se puede obtener el mandato o autorización del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para futuras misiones «no Artículo V» de la OTAN que impliquen fuerza armada, ésta debe seguir siendo capaz de seguir adelante. Que la Alianza es capaz de hacerlo ha quedado demostrado en la crisis de Kosovo» («NATO, the UN and the Use of Force: Legal Aspects», European Journal of International Law, Vol. 10, No. 1, 1999, reproducido en http://www.ejil.org/journal/Vol10/No1/ab1.html).

La nueva OTAN está encantada de contribuir al proyecto de su amo por todo el globo. Además de ayudar a rodear y amenazar a Rusia, sigue con «acuerdos de asociación» y lleva a cabo maniobras militares conjuntas con los países del denominado Diálogo Mediterráneo (Israel, Egipto, Jordania, Marruecos, Túnez, Mauritania y Argelia). Y la OTAN también ha establecido nuevos asociaciones con Estados del Consejo de Cooperación del Golfo (Bahrain, Kuwait, Arabia Saudí, Oman, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos), con lo que ha expandido el ámbito militar del OTAN desde la costa átlantica de África hasta el Golfo Pérsico y por todo este último. Al mismo tiempo el marco aquí ha sido una ininterrumpida serie de visitas y de ejercicios navales de la OTAN con la mayoría de estos nuevos socios así como el primer tratado bilateral formal OTAN-Israel (este año pasado).

El pitbull está en buena posición para seguir ayudando a Israel a seguir con sus generalizadas violaciones de la ley, para ayudar a Estados Unidos e Israel a amenazar y quizá atacar a Irán, y para ampliar su propio programa cooperativo de pacificación de pueblos distantes en Afganistán y Pakistán, y, sin lugar a dudas, en cualquier parte; todo ello en el supuesto interés de la paz y de esa «mayor estabilidad» mencionada en el «Concepto Estratégico». La OTAN, como el propio Estados Unidos, proporciona una cobertura de aparente multilateralismo para lo que es un expansionismo imperialista al margen de la ley y casi incontrolado. En realidad, la OTAN, como un ejército agresivo global de Estados Unidos y de otros imperialismos locales afiliados, supone una grave amenaza para la paz y seguridad global. Está a punto de celebrar su 60 aniversario y aunque debería haber sido liquidada en 1991, en vez de ello se ha expandido, ha adoptado un nuevo y amenazante papel esbozado ya en el «Concepto Estratégico» de 1999 y goza de una maligna expansión que produce miedo.

* N. de la t.: Untermenschen, «infrahumanos», es un término frecuentemente utilizado por los nazis para referirse a los judíos

Enlace con el original: www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=11989