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La unipolaridad y el peligro de guerra mundial

Fuentes: Rebelión

Está fuera de toda duda que los políticos estadounidenses y europeos representan los intereses de la OTAN y del complejo militar industrial de EEUU, también que la burocracia de la UE sigue las órdenes de Washington en perjuicio de sus propios pueblos, o sea, no es soberana.

Ejemplo de ello es el G7, conformado por Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá, que es un real apéndice de EEUU, país que impone las reglas del juego y la estructura de un orden basado en sus normas y no en el derecho internacional.

La unipolaridad, impuesta por EEUU y aceptada por la UE, luego del colapso de la URSS, es un sistema político de carácter omnipotente y racista, que divide a los pueblos en dos categorías, excepcionales y comunes, en la que los primeros mandan y los segundos obedecen órdenes, no son soberanos y soportan el colonialismo, la esclavitud y el totalitarismo, para lo cual, con el pretexto de hacer cumplir los derechos humanos, de mejorar el bienestar de la población y de establecer el Estado de derecho, los primeros han sembrando la discordia, han invadido a todos los continentes, han eliminado a cientos de miles de personas y deterioraron la confianza en instituciones, como la ONU, y los principios y leyes sobre los cuales se fundó esta organización, sin que hubieran cumplido ninguno de sus objetivos.

El mundo unipolar, que fenece, se fortificó gracias al saqueo de los pueblos de Asia, África y América Latina. A buena hora, en todos los campos de la actividad humana, ahora el mundo vive cambios geopolíticos profundos, orientados hacia un sistema multipolar, más democrático y justo, que pone fin a este desbarajuste. Las élites de Occidente pretenden que nada cambie, o sea, que se preserve el orden actual, que protege a los fuertes contra los débiles. Esto no es así, la era de la unipolaridad llegó a su fin, su obsoleto modelo está siendo reemplazado por la multipolaridad, un orden basado en los principios fundamentales de justicia e igualdad, en el reconocimiento del derecho de cada Estado a escoger sus propias vías de desarrollo.

Los cambios actuales en la política internacional son irreversibles y nada volverá a ser como era antes, cuando naciones poderosas consideraban colonias a los demás países. Ese estatus lo creyeron eterno y olvidaron que sólo Zeus es eterno, los demás son devorados por el insaciable Kronos.

La formación y el fortalecimiento del nuevo orden mundial es un proceso complejo, que enfrenta grandes retos, por ahora impredecibles. Sólo está claro que los estados, que lo conformen deben ser fuertes y soberanos, caso contrario, corren el riesgo de convertirse en colonias y regirse por reglas escritas por los interesados de siempre.

En Rusia, Estado libre y autónomo, no funcionó la estrategia de imponer sanciones ilegítimas e irreflexivas, con la finalidad de someterla y arrebatar sus riquezas. Parece que se equivocaron de presa y que esa guerra económica nunca tuvo posibilidades de éxito, pues el efecto boomerang sobre Occidente fue mucho mayor de lo esperado.

Se calcula que el costo de las pérdidas globales de Europa, que impuso contra Rusia esta arma de doble filo, podría superar los 400.000 millones de dólares, no sólo por la supresión del mercado ruso, sino también por el incremento de los gastos de sus empresas industriales, que les hace perder mercados y desacelerar el crecimiento de su economía, además de deteriorar el bienestar social por el aumento del costo de los servicios públicos; consecuentemente, Europa se arruinó y ahora sufre la peor crisis económica en décadas. Pues, finalmente, es la población la que paga más por los alimentos, la electricidad y el combustible.

En la práctica, la guerra económica que EEUU impulsa contra Rusia ha afectado más a sus aliados, que tienen escasez de energía, provocada, entre otras causas, por el sabotaje a los ‎gasoductos Nord Stream y Nord Stream 2, que privó a la UE de sus ‎principales fuentes de energía rusa, segura y barata. ¿Fracasó EEUU al imponer su estrategia al G7 o así mismo lo planificó? Lo más probable es que cuando le salió el tiro por la culata, decidió que Europa pague los platos rotos.

Antony Blinken, Secretario de Estado de EEUU, Victoria Nuland, su mano derecha y alta dirigente política de EEUU, y Paul Wolfowitz pertenecen al Neocon, la ultraderecha que ‎controla el Departamento de Defensa y el Departamento de Estado y toma las decisiones políticas y militares del gobierno de Washington. En 1992, cuando Wolfowitz era subsecretario del Departamento de Defensa de EEUU, escribió: “Aunque Estados Unidos apoya el proyecto de integración europea, tenemos que evitar el ‎surgimiento de un sistema de seguridad puramente europeo, que socavaría a la OTAN y, ‎particularmente, su estructura de mando militar integrado”. El New York Time publicó sobre la “Defense Policy Guidance”, más conocida como “Doctrina de Agresión Positiva”, los principios sobre los que se basó la política exterior del Presidente Bush, a partir de los ataques del 11 de septiembre. Wolfowitz escribió que la emancipación de los aliados europeos es vista por EEUU como cassus ‎belli. Más claro no canta el gallo.

Los Neocon creen que, para que EEUU mantenga su supremacía sobre el mundo, deben primero destruir a Rusia, para luego eliminar a China. Vendieron la idea de derrotar a Rusia económicamente mediante sanciones drásticas, la misma que Europa y el G7 aceptaron sin razonar ni chistar. Para desintegrar a Rusia, Ucrania es usada militarmente por las potencias occidentales.

Entre noviembre de 2013 y febrero de 2014 en Ucrania se dio un sangriento golpe de Estado de tinte fascista, que derrocó al Presidente Yanukóvich. Por esa razón, en Crimea, Odesa, Járkov, Donetsk, Lugansk… hubo protestas masivas; sus poblaciones exigían que Ucrania fuera un Estado federal. Alexandr Turchínov, presidente espúreo, inició una verdadera guerra de exterminio contra su pueblo. Victoria Nuland fue a Kiev para ‎respaldar a los golpistas.

Crimea se independizó de Ucrania la primavera de 2014 y en un referéndum se reintegró a Rusia; la población de Donbass decidió su propio destino también en un referéndum, que proclamó la independencia de ‎las regiones de Donetsk y Lugansk. Desde entonces, viven en un infierno.

A partir del golpe de Estado de 2013, el régimen ucraniano ha asesinado a decenas de miles de rusos de Ucrania. ¿Qué ha dicho Occidente? Nada, guarda un silencio cómplice. Era deber de Rusia defender a los habitantes del Donbass y apoyar la elección del pueblo de Crimea, razones por las que su enfrentamiento con Ucrania se volvió inevitable.

Los Neocon transformaron a Ucrania en el campo de batalla de un conflicto de mayor rango, de cuyo resultado depende la reorganización del mundo y su futura evolución, en otras palabras, la operación militar especial de Rusia en Ucrania, provocada por Occidente, es el detonante para que se desestabilice el mundo. Esta operación militar se podría transformar en la Tercera Guerra Mundial, o sea, en el enfrentamiento bélico entre las fuerzas armadas rusas y de los países de Occidente, si cualquiera de los dos bandos rompe el equilibrio y podría alcanzar la victoria, algo que EEUU espera conseguir de manera sencilla, esperando que Ucrania derrote militarmente a Rusia. Para ello, entregan a Ucrania armamento letal y costoso y también esperan que la guerra prolongada y las sanciones provoquen la bancarrota económica de Moscú.

Pero Rusia no puede perder este conflicto, pues desaparecería como país, pueblo y cultura, además, tiene un inmenso poderío militar que todavía no emplea, por lo que la pelota está en el campo de los Neocon, que son los que deben parar la actitud agresiva que mantienen hasta hoy.

Según Viacheslav Volodin, presidente de la Duma, “el envío de armamento ofensivo al régimen de Kiev llevará a una catástrofe global. Si Washington y los países de la OTAN suministran armas que se utilicen para atacar ciudades civiles y tratar de apoderarse de nuestros territorios, como amenazan, esto conduciría a medidas de represalia utilizando armas más poderosas”. Añadió que los miembros del Congreso de EEUU, los diputados del Bundestag, la Asamblea Nacional de Francia y otros parlamentos europeos deberían considerar su responsabilidad con la humanidad; que con sus decisiones, Washington y Bruselas están conduciendo al mundo a una terrible guerra, a un tipo de hostilidades muy diferentes a las actuales, cuando los ataques se llevan a cabo exclusivamente contra la infraestructura militar y crítica, utilizada por el régimen de Kiev; que, dada la superioridad tecnológica de Rusia en armamentos, los políticos occidentales deberían ser conscientes y entender que esto podría terminar en una tragedia global, que destruiría a sus países.

Falta por ver si las potencias de Occidente, causantes del problema, despiertan de sus sueños de perro, abandonan sus ideas prepotentes y dejan de aplicar la fuerza contra Rusia, que sólo defiende sus intereses nacionales; caso contrario, sus propios pueblos deben maniatarlos con una camisa de fuerza. Por ahora, todo está por verse.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.