Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
El 15 de diciembre, más de un 60% de los iraníes votaron en elecciones municipales. Con la creciente presión de coaliciones reformistas, una cantidad notable de sus candidatos sobrevivió el draconiano proceso de examen de la clase dirigente clerical y convirtió la elección en un voto popular de confianza en el gobierno de Ahmadinejad. Aún no se sabe si lograrán conquistar la mayoría de los escaños en los consejos municipales en Teherán y otras partes del país. Pero el hecho mismo de la masiva participación del electorado demostró una vez más la resistencia de las instituciones democráticas en la República Islámica a pesar de abundantes impedimentos sociales, legales y políticos. Si su elección hubiera tenido lugar en un país aliado de USA, habría sido celebrada como el mayor logro de la política exterior USamericana. Pero el gobierno Bush y los medios dominantes hacen caso omiso de elecciones realizadas bajo un presunto Estado «totalitario» como si no existieran.
Hay una expresión en persa de que si el primer ladrillo de un muro es mal colocado, será deforme no importa su altura. El presidente Bush ganó su primer período enviciando los votos en Florida y luego aprovechó el sistema judicial de USA. Así fijó un precedente devastador para un gobierno que se cree por sobre de la ley y que piensa que puede esgrimir su poder indiscriminadamente en todo el mundo. Es por cierto una de las más sobrecogedoras ironías que un presidente que llegó fraudulentamente al poder se califique, con su cortejo de halcones neoconservadores, de mensajeros de la democracia en el mundo. Tal vez tenga razón si cree que su misión de propagar la democracia en el mundo define su presidencia. Pero el problema es que para este gobierno, como para muchos que lo precedieron, la democracia significa convertir a una nación en un aliado de USA. Según Bush, el mundo se divide en tres campos: antidemocrático, países impermeables a los intereses USamericanos; democráticos, países que ceden ante los intereses USamericanos; y aquellos que se ubican entre ellos. No hay nada nuevo con este narcisismo estratégico. La política exterior de USA durante la Guerra Fría estaba informada por la estrechez de miras de los «intereses USamericanos» que obligaba a un gobierno tras el otro a aumentar el calor de la Guerra Fría mediante sucesivas guerras y golpes de estado por encargo – pensemos en Irán 1953, Guatemala 1954, Indonesia 1967, Vietnam 1965.73, Chile 1973, Afganistán, Angola, Nicaragua en los años ochenta, y la lista continúa.
USA aprendió las lecciones equivocadas en la Guerra Fría. El derecho a la autodeterminación de una nación, incluso a costa de los intereses USamericanos, debe ser respetado. USA no es el Líder Supremo del mundo con poder para pasar por sobre el resultado de elecciones en otros países. Cuando los palestinos votan a favor de Hamas, o los venezolanos eligen a Chávez como su presidente, es moralmente erróneo y una bancarrota política si se les castiga con sanciones económicas o se conspira para derrocar a su gobierno legítimo porque la Casa Blanca cree que el pueblo ha elegido al «partido equivocado.» La Guerra Fría ha terminado, pero la cosmovisión que la provocó prospera.
Los consejeros del presidente Bush harían bien en leer las numerosas cartas de iraníes al servicio persa de la BBC y las entrevistas con periódicos iraníes sobre por qué votan o alternativamente por qué boicotean las elecciones. La mayoría que vota lo hace conscientemente para subrayar su preferencia por una democracia autóctona con todas sus fallas por sobre un modelo USamericano importado. Un elector escribió: «Voté para demostrar que nuestro genuino deseo es transformar este sistema, y para advertir que no necesitamos la democracia USamericana.» Otra carta de Shahin Shar señaló: «no hay espacio para respirar libremente, la credibilidad y el respeto de Irán disminuye, y esperamos que no estemos camino a la guerra, voté por cambiar esta dirección.» «Quiero saber,» preguntó retóricamente otro entrevistado de Teherán, «en qué otro país del mundo tienen carnavales en las calles y los artistas y celebridades van a los vecindarios para alentar a la gente a que participe.» Otra mujer de Golestan describió su voto como una «declaración contra el populismo derechista y el belicismo de USA.» Otro votante de Mashad observó acertadamente: «Los iraníes siempre creen que el césped del vecino es mas verde. Tengo 62 años y voto con orgullo en todas las elecciones. Ejerzo ese derecho y me dan pena todos los que no cumplen con sus responsabilidades y esperan que alguna mano invisible venga y los rescate. Sé que no tienen experiencia y que no tienen ninguna idea sobre otras partes del mundo. Les pido que miren a los países árabes, todos los que tienen buenas relaciones con USA y me digan si son más democráticos que nosotros.» Un joven votante de Shiraz llamó a la elección una «revolución de terciopelo» que fortalecerá «la toma local de decisiones y a las organizaciones no gubernamentales.»
Ya que el presidente Bush ha anunciado que ha estado en una actividad de escucha, tal vez debiera extender la duración de esa campaña tan poco usual y escuche las palabras y las acciones de la gente que quiere rescatar en Irán.
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Behrooz Ghamari es profesor de historia y sociología en la Universidad de Illinois, Urbana-Champaign. Es autor del libro a ser publicado: «Islam and Dissent in Postrevolutionary Iran.» Para contactos escriba a: [email protected]