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Las guerras que cambiaron el Cáucaso del Sur

Fuentes: Open Democracy

El conflicto de Nagorno-Karabaj fue el primer conflicto étnico-territorial que surgió en la Unión Soviética. En el momento culminante de las reformas de Gorbachov, esta guerra en el Cáucaso Sur simbolizó la rápida desintegración de lo que una vez fue una superpotencia militar y la segunda economía más grande del mundo [en términos de volumen de producción]. El de Karabaj y otros conflictos similares a principios de los años 90 fueron el resultado del derrumbe del Estado, que era la URSS.

La reciente guerra entre Armenia y Azerbaiyán, conocida ahora como la Segunda Guerra de Karabaj, es un enfrentamiento entre dos Estados-nación establecidos recientemente. Tiene varias similitudes con la guerra de 2008 entre Georgia y Rusia. De hecho, una comparación de la segunda guerra de Karabaj y la guerra de 2008 podría ayudarnos a sacar conclusiones sobre algunas de las consecuencias y a identificar las tendencias más amplias en el Cáucaso, un gran teatro de inestabilidad nacido de entre los escombros del derrumbe soviético.

Tanto Georgia en 2008 como Armenia en 2020 eran ambas sociedades posrevolucionarias. Los dirigentes políticos que surgieron de la revolución georgiana en 2003 y los de Armenia en 2018 ejercían una total hegemonía sobre las instituciones políticas. Mikheil Saakashvili fue elegido Presidente en enero de 2004 con el 96% de los votos, mientras que el partido de la Alianza «Mi Paso» de Nikol Pachinian ganó las elecciones parlamentarias de diciembre de 2018 con 88 escaños en un total de 132. Ambos mandatarios llegaron al poder con mensajes de democratización y de lucha contra la corrupción. ¿Cómo explicar que hayan caído en la trampa de los conflictos etno-territoriales? Además, ¿de qué manera la influencia de la guerra de 2008 en los acontecimientos internos de Georgia podría ayudarnos a comprender las evoluciones posibles en Armenia?

En primer lugar, hay que tener en cuenta algunas diferencias entre Georgia y Armenia. Georgia se enfrentó a dos acusaciones de separatismo étnico, en dos provincias que gozaban de autonomía en la época soviética. Tbilisi [o Tiflis, capital de Georgia] debió también hacer frente al desafío del control central de las periferias, incluida la rica provincia de Adjaria [en la parte sudoriental del país con una frontera común con Turquía y costa en el Mar Negro], así como de los distritos montañosos controlados por grupos armados como los valles de Kodori [1] o Pankisi [2]. Por otra parte, Armenia debía resolver el problema de la seguridad en Nagorno-Karabaj ante etnias que luchaban por la autonomía contra las autoridades centrales de Azerbaiyán. Por lo tanto, mientras que Tiflis apoyaba el principio de la integridad territorial de los Estados, Armenia apoyaba el principio de la autodeterminación.

Otra diferencia importante entre ambos es que en 2008 Georgia buscaba activamente ingresar en la OTAN, y Saakashvili optó por una asociación estrecha con Washington. Armenia no tenía tales aspiraciones. Formaba parte de la alianza militar de Rusia. Georgia en 2008 y Armenia en 2020 tenían ejes de seguridad esencialmente opuestos. Por último, aunque hayan sido los dirigentes georgianos los que tomaron la iniciativa militar al enviar sus fuerzas a la batalla para apoderarse de Tskhinvali [capital de Osetia del Sur], no fue Armenia la que desencadenó la segunda guerra de Karabaj. Los dirigentes azerbaiyanos estuvieron siempre a favor de una solución militar del conflicto. Y fue Bakú [capital de Azerbaiyán] la que decidió la agresión militar el 27 de septiembre de 2020. Mientras que Saakashvili pretendía cambiar el statu quo anterior, el primer ministro armenio, Nikol Pachinian, quería mantenerlo.

Iniciar guerras

El calendario de ambas guerras fue bien elegido, ya que los conflictos de 2008 y 2020 comenzaron bajo dos acontecimientos internacionales.

Ambos comenzaron antes de las elecciones presidenciales de EE.UU., pero por razones diferentes. Mikheil Saakashvili temía que una posible derrota del Partido Republicano implicara la pérdida del apoyo de Washington. Por eso, los meses anteriores a las elecciones presidenciales de noviembre de 2008 [Barack Obama vs. John McCain] fueron una última oportunidad para lanzar un desafío militar, esperando contar con el apoyo del Ejército de los Estados Unidos. Para el Presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, así como la pandemia mundial de Covid-19, eran distracciones que podían mantener a los actores internacionales alejados de la guerra de Karabaj, y a los medios de comunicación mundiales ocupados con «otra cosa». La guerra de 2008, que comenzó con la operación militar georgiana en la capital de Osetia del Sur, Tskhinvali, el 7 de agosto, coincidió con otro acontecimiento mundial que iba a servir de cortina de humo: la inauguración de los Juegos Olímpicos de Beijing el 8 de agosto.

Una de los elementos más importantes que hay que destacar es que ninguno de los «protectores» acudió al rescate de sus protegidos para detener la guerra de forma efectiva. La guerra de 2008 coincidió con el fin de las maniobras militares conjuntas de Estados Unidos y Georgia; el personal militar estadounidense todavía estaba en Georgia cuando estalló la guerra. Sin embargo, la administración de George W. Bush, incluso en manos de los neoconservadores, no iba a arriesgarse a una guerra con Rusia, una potencia nuclear.

En 2020, Rusia tenía en sus manos la posibilidad de intervenir decisivamente y frenar el ataque conjunto de Azerbaiyán y Turquía contra su aliado, Armenia. El ataque azerbaiyano empezó un día después de que Rusia terminara importantes maniobras militares en el norte del Cáucaso, llamadas Kavkaz-2020 [Cáucaso-2020], en las que participaron unos 80.000 soldados. Rusia estaba claramente indignada por la intervención militar turca en el sur del Cáucaso y la presencia de varios miles de mercenarios sirios en la zona de conflicto. Sin embargo, los cálculos rusos de costo-beneficio le indicaron que no debía intervenir.

Al final, tanto Occidente -Estados Unidos y Francia, que actuaron como mediadores en 2008- como Rusia intervinieron para poner fin a las guerras y salvar a sus protegidos de una derrota total. En 2008, fue al cabo de menos de cinco días de guerra. En 2020, después de 44 días de guerra, y después de que Armenia se viera obligada a firmar un acuerdo humillante. Este «documento» hizo que Armenia perdiera los últimos territorios azerbaiyanos que aún estaban bajo su control (no recibió a cambio las localidades armenias de Karabaj bajo control azerí), y no obtuvo ninguna promesa sobre el estatuto final de Karabaj, el meollo del conflicto.

El hecho de que la guerra de 2008 durara sólo cinco días significa que fue menos devastadora, con un número relativamente bajo de víctimas, ya que las pérdidas militares georgianas fueron inferiores a 200. Las autoridades georgianas también aplicaron una política de censura de la xenofobia antirrusa, por ejemplo, prohibiendo la difusión de una canción considerada antirrusa en los canales de televisión locales. Por el contrario, la segunda guerra de Karabaj fue mucho más mortífera, no tanto entre los civiles -que fueron evacuados de las zonas de guerra- como entre los militares. La guerra también condujo al surgimiento de una nueva ola de odio interétnico, con imágenes de propaganda bélica invadiendo las pantallas de ambos bandos.

Stepanakert y otras localidades armenias fueron intensamente bombardeadas durante la guerra, mientras que las ciudades azerbaiyanas de Barda y Ganja fueron objeto de ataques con misiles. En las redes sociales circuló un gran número de videos filmados por soldados de élite azerbaiyanos torturando y asesinando a prisioneros de guerra armenios, lo que sugiere una política sistemática. En el bando armenio también aparecieron videos similares de abusos contra prisioneros de guerra azerbaiyanos, aunque en número mucho menor. El apoyo de la población azerbaiyana a la guerra fue incondicional y las manifestaciones en favor de la guerra en julio de este año son probablemente uno de los factores desencadenantes de la segunda guerra de Nogorno Karabaj.

Después de la guerra, en 2008, la Unión Europea estableció una «Misión Internacional Independiente de Investigación sobre el Conflicto en Georgia», encabezada por la experimentada diplomática suiza Heidi Tagliavini. Una misión de investigación independiente similar sería necesaria para aclarar la responsabilidad de la segunda guerra de Karabaj y los crímenes cometidos durante los 44 días que duró el conflicto. De hecho, sería necesario establecer una segunda comisión histórica que remonte al surgimiento del conflicto en 1988 e investigue una serie de tabúes que siguen alimentando el antagonismo, entre ellos Sumgait [pogromo contra los civiles armenios en la ciudad de Sumgait en la República Socialista Soviética de Azerbaiyán, el 27 de febrero de 1988] y una serie de otros pogromos antiarmenios en el Azerbaiyán soviético, la limpieza étnica en la Armenia y el Azerbaiyán soviéticos, Khojaly [26 de febrero de 1992, ahora Ivanian] y otras masacres durante la Primera Guerra de Karabaj, entre otras. Sin una comisión independiente por la verdad y sin aclaraciones, las narraciones polarizadas seguirán alimentando el odio. Una comisión de este tipo podría ayudar a las partes a distinguir por fin los crímenes de la justicia y a tomar un camino diferente en el futuro.

Consecuencias

La guerra de 2008 marcó un giro en la política internacional. Después de unas dos décadas de repliegue militar ruso, el 008 marcó un cambio radical en la política rusa. Moscú no sólo puso fin al desafío georgiano de retirar sus fuerzas de Osetia del Sur, sino también a las ambiciones georgianas de unirse a la OTAN. En 2020, esta tendencia se vio confirmada. La intervención de última hora de Rusia no sólo salvó lo que quedaba de Karabaj del riesgo de ser aniquilado por las fuerzas azerbaiyanas, sino que también impuso sus «fuerzas de mantenimiento de la paz» dentro de Azerbaiyán [corredor de Latchin], algo que los sucesivos líderes de Bakú habían rechazado en el pasado. Actualmente, Moscú tiene un pie dentro de Azerbaiyán y podría utilizarlo contra cualquier desafío a su influencia en la zona de conflicto de Karabaj. Rusia también consiguió el objetivo de marginar a Turquía tanto del acuerdo de alto el fuego del 9 de noviembre como de las dimensiones militares del mantenimiento de la paz. Al final, Rusia salió ganando en un conflicto en el que había invertido muy poco.

La tendencia decreciente de la influencia occidental en el Cáucaso meridional, que empezó en 2008, se confirmó nuevamente en 2020. El Grupo de Minsk de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) -una estructura creada para gestionar, pero no necesariamente resolver, el conflicto de Karabaj- fue marginalizado por Moscú. Más adelante, a Rusia le podría interesar que Francia o los Estados Unidos desempeñaran algún papel en la región de Karabaj, siempre y cuando ese nuevo papel no vaya más allá de los límites de la nueva influencia rusa en la región, a saber, su dominio militar.

Mikheil Saakashvili logró mantenerse en el poder para proseguir su segundo mandato presidencial tras la derrota de 2008 [hasta noviembre de 2013, entonces gobernador de la provincia de Odessa] sólo gracias a la masiva ayuda financiera de Europa y de Estados Unidos, que ascendió a 4.000 millones de dólares. Occidente optó por no ayudar a Nikol Pachinian después de la revolución de 2018 y no parece haber cambiado de orientación después de la guerra destructora. Moscú tampoco quiere salvar la carrera política de Nikol Pachinian, el cual llegó al poder gracias a una ola de protestas populares, algo que la élite rusa teme desde la Revolución Naranja de 2004 en Ucrania. Es difícil imaginar qué fuerza podría salvar a Pachinian hoy en día.

Eso no significa que Armenia vaya a volver a los viejos tiempos. Es cierto que Georgia no pudo seguir con su transformación política después de 2008, pero no retrocedió a la situación anterior a 2003, con un Estado débil y una realidad caótica. Lo que es más importante, el Movimiento Nacional Unido, el partido político fundado por Saakashvili, sobrevivió a las elecciones celebradas posteriormente en Georgia, constituyendo una oposición parlamentaria. Lo mejor que le puede pasar a la Alianza Pashiniana «Mi Paso» es sobrevivir a su inevitable caída del poder y convertirse en una verdadera oposición.

Notas

1] El Valle de Kodori está formado por un río en Abjasia. Hasta 2008, sirvió de frontera natural entre la autoproclamada república autónoma de Abjasia y el territorio abjasio que todavía está controlado por el gobierno georgiano y que éste describe como Alta Abjasia. En 2008, durante la segunda guerra de Osetia, la República de Abjasia recuperó el control de la región con la ayuda de las fuerzas armadas rusas.

2] El valle del Pankissi se encuentra al noreste de la capital Tbilisi (o Tiflis), y es fronterizo con Chechenia.

Fuente: https://www.opendemocracy.net/en/odr/wars-changed-south-caucasus/

Traducción de Ruben Navarro – Correspondencia de Prensa