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Las oportunidades de la crisis

Fuentes: IPS/TerraViva

La novena edición del Foro Social Mundial (FSM) concluyó el domingo en esta septentrional ciudad brasileña, con la aprobación de docenas de resoluciones y propuestas de movilización mundial para este año. El FSM rompió así su reticencia a adoptar posiciones políticas comunes, un aparente tabú, por la presión de miles de organizaciones de la sociedad […]

La novena edición del Foro Social Mundial (FSM) concluyó el domingo en esta septentrional ciudad brasileña, con la aprobación de docenas de resoluciones y propuestas de movilización mundial para este año.

El FSM rompió así su reticencia a adoptar posiciones políticas comunes, un aparente tabú, por la presión de miles de organizaciones de la sociedad civil deseosas de aprovechar la oportunidad de cambios de corte progresista abierta por la crisis económica mundial.

En la semana del 28 de marzo al 4 de abril se desarrollarán manifestaciones y acciones de propaganda para exigir un cambio radical en el equilibrio global del poder político, así como medidas urgentes para detener el cambio climático.

La iniciativa apunta a presionar sobre la cumbre del Grupo de los 20 países industrializados y emergentes, convocada para el 2 de abril en Londres con la finalidad de considerar soluciones a la crisis económica.

Se prevé que Argentina y Brasil, ambos con gobiernos progresistas, sean portavoces en la capital británica de las propuestas del FSM, como el desmantelamiento o la realización de profundas reformas del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Para el 30 de este mes, Día de la Tierra Palestina, el FSM convocó actividades destinadas a imponerle a Israel un boicot comercial y sanciones internacionales, así como el retiro de inversiones, con el objetivo de obligar a ese país a poner fin a sus ataques contra la franja de Gaza y a comprometerse en negociaciones de paz.

Bajo la llovizna que empapó el césped del campus de la Universidad Federal del Amazonas, un portavoz de la Asamblea de Movimientos Sociales del FSM resumió algunas de las consignas programáticas de las movilizaciones futuras:

— Nacionalización de bancos; — No reducción de salarios en empresas golpeadas por la crisis; — Energía y soberanía alimentaria para los pobres; — Retirada de tropas extranjeras de Iraq y Afganistán; — Soberanía y autonomía para los pueblos indígenas; — Derecho universal a la tierra, al empleo decente, a la educación y a la salud; — Democratización de los medios de comunicación y del conocimiento.

El 12 de octubre, aniversario de la llegada de los conquistadores españoles a América, se realizará otra jornada de movilizaciones en reivindicación de la Madre Tierra y de los derechos de los pueblos indígenas de todo el mundo.

La plataforma y las iniciativas aprobadas el domingo marcan lo más cercano que ha estado el FSM desde su creación en enero de 2001 de convertirse en una fuerza política global.

El foro se constituyó entonces en la meridional ciudad brasileña de Porto Alegre, como contracara del Foro Económico Mundial que reúne todos los años a representantes de grandes empresas y de gobiernos en el centro turístico suizo de Davos.

La prensa internacional y brasileña reflejó el contraste entre la atmósfera vibrante de Belém y las caras largas de Davos, donde el primer ministro británico Gordon Brown llegó a admitir que la crisis económica en curso carece de precedentes y de pronóstico certero.

El diario conservador Folha de São Paulo evaluó el domingo que el planeta no se convertiría en el «extravagante» mundo alternativo soñado por los reunidos en Belém, pero que tampoco seguiría siendo el actual «celebrado tantas veces con optimismo en Davos».

«Al igual que el ultraliberalismo económico, también los actuales mecanismos internacionales de toma de decisiones están en cuestión. Asuntos tan diversos como los desequilibrios ambientales, el terrorismo, el narcotráfico y los conflictos étnicos o religiosos superan la capacidad de intervención de una potencia o del club exclusivo de los países más desarrollados», sostuvo el periódico en su editorial.

Cándido Grzybowski, director de la organización no gubernamental brasileña iBase y figura clave en el proceso del FSM desde su inicio, insistió en que la gravedad de la crisis, aceptada por el Norte industrializado, demuestra la seriedad de los pronósticos que a lo largo de muchos años ha formulado la sociedad civil.

La crisis, según advirtió Grzybowski en Belém, representa una oportunidad histórica para la democratización de los estados, las economías y la escena internacional que, de no aprovecharse, podría registrarse una recuperación «aun peor» del capitalismo que el paradigma fundamentalista hoy hecho añicos.

Los presidentes Evo Morales, de Bolivia, Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, Rafael Correa, de Ecuador, Fernando Lugo, de Paraguay, y Hugo Chávez, de Venezuela, compartieron la semana pasada en Belém la misma percepción: la crisis debe conducir a un escenario global diferente.

Lula puso en acento en la protección de los trabajadores mediante la regulación y la promoción de fuertes inversiones económicas desde el Estado, una propuesta que no hace mucho habría dado origen a amenazas del FMI.

Correa, economista de profesión, fue aun más audaz: según él, la respuesta a la crisis es el socialismo, implementado a través del control popular de los organismos políticos y económicos, y con el respaldo de un Estado que asuma el papel de canal descentralizado para la participación democrática.

Chávez llamó al FSM a ubicarse en la ofensiva ahora, cuando los centros del poder capitalista parecen perplejos y desorientados.

Para los organizadores, esta novena edición del FSM fue un éxito tanto político como organizativo.

Grzybowski informó a la prensa el domingo, al cierre de la conferencia, que habían asistido 115.000 participantes en representación de movimientos sociales y organizaciones no gubernamentales o a título individual.

Además, el Campamento de la Juventud albergó a 15.000 adultos jóvenes, a los que se sumaron 3.000 niños, niñas y adolescentes.

A Belén se dirigieron 133.000 personas de 142 países. El contingente de Brasil fue el más nutrido.

El principal punto de la agenda fue la cuenca del río Amazonas. Con ese motivo, participaron 1.900 representantes de 190 comunidades indígenas, así como 1.400 quilombolas (descendientes de esclavos negros fugitivos).

Las organizaciones representadas fueron 5.808, de las cuales 4.193 procedían de América del Sur, 489 de África, 491 de Europa, 334 de América Central, 155 de América del Norte, y 27 de Australia y Nueva Zelandia, dijo Grzybowski.

El estado brasileño de Pará invirtió 11 millones de dólares en infraestructura (carreteras, comunicaciones y saneamiento) rumbo al FSM. Hoy, esas obras benefician a la comunidad, en particular a los asentamientos alrededor del campus, dijo la portavoz Ana Claudia Cardoso.

Desacreditado tantas veces por los medios de comunicación como un desteñido carnaval izquierdista de sueños salvajes, sexo y marihuana y políticamente impotente, el FSM parece estar vivito y coleando.

La décima edición del foro podría celebrarse en África dentro de dos años. Para ese entonces, las incertidumbres, esperanzas y metas de hoy habrán tomado forma y sentido, para bien o para mal.