Una victoria del panserbio Tomislav Nikolic habría encendido todas las alarmas, pero los responsables de la UE yerran -o mejor, mienten- cuando dan a entender que los resultados de las presidenciales serbias han sido un plebiscito «pro-europeísta» y que la crisis serbia se puede dar por superada. Al contrario, los resultados abren un período de […]
Una victoria del panserbio Tomislav Nikolic habría encendido todas las alarmas, pero los responsables de la UE yerran -o mejor, mienten- cuando dan a entender que los resultados de las presidenciales serbias han sido un plebiscito «pro-europeísta» y que la crisis serbia se puede dar por superada. Al contrario, los resultados abren un período de incertidumbre que puede ahondar la crisis o clarificar posiciones, sobre todo en el actual Gobierno de Belgrado.
El presidente serbio, Boris Tadic, fue capaz de repetir la historia y volvió a vencer en segunda ronda al candidato de la formación panserbia SRS Tomislav Nikolic. Lo hizo por tres puntos escasos y beneficiado por una altísima participación (67%) y esta vez no le hizo falta siquiera el apoyo, tantas veces envenenado, de su oficialmente aún aliado y primer ministro, el unionista Vojislav Kostunica.
Por su parte, Nikolic logró sumar ocho puntos más respecto a su resultado en la primera vuelta (de casi un 40 al 47,72% de votos), superando la barrera histórica de los dos millones de votos. Un buen resultado para la primera formación serbia desde el derrocamiento de Slobodan Milosevic y que revela que Nikolic habría sumado, al voto tradicional de los radicales serbios, buena parte del voto alineado con Kostunica y sus ministros más afines.
Tampoco se puede descartar que la campaña «moderada» e inteligente de Nikolic le haya podido hacer acreedor de bolsas de voto temerosas del discurso guerrero de esta formación, liderada por el presunto criminal de guerra y prisionero en La Haya, Vojislav Seselj.
No obstante, el hecho de que haya perdido en la reválida -fracasó por vez primera en las presidenciales de hace cuatro años- puede suponer su relevo por el tercero en el partido y lugarteniende de Seselj, Aleksandar Vucic, con un perfil más agresivo.
Frente a las calificaciones que se utilizan en Occidente para aplicar esquemas maniqueos respecto a Serbia, ni el SRS es pro-ruso ni la historia serbia está ligada a la rusa. Serbia fue parte de la Yugoslavia de Tito, promotora del Movimiento de No Alineados y lejos de la órbita soviética de la mitad europea oriental. Si situamos el nexo de unión en la religión ortodoxa habría entonces que situar en la primera línea de la rusofilia a Vojislav Kostunica, quien ha apuntalado su poder a través de una alianza con la Iglesia ortodoxa serbia.
Como Nikolic, casi la mitad del electorado serbio guarda un gran -y en parte lógico- resentimiento hacia Occidente. Un resentimiento alimentado por las incumplidas promesas de mejora económica que trajeron bajo el brazo los promotores de la «revolución de colores» que destronó en 2000, con la ayuda de Occidente, a Slobo. Los líderes de estos sectores, invencibles en la Serbia rural, recelan de la UE y no dudan en utilizar el fantasma ruso como amenaza. Otra cosa es que Rusia aprovecha esta situación para apuntalar sus intereses en la zona.
Europeísmo, pero menos
Ni los votantes de Nikolic son «antieuropeístas» y «rusos reconvertidos» ni el 50% raspado que revalidó el domingo la victoria de Tadic comulga con las tesis de la Unión.
Como reconoció el propio Tadic, su victoria se fraguó en Belgrado y en el voto masivo de minorías como la húngara de Vojvodina y los musulmanes de la región de Sandzak.
Minorías, jovenes pro-europeos y clases medias liberales en lo económico habrían sumado sus votos a Tadic unidos por un sentimiento de vértigo ante una eventual victoria del SRS y el consiguiente castigo por parte de las potencias occidentales.
Es difícil saber hasta qué punto las nuevamente etéreas promesas por parte de la UE han podido mover la balanza.
Kosovo no lo ha hecho y, en este sentido, cabe destacar que el discurso de campaña de Tadic ha llegado a ser más agresivo que el del propio Nikolic contra las aspiraciones democráticas de la población kosovar.
El futuro de la coalición
El resultado electoral dibuja un panorama de crisis total en la coalición de Gobierno entre el DS de Tadic y el DSS de Kostunica y sus aliados del NS.
El propio Tadic agradeció irónicamente a Kostunica el haberle dejado en la estacada porque «si no, no habríamos podido descubrir de lo que somos capaces de hacer solos».
Los analistas se han apresurado a señalar que Kostunica -férreo vocero del unionismo serbio- habría sido el gran derrotado de los comicios.
No obstante, este político -capaz en su día de ser presentado por la UE como «moderado» mientras se fotografiaba con los paramilitares serbios en plena cacería del albanés en Kosovo- ha mostrado un gran olfato para la supervivencia política y no es descartable que concluya una alianza con el SRS de Nikolic con Kosovo como bandera.
Un escenario perfectamente posible, como posible es la convocatoria de legislativas anticipadas coincidiendo con las municipales de primavera.